Le dije a Clara que escapara, pues me sometieron a una tortura, casi me aplastaron la cara.

Lo tenía ensangrientado y los ojos rojos, casi no podía ver.

- ¿Por qué te han seguido?- Preguntó Clara.

- Antes no lo entendía, pero ahora, lo entiendo todo-. Dije.

- ¿Qué entiendes?- Preguntó.

- Soy un cantante poco conocido y sin inspiración, Sofi es una fan mía y muy obsesionada conmigo-. Dije un poco triste.

- ¿Es capaz de matarte por su loca obsesión por ti?- Preguntó sin creérselo.

Yo asentí con la cabeza, hasta mover los labios se me hacía un mundo, no tenía fuerzas para nada.

De pronto, se abrió la puerta, lo único que pude divisar era a Sofi agarrando a una mujer por los pelos.

- Venga, vete con él, y rapidito, no tengo todo el día-. Dijo Sofi empujando a esa mujer hacia dentro de la habitación.

Cuando esa mujer estubo cerca de mí pude verla, era Sasha.

- Sasha, cariño-. Dije intentando desafarme del agarre de esas cuerdas que me mantenían atado en esa cama, pero era imposible.

- ¿Qué te has echo?- Preguntó llorando.

- No es nada, estoy bien-, hice una pequeña pausa-, ¿dónde está Marshal?- Pregunté.

- No lo sé, no he podido verle desde que llegamos aquí-. Contestó sin dejar de llorar.

De pronto, me di cuenta de que Clara estaba ahí, pero no me corté en ningún momento, pues quiero a mi mujer y Clara, ella sólo fue para un rato, nada más, aunque la culpabilidad me inunde por dentro.

- Venga, ya está-. Sofi volvió a cogerla por el pelo y se la llevó.

- Cariño, te quiero-. Dije antes de que cerraran la puerta.

Cuando ya se habían ido miré a Clara que estaba con la cabeza agachada, por primera vez me sentí mal por haber jugado con los sentimientos de una persona porque yo no me he enamorado pero ella puede que sí, sino no hubiera aceptado acostarse conmigo y en ese momento me hubiera parado.

- Clara, yo...-. Fui interrumpido.

- ¿Cómo puedo ser tan imbecil y caer dos veces en la misma piedra?- Preguntó retóricamente.

Me callé, no sabía que contestar, esta vez no sabía que decir a sus palabras.

- Nunca volveré a confiar en un hombre, sois todos iguales, pensando con el pene antes que con el cerebro-. Dijo mirándome con la cara llena de lágrimas.

Agaché la cabeza, era lo único que podía hacer.

- No te avergüences, lo echo está echo, no hay vuelta atrás-. Añadió.

No podía mirarla, ahora sí que no tenía nada para debatir, me había pillado y no puedo negar lo evidente, no puedo negar mi infidelidad.

- No se lo digas a Sasha, por favor-. Dije supricante.

- ¿Qué? Mira, en cuanto tenga una poca movilidad cogeré un cuchillo y te cortaré el pene, tranquilo, me encargaré de que sufras-. Dijo con un tono macabro.

Tragué saliba, era la primera vez que mi vida estaba en peligro.