35
Un montón de informes habían llegado a su oficina mientras ella mantenía una discusión acalorada. El hombre al teléfono había reaccionado del modo esperable, estaba escandalizado y aterrado ante la idea de morir. Su nombre era Jared Osler, el ex-supervisor del área de aislamiento. Fleur se había esforzado por explicarle que su destino no dependía de ella, no obstante, él insistía en que todos los pacientes en piso estaban sanos, a excepción de una paciente: Jane Anand, quien había caído presa del pánico, no sabían si por su situación o por tratarse de una infectada.
Uno de los emisarios del gobernador había llegado al puesto de control, vestido con ropas militares y con cara de aterrado. Uno de sus ayudantes, Claude, un chico que se había prestado como voluntario de la organización, había llegado a su carpa de campaña con un pilón de hojas. Le susurró: "ya llegó el informe de Walker".
Viendo que su tiempo se terminaba, Fleur decidió zanjar la situación con el doctor Osler, prometiéndole extracción si lograba demostrar que ninguno de sus pacientes estaba infectado, cosa que pensaba imposible. La comunicación finalizó en ese instante y Fleur suspiró al mismo tiempo que se desperezaba. Le quedaba una tonelada de texto por leer y, sobre todo, un largo discurso que darle a su jefe si aquel médico lograba su misión imposible. Se acercó a uno de los soldados que montaban guardia en su carpa de campaña y le indicó que llamara al capitán Dwarf.
Dentro de su carpa le esperaba su ayudante, Claude, quien sostenía en su mano el informe transcrito del doctor Nicholas Walker.
—Aquí está todo, jefa—dijo el muchacho—. Añadí los detalles que me pidió investigar.
—Tan eficiente como siempre, Claude—le respondió ella—. Por las dudas, te recuerdo que toda la información es clasificada, ¿si? Es por tu bien, podemos hablar de esto mientras dure la operación. Luego, es como si nada hubiera pasado.
—Entiendo—dijo—, ese informe parece un chiste. ¿En verdad es cierto lo que el doctor informó?
Ella asintió con la cabeza y dio un vistazo rápido al archivo. Se detuvo en cuanto vio la confesión del Dr. Walker, mismo que había descubierto aquellas células en el agua corriente mucho antes del surgimiento de la extraña enfermedad conocida como peste gris.
—El doctor había informado al centro de control de enfermedades. En su momento creímos que se trataba de otro organismo extraño, uno de muchos, todo el tiempo se descubren nuevas cosas, ya sabes, un día es una bacteria del intestino, otro día es un virus raro que solo afecta a organismos unicelulares, algunas veces es una toxina a la que somos inmunes, es algo bastante típico. Nunca pensamos que pasaría esto.
—No, por supuesto—se apresuró a responder—. Imagino que habrá visto pasar muchos informes similares.
—Obvio, brotes de rabia en animales exóticos, cepas nuevas de virus conocidos, bacterias multiresistentes, pero nunca nada como esto. ¿Conoces alguna enfermedad como esta? Puedes ser honesto, sabes lo que dice ese informe.
El muchacho desvió su mirada, nervioso.
El informe del doctor Walker trataba de sus numerosos experimentos con aquel organismo unicelular, mismo que se abstuvo de nombrar de forma oficial, pero que llamó como "organismo X" de forma provisoria. Y, si bien Walker no logró correlacionar al patógeno con la peste gris (misma que surgió casi de forma paralela) sí observó su efecto en todos los organismos vivos: peces, animales domésticos (perros, gatos, ratones y conejos), animales salvajes (lobos del bosque de Westmore) y, lo más extraño, un humano, mismo que el doctor observó para registrar la historia natural de la enfermedad.
—Nunca vi nada así—dijo el muchacho—, no lo pensé posible.
—Ni yo—dijo ella—, y ahora encima resulta que este patógeno revive muertos. ¿A que parece un disparate, no? Pues en el informe se incluye el testimonio y el informe pericial de un estudiante que murió durante el incidente de la universidad. Regresó como si nada, intacto, pero loco de remate.
—No podía creerlo, ¿realmente será posible? ¿No será un malentendido?
—Me encantaría decirte que es un malentendido, pero los tipos quedaron tan fascinados que mandaron a la forense a pedir la exhumación de cadáveres, a recuperar los cuerpos de las funerarias y a reexaminar los cadáveres que todavía estaban en la morgue.
—¿En serio? Eso no estaba en el informe.
—¿Cómo? Bueno, añádelo al informe final por si acaso, imagino que se guardó los detalles como garantía para que lo saquemos vivo.
—Tendrá el informe final en unos... treinta minutos.
—A todo esto, ¿ya se ha movilizado el equipo de limpieza?
—Están organizándose, conociéndolos, en cinco minutos comenzarán la operación.
—Espero que lo hagan pronto. Antes de que los periodistas puedan meter sus narices en lo que estamos haciendo. Ya tuvimos suficiente con la universidad y esto, imagino, podrá salir peor.
Un soldado entró en la tienda de campaña. Se trataba del capitán Dwarf, quien llevaba consigo su uniforme de operaciones tácticas, un hombre de pocas palabras y rasgos intimidantes. Él dirigía las acciones del personal militar, por lo que debía encargarle una misión extraoficial: la extracción del doctor Nicholas Walker.
El doctor era, sin duda alguna, un ser repugnante a los ojos de Fleur, pues, en el fondo, era un científico con complejo de Dios que había experimentado a diestra y siniestra con cuanto ser vivo tuvo en su camino, un ser sin ética. Y quién sabe si sus acciones tuvieron algún impacto en el incidente de la universidad, aunque Fleur sospechaba que se trataba del principal responsable. Después de todo, él todavía le debía bastante información, misma que se hallaba, en parte, en aquel informe.
—Señorita Vernon, me dijeron que necesitaba verme, ¿a qué debo el honor?
—Ah, Dwarf, siempre es un gusto—le respondió sonriente—. ¿Estás más grande o es el uniforme?
El capitán sonrió con orgullo. Fleur sabía que los hombres como él podían comprarse con lindas palabras y risas delicadas. Debía llevarse bien con él, después de todo, lo necesitaba para sus misiones secretas.
—¿Ya se me nota? —respondió el capitán—Luego podemos hablar de esto, doctora, con un par de copas de por medio, para hacerlo más divertido.
—No me gusta mucho el alcohol, pero acepto la propuesta—dijo sonriente—. Necesito que usted haga algo por mí.
—¿Extraoficial? —preguntó el militar.
—Demasiado—le respondió.
El capitán sonrió con aquella seguridad que le caracterizaba, llevó su mano a su pecho y le miró con intensidad.
—Adoro esas misiones—dijo—, ¿quién es esta vez? ¿Necesita un espécimen para experimentar?
—¿Qué? No hace falta, es algo más... complicado. Verá, necesito que rescate a un hombre... Es un fugitivo, el gobierno lo quiere muerto, pero tiene información que podría cambiar el curso de esta crisis.
—Oh, ya veo. Quieres que vaya junto con el equipo de limpieza, ¿no?
—Sí. También necesito que reúnas datos de combate sobre los infectados; algunos informes indican que atacan a la antígua, ya sabes, puñetazos, arañazos, mordiscos, pero también utilizan objetos contundentes, incluyendo cuchillos.
—Entendido, lo notificaré a mis hombres por si acaso.
—Perdón por lo que voy a pedirte, pero, si alguno de tus hombres resulta herido, necesito que cuentes el tiempo que tarda en perder el norte, no lo ejecutes en el momento. Hazte el tonto, ya sabes como funciona esto, el soldado se hará el que no pasó nada, se convencerá a sí mismo de que no es nada.
—¿Algún signo de alarma? ¿Algo que deba saber?
—Puede que sí. Es inconstante, pero algunos infectados reportan escuchar voces, otros enloquecen de forma espontánea. Presta atención, si la misión corre riesgo por conservar infectados...
—Comprendo, no lo dudaré.
Una alerta resonó desde su radio portable. Emil Dwarf respondió a la comunicación enseguida, siendo notificado de que el escuadrón de limpieza estaba a punto de comenzar la operación.
—Doctora, necesito saber cuál es el punto de extracción del doctor—dijo él—, llevaré a dos hombres conmigo para actuar por separado.
—Walker espera en la morgue, está en la sala de disecciones.
—Vaya lugar más... Raro—murmuró—, ¿no podía buscarse otro?
—Está rodeado por infectados. Ah, por cierto, tengo entendido que en la planta baja debería estar la forense del hospital, Leda Rowland. Ella no es un objetivo prioritario, de hecho, debería estar muerta, pero de estar viva, es necesaria para la operación, incluso más que Walker.
—¿Algún pobre diablo más que necesites con vida?
—No, si encuentras supervivientes, deja que los limpiadores se ocupen de ellos—dijo, con desagrado en su conciencia.
—En ese caso, saldremos junto con mi equipo por el viejo pasaje subterráneo del hospital, un viejo cementerio. Tengo entendido que termina en las afueras del bosque de Westmore, saldremos por ahí.
—Pediré que un equipo de extracción esté atento a tu posición. Luego de eso, necesito que lo lleves a la comisaría, notificaré al oficial a cargo para que sepan de tu llegada. Lo mantendremos encerrado hasta que podamos sacarlo de la ciudad sin que la organización quiera mi cabeza. ¿Entendido?
El capitán llevaba un rifle de asalto colgando de su brazo. Tomó su arma con firmeza y la apoyó sobre su hombro, tomando rumbo hacia la salida de la carpa de campaña.
—Nos vemos luego doc, cuídese.
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