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Capítulo 27: Kansas.

Al día siguiente me levante tarde y mire el reloj en un hora saldría el vuelo.

Como siempre, repetí la rutina de correr por toda la casa buscando lo que necesitaba como: ropa, llaves, teléfono, cámara, etc.

Finalmente acabe y con las maletas en la mano llame un taxi.

Me dejo en el aeropuerto faltando veinte minutos, los cuales emplee muy bien corriendo y discutiendo con una mujer por el peso de las maletas, hasta que finalmente me dejaron pagar por ella como equipaje corriente. Alcance al vuelo y me acomode en la silla.

Como es costumbre, no reparare en los detalles de la llegada al aeropuerto, me dirigí a la centrar de autobuses y tome uno hacia Holocomb. A mi llegada, de pie con un cartelito estaba Jess esperándome cuando baje del autobús.

-¡Hermana!- chille realmente emocionada y ambas corrimos a nuestro encuentro.

- ¡Veth!- dijo ella sonriente.- te echaba en falta- dijo mientras nos dirigíamos a la camioneta.

Una vez fuera,  la Ford roja de mi hermana me esperaba, me senté en el asiento del copiloto.

-Date prisa- ordene.

- ¿Qué has dicho?- dijo Jess, fingiendo indignación.

- he estado sentada durante cinco horas, me duele el trasero.- admití y ambas soltamos una carcajada.

- solo porque eres mi hermana, sino te dejaría ir andando a pie.

Otras risas mientras encendía la camioneta.

Cuando  íbamos por el camino Jess dio un desvió.

-¿a dónde vamos?- pregunte enderezándome.

- Tengo que comprar todo para la fiesta de Cris.

- Perfecto. No le he comprado nada, quería ponerme de acuerdo contigo y no regalarle lo mismo, como paso hace dos años.- fue para el cumpleaños número cuatro: cuando ambas le regalamos la misma figura de acción.

- me parece, no creo que este año le guste tener dos figuras de acción iguales para su repisa.

Reímos y ella pregunto.

-¿Qué hay de ti? Un día me hablaste de un chico que habías besado…

-¿te refieres a Sam? Nada, solo somos amigos.

-¡Que va!- exclamo ella golpeando el timón- nos besamos pero solo somos amigos.

- es enserio pero si hay un chico…

-¿Ah sí?- pregunto mirándome de reojo- ¿alto?

- Sí.

- Buen inicio- siguió con sus preguntas hasta que consiguió hacerse una idea: alto, rubio bueno castaño clarísimo, ojos azules y cuerpo escultural.

-¿y qué pasa con él?

- no se- me limite a decir, no iba a entrar en detalles.

- Oh vamos Veth te conozco y sé que no lo dices porque simplemente no te han prestado atención.

-No es eso- iba a decir algo mas pero un giro brusco me asusto.

-¡¿estás loca?!- chille con los nervios de punta, Jess se reía.

- Casi arrollo un perro.

- maldita sea- maldije por lo bajo mientras me reacomode en mi asiento.

Jess y yo no éramos tan diferentes, ambas éramos delgadas, y a pesar de haber tenido un hijo Jess no llevaba ninguna marca en su cuerpo como prueba de ello, quizás una pequeña estría pero nada más, tenía el pelo largo y castaño; le llegaba hasta la cintura, mientras el mío a mitad de la espalda y tenía unas mechas rubias, ambas de ojos cafés aunque los de ella eran un poco más claros, casi miel. No había mucha diferencia entre nosotras. En cuanto a personalidad, admito que éramos polos opuestos, pero era mi hermana así que nos queríamos la una a la otra.

Compramos todo y lo escondimos en el asiento trasero para que Cris no sospechara, compre el regalo y nos dirigimos a casa.

Cuando llegue los recuerdos se a galoparon en mi mente y las lágrimas de nostalgia me llenaron los ojos, aunque regresaba para fechas especiales como esa, sentía como si hubieran pasado años desde mi último regreso.

-Bienvenida a casa- susurro Jess mientras llevaba unas bolsas de las compras en la mano.

No respondí, tome mis cosas y entre a la casa como si fuera un fantasma.

-¡Mama ya llegue!- grito Jess mientras depositaba las cosas en el mesón de la cocina. Olía tan bien como siempre.

- ¿niñas?- asomo mi madre la cabeza sobre un sillón y cuando me vio se acercó rápidamente.

- ¡hija!- deduje que Jess no les había dicho nada de mi viaje- creí que ya no vendrías- me abrazo con fuerza y correspondí al gesto.

Cuando nos separamos tenía los ojos brillantes de alegría. – vamos Cris tiene que verte, ha crecido mucho- decía mi madre con alegría mientras tiraba de mí en dirección a las habitaciones, mire a Jess quien se encogió de hombros con una sonrisa.

Una vez al pie de una habitación mama se detuvo y le hablo a alguien, específicamente a un niño tirado en el suelo con sus carritos.

-Cris, hoy alguien muy especial vino a visitarte.

-¿Quién?- dijo poniéndose de pie como un resorte.

- Adivina.

- ¿la madre de Susan, la que me da dulces?

- No, intenta de nuevo.

-¿la tía Bonnie?

- No- se hiso a un lado y pude ver a mi pequeño sobrino quien chillo de la alegría y se lanzó a mis brazos.

- ¡Tía Veth! ¡Viniste!

- Por supuesto travieso, esta fecha no me la perdería por nada.

- ¿por mi cumpleaños?

- no, es mi semana de vacaciones- al ver la cara que hiso me reí y le hice cosquillas.

- ¡Claro que por tu cumpleaños! Jamás me lo perdería.

Ambos reímos un rato mientras jugábamos y él me contó que estaba cursando el primer año de primaria. Hasta que llego mi madre.

-Tu padre quiere verte- su expresión era suave pero su voz me inquieto.

- Ya vuelvo Cris.- me levante y me fui con mama.

No quería ver a mi padre, ver  en cama al hombre que una vez había sido tan fuerte y lleno de energía, al hombre que me cargaba en hombros cuando era pequeña, verlo allí en una cama sin duda me partiría el alma y mi deber era ayudarlo y ahora que no podía…

Suspire y entre en la habitación preparada a lo que me esperaba.

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