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Capítulo 47: El olor del recuerdo.

Abrí los ojos lentamente, había un rayo de luz y un poco de brisa veraniega que se colaban por un resquicio de la ventana. Me removí un poco, con cuidado de no molestar a Steve, sin embargo, inició a despertar.

-¿Steve?- pregunte con voz adormilada.

-¿jum?- respondió con una especie de gruñido.

-¿Estas despierto?

-Sí. - Lo mire.

-¿Has dormido algo?

-No.- respondió antes de ponerse bocarriba.

-¿Que sucede?- pregunte con curiosidad.

-Debemos regresar.

-¿cómo?- pregunte sorprendida apoyándome sobre un codo- pero si acabas de llegar.

-Nat me llamó ayer- prosiguió- dijo que habían encontrado información útil.

-Ya- suspire- ¿Cuándo nos vamos?

-Hoy en la mañana- dijo serio.

- Entiendo, ya es hora de volver. Ojala pudiéramos quedarnos más tiempo- suspire y me tumbe bocarriba, junto a él.

Ninguno dijo nada, supongo que ambos estábamos sumidos en nuestros pensamientos. ¡Lo que daría por saber que pasaba por su mente en esos momentos!

-Oye- dije suavemente hasta que capte su atención- ¿Puedo preguntarte algo?

-Lo que sea- dijo mirándome fijamente.

-¿Te encuentras bien? Estás muy... raro.

-¿Raro?- pregunto levantando una ceja. Asentí con la cabeza- Bueno si lo vez por el lado bueno así nunca podrás aburrirte.

-No lo dudo.- dije sonriente, me acerque a él, me envolvió en sus brazos.

Nos quedamos unos minutos en silencio hasta que el mismo se tornó muy incómodo, Steve fue el primero en notarlo.

-Que silencio...- me reí- Vamos, que se nos hace tarde- sin más se levantó de la cama. Por mi parte me cubrí con las sabanas y trate de dormir.

-Que aburrido- dije mientras el eco de mi voz era acallado por las sabanas.

-Vamos Veth, no querrás que te lleve hasta la ducha.- dijo divertido.

-Deberías de intentarlo- dije siguiéndole el juego, no obstante, para él no lo era.

Se acero a la cama y me quito todas las sabanas de encima.

-¡Hey!- exclame.

-No seas floja y levántate- Yo aún ofrecí resistencia y me cubrí el rostro con la almohada. Steve se acercó y me tomo en brazos. Inicie a reír.

-¡Bájame!- dije tan pronto sentí que me levantaba.

-Como gustes- me soltó sobre el colchón- ahora ve a darte un baño.- se puso de pie y se acercó a la puerta.

Menee la cabeza y me acerque a él.

-Eres imposible, siempre logras convencerme.

Me dirigió una mirada de soslayo, me tomo por la cintura y susurró en mi oído.

-No tardes.

-Te veré afuera.

Dicho esto desaparecí tras la puerta del baño.

Después de una larga ducha regrese a mi habitación e inicie a empacar, estaba abstraída en la tarea hasta que sentí que alguien me observaba, con una mezcla entre el miedo y la sorpresa encontré a mi padre en el marco de la puerta.

-¿Te marchas?- preguntó él.

-Si- suspire- tengo que volver, la edición del periódico se ha retrasado y necesitan que volvamos con el reportaje de Steve.

-Entiendo. ¿Pasaras por el cementerio?

-Sí, quiero despedirme de ella. ¿Estarán bien?- pregunte dejando a un lado el equipaje. Mi padre entro a la habitación y se sentó junto a mí.

-no lo sé- se froto la sien, estaba cansado y como era de esperarse muy melancólico.

-Papa- le abrace- los extrañaré demasiado, vendré en cuanto pueda.

-Lo sé- vi como sus ojos se cristalizaban, no pude evitar que a mí me pasara lo mismo.- Sin ti y sin ella aquí nada será lo mismo.

Unas lágrimas resbalaron por sus mejillas mientras un nudo se formaba en mi garganta. Lo abrace con más fuerza, no quería dejarlos solos, más en esta situación.

-¿Tía Veth?- la voz del pequeño hizo que nos volviéramos.

-¿Si, Cris?

-¿Te marchas hoy?

- Si chiquitín.- me puse de pie y me arrodille frente a él.

-¿Puedo ir contigo?- la pregunta me había tomado por sorpresa, lo mire durante unos instantes mientras lo meditaba. Las opciones no eran muy alentadoras: no podía llevarlo conmigo, era muy peligroso, sobre todo ahora teníamos algo parecido a un "enemigo". La respuesta era un rotundo no.

-Cris- lo mire con ternura, como quien observa a un perrito perdido- No puedo llevarte conmigo, tienes que ir a la escuela además mientras que este en el trabajo no podre cuidarte, es mejor que te quedes aquí con el abuelo y la abuela.- a mi parecer había sido lo más clara posible para que él lo entendiera. No fue así, me miro molesto por unos segundos para después iniciar a hacer pucheros.

-¡No es justo!- me grito- Mama se fue ¿Tú también lo haces?

-¡Cris!- dije tratando de acercarme pero él se apartó, huyo a su habitación y dio un portazo.

Mire a mi padre desamparada.

-Tranquila, él lo entenderá.

Hice una mueca no muy convencida, no quería partir y dejarlo solo, sabía que el necesitaba de mí pero no podía llevarlo conmigo, era muy peligroso.

Salí de mi habitación con las maletas hechas y me encontré con Steve en el frente de la casa.

-¿Lista?- fue lo primero que dijo mientras descargaba sus cosas para ayudarme con las mías.

- sí- suspire y baje la mirada.

-¿Qué sucede?- me interrogo.

-Nada- trate de fingir indiferencia.

-Vamos Veth, creo que te conozco lo suficiente como para saber que algo no anda bien.

Lo mire a los ojos y hable de una vez.

-Es Cris, está molesto por que no puedo llevarlo conmigo.

-Debe de sentirse muy triste, ha perdido a su madre- el comentario solo me hacía sentir peor.

-Lo sé pero tu bien sabes que no puedo llevarlo conmigo, sería muy peligroso; es mejor que se quede aquí.

-Es lo mejor para él Veth- me miro pensativo.

-¿Qué sucede?- dije cuando su mirada inicio a intimidarme.

-Nada- dijo con una sonrisa. Levante una ceja poco convencida. El rió.- vamos te ayudare a llevar esto al auto.

Sin más tomo las maletas e inicio la marcha, le seguí hasta que vi una camioneta negra frente a nosotros.

-¿Es tuya?- pregunte impresionada.

- Digamos que es prestada.

Sonreí y abrí el maletero para que el pudiera meter allí el equipaje.

-Creí que habías traído el auto de Nat y Clint.

-Creo que no hubiera pasado desapercibido.

-Buen punto creo que no va con el estilo de aquí- hice una pausa- Iré a despedirme y nos vamos.

Me dirigí hacia la casa donde estaban mis padres de pie y me despedí, entre un montón de abrazos note que Cris estaba en un rincón de la puerta, me miraba con tristeza.

-Prometo regresar lo más rápido que pueda- dije entrando a la casa.

Me miró por unos segundos, enfadado hasta que al final se lanzó a mis brazos.

-Te voy a extrañar mucho.

-Prometo que te llamare a diario.

Después de esto me aleje, Steve se despidió de mi familia y nos marchamos. Una vez el auto se puso en marcha pregunte:

-¿Podemos ir al cementerio? Quiero despedirme de Jess.

- Sí, ¿dónde es?

- desvía por la derecha.

Cuando llegamos al cementerio el recuerdo del día en que enterramos a Jess acudió a mi mente como un golpe sordo, observe el lugar.

"Definitivamente, no hay manera de que estos jardines te hagan olvidar el sentimiento que produce este lugar"- pensé mientras Steve aparcaba el auto.

Bajamos y nos dirigimos al punto donde estaba Jess. Cuando llegamos Observe una enorme piedra blanca sobre el lugar donde habíamos enterrado a mi hermana. En esta se leía:

"Jess Mcgouth. Gran madre e hija. (1989-2014)"

Al leer esas palabras una sensación apremiante me oprimía el pecho, me detuve frente a la roca y baje la cabeza. Steve se detuvo a mi lado, observo al frente y como comprendiéndolo todo me abrazo, paso un brazo sobre mis hombros y me estrecho contra él.

Nos quedamos unos instantes allí, apoye mi cabeza sobre su hombro, cerré los ojos y respire profundo, era la hora de irnos.

-¿Vamos?- pregunto el al ver que me enderezaba.

-Sí, adelantate, no me demoro.

Sin más Steve regresó al auto, yo avance hacia la piedra, arranque una florecilla que crecía entre la hierba y la deposite sobre la misma.

"Te quiero Hermana, por favor cuida de Cris"- pensé mientras me ponía de pie y me alejaba.

Cuando reanudamos el viaje lo hicimos en silencio, Steve conducía por la estrecha carretera mientras yo me limitaba a pensar. No tardo en oscurecer.

-Será mejor que pasemos aquí la noche- comente resueltamente.- continuaremos mañana.

-Totalmente de acuerdo, estoy harto de esta silla- se quejó Steve.

Avanzamos un poco más hasta que un letrero lo bastante grande para hacerse visible a medio kilómetro de distancia llamó nuestra atención, en este se leía la palabra "Hotel" en luces neón, sonreí satisfecha.

-Hoy es nuestro día de suerte.

-Querrás decir nuestra noche de suerte- dijo con la mirada fija en la carretera.

- Creí que nunca encontraríamos un hotel.

Sin embargo, nuestro alivio duraría muy poco. Cuando entramos al Lobby un letrero indicaba que el hotel tenía pocas habitaciones disponibles. Sin reparar mucho en detalles, nos acercamos hasta la recepcionista.

-Buenas noches ¿En qué puedo ayudarles?

-Hola. Necesitamos una habitación- dijo Steve.

- revisare el sistema- observe como la mujer de hombros anchos tecleaba en la computadora- solo tenemos una habitación libre, la suite matrimonial.- La mujer nos observó con vista inquisidora- Supongo que ustedes desearan la suite.

Nos miramos pensativos. No teníamos otra opción, todo o nada.

-Sí. - respondí yo.

-¡Perfecto!- exclamo la mujer- pediré que arreglen la habitación con el paquete romántico para la feliz pareja.

-No- dijo Steve para decirle a la mujer que no era necesario; demasiado tarde la gruesa figura se había desvanecido tras una puerta de madera.

Solté una carcajada. "Feliz pareja"- pensé divertida- "¿Quién lo diría?"

-Parece que será una noche fuera de lo común- comento él divertido.

-Ya lo creo.- dije entre risas.

Con las llaves de la habitación en una mano y en la otra el equipaje Iniciamos a subir unos pequeños escalones, no pude evitar reprimir una risilla cuando abrimos la puerta.

-¿Qué sucede?- pregunto mi acompañante.

No hubo necesidad de una respuesta, pues la escena hablaba por sí misma: Una habitación llena de pétalos de rosa, algunas velas alumbraban la instancia dificultando la visión y el tinte romántico del lugar dejaban adivinar que la habitación era perfecta para una pareja o para un matrimonio. Sólo había un problema: Nosotros no clasificábamos en ninguna de las opciones.

Con un encogimiento de hombros nos decidimos a entrar. Dejamos las maletas sobre un mueble y repare en la cama: era amplia y un edredón rojo cubría el cómodo colchón. Me quite los zapatos y no pude reprimir el impulso de lanzarme sobre la cama, estaba agotada, estire las piernas y cerré los ojos, junto a mi sentí un movimiento, como de algo cayendo sobre el colchón, abrí los ojos y me encontré con Steve, estallé en risas.

-¡Que niño eres!- exclame mirándole de perfil.

-¿Acaso tú no has iniciado?- pregunto sonriente.

Guarde silencio y él se puso de pie, supuse que iba a buscar algo entre el equipaje, no le preste atención me tumbe y me relaje un poco.

-Veth- dijo Steve.

-¿Si?

-Mira- su voz era neutra pero su mirada era burlona.

-No creí que se tomaran tan en serio eso del romance por aquí- comente al ver sobre una bandeja, una botella de Champán con un par de copas y un objeto que a causa de la poca luz no pude detallar.

-¿Quieres un trago?

-¿Por qué no?- dije tomando la copa que él me ofrecía.

Tome un poco y el burbujeante liquido bajo con exquisito sabor por mi garganta, al final las burbujas generaron una leve tos.

-Por tu regreso a nueva York- dijo él a modo de brindis.

"Debe de estar de broma, además ¿Qué puede ser más raro que esto?"

-Salud- dije con un delicado choque de nuestras copas. Él tomo asiento junto a mí.

Después de platicar y reír un rato sobre lo extraño de la situación, reparamos en la botella y las copas hasta que un silencio corto de raíz con la conversación. Me fije especiamente en el objeto sobre la bandeja, el cual minutos antes no había podido ver: Se trataba de una rosa. A mi parecer él también había reparado en ella, pues la tomo entre sus dedos y me miro.

-Supongo que esta es para ti- me miró a los ojos y me la ofreció.

-Gracias Capitán Rogers- sonreí tomando la flor- es usted todo un caballero.

-Una bella flor para una hermosa dama- respondió él con sarcasmo, le mire divertida.

Acerque la flor a mi rostro y aspire su aroma, olía muy bien, muy diferente al aroma de toda la habitación en conjunto, un olor prácticamente indescriptible, perfumaba memorias, lo bien que se sentía recordar. ¡Eso es! Olía tan bien como un querido recuerdo. Una rosa del recuerdo. Juguetee con ella unos momentos más antes de dejarla sobre la mesa.

-Iré a cambiarme- dijo él.

-Ok.

Me levante y fui a buscar mi pijama entre la maleta, no pensaba dormir en tejanos. Observe la puerta entre abierta, me acerque, Steve tardaba demasiado.

-¡Apúrate Rogers!- dije tocando a la puerta.

- Relájate Mcgouth- dijo sin abrir la puerta, suspire.

-Abriré la puerta, necesito cambiarme.- proteste, obviamente en juego.

Antes de que siquiera pudiera retirarme la puerta se abrió y él se plantó frente a mí.

-Puedes seguir- se hizo a un lado y extendió los brazos. Llevaba una camiseta gastada y unos pantalones cortos.

-Ya era hora- reproche divertida entre y cerré la puerta.

Cuando ya me había puesto la camiseta de tirantes y el short del pijama abrí la puerta e inicie a cepillarme el cabello, pues la humedad y el calor de la zona no habían hecho más que generarme un serio problema de Friz.

Me encontraba luchando con los enredos de mi cabello hasta que sentí unas manos sobre mis hombros, levante la vista y a través del espejo lo observe, su mirada era tierna y sus ojos, como siempre estaban fascinantes y con un brillo nuevo.

"Debe de ser la luz"- pensé antes de decir algo.

-¿Sí?

-Es hora de dormir, es tarde y mañana debemos llegar a primera hora a S.H.I.E.L.D.

-En un momento voy.

-Sobre eso, duerme en la cama, yo dormiré en el sofá.

Le lance una mirada incrédula a través del espejo.

-¿Cómo? Eso sí que no, si tu no duermes en la cama yo también dormiré en un sofá.- me miro divertido, al parecer el comentario le causaba gracia.- lo digo en serio, no le veo ningún problema a que duermas conmigo- me encogí de hombros- además no será la primera vez que compartamos una cama- dije inocentemente.

-Veth, no seas terca. - se burló él.

Deje el cepillo sobre el tocador y me gire para quedar de cara a Steve.

-No lo entiendes- dijo él en un tono bastante serio.

-¿Qué no entiendo? ¿Qué estamos en una suite matrimonial sin ser una pareja?- le mire divertida- No creo que haya algo más extraño que eso.

-¿eso es un reclamo?- dijo él a la defensiva.

Me reí con naturalidad y menee la cabeza.

-Para nada, solo quiero que entiendas que no hay nada de malo, solo vamos a descansar. Mañana tenemos mucho camino que recorrer.

Steve me miro poco convencido, me acerque a su rostro con una sonrisa pícara, él acercó su rostro al mío, me tomo por la cintura y dije:

-pido la derecha.

Sin decir más me deshice de su agarre y me dirigí a la cama donde ocupe mi lugar a la derecha. Steve me siguió, su expresión revelaba sorpresa y desesperanza. Se ubicó hacia la izquierda, observó la rosa sobre la mesilla y la tomo para iniciar a pasarla por los dedos.

-¿Pasa algo?- pregunte corriendo las sabanas de mi lado.

-Las cosas no van a ser fáciles Veth- dijo él como hablando para sí mismo. Lo mire confusa, este hombre era todo un enigma.

-No te entiendo...- rodee la cama y me acerque a él, apoye una mano sobre su hombro Steve se giró y me miro, su mirada estaba fija en mi, sus ojos azules resultaban inquietantes a medida que pasaban los segundos.

-Sé a qué va todo esto- inicio- tú esperas al hombre perfecto...- me tomo la mano libre.

"Esto ya me está asustando"- pensé mientras le miraba confundida.

-Y yo no puedo ser ese hombre- continuo él para mi sorpresa- Yo no voy a ser el hombre que va a regalarte rosas, que te llevara chocolates, ni tampoco de esos tipos que lleva serenatas nocturnas, no, no soy ese tipo de hombre, lo sabes. No quiero lastimarte solo quiero que seas feliz y siendo sincero no creo que conmigo encuentres esa felicidad que toda mujer desea.

Lo mire enternecida y me senté a su lado, ahora era mi turno.

-Steve no quiero nada de eso, ni rosas, ni chocolates, ni serenatas- me reí- ambos ahora llevamos el mismo tipo de vida y quiero que sea así, lo único que necesito para ser feliz eres tú.

Sin decir más él tomo mi rostro entre sus manos y me beso, al igual que el primero, este beso era dulce y tierno, cerré los ojos y puse mis manos tras su cuello, no quería que se apartara, un hormigueo subió desde mi espalda hasta mi cuello, luego sus manos bajaron hasta mi espalda, nos separamos lentamente y lo mire. Las palabras iban de más, no había nada más que decir.

Hubo un largo silencio entre nosotros, no era incomodo pero no lo bastante apacible para hacerme sentir reconfortada, no duró más de unos instante, no podía soportarlo así que hable.

-¿Una noche fuera de lo normal, no crees?

-Totalmente de acuerdo, ven aquí- dijo acostándose y haciéndome espacio en la cama.

Sonreí y me acomode junto a él, había sido un viaje largo, estábamos agotados. Steve me miro con ternura y me beso en la frente.

-Buenas noches Agente Mcgouth.

-Buenas noches Capitán Rogers.

A la mañana siguiente desperté y por un momento creí haber soñado todo lo ocurrido, pues Steve no se encontraba por ninguna parte. Lo busque por toda la habitación sin resultado, al final encontré una rosa algo olvidada sobre la mesilla, sin duda era una rosa del recuerdo, uno de los recuerdos de una noche para dos.

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