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Capítulo 44 •💘


Tan pronto como entraron al hotel, Jimin apenas pudo contener la mueca en sus labios cuando un grupo de tres personas aparecieron de la nada, atacándoles, o más bien, atacando inmediatamente a su jefe con exagerada amabilidad falsa y alegría excesiva.

Si, ya podía entender por qué no era del agrado de Yoongi cuando actuaba así, pero en su defensa, al menos él era más adorable y sincero.

Soltando un suspiro sin saber cuánto tiempo tardaría aquello, sacó su teléfono y revisó el chat de su amigo, aquello automáticamente le sacó una sonrisa.

—Díganle a Dubois que me estaré aquí en diez minutos y no nos sigan, llevaremos nuestro propio equipaje —ordenó Yoongi, dirigiéndose al ascensor sin escuchar nada más.

Siguiéndole, cuando las doradas puertas del ascensor se cerraron ante de ellos, Jimin guardó su teléfono con una gran sonrisa.

—Taehyung se sigue quejando porque no le dejaste subir al avión con nosotros —comentó divertido.

—Debería de agradecer que llamé a Jungkook para que se encargara de él y no a un guardia de seguridad —bufó Yoongi.

—Sí, creo que precisamente por eso está tan molesto —indicó observándole divertido—. Supuestamente, se estaba ocultando de él y tú vas y lo llamas.

—Como si Jeon no supiera que estaba escondido en tu casa —resopló revisando su celular.

—¿En serio sabía? —preguntó alzando ambas cejas con sorpresa—. Nunca apareció por ahí.

—Porque tu edificio al menos tiene buena seguridad y tú estabas ahí, él sabía que me contarías cualquier cosa que sucediera entre ellos —respondió.

—No lo haría si Tae me pidiera no hacerlo —argumentó, finalmente percibiendo el piso en el que se iba a detener el ascensor—. Eh... Realmente dudo que hayas pedido una suit para mí también —comentó.

—No tengo que pedir una habitación, se me reserva automáticamente cada vez que entro a uno de mis hoteles —informó, guardando su teléfono en su bolsillo.

—¿Dónde me estaré quedando entonces? —preguntó—. La gente podría sospechar algo si me quedo en la misma habitación que tú —advirtió Jimin, observándole.

—No cuando es una suit presidencial —anunció, saliendo una vez las doble puertas doradas se abrieron ante ellos.

—¿Disfrutas de una suit presidencial cada vez que sales de viaje? —exclamó con sorpresa, siguiéndolo.

Después de todo, la suit presidencial solo la usaban personas muy importantes y con mucho dinero, ya que era prácticamente como una casa lujosa en el mismo hotel.

—Por supuesto que sí, si estoy viajando constantemente para comprobar todo, no quiero más que la misma comodidad que me puede ofrecer mi propia casa —expresó, deteniéndose frente a una de las dos puertas que estaban en el extenso pasillo enfrentándose entre sí.

—Leí que las habitaciones tienen jacuzzi en la habitación y tú no tenías uno en u casa —argumentó.

—Acércate y observa —ordenó antes de introducir la clave en la manilla de la puerta—. Tengo planes con ese jacuzzi —anunció simplemente—. No te molestes en desempacar, tenemos que juntarnos con Dubois en diez minutos —indicó dejándole entrar primero en la extensa habitación decorada exageradamente y con ventanales desde el mismo piso hasta el techo.

—Lujoso —murmuró observando levemente la innecesariamente amplia sala de estar antes de seguir a Min—. ¿Tengo que realmente estar ahí? —preguntó arrugando su nariz—. Sabes hablar perfectamente francés y si somos sinceros, solo me estarás arrastrando por todo el hotel otra vez sin necesitarme —indicó, pasando por una gran cocina digna de un restaurante y luego un pasillo con puertas.

Sin seguir a Yoongi, se detuvo en una puerta y la abrió encontrando una habitación disponible.

—Además, el viaje fue largo y estoy cansado —expresó dejando su maleta en la entrada.

—¿A dónde crees que vas? —interrumpió Yoongi dejando su equipaje dentro de la habitación principal.

—Escojo una... —observando esa ceja alzada, el pelinegro suspiró y fue con el—. Respuesta tonta, entiendo —pronunció dejando su equipaje al lado del de su jefe.

—Vamos —anunció luego de revisar la hora en su reloj de muñeca.

—Pero yo podría quedarme a ordenar nuestra ropa y verificar tu agenda —se quejó siguiéndolo una vez salió de la habitación—. Ten un poco de consideración de esta pobre alma.

—Irás porque eres mi asistente personal —declaró—. No te traje solamente para disfrutar de tu cuerpo durante la noche —le observó, con su mirada recorriendo toda su altura—. Quiero que averigües si Dubois es realmente alguien de confianza para administrar uno de mis hoteles, y ambos sabemos que solo me mostrará su lado bueno mientras estoy aquí —explicó, saliendo de su suit.

—Es su trabajo lamer dónde pisas si quieren mantener su puesto —murmuró siguiéndolo al ascensor.

—Sí, pero he leído algunas quejas cada vez que lo he tenido a cargo de un hotel, y ahora han aparecido aquí —argumentó—. Eso ya no puede ser una coincidencia.

—Pues no, es demasiado para ser una coincidencia —aceptó entrando en el ascensor, marcando el lobby donde se encontrarían—. ¿Algo que debo de tener en mente mientras los sigo?

—Alguien que trabajó en otro hotel con Dubois siendo su mano derecha se encuentra trabajando aquí también, ve si puedes lograr sacarle información —indicó.

—¿Nombre?

—Es tu trabajo averiguarlo —indicó observándole con una molesta sonrisa ladina—. ¿O te has vuelto incompetente ahora que te he estado mimando?

—Por favor, como si pudieras decirle mimar a darme con ese amigote entre tus piernas —murmuró sacando su teléfono para comenzar a averiguar al respecto.

—No he recibido ninguna queja por ese trato —le recordó.

—Si lo hiciste, que las ignores no es mi culpa —argumentó sin mirarlo.

—Si realmente fuera algo de preocupación, no me buscarías ni aceptarías cada vez que te pido quitarte la ropa —argumentó.

Jimin abrió su boca para decirle una pequeña verdad al bastardo, pero en cuanto las puertas se abrieron y Dubois apareció frente a ellos, supo que ya había perdido su oportunidad.

Entrando en su papel de asistente perfecto, Jimin se presentó frente al hombre, quién inmediatamente lo descartó como si no fuera nada para concentrarse en Min Yoongi.

Jimin inmediatamente supo que era un bastardo arrogante, uno mucho peor que su jefe.

Pero estaba bien, no le importaba que el idiota le ignorara, porque eso le daba la oportunidad de fijarse en lo que realmente estaba sucediendo a su alrededor mientras los acompañaba recorriendo cada maldito piso del hotel.

Oh, Yoongi realmente tendría que darle un buen masaje a sus pies cuando terminaran con todo.

A diferencia de Seúl, en París había un calor molesto que no estaba funcionando con la ropa que tenía en ese momento.

Aprovechando que Dubois parecía estar hablando más consigo mismo mientras le explicaba todas las ventajas de su hotel a Min, el pelinegro se acercó disimuladamente a su jefe.

—Necesito subir a la habitación y cambiarme de ropa —susurró.

—No —respondió simplemente Min y luego le ignoró concentrándose en lo que el estúpido le decía.

Gruñendo por lo bajo, Jimin se apartó retrocediendo un paso y observó a su alrededor.

Observando el pequeño bar en una esquina de la gran sala, Jimin se alejó y le pidió al barman una botella de agua.

—Sé que me pediste averiguar algo, pero no es para que me ignores así, desgraciado —refunfuñó por lo bajo, observando como Yoongi se apartaba más con el otro idiota sin siquiera importarle que no estuviera ahí con ellos—. Odio cuando estás en modo trabajo, te transformas en un completo cretino —se lamentó y bebió otro sorbo de su botella.

—Bueno, pero miren qué hermosura trajo esta vez el señor Min con él —expresó alguien, vistiendo un uniforme parecido a otros que había visto en los empleados del hotel, pero siendo más similar al traje que utilizaba Dubois.

—Soy Park Jimin, asistente personal del señor Min Yoongi —se presentó con una encantadora sonrisa adorable.

Mon dieu, ils ont amené un ange devant mes yeux —exclamó el hombre tomando su mano para besar sus nudillos, coqueteando descaradamente con él.

Vous êtes un homme charmant —respondió Jimin en perfecto francés—. Pero difícilmente me consideraría un ángel —sonrió apartando su mano.

"Un ángel caído tal vez, considerando todo lo que he hecho en las últimas semanas" pensó divertido.

—Hablas francés exquisitamente —reconoció con alegría.

—Y tú coreano —respondió.

—El jefe de todos es coreano, es como un requisito saber hablarlo si quieres trabajar aquí —explicó.

—Por supuesto, tiene sentido —asintió—. ¿Tu nombre? —preguntó.

—Oh, lo siento, soy Francis DuPont —le sonrió—. Soy algo así como tú, me preocupo de solucionarle la vida al señor Dubois —expresó.

—No quiero hablar mal de las personas, pero me dio esa sensación de que es igual de... Ya sabes —rodó sus ojos—. Que mi jefe.

—Siendo sinceros —pronunció acercándose e inclinándose cerca de Jimin, invadiendo su espacio personal—. Yo hago la mayoría del trabajo del señor Dubois, a él solo le preocupa verse bien cuando tenemos visitas importantes —explicó.

—Oh, ¿tú administras todo este lugar entonces? —exclamó con sorpresa.

—Podría decirse que somos un equipo de igual estatus —le guiñó un ojo.

—Nos vamos —anunció aquella demandante voz, sobresaltando un poco a Jimin cuando apareció repentinamente frente él.

¿En qué momento se dio cuenta de que ya no estaba con ellos?

—Señor Min, no es culpa de-...

—¿Te pregunté algo? —espetó observando con desagrado a Francis.

—No señor —respondió retrocediendo un paso.

—Eso creí —chasqueó su lengua y comenzó a caminar.

—No te preocupes, no me gruñirá mucho, creo —aseguró antes de alejarse, apresurando su paso para alcanzar a Min.

Cuando vio que las puertas del ascensor comenzaban a cerrarse, corrió para entrar.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan molesto? —cuestionó observándole con el ceño fruncido.

—No te traje aquí para que coquetearas descaradamente con otros —espetó.

—No estaba coqueteando realmente, solo estaba siendo algo amable para descubrir lo que me habías pedido —argumentó.

—En ningún momento te dije que coquetearas ni fueras amable con ellos para averiguarlo, tampoco que te alejaras de mí —gruñó, saliendo tan pronto como las puertas se abrieron ante ellos.

—Espera un momento —exclamó siguiéndolo enojado, colocándose frente a él para detenerlo—. Tú fuiste el que me pidió que averiguara si podías confiar en él o no —le recordó picoteando su abdomen con su dedo—. Y fuiste malditamente tú quién me estaba ignorando hasta hace poco, no al revés —reprochó y se alejó furioso.

Colocando la clave, abrió la puerta y entró con toda la intención de cambiar su equipaje de habitación, pero antes de que pudiera llegar muy lejos, su mano fue atrapada y su cuerpo fue tirado hacia atrás para ser atrapado contra la puerta.

—No quiero que seas amable con nadie mientras estés conmigo, no quiero ni que lo mires —espetó, empujando una pierna entre sus muslos mientras atrapaba su cabeza con ambos antebrazos.

—¿Qué sacas con exigirme este tipo de cosas cuando ni siquiera me estás mirando realmente para saber lo que hago? —bufó molesto.

Observándolo fijamente, una lenta sonrisa comenzó a crecer en el rostro de Yoongi.

—Estás molesto porque no te presté atención —anunció repentinamente.

—No es así —refunfuñó, estirando levemente su labio inferior.

—Sí, lo es —sonrió, acercando sus labios para rozarlos con los ajenos—. Te ves bastante infantil haciendo pucheros —ronroneó.

—Pues bien que pareces estar con ellos mordiéndolos —se quejó, finalmente tocándolo también, besándole con profundidad y tan malditamente caliente.

—Date vuelta —gruñó Min sobre su boca—. Necesito tenerte y marcarte antes de volver a salir —espetó, besando alrededor de su mandíbula.

—Cuando dije que eras como una bestia, no lo decía en serio —se quejó con un suave gemido mientras era bruscamente dado vuelta—. Mierda, no puedes arreglar siempre todo con sexo, Min —refunfuñó colocando sus manos contra la puerta.

—Tú también quieres —ronroneó tirando de sus pantalones y ropa interior hacia abajo, para luego deslizar una mano a su entrepierna—. Solo mira lo duro que estás, lo deseas.

—Es imposible no hacerlo cuando me besas y tocas así —gimió recargando su frente contra la puerta—. Tienes tu puta erección contra mi trasero —gimoteó restregándose descaradamente en ella.

—Y pronto estará dentro —aseguró, empujando suavemente antes de retroceder.

Estremeciéndose suavemente ante el sonido del cierre bajando, Jimin le observó sobre su hombro.

—No irás sin nada, ¿cierto? —preguntó con duda.

Yoongi observó ese perfecto trasero expuesto para él y luego su dura polla.

—Estamos limpios —gruñó, sacando un sobre de lubricante.

—Y soy m-preg, no correré el riesgo de quedar embarazado y tú tampoco —le respondió y movió su pierna para quitar la restricción de sus pantalones en sus tobillos de al menos una para luego separarlas bien—. Así que, si quieres esto —golpeó su trasero—, será mejor que utilices un maldito condón.

—Maldición —espetó y metió la mano a su bolsillo para sacar un condón—. ¿Feliz?

—Perfecto —sonrió satisfecho.

Gruñendo, Yoongi abrió el lubricante y se echó en sus dedos antes de acercarse nuevamente a ese dulce cuerpo.

Arrastrando sus labios por el cuello de Jimin, introdujo un dedo en aquel pequeño agujero y lo movió consiguiendo inmediatamente dulces gemidos.

—Puedes meter más —jadeó el pelinegro, sintiendo como esos labios estaban dejando una marca en su piel—. Yo... En el avión... Anoche... —balbuceó.

—¿Me dices que sigues sensible luego de follarte en el avión anoche? —sonrió mordisqueando su cuello.

—Sí —gimió Jimin, empujando su trasero luego de que otro dedo fuera metido.

—Es cierto que no estás tan apretado —murmuró, arrastrando sus labios a su mandíbula—. Pero debo prepararte bien o luego te quejarás de que estarás demasiado sensible para tenerme esta noche —explicó moviendo su rostro para capturar sus labios.

Cuando esos dos dedos se abrieron, Jimin gimoteó ruidosamente en la boca de Min.

—T-tienes que ser rápido —jadeó en su boca—. Dubois, él... Vendrá pronto para saber qué está mal —le recordó y Yoongi maldijo al saber que era verdad.

—Él puede esperar —espetó, metiendo tres dedos.

—Oh, mierda... Yo solo... J-joder —exclamó, sacando más su trasero—. Comenzarán a... Hablar de n-nosotros...

—No me importa, así nadie te coqueteará otra vez —gruñó.

—Maldición Min, t-tu prometida —le recordó con un gemido, empujando desesperadamente su trasero.

Chasqueando su lengua, Min finalmente apartó sus dedos y mordisqueó el labio inferior de su amante.

—No te puedes quejar después —gruñó apartándose.

Tomando el condón, lo deslizó rápidamente por su duro pene y luego se paró detrás de Jimin.

Agarrando su cadera con ambas manos, tiró de él hacia atrás mientras empujaba su glande en ese pequeño agujero, hundiéndose lentamente, observando como su polla era devorara paso a paso hasta que estuvo enterrado hasta el fondo.

—Eres tan malditamente grande —se quejó su amante, disfrutando como su interior se adaptaba lentamente a la invasión de Min.

Apoyando sus manos en la puerta, Jimin apretó su trasero y gimió bajo mientras se empujaba así mismo.

Sin necesitar otra señal, Yoongi comenzó a penetrarle lento en un principio, como si estuviera esperando que se adaptara bien antes de tomar más ritmo.

Los dedos de Jimin rasguñaron la dura superficie mientras sentía como los empujes se volvían más duros, obteniendo codiciosos sonidos de su piel siendo golpeada.

Y maldición su no le gustaba la sensación de la ropa de Min chocando con su trasero.

—J-joder... Ahmg~... Tan b-bueno —jadeó mordiendo su labio inferior.

—Tan dulce —gruñó Yoongi, golpeándole con fuerza mientras tiraba de sus caderas hacia atrás.

Seguramente después sus dedos estarían marcados en su piel y a Jimin no podía importarle menos mientras le siguiera jodiendo de aquella forma.

—Oh, mierrrda —se quejó Jimin, arqueando su espalda.

—Ven aquí —ordenó Min, pero fue él quien se inclinó sobre su espalda y capturó su boca en un beso desordenado y caliente, volviendo sus embestidas cortas y duras, pero igual de perfectas que tenían al pelinegro en casi un desastre.

Cuando Yoongi se alejó, Jimin gimoteó y le siguió enderezándose, estirando sus brazos para poder soportar los empuje de Min.

Juntando sus labios nuevamente, le besó con desespero para ocultar sus gemidos al cambiar el ángulo, logrando que Yoongi profundizara más y golpeara justo en su punto dulce.

Alzando un brazo, lo llevó a la nuca de su estúpido jefe y sus dedos se aferraron a su cabello rubio cobrizo mientras su cuerpo se agitaba intentando seguirle el ritmo.

—Escucho... P-pasos —jadeó en su boca.

Min gruñó en respuesta y aminoró el ritmo de sus penetraciones, logrando que el morboso sonido de su miembro golpeándole disminuyera.

—¿Señor Min? ¿Se encuentra aquí? —preguntó Dubois, golpeando la puerta.

—¿Qué quieres? —espetó, manteniendo su voz firme mientras follaba a Jimin lentamente, volviéndole loco en lo que deslizaba una mano por su cuerpo.

—Bueno, se alejó repentinamente... —expresó preocupado—. Quería saber si ocurrió algún problema —explicó.

Rodando sus ojos Jimin, besó su mentón y separó su otra mano de la puerta para comenzar a masturbarse.

—¿Fue Francis tal vez? ¿Le hizo algo a su asistente? —preguntó y Jimin sintió como todo el cuerpo de su jefe se tensaba con ello.

—Tiendes a tener personal a tu lado que coquetea con todo el mundo, ¿Dubois? —cuestionó y volvió sus empujes más duros.

—Yoongi... No... —susurró asustado—. Nos escuchará —exclamó.

—Bien —gruñó Min, y salió del interior de Jimin solo para darle vuelta.

Alzando una pierna, la colocó en su cintura y luego empujó adentro otra vez. Mordiendo sus labios, Jimin se aferró a él mientras volvía a ser follado contra la puerta.

—¿Y bien? —espetó Yoongi, observándolo fijamente.

—Hijo de puta —susurró Jimin, y luego estrelló sus labios juntos antes de elevar su otra pierna.

Las manos de Yoongi inmediatamente fueron a su trasero para sostenerlo mientras seguía moviéndose en ese exquisito interior perfecto.

—¿Señor Min? —preguntó Dubois, confundido ante el extraño sonido de la puerta.

—Largo. —ordenó Min mientras besaba a su amante con desespero, comenzando a acelerar sus embestidas.

—Pero...

—¡Largo! —gritó la pareja con sincronía.

—Oh mierda, estoy tan c-cerca —gimió Jimin sin poder ocultar más los sonidos.

Ya ni siquiera le importaba que alguien los escuchara, de todas formas, si Yoongi lo ordenaba nada saldría de París si todos querían mantener su trabajo.

—Vente —jadeó Yoongi, separándolo de la puerta y sosteniendo todo su peso para follarlo más profundo.

—Te odio —gimió Jimin, tirando ligeramente de su cabello mientras le besaba, encontrando finalmente su liberación anhelada.

Gruñendo, Min le golpeó un par de veces más y luego estalló liberando todo. Jadeante, lo apoyó nuevamente con la puerta y movió lentamente sus caderas mientras llenaba el condón.

—Todos deben de saber ya lo que hicimos aquí —murmuró Jimin, besándolo perezosamente en lo que su mano jugaba con su cabello.

—Bien —respondió Min, luciendo totalmente satisfecho con ello.

—Eres un idiota celoso y posesivo —rio bajo, acariciando su nuca—. Es... Tierno.

—No soy tierno —se quejó con una mueca.

—Claro —sonrió Jimin, besándolo castamente antes de abrazarlo recargando todo su peso en él—. Déjame en la cama antes de que salgas, no creo poder usar mis piernas por un rato —rió suave, casi sin aliento.

Y Yoongi... Simplemente obedeció, sin siquiera soltarlo o alejarlo, lo llevó a su habitación donde la tentación de tenerlo una vez más casi le ganó al verlo tan puñeteramente hermoso en medio de esa cama elegante, con su rostro aún sonrojado, el sudor brillando en su frente y las muestras de semen manchando su ropa.

—Me estás jodidamente tentando —gruñó Min al verle desnudarse.

—Solo me cambio de ropa —rió suave—. Deberías de hacer lo mismo, dejé de mi semen en ti —le observó satisfecho.

Observando ese maldito tatuaje de las fases de la luna, Yoongi se quitó su chaqueta y camisa, pero se alejó de la tentación desnuda que se perdía en el baño, sabiendo que tendría ese perfecto cuerpo una vez más cuando volviera.


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Mon dieu, ils ont amené un ange devant mes yeux : Dios mío, trajeron un ángel ante mis ojos

Vous êtes un homme charmant : Eres un hombre encantador

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