
Capítulo 76 •💘
Sentado en su escritorio, Jimin alzó la mirada sintiéndose observado e inmediatamente, los curiosos que habían salido al pasillo a observarlo se escondieron en sus oficinas rápidamente.
Una pequeña sonrisa ladina surcó en los labios de hermoso pelinegro con ello, quien se había convertido en el centro de atención de todo el edificio desde la fiesta donde se anunció que el nuevo dueño y presidente, sería Min Yoongi, quien felizmente aceptó su puesto y dio un pequeño discurso con su brazo rodeando posesivamente su cintura para mantenerlo orgullosamente a su lado, diciendo sin palabras lo que ya todos sabían.
Que estaban saliendo.
Si antes ya habían sido la comidilla de todos debido a los estúpidos rumores que provocó la perra bruja de la madre de su pareja, en ese momento parecía que era de lo único que se hablaba y respiraba en todo el edificio.
Las personas que habían hablado mierda de él, ahora le sonreían inocentemente, los que eran sus "amigos" Y creyeron esa estupidez, le evitaban culpables y con los que apenas y si había cruzado una palabra, ahora estaban deseosos por hablar con él.
¿Y todo por qué?
Obviamente para ganar puntos extras con su pareja.
Si tan solo supieran que ninguno de los dos creía en su mierda y peor aún, que Min Yoongi era un hombre demasiado posesivo que odiaba que le colocaran demasiada atención, más de la necesaria, por lo que obviamente en vez de ganar puntos, los perdían.
Y como a Jimin le gustaba tirarle los bigotes al gato, tal vez sonreía más de lo usual cuando estas personas se acercaban, lo que despertaba esos hermosos celos posesivos en su pareja y ganaba un jugoso premio después en la misma oficina, o en su casa.
Claro que con la advertencia del doctor, pocas veces lo hacían rudo y desesperado, pero como se trataba de Yoongi, por supuesto que había encontrado otra manera de satisfacerlo igual de bien al jugar con su orgasmo, negándoselo o reteniéndolo a su antojo.
Alzando una mano a su boca para intentar ocultar o borrar su estúpida sonrisa ante tan sabrosos momentos que se ganaba gracias aquellos lame culos, Jimin se rindió cuando fue obvio que eso no sucedería pronto.
Tocando su estómago cuando sintió algo de hambre, el pelinegro dejó de trabajar y abrió el último cajón de su escritorio, donde contempló un absoluto vacío que lo desconcertó.
Parpadeando, Jimin metió la mano y buscó a pesar de que obviamente no había nada más que un post-it.
Frunciendo sus labios, el pelinegro lo tomó y chasqueó su lengua con disgusto al encontrar la reconocible letra de su pareja en una sola frase simple "mi oficina".
Soltando un bufido, Jimin se levantó y entró en la oficina de su hombre en silencio al verle ocupado en una vídeo conferencia.
Acercándose, llamó su atención y le mostró la nota.
Manteniendo su conversación normalmente, Yoongi señaló al lado de su pequeño refrigerador y esa fue toda la señal que le dio.
Observándole con el ceño fruncido, el pelinegro fue y abrió la puerta del mueble, encontrándolo lleno de bocadillos, solo que... Cada uno de ellos, eran los que el médico le había indicado en la pauta que les dio sobre su dieta balanceada.
—¿Es en serio? —se quejó, observándole sobre su hombro.
Min alzó su pulgar fuera de la cámara y siguió hablando tranquilamente en otro idioma.
Bufando, Jimin se sentó en el suelo y comenzó a rebuscar algo que fuera de su gusto, finalmente tomando un paquetito de galletas con poca sal.
Cerrando la puerta, se levantó del suelo y observó a su pareja terminar su reunión.
—¿Por qué cambiaste mi escondite secreto y te llevaste todas mis cosas? —cuestionó, comiendo sus galletas.
Recargándose en el respaldar de su silla, Yoongi giró y le observó directamente.
—Ninguna de aquella golosinas que tenías ahí eran sanas o estaban dentro de la pauta que nos dio el doctor Shin —respondió, haciendo un gesto para que se acercara.
—Tal vez no, pero el doctor Shin dijo que no era bueno negarme ningún antojo —le recordó, acercándose y sentándose en su regazo.
—¿Tienes algún antojo que podría haber saciado algo de ese escondite? —cuestionó, observándole.
—Sí.
—Mentiroso.
—¿Por qué crees que miento? —exclamó indignado.
—Porque si fuera así, todavía estarías quejandote y no te habrías conformado con eso —señaló el paquete entre sus manos.
—Me caes mal —anunció mordiendo una galleta.
Yoongi sonrió ladinamente con ello.
—Uhg, ya te he dicho que no me sonrías así cuando estamos en el trabajo —indicó, empujando una galleta en su boca para luego depositar un suave beso en aquellos labios—. Es peligrosamente atractivo para mi propio bien —murmuró antes de alejarse y levantarse—. ¿Ya podemos salir a almorzar? —preguntó.
—Falta media hora y aún tengo que atender una llamada importante —respondió su pareja—. ¿Tienes hambre?
—No del todo, solo tengo deseos de comer algo salado —anunció—. Algo como... Mariscos.
—No te gustan los mariscos —le observó su pareja.
—No quiero los mariscos, quiero una sopa de ellos —explicó.
—Consigue una reservación e iremos tan pronto como termine esta reunión —anunció Yoongi, enderezándose.
—Hecho —sonrió Jimin y salió de la oficina, desviándose antes para sacar una botella de té helado.
Cerrando la puerta para que su pareja pudiera tener una reunión sin interrupción, Jimin se detuvo cuando contempló a Hoseok y detrás de él, a Baekhyun escondido.
—¿Sucede algo? —preguntó, dirigiéndose a su escritorio.
—Sí, cierta persona aquí tiene algo que decirte —anunció Hoseok, y se hizo a un costado para revelar a su amigo.
—Bueno yo... —pronunció Baekhyun, observando a Jimin algo incómodo—. Quería disculparme por todas los rumores que seguí estúpidamente y mi forma de actuar —se disculpó.
—Oh, está bien, solo estabas siendo usado por ese otro chico —descartó Jimin tomando asiento.
—Aun así, simplemente no debí de haber creído todo lo que me decía, lo siento —expresó, haciendo una pequeña reverencia antes de retirarse.
—¿Sabes? Realmente está arrepentido, hasta Chanyeol discutió con él por esto —expresó Hoseok.
—Bueno, esperemos entonces que le sirva de lección —expresó—. Como dije, no lo culpo, sabía desde un principio que Bae era un poco chismoso, por eso nos volvimos amigos, ya que me mantenía al día, no fue su culpa que alguien se quisiera aprovechar de él de esa forma.
—Me enteré de que despidieron a ese tipo —comentó, observándole.
—Sí, lo investigué un poco luego de lo que me dijiste y resulta que fue la madre de Yoongi quien lo contrató, cuando se lo dije, lo despidió porque era bastante obvio la verdadera razón por la que estaba aquí —explicó con una pequeña sonrisa.
—Bueno, esperemos que no haya más problemas con esto —suspiró—. ¿Bajarás a la cafetería?
—Nop, saldré con mi hombre —anunció—. Lo que me recuerda que debo de hacer una reservación —recordó tomando el teléfono.
—Te dejo entonces —sonrió el peliblanco, retirándose.
Agitando su mano suavemente, Jimin se concentró en su llamada cuando fue atendido e inmediatamente hizo una reservación para dentro de media hora más, advirtiendo que tal vez podrían llegar unos minutos atrasados.
Yoongi le había asegurado de que terminaría su reunión a tiempo, pero Jimin tenía la suficiente experiencia como para saber que no siempre podía lograrlo y no iba a perder su reservación por ello.
Cortando la llamada con una sonrisa satisfecha, el pelinegro se dispuso a seguir con su trabajo, esperando que la hora pasara rápidamente.
Cuando su estómago se quejó, Jimin parpadeó y se detuvo bajando la mirada.
—¿Ya tienes hambre? —preguntó, colocando una mano en la pequeña protuberancia tierna en su abdomen.
Alzando su mirada, el pelinegro se percató de lo silencioso que se encontraba el piso, y tras comprobar la hora, supo exactamente por qué.
—Mierda, llegaremos más que atrasados —se quejó, levantándose de su escritorio.
Entrando en la oficina de su pareja, Jimin frunció sus labios al encontrarle todavía con su reunión.
Observándolo brevemente, Yoongi pidió algo de tiempo con un gesto de mano, asegurándole que sería poco.
Soltando un bufido, Jimin asintió y se retiró cerrando la puerta nuevamente.
Sentándose detrás de su escritorio, sus labios se torcieron al contemplar que hacia sus buenos minutos que la media hora había pasado.
Al menos les había advertido que llegarían unos minutos atrasados.
Soltando un suspiro, Jimin se distrajo un poco en su teléfono, sabiendo perfectamente que si volvía a trabajar, se olvidaría de todo nuevamente.
Cuando otros diez minutos pasaron y Min no dio señal alguna de salir de su oficina.
Jimin soltó un sonido molesto y le envió un mensaje a Taehyung invitándole a comer con él.
Preparando sus cosas, revisó su teléfono tras recibir una respuesta y negó divertido ante ella.
Casi podía ver el desconcierto de Jungkook al contemplar a Taehyung tomar su celular solo para enviarle un mensaje, avisándole que estaba ocupado follando.
—Nunca cambias, Tae —resopló y tomó una lapicera para escribirle una nota a su pareja.
Lo sentía mucho por no poder esperarle y así comer juntos, pero no iba a pasar hambre ni mucho menos pasarse un antojo por una reunión.
Observando la puerta de la oficina, Jimin soltó un suspiro y finalmente se alejó.
En realidad, no estaba culpando a Yoongi por no poder mantener su palabra, sabía que el trabajo de este había cambiado con su nueva posición y ambos seguían buscando una forma de acomodarse a ello.
Si no trabajaran juntos y casi prácticamente vivieran juntos, dudaba que realmente se vieran tan seguido, o que lo hicieran para el caso.
Saliendo del ascensor cuando este llegó al lobby, Jimin saludó a ambas mujeres recepcionistas junto al guardia en la entrada antes de salir del edificio.
Decidiendo caminar tras contemplar el tráfico en las calles, el pelinegro se puso en camino, de todas formas, el restaurante estaba cerca y todavía faltaba unos diez minutos para que estos cedieran su mesa a alguien más.
Mientras caminaba con su destino decidido, Jimin sacó su teléfono y observó sin sorpresa la llamada de su pareja.
—¿Dónde estás? —cuestionó no muy feliz.
—Te dejé una nota que dice a donde voy —respondió, sin detenerse.
—Jimin —pronunció soltando un suspiro frustrado—. Se supone que me ibas a esperar —le recordó.
—Sí, pero tardaste mucho y tengo hambre —anunció—. Quise invitar a Taehyung pero este prefirió seguir follando que ir a buscar algo de comer —resopló.
—¿Dónde estás ahora? ¿Ya has llegado? —cuestionó.
—Voy a mitad de camino —respondió—. El tráfico está algo horrible, así que voy a caminando —explicó.
—Espérame —anunció, logrando que Jimin se detuviera.
—¿Qué? —preguntó.
—Quédate donde estás, ahora voy —respondió.
—Pero... No me falta mucho por llegar, puedo seguir y te espero en el restaurante —indicó, observando la calle.
—Sabes lo que pienso sobre que estés solo en estos momentos —le recordó no muy feliz.
—Estoy en medio de la calle rodeado de personas, Yoongi-ah, dudo realmente que tu perra madre bruja aparezca y me ataque —indicó incrédulo.
—Por mí —pidió—. Espérame.
—Bien —respondió con un suspiro—. Espero que vengas en camino ya —advirtió.
—Saliendo de la empresa —prometió.
—Bueno, no tomes el auto y camina o no llegarás nunca —advirtió, y movió ligeramente su nariz cuando cierto aroma llamó su atención.
—En eso estoy —respondió.
—¿Sabes qué? Olvida la reservación —anunció, observando el otro lado de la calle—. Hay un restaurante pequeño justo enfrente mío que tiene sundubu jjgae, y ahora tengo ganas de comer esa especie de sopa, guiso con tofu y mariscos —expresó, lamiendo sus labios.
—Bien, solo espérame ahí y no salgas —ordenó.
—Hecho, te espero —se despidió alegremente, cortando la llamada.
Observando alrededor, Jimin encontró el paso peatonal para cruzar la calle y se dirigió a este, esperando junto a otros que el semáforo cambiara y le cediera permiso.
Cuando uno de los semáforos dio rojo a los autos, Jimin contempló el de ellos y sonrió al ver que estaba en verde.
Siguiendo a la multitud que cruzaba la calle, el pelinegro maldijo cuando un tipo apresurado le chocó intencionalmente y se alejó sin siquiera darle una disculpa.
Frunciendo el ceño, Jimin tocó su hombro y bajó su mano tocando instintivamente su celular.
—¡Espera ahí! —ordenó al darse cuenta de que no estaba—. ¡Tú! ¡Maldito ladrón con chaqueta roja! —gritó, logrando que el idiota inmediatamente corriera.
Dispuesto a seguirlo, el pelinegro se contuvo a sí mismo, tocando su vientre y recordando las advertencias del doctor Shin.
—Mierda, Yoongi se enojará al ver que no contesto sus llamadas —chasqueó su lengua con molestia, siguiendo su camino tranquilamente a pesar de su deseo de ir detrás de ese idiota.
Escuchando un auto, Jimin giró su cabeza al igual que otras personas y contempló una camioneta acelerar de la nada, yendo directamente hacia él.
Por un momento, Jimin simplemente observó congelado el vehículo acercarse, y luego, estaba saltando fuera del camino junto a otro hombre que se había lanzado sobre él, sacándolo de la calle.
Viendo con grandes ojos la camioneta pasar a unos centímetros de él, Jimin parpadeó sintiendo su corazón latir salvajemente en su pecho.
El estuvo a punto de... Realmente...
—¡Jimin! —exclamó una voz preocupada, haciéndole reaccionar.
Parpadeando un par de veces, Jimin contempló a su pareja agachada frente a él, con sus manos sosteniéndole de los hombros.
—Casi me atropellan —anunció, observándole con grandes ojos verdes aún en shock.
—Joder, bebé, casi me matas del susto —exclamó Yoongi, rodeándole con sus brazos fuertemente—. ¿Estás bien?
—Yo... Sí, creo —balbuceo, su mirada fija en sus manos rasmilladas con algo de sangre en ellas.
—La ambulancia viene en camino —anunció alguien.
—Realmente... Casi me atropellan —murmuró, estremeciéndose en los brazos de su pareja.
—La ambulancia estará aquí pronto, todo estará bien —prometió Yoongi, tomando su rostro entre sus manos.
—Nuestro bebé... —balbuceo aterrado, colocando una mano en su vientre—. Yo no caí directamente, pero... Él está bien, ¿cierto? —expresó preocupado.
Después de todo, no había tenido una caída precisamente suave y el médico les advirtió que tenía que cuidarse.
—Todo estará bien —juró Min, besándole protectoramente la frente al ver el miedo en esos hermosos ojos verde jade.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro