Capítulo 26: El finiquito
Cuando mi padre salió de mi casa me llegaron esos dichosos mensajes, mensajes que no tuvieron respuesta, odio que me tomen por un estúpida, como lo hizo Eliot.
Seguí leyendo el periódico por donde lo había dejado y cuando iba a leer el título de aquel artículo el teléfono sonó, no tuve otra opción que levantarme a cogerlo.
- Casa de los Gordon, ¿quién es?- Contesté a la llamada.
- Buenos días, somos de la oficina donde trabaja el señor Gordon-. Dijo una voz masculina al otro lado de la línea.
- Oh, lamento el retraso de mi padre pero como ya sabrá mi madre ha estado ingresada y no ha podido ir a trabajar, ahora mismo está en camino al trabajo-. Dije mientras me acariciaba el pelo.
- Perdone señorita, pero llamaba a su padre para que viniera a recoger su finiquito.
- ¿Fi...finiquito?- Pregunté sin entender nada.
- Claro, ¿no les ha comentado nada? Lo despedimos porque siempre llegaba una hora tarde, la verdad es que es un buen trabajador, muy eficiente, pero no nos parece justo que sus compañeros lleguen puntual y su padre no, ¿me entiende?- Explicó aquel hombre.
- S...sí, claro, no se preocupe, se lo diré en cuanto llegue de donde esté ahora-. Me despedí, él me lo agradeció y colgamos.
Fui a la habitación de mi hermano, estaba durmiendo, como de costumbre, le di varias veces en el hombro, mis puñetazos iban aumentando cada vez que veía que mi hermano no reaccionaba. Cuando parecía que me había rendido, recordé que tenía en su armario un megáfono, se lo puse en su oído y lo encendí.
- ¡Despierta ya!- Grité.
Mi hermano se sobresaltó y al ver que me estaba riendo con el megáfono en la mano me miró mal.
- ¿Qué quieres?- Preguntó molesto.
Me sequé unas cuantas lágrimas a consecuencia de mis risas y cuando recobré la compostura le conté lo de la llamada.
- Han llamado del trabajo de papá y han dicho que vayan a recoger su finiquito-, dije mientras guardaba en el armario en megáfono-, ¿sabías algo?- Pregunté al cerrar el armario.
- No-, respondió-, ¿por qué lo han despedido?- Preguntó tras una breve pausa.
- Por llegar una hora tarde al trabajo, ¿te lo puedes creer? Papá nunca ha llegado tarde al trabajo-. Comenté.
- Ahora entiendo todo-. Susurró mi hermano.
- ¿Qué entiendes?- Pregunté extrañada.
Él me miró y tras un par de segundos reaccionó.
- Nada-, contestó-, me voy a dar una ducha.
Mi hermano me dejó ahí, mirando como se iba de su habitación y yo mientras tanto no entendía lo que pasaba a mi alrededor, ¿qué era lo que entendía mi hermano? Sea lo que sea lo descubriré.
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