Querido padre.

Hoy una vez más haz destruido mis sueños. Me hiciste ver que yo no sirvo para seguir mis sueños, que solo sirvo para llevarte el plato a la mesa y ayudarle a mi mamá en la casa.

Gracias por volverme a repetir que yo no sirvo para ir a una escuela en donde el arte lo es todo, porque según tú, soy la persona menos indicada para el arte. Todo lo que hago es horrible ante tus ojos, y eso me destruye. No puedo enseñarte algún dibujo que hice, o un poema que escribí, porque en automático le encuentras alguna falla a todo lo que hago.

Detesto tu actitud machista, en donde nadie es mejor que tú, porque tú eres el hombre de la casa, y yo solo soy una mujer con sueños por alcanzar, tu hija.

Gracias por destrozarme de poco en poco desde mi niñez. Gracias por hacerme ver que si tu no confías en mí, nadie más lo hará.