Un capítulo lo va a narrar el chico y otro capítulo lo va a hacer Clara, para conocer el punto de vista de los dos.

Cuando entré al café, él estaba sentando en la barra, estaba tiritando y mojado, yo me senté en la misma mesa de siempre, pedí el mismo café de siempre y saqué un libro, me puse a leer mientras bebía el café.

De vez en cuando levantaba la vista y veía a la gente, me preguntaba si alguna vez estuvieron en la misma situación que el de la protagonista de mi libro nuevo, si alguna vez se esnamoraron de alguien hasta el punto de perder la cabeza por ese chico o por esa chica, si alguna vez sufrieron por amor o si siguen enamorados de esa persona que hace sentir esas mariposas en el estómago, preguntas en las que jugaba a adivinar las respuestas.

De vez en cuando miraba a ese chico sentado en la barra, él también me miraba pero apartaba la vista cuando yo lo miraba a él, un efecto muy cariñoso, no me gustaba que me mirasen, pero él, lo hace de otra forma, una mirada interrogativa, llena de preguntas, como la mía.

Así estuvimos toda una tarde, con miradas, ahora yo jugaba a prantearme preguntas en las que sólo él podría responder, pero me imaginaba las respuestas.

Pagué y me fui, lo mismo pasó con él, ya había terminado el libro y no pintaba nada allí, en la salida de aquel café nos miramos por última vez, pero sabía, o eso creía, que no iba a ser la última vez que intercambiaríamos miradas, pues aún me quedaban preguntas de él por intentar responder sobre alquel hombre sentado en la barra de aquel café.