Diez
Estoy harta de las canciones que hablan del desamor, estoy rogando para que en la radio no aparezcan, que en mi reproductor musical no las reproduzca.
Ahora no quiero que vengan a quitarme las ilusiones que nuevamente se vieron avivadas con tu regreso. Quiero seguir así, duela o no al final.
Me encontraba apagada hasta tu regreso, y gracias a tu fuego fui recobrando la vida. Tú eres la chispa que incendia todo mi cuerpo y todavía no te has dado cuenta del poder que tienes en tus manos con el cual podrías causar un incendio forestal en cualquier instante, o una inundación con el agua más fría que pudieras encontrar con tan solo irte...
Creo que eres esa luz que todos buscan alguna vez en su vida, aquella que te alumbra la salida a sus problemas y te guía en la vida.
En este momento necesito que me abraces, que tus brazos recreen una frontera en la que no pueda exteriorizarse todo ese amor que me estás dando, que nadie pueda llegar a mí y despertarme de este cruel sueño que estoy viviendo una vez más contigo.
Sé que soy masoquista con mi persona, que no debería pero de todas formas lo hago. ¿Qué me has hecho Morgan? Creo que es algo malo, porque si me siento de buen humor es por ti y si la tristeza me invade también es por tu causa...
Estoy dando todo de mí para que no te vayas y seas mi zona de confort siempre; una zona en donde puedo estar segura porque tú estás en ella cuidándome. Lo único que temo de ello es que sabrás en donde está todo acomodado y podrás desorganizarlo como lo has hecho antes; pero ¿sabes qué? Prefiero a que vuelvas a hacer un desorden total en mí a que te vayas.
No te vayas. No quiero que lo hagas.
Cualquier cosa que tengamos aquí es irreemplazable, porque nadie te amará mejor que yo. Si intentas abandonarme una vez más no moriré, pero si me harás saber que fui una completa estúpida al dejarte entrar. Espero que eso nunca pase, y si sucede anhelo que te des cuenta que yo era esa cosa ridícula que le daba sentido a tu vida, a esa sonrisa tan deslumbrante.
...
Me han contado que te vieron con alguien más, que seguiste tus pasos de conquistador y que nunca se fueron esas ganas de enamorar a más de una.
Pero aquí me encuentro todavía encadenada a ti, ya que soy leal al dolor que siento una vez que tus labios están en los míos, y sé que ya han estado con otros nuevos una vez más.
Nada es tan malo si se siente tan bien, ¿verdad?
Es algo extraño que hasta me es complicado explicarlo, pero amo el dolor al saber que seguimos siendo ese hueco en el corazón en donde somos todo y a la vez nada.
Te has convertido en esa yaga que si la presionas duele, pero si la dejas tal como está no causa ningún problema; así que la dejaré tal cual está.
En estos momentos sólo necesito que me mires directo a la cara y me digas que todo estará bien, que sólo fue la emoción del momento y que no lo volverás a hacer (aunque en lo profundo de mi ser, yo sé que se repetirán tus acciones).
Quiero intuir que lo nuestro seguirá siendo lo mismo, que estará bien, pero sobre todo eso... que te tengo.
Así que me encuentro de rodillas, suplicando para que esto nunca se acabe, que perdones las veces en las que traté de olvidarte y que dije que quería a otros que no eras tú.
Yo más que nadie debería saber que tengo que decirte que te alejes lo más posible de mí, porque nadie más que yo en este momento sabe cómo terminará la obra teatral que has creado; pero no puedo decirte adiós antes de que tú me lo digas.
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