Una llamada escalofriante.

Tras numerosas denuncias y el aumento desmedido de las desapariciones en la periferia de la ciudad, el gobernador comunicó al pueblo el estado de sitio de los suburbios en la zona oeste.

Las fuerzas policiales arribaron el día de ayer, a eso de las 17:30, y tomaron las calles con la intención de efectuar un mayor control sobre los eventos que allí se daban. Recopilaron denuncias, avistamientos y rumores acerca de lo sucedido, pero la pista más esclarecedora fue la que llegó al 911 a las 11:21 de la noche.

La grabación de dicha denuncia se encuentra en manos de la justicia y se busca mantenerla en secreto con fines investigativos dados los efectos desencadenados posterior a su ejecución. Lo cierto es que, luego de atender y encauzar la emergencia, la operadora de la policía entró en un estado de catatonía que fue resistente a todo tipo de estímulo por cerca de cuatro horas. Sea cual fuere la realidad, lo cierto es que Mary Reid, empleada del centro de llamadas de la policía, fue internada ese mismo día en el hospital general de Westmore y confinada en el ala de pacientes psiquiátricos. Desde entonces, no se ha tenido noticias de su destino.

Se desconoce el contenido de la llamada, sin embargo, se sabe que Mary solicitó apoyo policial en una dirección específica: el hogar de la familia Thompson. Luego de hacerlo, fue invadida por la parálisis del pánico.

Lo que la policía encontró en la casa es un secreto a puertas cerradas, sin embargo, el avistamiento de cuatro bolsas negras delata que alguien asesinó a los miembros de dicha familia.

Se cree que los cuerpos pertenecen a Mike, Olivia, Elling y Lucy Thompson, una familia que residía en los suburbios de la zona oeste de Westmore, donde ambos padres trabajaban como empleados del grupo D.E.E.R., empresa alojada en el corazón de nuestra ciudad, responsable del desarrollo industrial y el mantenimiento de la infraestructura del acuífero.

Lo acontecido con los cuerpos también es un secreto, puesto que el hospital mantuvo sus puertas cerradas a la prensa mientras duraron las autopsias y, aún posteriores a ellas, permanecieron reticentes a dar declaraciones.

Firma: Pauline Williams