sedecim: recludit
En hogwarts todos estaban expectantes en la entrada de la enfermería, Severus y Sirius tenían los nervios destrozados, habían rescatado a más de 400 presos dentro de los muros de Azkaban, entre las víctimas estaban pancy y todos los chicos de la generación de Draco, las vejaciones, los abusos, el dolor, la sangre, la tortura, el miedo nublaban la mente de todos los presos de aquella horrible prisión.
Pero, lo que más preocupados tenía a los hombres era Lucius, su estado era terrible, le habían hecho tanto daño a su esposo, Sirius estaba destrozado, tenía tanta rabia, tantas ganas de vengarse, podía sentir como su núcleo mágico pedía a gritos despellejar vivos a quiénes usaron lastimar a su amado príncipe. Severus no estaba mejor, sú mejor amigo, su hermano estaba demacrado, a pesar del poder utilizado en el por parte de Draco, podía sentirse en su núcleo mágico todas las torturas por las que pasó... odiaba con todo su ser a los malditos Wesley's, por sus malditas ansias de poder habían acabado con todo el mundo mágico de Inglaterra, la tristeza y la pobreza eran el pan diario en las afueras del colegio, pero aparte de eso se atrevieron a lastimar a un miembro sagrado de la comunidad... Lucius era un Ángelus un ser de luz y oscuridad, un alma pura, un esposo devoto, un maravilloso amigo y aún mejor hermano, si pudiera utilizaría los métodos no mágicos para torturar segundo a segundo a todos aquellos que participaron en el dolor de su amigo y sobre todo no los dejaría morir hasta que no quedara nada más que torturar.
Draco no estaba mejor, en su corazón sólo existía el deseo de la venganza, pero también la preocupación y la agonía, ¡su amado padre! una persona que le ha enseñado todo en la vida había sido lastimado había sido mutilado en su núcleo mágico.
Harry estaba triste, de ver a su dragón sufrir, por que sí, era suyo, lo llenaba de tanto dolor... Quería quitarle toda esa tristeza, quería sufrir por él y sobre todo quería entregarle en bandeja de plata a los miserables que lastimaron a su padre.
Lucius empezó poco a poco a recobrar la conciencia ante la mirada expectante de su familia y amigos....
Lo primero que se dio cuenta es que no podía ver nada, se tranquilizó poco a poco, él sabía que lo habían cegado, tomando una respiración profunda dejo salir un poco de su magia y de esta forma saber cuántas personas habían en la habitación. Se sorprendió gratamente al descubrir que 4 magias le eran muy conocidas, su amigo Severus, el peludo de Lupín, su amado Dragón y por último su esposo, el hombre que más amaba en este mundo estaba frente a él y no podía verlo, eso le llenó de impotencia y rabia contra quienes le quitaron su vista.
Sirius consciente de los pensamientos de su amado Ángel se acercó a él con cautela, le tomo las manos con amor y las beso, luego beso su frente, su nariz y esos labios de cereza que tanto lo volvían loco...
- ¡amor mío!, Nuestro hijo desbloqueo las memorias que tenía selladas....¡L..lo si..ento, mi amor, perdón!-.
Pedía entre llanto un muy derrumbado Sirius.
Lucius a tientas colocó su mano sobre el cabello de su esposo y lloro, lloro con fuerza, con dolor, lloro a gritos desgarradores liberando todo el dolor y el miedo que tuvo de no volver con a los brazos de su amado.
Los dos hombres lloraron por horas, mientras Lucius abrazaba a Sirius.
En la entrada de la enfermería Draco lloraba en los brazos de Harry, él podía sentir el horrible dolor de sus padres, sentía que lo estaban destruyendo por dentro, su alma tenía una fisura a causa de la gran tristeza que llevo ver a sus padres así de mal.
Al rato Harry se dio cuenta que las lágrimas de Draco no eran normales, su amado Dragón estaba llorando sangre... Tan roja y espesa que daba miedo.
En ese momento desperto dentro del gran héroe una energía antigua y muy poderosa, al fin y al cabo él era el guardián y pareja de Draco... Se juro que nadie lo volvería a lastimar.
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