Capítulo 35: Día Libre.
Cuando desperté mire a mi alrededor sin saber exactamente en donde me encontraba, estaba desorientada; así que, como un acto reflejo mire al otro lado de la cama para comprobar que me hallaba sola.
Efectivamente lo estaba, solo que no recordaba en donde estaba.
Escuche unos toques en la puerta y con la voz aun adormilada conteste.
-Adelante.
La puerta se abrió y justo allí estaba Nat.
-Buenos días dormilona.
-Hey ¿Qué ha pasado? No recuerdo mucho.
- Te has quedado dormida en tu habitación.
- ¡no puedo creerlo!- chille- se me hará tarde.
-ya te excuse en el trabajo, dije que me habías llamado para decirme que estabas enferma, así que tienes el día libre. – se encogió de hombros.
-Gracias Tex, eres la mejor.- sonreí mientras me ponía de pie.
-¿Cuándo no?- sonrió burlona- te veré mas tarde Veth, voy a trabajar.
-Adiós Nat.
Dicho esto no hubo más palabras Natasha había cerrado la puerta y se había marchado, nuevamente sola en la habitación, decidí arreglar un poco mi aspecto para después marcharme a casa.
Cuando salí de la habitación y me dirigí a un lugar más frecuentado - pues los pasillos de las habitaciones tenían aspecto de película de terror- me dispuse a averiguar un poco más de aquel lugar por mi cuenta.
Iba caminado por el pasillo hasta que vi un rayo de luz colarse por una puerta entreabierta, decidí investigar. Me acerque y asome la cabeza.
Allí dentro se encontraba un hombre a medio vestir, sin embargo; me atrevo a decir, me era imposible apartar la vista. No llevaba camisa así que cuando asome la cabeza, se encontraba de espaldas, buscando una camisa entre las gavetas, cuando la encontró inicio a colocársela. Ahí note que estaba espiando a Rogers, una sonrisilla tonta se escapó de mis labios y antes de irme, di una última ojeada a Steve antes de que se diera la vuelta y me viera espiándolo.
“¡Que espalda!”- fue mi último pensamiento antes de retirarme.
Cuando baje hacia la planta principal, inicie mi paseo matutino por la sala de armas, nuevamente allí me quede un buen rato perdida en mis pensamientos a la vez que pasaba mi mirada sobre el material bélico que había allí. Iba saliendo cuando me encontré con Clint.
-Qué puntual para tus clases Veth- sonrió.
-Supongo que ya sabes que hoy no voy al trabajo.- me encogí de hombros.
Asintió con la cabeza.
-Vamos Clint, dejemos las clases para después.
-No, una agente no se crea de la noche a la mañana.
-Por favor- rogué juntando mis manos a modo de súplica.
Finalmente mis suplicas fueron en vano y termine siendo pupila de Clint por media mañana.
Lo más interesante de nuestra “clase” fue cuando dejamos de hablar de teoría para pasar a la acción…
-¿Clint?- pregunte mientras veía que tomaba un enorme y grueso arco negro entre las manos.
-¿Si?- el hombre se giró mientras que acomodaba una flecha en el arco, cuando logro su cometido, se puso el carcaj a la espalda y se dispuso a lanzar.
- ¿Qué ha pasado con Nat?- pregunte con la voz más inocente que pudo provenir de mí, en ese momento Clint tensiono sus hombros y soltó descuidadamente la flecha, esta salió disparada por toda la caja de cristal, me quede de una pieza.
Note que los hombros y brazos de Clint se tensaban, sin embargo, su expresión era neutra.
-Nada importante, es algo complicado.- sus palabras quedaron suspendidas en el aire y acompasadas por el repiquetear metálico de la flecha al caer al suelo.
No me atreví a decir algo más, sin duda mi pregunta le había dejado pensativo.
Luego de esto Clint decidió terminar mis lecciones del día y me prometió que la próxima vez seria yo quien usaría el arco, aunque más que una promesa era una advertencia, pues sin duda, no tenía ni idea de cómo hacerlo.
Asentí y seguimos hablando hasta que Banner lo llamo al laboratorio, seguí sola durante una buen rato y decidí ir a ponerme mi ropa e irme a casa, estaba muriendo de hambre.
Iba caminando cuando sentí una presencia cercana, me gire y vi que se trata de Steve, evite ruborizarme pero cuando se acercó para hablarme ya era demasiado tarde, estaba roja como un tomate.
-Buenos días- me saludo.
-Hola ¿Cómo estás?
-Excelente ¿has dormido bien?
-Algo… espera - hice una pausa- ¿Cómo sabes que me he quedado aquí?
-Tengo mis maneras- me dirigió una mirada de soslayo.
-Pues husmear no es la mejor manera.- le mire a los ojos, suspire tranquila al sentir que el rubor disminuía.
- como tampoco lo es espiar cuando alguien esta a medio vestir.
- Co… ¿Cómo has dicho?- fue inevitable el rubor se disparó instantáneamente, estaba muy avergonzada.
-Sí, no creas que no note que me mirabas esta mañana.
-Aun así no dijiste nada- dije a la defensiva.
-No quería arruinarte el momento- sonrió burlón.
-Payaso, solo iba de paso- bufe por lo bajo meneando la cabeza.
- supongo que hiciste una parada- comento marcando el botón del elevador.
Guardamos silencio, cuando se abrieron las puertas, mire al interior con desagrado, el ascensor iba a reventar, estaba repleto de un montón de agentes cargando papeles, folders, entre otras cosas. Suspire y me metí en el gentío, Steve imito mi acción.
A causa de la cantidad de personas en la reducida cabina de metal, estaba estrujada, así que por lógica Steve quedo muy cerca de mí, demasiado. De vez en cuando miraba de un lado a otro para disimular lo incomodo del momento.
Había olvidado nuestro anterior tema de conversación y me centraba por contar los minutos para llegar a la planta baja o principal. Steve retomo la conversación.
-Tal vez si vas a espiar a alguien debes asegurarte de no ser tan predecible.
- ¿Un nuevo consejo?- sonreí y le mire- lo tendré en cuenta, me han dicho que es útil para espiar al enemigo.-dije sin parar de sonreír.
Steve me miro sorprendido, luego se encorvo un poco hacia adelante hasta quedar a la altura de mi oreja y susurro.
-¿Acaso soy tu enemigo? No quisiera tener que enfrentarme a una chica dentro y fuera del campo de batalla- susurro en un tono bajo, sin embargo, las palabras hicieron eco en mis oídos y se quedaron cosquilleando allí por un rato.
El poco espacio allí y nuestra cercanía,que era mucha no ayudaban, respire con dificultad
-Depende, nunca subestimes al rival- susurre y sonreí cínicamente.
Steve se rio y se incorporó, le lance una mirada significativa como diciendo “malvado”.
Finalmente el elevador se desocupo y recupere mi espacio personal, aliviada dije.
-Sobre tu pregunta - me reí- no quiero ni imaginarme tener al mismísimo Capitán América de enemigo Steve, pero de veras envidio a quien te ve en acción- le guiñe un ojo divertida y salí de allí.
Steve se cruzó de brazos, cruzamos miradas y finalmente nos despedimos.
-Adiós Steve- le abrace.
-Adiós Veth- correspondió al abrazo.
Cuando nos separamos cruzamos una mirada que no tardo en escaparse del momento y cada quien retomo su camino. Creo que era mejor que las cosas volvieran a ser como antes, algo muy dentro de mí le extrañaba de una manera absurda. Sin duda, las cosas habían mejorado por completo entre nosotros.
Me dirigí a la entrada de la fábrica.
Una vez en casa me metí a la ducha y me relaje un poco, después me senté en la cama mientras comía y escuchaba “Still into you” de Paramore. Iba a seguir en cama cuando recibí un mensaje de Sam el cual decía:
“– ¿Podemos vernos hoy?”
Iba a responder con un “no” pero dude, igualmente no tenía nada más que hacer, termine aceptando.
Habíamos quedado para vernos en mi casa dentro de una hora, así que decidí usar un sweater, zapatillas y un pantalón cómodo. El timbre sonó mientras terminaba de peinarme.
-Hola- dijo él entrando en la casa- traigo una sorpresa.
-¡hola! – Salude efusivamente- ¿Qué has traído?- apunte al observar una bolsa de compras entre sus manos.
- ya verás. – se alejo mientras dejaba el saco en el perchero.
- ¿Qué tal el trabajo?- dije cambiando de tema.
-Bastante bien y ¿sigues enferma?
Lo mire confundida y luego recordé la cuartada de Lucy.
-Mejorando- tosí levemente.
- Me alegra aun así he venido a cuidarte.
Me reí y él me miro serio.
-¿no estás hablando en serio? O ¿Sí Sam?
-tan enserio como cuando me llenaste de perfume.
Sonreí recordando la broma y asentí con la cabeza.
Cuando por fin accedió a mostrarme el objeto de la bolsa resulto ser una película, una comedia romántica, de hecho, mi favorita, se titula “Silver Linings Playbook” de David O. Russell.
-¡Es mi favorita!- chille al ver la caratula- ¿Cómo lo supiste?
- Hoy fui a almorzar con los chicos, así que se filtró la información.
-Ya. Entonces será una tarde de películas.
- si ¿tienes palomitas?
-alacena izquierda, tercera puerta.- indiqué sentándome en el sofá.
-entendido.
Cuando todo estuvo listo Sam y yo nos sentamos en el sillón con una cobija encima. Adoraba esta película, era de esas que no te cansas de ver.
De vez en cuando comentábamos algo mientras la veíamos, muchos de esos comentarios eran críticas de Sam sobre la película y las situaciones que allí se mostraban, le miraba furiosa y le lanzaba palomitas a la cara.
-¡eh! Calma Veth, que es solo una crítica.
- Has silencio aquí viene mi parte favorita- le corte volviendo la vista al televisor.
Cuando termino la película mire a Sam de soslayo, para descubrir que el muy cabrón se había quedado dormido.
-Esto es perfecto- pensé mirándole mientras él dormía tranquilo como un bebe.
Tome el tazón de palomitas e inicie a lanzarle unas cuantas.
-Sam, despierta- le lance una palomita que le dio en una mejilla.
- hey…- se quejó pasándose la mano por la cara.
-Vamos, despierta, no puedo creer que te hayas dormido al final.- le recrimine.
- déjame dormir- reprocho.
- No- seguí con mi juego infantil hasta que despertó del todo.
- No entiendo cómo te gusta ese tipo de películas- se encogio de hombros- soy más de acción.
- Cállate- le regañe.- cambiando de tema ¿puedo preguntarte algo?
-Claro- dijo incorporándose y mostrando repentina falta de sueño.
- ¿Vas a ir a la cita doble que organizo Jack?
-Si- le mire con atención- ¿tú vas a ir?
- No creo.- comente resueltamente.
- ¿Por qué no?
- no tengo pareja.
En ese momento no me hubiera sorprendido tanto una invitación de improviso a la respuesta siguiente.
-Ya. Bueno, en otra ocasión.
Sonreí y le mire con los ojos bien abiertos- ¿ya tienes pareja?
No respondió solo emitió un sonido, más bien un gruñido, que tomé como una afirmación.
-¿Con quién iras?- pregunte presa de la curiosidad.
-Con una chica del trabajo, es anestesióloga- me quito el tazón e inicio a comer las palomitas que quedaban.
-Me alegra.- comente sin ganas- pues no creo que yo valla.
-escuche que Max te organizaría una de sus famosas citas a ciegas.
-¡no! – Salte del sillón- todo menos eso.
-Todos insisten en que vallas.
-Pues no creo que valla, mucho menos si Max es el encargado de buscarme acompañante.- Sam rio.
-¿tan mala fama de cupido tiene Max?- pregunto reclinándose en el sillón.
-Pésima.
-Más te vale encontrar pareja entonces- se rio.
- ¿Pero con quien voy a ir?- pregunte mirándolo exasperada, además su cara de burla no ayudaba.
- lo dejo a tu imaginación.
Blanquee los ojos, tome el tazón y me fui a la cocina.
En la noche Sam se fue caminando a casa y quede nuevamente sola. Y la cuestión planteada por Sam aun flotaba en el aire.
Tenía las siguientes opciones: ¿ir a una cita doble sola? No podía sería el colmo del mal tercio, ¿acudir con el invitado sorpresa de Max? Descartado, todos los amigos de Max a veces tenían aficiones raras y los últimos experimentos de jugar a ser cupido habían terminado en un caos.
En resumen, ya pensaría con quien ir o simplemente hallaría la manera de zafarme de la situación o al menos eso pensé en ese momento.
Había sido el día libre mas agitado que había tenido hasta entonces.
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