la cabaña en tennessee brillaba con el resplandor dorado del amanecer. los inviernos fríos seguían llegando, pero ahora, para louis, el calor siempre estaba presente. era el calor de las manos de harry en las suyas, de la risa que llenaba su hogar, de la vida que habían construido juntos.

un año había pasado desde que louis permitió que el amor derritiera el hielo en su corazón. ahora, mientras se miraba en el espejo ajustando el suéter que harry le había regalado, se dio cuenta de lo diferente que se sentía. más fuerte. más completo.

harry apareció en el marco de la puerta, con su usual sonrisa adornada de hoyuelos, aunque esta vez había un aire de anticipación.

"¿estás listo?" preguntó, cruzando los brazos mientras lo observaba con una mezcla de cariño y diversión.

harry alzó una ceja.

"¿para qué? ¿para que todo el pueblo celebre que ahora tengo cuarenta? "

louis rió y negó con la cabeza.

"sí, para eso aunque creo que eres tú el que no para de recordarlo" el omega se encogió de hombros, caminando hacia él con una sonrisa juguetona.

"bueno, no todos podemos presumir de ser jóvenes y radiantes con veintisiete." harry resopló, fingiendo indignación, pero no pudo evitar pasar un brazo alrededor de louis y acercarlo.

"ya basta, vamos te están esperando" dijo, dejando varios beso sobre sus labios.

+

la fiesta fue íntima y alegre. la familia de harry había llegado temprano. alex y susan, aunque ahora con una relación más distante, ofrecieron sonrisas sinceras. oscar y su esposo estaban ocupados persiguiendo a sus dos pequeños, mientras los amigos cercanos llenaban la casa con risas y conversaciones animadas.

louis, sin embargo, tenía una emoción especial esa noche. entre los brindis y los abrazos, unos pares de ojos verdes y azules no podían esperar a estar completamente solos.

cuando finalmente todos se marcharon y la casa quedó en silencio, louis tomó la mano de harry y lo guió al sofá.

"hay algo más que quiero darte" dijo louis, su tono suave pero firme.

harry frunció el ceño con curiosidad mientras louis sacaba una pequeña caja envuelta con cuidado.

"¿otro regalo? ya me haz dado bastantes, estás poniendo la vara alta a este alfa que ama consentirte".

"este es especial" dijo louis, entregándoselo.

harry lo abrió y encontró un patito de hule y un sonajero amarillo, no habías más, y estaba implícito el significado.

"louis..."

"sorpresa mi amor"

louis asintió, sus ojos llenos de lágrimas, pero su sonrisa era radiante.

el alfa se quedó sin palabras. su mano temblaba ligeramente mientras sostenía el sonajero, pero entonces dejó escapar una carcajada baja, incrédula.

"no puedo creerlo... ¿de verdad?"

"de verdad" respondió louis, susurrando.

harry lo abrazó con fuerza, enterrando el rostro en el cuello de louis mientras las emociones lo abrumaban.

"nunca pensé que este cumpleaños pudiera ser mejor... pero tú siempre logras sorprenderme" murmuró, su voz cargada de amor.

louis lo abrazó de vuelta, su corazón latiendo con fuerza pero lleno de paz.

"y yo nunca pensé que podría tener esto... una familia contigo."

esa noche, mientras se quedaban despiertos hablando sobre el futuro, harry trazó con cuidado círculos en el vientre de louis, soñando con lo que vendría.

"cumplir cuarenta no está tan mal, después de todo" bromeó harry.

louis rió suavemente, inclinándose para besarlo.

"y tener un alfa mayor tampoco está tan mal" respondió, con una chispa traviesa en los ojos.

harry sonrió contra sus labios, pensando que, por primera vez en mucho tiempo, su vida no solo estaba completa, sino que tenía un propósito nuevo, lleno de amor y promesas cálidas.