Ayer llegaste más animado de lo que te había visto nunca.

Caminaste a paso decidido hacia mi,

y me mostraste algunos de tus trabajos.

Ya no llegabas a las once en puto, como solías hacer.

Tampoco te sentabas solo.

Siempre te sentabas conmigo.

Incluso cuando llegaba después que tú.

Ibas a buscarme hasta la puerta del local, para que me sentara junto a ti.

Era... Extrañamente dulce.

Nunca me habían tratado como tú lo hacías.

Me hacía sentir especial.

Y no debería.

Me estaba encariñando contigo, Lucas.

No era nada bueno.

Al principio sólo quería descifrarte,

pero con cada día que pasaba, el misterio se iba haciendo más fuerte.

Siempre sentía que había algo que no me estabas diciendo.

Un detalle que creías que yo pasaba por alto.

E iba a describir lo que era.