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Capítulo 51: Problemas.

Con el pasar de las horas y de los días descubrí que la mayoría de mis compañeros en S.H.I.E.L.D sentía una gran empatía por la chica nueva, todo menos yo; desde lo ocurrido el otro día con el papeleo había iniciado a desconfiar de Melanie Jasper y muy a mi pesar empezábamos a coincidir más a menudo, la encontraba por todas partes, desde las prácticas en el gimnasio y los pasillos hasta en el laboratorio. Ya no había lugar donde ella no estuviese o donde no fuera llevada por los demás vengadores. Así que la oficina del periódico resultó ser mi único refugio.

Inicie a asistir allí con más frecuencia y me acostumbre a retomar mi antigua rutina, de todos modos, en S.H.I.E.L.D no era más que un estorbo y en el trabajo podía pasar el tiempo, pues muchas veces había pensado en hacer lo de antes: ir a casa, estarme en el sillón y apoyar los pies sobre la mesilla mientras hablaba con Jess. Mi hermana, su recuerdo aún dolía y mucho, a pesar de que los días seguían pasando en Nueva York, sentía que en Kansas el tiempo se había detenido y ella seguía allí, con vida; no niego que el pensamiento me generaba tristeza así que finalmente terminaba desechándolo y regresando mi atención al trabajo, por esos días era lo único que lograba mantenerme ocupada.

-Veth- saludo Jack- ¿Qué haces?

-Hola- respondí sin apartar la vista de mi libreta- escribo un nuevo artículo.

-Ya. Oye, deberías parar, no has dejado eso en todo el día- me reprendió- vamos a almorzar ¿Vienes?

-En un momento voy- dije garabateando un par de datos más.- te veré allí.

Entre en la cafetería acostumbrada y busque con la mirada, finalmente los halle en una mesa al fondo del lugar, tome asiento junto a Colette.

-Hola a todos, lamento llegar tarde.

-Disculpa aceptada- dijo Zac mientras observaba el menú.

-¿En qué clase de mundo vives Mcgouth?

Me gire desconcertada, no sabía si se debía al doble sentido de la pregunta o a su interlocutor.

-¿Porque la pregunta?- interrogue mirando al pelirrojo fijamente.

-últimamente no te vemos mucho por aquí, al parecer te están acaparando todo el tiempo.- dijo con picardía, le di un codazo en las costillas.

-Ya fuera así, ahora solo tiene tiempo para Melanie- hice una pausa- quiero decir... para sus deberes.

- Te creo- se estaba riendo entre dientes- ¿puedo saber a qué se debe la cara de ogro que pones cuando pronuncias el nombre "Melanie"?

-es una chica del trabajo de Steve- me limite a decir.

-¿Acaso estas celosa?- me pregunto mientras movía la mano para llamar a la camarera.

-No, bueno quizás sí, veras...- desde allí le conté algunas partes de la historia a Sam sin entrar en mucho detalle.

-vaya, ¿Cómo has dicho que se llamaba?- rodé los ojos en respuesta.

-eres insufrible, espero nunca tener que llegar al hospital y encontrarme contigo en una consulta médica- menee la cabeza fastidiada.

Escuche que Sam se reía a carcajadas, los demás estaban charlando sobre otra cosa, así que no nos prestaron la más mínima atención, mire a mi amigo y al final termine riéndome con él. Después él se marchó a su trabajo y yo al mío.

En la tarde había quedado de verme con Tony en el laboratorio, quería que le ayudara con algo sobre sus proyectos, así que tuve que atravesar el piso en donde se encontraba el gimnasio, observe a Steve de perfil y por alguna estúpida razón pensé que quizás me esperaba a mí, me aproxime hacia la entrada cuando note que miraba en dirección opuesta, hacia algo, específicamente hacia alguien, observe a la chica luchar contra Clint, sin duda todos estaban satisfechos con los resultados de la agente Jasper, lo supe por la sonrisa dibujada en su rostro. Me mantuve en silencio y decidí retirarme, aun así Steve noto mi presencia.

-Veth- se giró hacia mí, radiante.

-hola- salude con un tono de voz muy bajo. En ese momento me arrepentí de no haber seguido con mi camino.

- Verónica- dijo Melanie acercándose, el sudor causaba que algunos cabellos rubios se le pegaran a la frente mientras los enormes ojos brillaban de satisfacción.

-Melanie- respondí con la misma prudencia. – veo que aprovechan muy bien el tiempo- dije algo para acabar con cualquier posibilidad de que un silencio incomodo se colara en la conversación.

-Yo diría que sí- extendió los brazos hacia atrás, los apoyo sobre una mesa, le dirigió una mirada descaradamente coqueta a su tutor.

-ya- dije entrecerrando los ojos, pues sentía que echaban chispas.

Steve soltó una risa inocente. Sin duda ignoraba lo que ocurría entre Melanie y yo.

-hablando de eso- observe que deslizaba una mano sobre la superficie girándose hacia él- ¿No deberíamos continuar?- apoyo una mano sobre el hombro de Steve.

-Sí- respondí yo para sorpresa de todos- mejor me voy, los veo después.- moví mi mano en despedida.

-Iré a buscarte más tarde- dijo él.

-de acuerdo.- sonreí exageradamente y me marche.

Ya estaba, no podía soportarla más: se marchaba pronto o iba a matarla. Realmente no solo se trataba de que no me agradara o de que husmeara en los papeles. No, también se trataba de que no pudiera alejarse de Steve, no toleraba la idea de verla cerca de él, me estremecí en medio de una mezcla entre la ira y el repudio, sin embargo, no odiaba a Melanie, no había pruebas para ello, solo desconfiaba y me resultaba insoportable pero no la odiaba. No faltó mucho tiempo para que los hechos llegaran uno tras otro.

El primer hecho: me reconfirmo que Melanie no era de fiar.

El día siguiente había cumplido mi rutina como cualquier mortal, el trabajo me había resultado extenuante, además de poco motivador, así que pensaba distraerme un poco en S.H.I.E.L.D, por lo que me habían contado, Fury estaba de los nervios ya que habían registrado otro ataque y no habían podido si quiera detectarlo hasta que ya era demasiado tarde, algunos papeles habían desaparecido y por si fuera poco, aún no habían podido terminar el trabajo en los laboratorios. Quería ver cómo iban las cosas por allí.

Camine sin rumbo mientras pensaba en que hacer, hasta que resolví entrenar por mi cuenta, fui a cambiarme y cuando estuve lista dirigí mis pasos hacia el gimnasio, iba algo rápido pero cuando escuche una voz que provenía de una habitación disminuí el ritmo de la marcha.

-Sí, lo sé, solo necesito más tiempo, aún no he conseguido lo que necesito. La chica siempre está presente.- decía una voz detrás de una puerta, en un habitación que parecía estar vacía, a excepción de la voz.

-No es mi culpa- se quejaba- Stark siempre guarda todo bajo llave, además creo que ella sospecha.- pausa- Vale ¿Pero qué quieres que haga? Un reporte no es la suficiente excusa... Entendido, lo hare, ¿lo demás? Yo me encargo de Rogers.- guarde silencio mientras intentaba reconocer la voz, al final la reconocí como la de Melanie.

Aturdida, decidí quedarme un poco más no sabía por qué se refería a mí y a Steve, algo no andaba bien y no había duda, la chica no solo estaba allí para dar un buen reporte, la habían arrastrado a S.H.I.E.L.D circunstancias diferentes, a lo mejor era una espía, no lo sabía pero debo admitir que sentí alivio en cuanto escuche esa conversación, pues confirmaba que yo tenía la razón y que no estaba enloqueciendo, Melanie no era el ángel que todos creían, de repente relacione todos los problemas que se habían presentado desde su llegada, probablemente ella tenía la culpa, la había visto husmear entre los archivos clasificados, aun así creí que era un poco rápido para inculparla frente a todos, decidí actuar con precaución recordando sus palabras, si alguna vez llegue a pensar que era una persona de fiar, todos aquellos pensamientos desaparecieron.

Iba a marcharme cuando un detalle llamo mi atención: su sombra. No era una experta, pero por las veces que la había visto, reconocí que no era la figura de Melanie la que se reflejaba en el suelo, observe con detalle y en un pestañeo su silueta cambio, parpadee un par de veces para asegurarme de que estaba viendo correctamente, pero así era, la sombra de Melanie reflejaba la de una persona completamente diferente. Escuche que la puerta se abría del todo y me aleje de allí lo más rápido que pude.

No comente a ninguno de los acontecimientos anteriores con nadie, incluyendo a Steve, prefería aguardar hasta el momento oportuno cuando se descubriera la verdad sobre Melanie Jasper y sobre quien era. Mala elección.

El Segundo motivo: Me demostró que era una zorra.

El día siguiente era un sábado, me encontré con Nat y después de haber recorrido algunos escaparates neoyorquinos, regresamos a la fábrica abandonada, íbamos caminando hasta que nos encontramos con Clint y Steve- por suerte iban solos- nos despedimos y cada una atendió sus asuntos.

-¿Cómo te fue?- me pregunto mientras entrabamos en el ascensor.

-Bien, no me quejo- suspire cansada.- tú debes de estar muy cansado.

-Lo estoy- respondió con una sonrisa.- te acompaño a casa pero primero quiero buscar algo en mi habitación.

-Vale, te acompaño.

Entramos en la habitación de Steve, como siempre observe la cama pulcramente tendida y sin una sola pizca de desorden por la habitación, sonreí y me senté en la cama mientras él se dirigía a las gavetas, no supe en que momento me quede dormida.

-Veth- escuche un susurro.

-¿Jum?- respondí sin abrir los ojos.

-te has quedado dormida.

Abrí los ojos de golpe.

-Vale, ya me marcho a mi habitación- dije con pereza.

Steve se rio y se sentó en la cama.

- Ni creas que voy a arroparte- me reí.

-No me refería a eso- se hizo a un lado y dio un golpecito a modo de invitación. Me acosté y puse mi cabeza sobre su hombro.

A pesar de haberme quedado profundamente dormida horas antes, ya no tenía sueño así que iniciamos a charlar. Finalmente, el tema termino llevándonos a Melanie.

-¿Steve?- me mordí el labio inferior, no estaba muy segura de lo que iba a decir.

-Dime.-bajo la mirada y me observo con atención.

-Vas a entrenar hoy con ella ¿verdad?

-Sí- asintió él.

-Ten cuidado- le advertí en un tono des complicado.

Me miro sorprendido y note que las comisuras de sus labios se crispaban en una sonrisa.

-¿Por qué lo dices?- pregunto algo divertido.

-Tómalo como un consejo.- dije desviando la mirada.

-Creí que ya habíamos dicho que Melanie no era un problema.

-No es eso- me senté- solo te hago un comentario ¿acaso ya no puedo?- replique molesta, no quería dar más explicaciones.

-Veth, sé que no te agrada que pase tiempo con Melanie, pero esto- hizo un gesto con las manos que no me gusto en lo más mínimo- es demasiado.

-¿Crees que estoy celosa?- pregunte con un tono agudo.

-No lo creo, estoy lo suficientemente seguro- suspiro- y creo que ya estas exagerando.

- ¡Es absurdo!- explote yo- una cosa es que esa chica no te quite los ojos de encima y otra muy diferente a que no confíe en que ella es un ángel como tú lo haces.

-¿Entonces?- repuso molesto- si todo esto no son tus celos entonces ¿Qué es? ¿Otro de tus episodios paranoicos?

-No estas escuchando- solté un resoplido exasperado- la vi con uno de los papeles clasificados en una de las oficinas de archivos, papeles que por cierto dicen que han desaparecido, no es quien finge ser.

-A lo mejor eran para el reporte- reprocho con furia- no hay ninguna conexión entre los hechos, ¡estas hiendo demasiado lejos!

-¿Cómo?- exclame- ¡Ahora la defiendes!- me puse de pie furiosa- esto es ridículo, prefieres confiar en ella que en mí.

- No la defiendo- le interrumpí.

-¿Ah no? Entonces deberías de escucharme.

-Solo digo que estas exagerando la situación.

-Mira, no me importa como tomes la situación, solo te advierto que no confió en ella y que a lo mejor es una espía y...

Iba a continuar, en una búsqueda exhaustiva para demostrarle que mi actitud no se debía a un estúpido ataque de celos sino a que debía tener cuidado de ella, hasta que Steve sin preámbulos me cortó.

-Debo irme, lo hablaremos más tarde.

-Escúchame ahora- dije casi como una súplica.

-Hablaremos de esto más tarde- dijo evidentemente molesto.

Sin decir más se marchó.- ¡Es un idiota!- pensaba mientras cerraba las manos en puños, estaba furiosa, no me había escuchado y peor aún: había creído que solo era un ataque histérico de celos. ¿Acaso me creía tan ridícula como para hacer un teatro así solo por celos? No, realmente me preocupaba él sobre todo por las palabras del día anterior.

"Yo me encargo de Rogers." – sus palabras habían sido crudas y reales, nada esperanzadoras, no quería que nada le pasará a Steve pero si tan solo me escuchara, quizás debía buscar una manera de hacerle entrar en razón.

Con esta esperanza me puse en marcha, de todas maneras en toda relación siempre había dificultades, eso no nos exceptuaba a nosotros, me arregle y fui a buscarlo al gimnasio para aclarar las cosas.

Cuando llegue repare en que estaba vacío. Entré y camine un poco, temiendo lo peor, hasta que un crujido hizo que bajara la vista hacia mis zapatos, note que se trataba de una nota, la cual decía:

"Te veo en la sala de armas
-Steve."

Fin de la nota. No estaba segura si iba dirigida a mi o a Melanie, le reste importancia, al menos me daba una pista sobre donde podría estar, salí corriendo, pues de ser la nota para Melanie, quería llegar antes que ella y advertirle a Steve sobre mis sospechas, iba a toda velocidad hasta que tuve que tomar el ascensor, para mi desgracia, éste estaba atestado de agentes y todos los niveles estaban iluminados en el tablero de la cabina, por tanto tuve que soportar las múltiples paradas que hizo por cada uno de los pisos. Cuando por fin la mayoría de pasajeros habían bajado, la cabina quedo relativamente vacía, cuando se detuvo en el primer piso, bajé y corrí lo más que pude, llegue a la sala de armas agitada y apresurada, casualmente Nat pasaba por allí, me saludo y se acercó para charlar y me distraje un poco pero nunca espere encontrarme con lo que me esperaba tras cruzar esa puerta.

Efectivamente, como lo decía la nota, Rogers estaba allí pero no estaba solo. Melanie sonreía y se acercaba a él rodeándole el cuello, sentí que se giró en mi dirección y casi puedo jurar que me sonrió antes de plantarle un beso a Steve. Quise gritar pero la voz no me salía, quise separarlos pero ningún musculo de mi cuerpo reaccionaba, estaba paralizada, sentí como me quebraba, devastada salí de la habitación ante la mirada sorprendida de Nat, no había duda de que ambas habíamos visto la escena.

Supuse que Steve paso por desapercibida nuestra presencia, pues no se preocupó por apartarla, hui de esa sala lo más rápido que pude, sentí como la asfixia me impedía respirar, no podía creerlo, a lo mejor solo era un mal sueño. Estaba devastada y no entendía mucho el por qué, las ideas no tenían sentido y lo único que ocupaba mi mente era ese momento.

Finalmente llegue a un pasillo apartado, no sabía con exactitud donde me encontraba, pero en ese instante era lo que menos importaba, avancé un poco más, quizás buscando un lugar donde esconderme, no lo sé, seguí en mi carrera sin rumbo hasta que una mano se aferró a mi muñeca.

-Suéltame-chille mientras trataba de zafarme.

-Veth- dijo él para tranquilizarme aunque lo único que hizo fue desatar la tormenta. Seguramente Nat le había dicho que fuera a buscarme.

-No me toques- repuse con voz firme.

-Veth yo... lo siento, lo que viste fue un accidente.- su voz era leve como un suspiro, no quería escuchar.

-Ya veo por qué la defendías- repuse con filo en la voz.

-yo...- dijo sin soltarme.

-No Steve- le corte- creí que eras diferente, no un grandísimo idiota con un escudo. Confíe en ti, creí todo eso formaba parte de tu discurso- seguí con mi retahíla.- pero ya veo que no te tragas ni una sola palabra de lo que dices.

-No, Veth, escúchame.

-¿Ahora quieres que escuche? No. Ya no hay nada que hablar Capitán.- me solté de su agarre y lo mire a los ojos- Aléjate, no puedo verte de la misma forma que antes.

Inicie a separarme de él, pero su voz me hizo girarme.

-No, Veth... Por favor, déjame explicarte- sonreí secamente y respire hondo.

-Podrás haber ganado muchas guerras-suspire- pero a veces deberías dejar de pensar que aún vives en una y pensar en lo que realmente importa - trate de mantenerme estable, pues era lo suficientemente orgullosa para no permitirme llorar en ese momento. Steve me miro desconcertado pero luego parecía verdaderamente herido, sin más me di media vuelta y seguí mi camino mientras las lágrimas iniciaron a caer por mis mejillas.

Llegue a mi habitación y me deje caer sobre la cama, llore mientras mentalmente me preguntaba por lo que acababa de suceder, finalmente me quede sentada mirando hacia la puerta, tuve a esperanza de ver que él la abriría o al menos tocaría pero nada sucedió, la tarde fue vacía y silenciosa, mientras una atmosfera densa lo consumía todo.

Después de esa tarde inicie a alejarme de todo lo que me uniera a S.H.I.E.L.D especialmente a Steve Rogers.

Ya habían pasado cinco semanas y las cosas seguían igual, evitaba pasarme por las instalaciones de Fury a pesar de las palabras de Nat para convencerme de que volviera. Claramente seguía dolida y molesta, así que me dedique a mi vida fuera de allí, necesitaba tiempo y lo más prudente era esperar a que la rubia se marchara, ya no me interesaba averiguar quién era, si era una espía, una asesina o simplemente una zorra. Ya me daba igual.
En cuanto a Steve, después de esa tarde se había terminado oficialmente lo que había o lo que pudo ser entre nosotros, pero no estaba saliendo con alguien más o al menos eso me habían dicho, de todas formas no tenía por qué interesarme en su vida. Ahora llevábamos caminos distintos.

Como era habitual, llamaba a Cris todos los días, constantemente me hablaba de su madre, aún la extrañaba y lloraba algunas veces pero era un chiquillo muy fuerte y con ayuda de mis padres estaba aprendiendo a llevar su perdida.

Esa tarde preferí llamarlo temprano, en la tarde, justo cuando llegó de la escuela.

-hola pequeño ¿Qué tal tu día?- le salude efusiva.

- Bien tía Veth- sonreí al auricular.

En ese momento Cris inicio a describirme su día, a sus compañeros y a las travesuras que hacía en los recreos, finalmente, aburrido de escucharme hizo la pregunta crucial: "¿Dónde está Steve?".

-Él no está aquí Cris- le respondí con calma.

-¿En dónde está? Quiero hablar con él- insistió el niño.

-No lo sé Cris- respondí cortante.- sinceramente no lo sé.- solté un largo suspiro, era cierto, ahora no sabía nada de él, se había convertido en un fantasma para mí, en alguien que solía conocer.

Finalmente colgué la llamada y resolví hacer algo que me mantuviera ocupada, ahora pequeños recuerdos de él se colaban por un resquicio de mi memoria: su olor, sus ojos, su sonrisa, todo aparecía como pequeños destellos en medio de un mar de soledad. No podía mentirme, aún dolía, sí. Su recuerdo y nada más, era todo lo que quedaba al otro lado de la cama.

Una sola palabra ocupaba mis pensamientos: problemas. No estaba segura de estar bien o mal, solo me sumía en mis asuntos, pero siempre escuchaba decir "No hay mal que por bien no venga", o al menos algo así, después de pensármelo un rato llegué a la conclusión de que algo bueno pasaría, ¿no? Al menos eso se supone que dice el refrán, aún creía ciegamente en que no era demasiado tarde para escuchar un "lo siento".

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