Me desperté en la casa donde Marlon me trajo la tarde anterior, estaba tapada con una manta y a mi lado estaba él, mirándome.

- Buenos días-. Dije con voz ronca.

Él me sonrió y me dio un beso, me estaba enganchando a él, era como una droga, ¿qué me estaba haciendo?

Desayunamos y me llevó al mi casa, en ese transcurso del tiempo hablábamos de cosas sin sentido. Cuando me dejó, me ayudó a entrar al casa y se fue. Cuando abrí la puerta encontré a mi hermano, estaba borracho, pues apestaba a alcohol.

- Hola, ya estoy aquí-. Dijo sonriente.

- ¿Dónde como te habías metido?- Preguntó alterado, dando paseos de punta a punta de la habitación.

- Estaba con una amiga-. Dije tratando de calmarlo.

- Mentira-. Gritó-. Has estado con ese tal Marlon, os he visto por la ventana-. Añadió.

- ¿Qué pasa por estar por ahí una noche con él? Los dos estamos solteros, podemos hacer lo que nos dé la gana-. Dije elevando más de la cuenta la voz.

- No te equivoques, él no puede hacer lo que le da la gana-. Dijo bebiendo un sorbo de la botella de Ron.

- Estás borracho, fuera de mi casa-. Dije señalándo la puerta con mi dedo índice.

Él obedeció, me quedé completamente sola y lo único que me hacía sonreír era recordar la noche fantástica que pasé a su lado.

El amor que desprendía esa escena...me mordí mi labio inferior con ganas de volver a repetirlo.

Le envié un mensaje diciéndole que viniera a darme clases de guitarra. Él obedeció.

Le invité a pasar y dejé la guitarra a un lado.

- Te quiero a ti, no a esa estúpida guitarra-. Dije acercándole de mí.

Me siguió el juego y me besó, hicimos lo de ayer, salvo que estábamos en mi cama y en un lugar diferente. Mi vida comenzaba a cambiar y lo empezaba a ver.