
Capítulo 42 •💘
Cuando Yoongi entró a su habitación y encontró su cama completamente vacía y desordenada, sin ninguna señal de su amante, alzó una ceja.
—Espero que no hayas decidido huir cómo aquella fiesta de navidad, dejándome solo tu ropa interior —anunció mientras se dirigía a su clóset.
—Ya quisieras tener más de mi ropa interior, pervertido —respondió una voz desde su baño.
Resoplando una sonrisa, Min tomó algo de su ropa pensando seriamente en sus opciones, ya que deseaba ver las marcas que había dejado en ese dulce cuerpo, pero estaba seguro de que alguien como Jimin no se las mostraría solo para molestarle.
Buscando, una sonrisa malvada creció en su rostro al encontrar algo.
Entrando al baño, observó a su chico de la luna descansando cómodamente en su tina, de espaldas hacia la puerta para contemplar a través de una ventana alta, por lo que tuvo la oportunidad de apreciar una parte de sus tatuajes.
—¿Dónde estabas? —pregunto Jimin sin abrir sus ojos—. No estabas cuando desperté.
—Arreglando unos asuntos —respondió acercándose para observarle, sin querer decirle sobre su rutina de llamar a su hermano cada sábado en la mañana para saber cómo estaba y si lo podía ir a visitar.
Lamentablemente, JiHoon no estaba de humor para recibir visitas porque había encontrado una piedra extraña que no se encontraba en su libro, por lo que estaba tercamente decidido en averiguar cuál era y no deseaba que nadie lo molestara.
—No me digas que te levantaste solo para trabajar —bufó, abriendo sus ojos para observarle—. Necesitas relajarte un momento —indicó.
—¿Es una invitación? —preguntó, acercándose a la tina.
—Atrás, bestia, mi cuerpo no puede soportar más de tu abuso —protestó.
—Abuso —bufó, tomando asiento en el borde de la tina.
Inclinándose más cerca, tomó su mentón entre sus dedos y le besó suavemente.
—Ciertamente no parecías muy preocupado de ese abuso ayer en la tarde, en la sala de reuniones, en el auto mientras montabas mi polla, o durante la noche una vez llegamos a mi casa —indicó.
—Ni me lo recuerdes —se quejó levemente sonrojado—. Es molesto lo adictivo que eres —refunfuñó.
—Esas son mis palabras, chico pervertido —resopló divertido, besándolo por última vez antes de alejarse.
—Tú eres el pervertido aquí —acusó—. ¿Quién quiso hacerlo en la sala de reuniones?
—¿Quién me rogó para que lo follara mientras alguien intentaba entrar? —recordó.
—¿Quién quiso hacerlo en el auto estando una persona ahí, conduciendo por nosotros a solo un asiento de distancia? —alzó una ceja.
—¿Acaso fui yo quién te estampó frente a un ventanal y te folló?
—Sí, lo hiciste —exclamó.
—Solo porque tú me lo pediste con la mirada —bufó—. Admítelo, te excita saber que alguien nos puede descubrir.
—Tanto como a ti te excita, claro —asintió y se fijó entre las prendas en su regazo—. ¿Son para mí? —preguntó.
—Tu ropa se está lavando —anunció, levantándose y dejando las prendas sobre uno de los muebles—. Termina pronto o la comida y el café se enfriarán —indicó.
Jimin le observó con sus ojos entrecerrados.
—No piensas mantenerme todo el día aquí para follarme, ¿cierto? —preguntó.
Aquellos ojos acaramelados le observaron y luego una molesta sonrisa ladina creció en ese perfecto rostro arrogante que no mostraba ningún signo de cansancio después de follarlo toda la noche.
—Quién sabe, depende si aún te puedes sentar correctamente —respondió antes de salir del baño.
Estremeciéndose, Jimin gimió bajito y se hundió en el agua.
Sentándose correctamente, pasó sus manos por su rostro, quitando el exceso de agua y empujando su cabello hacia atrás, peinándolo.
—Realmente tienes un aguante del demonio —se quejó por lo bajo.
Aunque no creía que pudiera soportar otra ronda, la verdad es que sabía, que si Min lo tentaba otra vez, estaba dispuesto a aceptarlo mientras se lo hiciera tan lento cómo la última vez en la mañana antes de levantarse.
Había estado tan cansado y agotado, pero caliente con tanto beso y toque de Min, que ni siquiera se había quejado cuando este lo colocó de costado y alzó una pierna antes de internarse en él, follándolo perezosamente.
Tan sensible como estaba, no tardó mucho en llegar, y Min no pudo quejarse cuando segundos después, le siguió, saliendo y quitándose el condón para arrojar su semilla en sus glúteos y espalda baja.
—Agh, no pienses en eso si no quieres tener una erección, Jimin-ah —se reprochó a sí mismo, sacudiendo su cabeza.
Quitándole el tapón a la bañera, se levantó con cuidado, sintiendo cómo el agua había aliviado la tensión de sus músculos considerablemente.
Pisando la alfombra, tomó la toalla que había dejado cerca y secó su cuerpo antes de colocarla alrededor de su cintura.
Acercándose al mueble dónde Min había dejado la ropa, tomó una toalla más pequeña y la colocó sobre su cabeza, secando un poco su cabello antes de revisar las prendas.
—¿Es en serio? —exclamó, observando el pequeño bóxer aún sellado en su bolsa y luego la camiseta de Yoongi suelta, pero corta, cosa que iba a mostrar perfectamente esa ropa interior.
Soltando un bufido, se colocó el bóxer, haciendo una ligera mueca para sacárselo de entre su cachete cuando este se corrió.
Si no fuera porque la camiseta era igual de corta, habría pensado seriamente en sacárselo.
Observando su reflejo en el espejo, contempló las marcas que la bestia había dejado en su cuerpo.
—Eh, y luego yo soy el pervertido —sonrió leve, saliendo del baño.
Colocándose unas pantuflas, buscó su teléfono por la cama y el suelo cuando lo escuchó sonar desde alguna parte de la casa.
—¡Yoongi-ah! —llamó rindiéndose—. ¿Viste mi teléfono? —preguntó saliendo de la habitación y bajando las escaleras.
—Aquí abajo —respondió y señaló los sofás de la sala de estar cuando le vio—. Lleva rato sonando esa extraña canción —informó observando bastante satisfecho su cuerpo expuesto desde la cocina abierta.
Observando el juego de sofás color blanco crema, Jimin se acercó cuando escuchó la canción de su mejor amigo y se inclinó tomándolo, contestando la llamada.
—¿Quién te crees que eres cómo para desaparecer toda la noche, perra? —exclamó Taehyung inmediatamente—. ¿Cómo se te ocurre pasar toda la noche afuera sin avisarle a nadie? ¿A caso te crees una zorra que se manda sola? Pues no mi cielo, si sales me avisas para no aventarme a tu casa —reprochó—. ¿Qué sentido tiene venir para que me alimentes si no vas a estar aquí? —refunfuñó.
—¿Terminaste? —preguntó, acomodando nuevamente su bóxer.
—No, claro que no —bufó—. ¿Dónde pasaste la noche, suelta? —interrogó.
—En vez de interrogarme, deberías de estar feliz por mí, por no quedarme solo en mi departamento un viernes por la noche —indicó—. Siempre te quejas porque no salgo o me quedo trabajado —le recordó observando como Min se acercaba.
—Si, pero lo divertido es cuando salimos juntos, no cuando te mandas a cambiar solo sin decirme nada y sin dejarme comida —se quejó.
—Hay comida hecha en el refrigerador —bufó, siguiendo con la mirada a Min cuando este se acercó peligrosamente por detrás—. Ni siquiera has revisado y te estás quejando.
—No es lo mismo si no estás aquí —refunfuñó y se quedó en silencio cuando escuchó a Jimin jadear—. Mierda, ¿me contestaste mientras alguien te está dando como cajón? —exclamó.
—No, no es así —respondió observando feo a Yoongi, quién solo le sonrió y volvió a golpear uno de sus glúteos antes de apretarlo.
—Sabía que se te verían bien —ronroneó en su oído y Jimin se quejó en un bajo gemidito.
—Mierda, si te están follando —estalló en risa—. Adiós bebé, me llamas después de que termines, no sabes lo orgulloso que estoy de ti —expresó cortando la llamada.
—Genial, ahora Tae cree que soy tan pervertido como él —se quejó, dándose vuelta para enfrentar a su jefe.
—Eres un pervertido —le recordó observando todo su cuerpo, deteniéndose en su entrepierna, donde la ajustada prenda apenas cubría su miembro.
—Sí, pero no a su nivel —gruñó y llevó su mano hacia atrás—. Escogiste esta ropa a propósito, ¿no? —se quejó—. Este bóxer se me mete en el culo.
—A mi parecer, te quedan bien —expresó, apoderándose de cada nalga con una mano—. Me dan ganas de romperlos y follarte con ellos —murmuró mordisqueando sus labios.
—Atrás, bestia —rió Jimin colocando sus manos en su pecho, pero sin empujarlo—. Este cuerpo necesita un descanso y comida, anoche apenas y si me alimentaste —le recordó.
—Lo hice, pero que eliminaras inmediatamente la energía no es mi culpa —expresó mordisqueando su labio inferior antes de finalmente apartarse—. Vamos a desayunar, no quiero que después te quejes de que soy un mal jefe —bufó divertido.
—Eres un mal jefe —indicó siguiéndolo—. Demasiado perfeccionista, estricto, malhumorado, cretino y...
—Será mejor que guardes silencio si quieres comer algo —advirtió deteniéndose en la mesa del comedor.
—Soy un angelito —prometió tras observar la mesa llena de comida deliciosa—. ¿Preparaste todo? —preguntó observándole con atención.
—Algunas cosas sí, otras son de anoche —respondió tomando asiento—. ¿Qué? —preguntó cuando Jimin se sentó e hizo una mueca antes de levantarse y observarlo.
—No puedo seguir así —anunció y se acercó a él tomando el borde de su camiseta para sacársela por su cabeza.
Quitándose la que traía puesta, la cambió por la de Min y soltó un suspiro de alivio al ver que esta le cubría más allá de su trasero, por lo que inmediatamente se quitó el molesto bóxer abandonándolo en el suelo.
—Mucho mejor —asintió tomando asiento nuevamente—. Admítelo, me querías así desde un principio —acusó.
—Pero no lo ibas a aceptar si te entregaba esa ropa —sonrió ladino antes de comenzar a comer.
—Idiota —suspiró comenzando a comer su desayuno—. Nadie aparecerá sorpresivamente y me atrapará así, ¿cierto?
—Si te refieres a mi supuesta prometida, no. Jungkook está más preocupado siguiendo a tu amigo y mi madre tiende a invadir mi casa entre la semana, pero ya he cambiado la contraseña y la llave —expresó.
—Uhm, ¿sabes? La gente ya se está preguntando por qué no estás saliendo con tu supuesta prometida —comentó.
—Hasta que mi madre no se queje, no pienso malgastar mi tiempo en ello —respondió tranquilamente.
—Auch, ¿ser un poco romántico es desperdiciar tiempo?
—Lo es cuando estoy saliendo con ella por obligación —le recordó.
—Cierto —asintió, tomando de su café—. Es increíble que teniendo máquinas tan buenas para hacer café, no las utilices en todo su esplendor —suspiró.
—Tú eres el que siempre lo prepara —le recordó, observando cómo se levantaba—. Prepárame uno ya que estarás en eso —ordenó.
—Te falta la palabra mágica —canturreo ignorando su taza mientras pasaba por su lado.
—Yo no necesito ninguna palabra mágica —gruñó.
—Lo haces desde que no estamos en horario de trabajo y quieres de mi café —advirtió desde la cocina.
Cuando no recibió respuesta, Jimin se encogió de hombros y volvió a la mesa una vez terminó con su café.
—¿No me lo prepararás?
—Aún no escucho la palabra —respondió observándole con una dulce sonrisa.
Min gruñó y se mantuvo en silencio mientras terminaba su desayuno al igual que Jimin.
Observando su propia taza, dejó escapar un fuerte suspiro.
—Por favor, ¿me haces un café? —se rindió finalmente.
—¿Ves que no te mató utilizar la palabra? —le sonrió levantándose sin problemas para prepararlo—. Por cierto, ¿tienes una pastilla para el dolor muscular? —preguntó desde la cocina—. Por muy buena que fue el baño, mi cuerpo se sigue quejando de tanto abuso —expresó.
—Creo que tengo algo —anunció levantándose de la mesa y desapareciendo un momento.
Cuando Jimin colocó el café de Yoongi en su mesa, se sentó a terminar su desayuno justo en el momento en que este aparecía.
—Aquí —anunció, dejándola junto a otra pastilla—. Creo que es un anticonceptivo —indicó señalando la pastilla rosada.
—Bonito gesto, pero tengo los míos en mi casa —expresó sin tomarlo—. Creí que dijiste que no tendrías visitas —comentó cuando escuchó el timbre.
—No dije exactamente que no tendría —indicó, alejándose.
Cuando escuchó un chasquido de lengua molesto, Jimin se levantó de la mesa con curiosidad y se acercó a Min en la entrada.
—¿Qué sucede? —preguntó.
—Ha-ra que no se rinde —bufó observando a la mujer a través de la pequeña pantalla.
—¿Qué vas a hacer?
—Ignorarla como siempre —respondió.
—¿Te puede ver? —indagó, reconociendo a la intensa mujer acosadora.
Más de una vez había rechazado sus llamadas y regalos durante la semana.
—No, solo escuchar —contestó—. ¿Por qué?
—Tengo una idea —sonrió apretando un botón del tablero.
—Largo. —espetó Yoongi antes de que la mujer siquiera hablara.
—Pero, Yoonie... —se quejó con voz molestamente aguda y dulce.
—Cariño, ¿qué haces fuera de la cama? —ronroneó Jimin—. Vamos, prometiste darme un masaje luego de gastarme toda la noche —gimió.
—¿Quién es esa perra? —exclamó Ha-ra, totalmente furiosa.
—Nadie de tu interés —espetó—. Espérame en la cama, bebé, ya voy —dijo con un tono totalmente suave y amable que estremeció suavemente a Jimin.
Sin decir nada más, Yoongi cortó la llamada.
—Esperemos haber lastimado lo suficiente su ego para que no vuelva —comentó Yoongi, comprendiendo rápidamente el plan de Jimin—. ¿Qué sucede? —preguntó observándolo.
—No, no es nada —respondió, sacudiendo suavemente su cabeza—. ¿Tienes una computadora? Necesito revisar algo del trabajo —explicó.
—Mi despacho —respondió señalando las doble puertas de vidrio—. No tardes mucho, te debo un mensaje —le recordó golpeando suavemente su glúteo desnudo antes de alejarse.
—Eso era una mentira —pronunció sin aliento.
—Lo era antes, ahora no —respondió tranquilamente.
—No quiero saber qué clase de masajes me darás —se quejó acaloradamente antes de entrar en la oficina con la risa de Yoongi haciendo eco.
Observando la pequeña oficina cómoda, se acercó al escritorio y bufó divertido al encontrar el computador encendido.
—Por supuesto que ibas a estar trabajando —murmuró inclinándose sin tomar asiento, revisando el correo de trabajo de su jefe.
Contestando los que tenía pendiente como urgente, frunció el ceño cuando se encontró que su solicitud para cambiar el vuelo y reservación para dos había sido aceptada.
—Señor Min —llamó, logrando que este apareciera en la puerta—. Creo que hay un error, mencionan una reservación para dos tanto en el vuelo como en el hotel que irás a revisar —anunció.
—No es un error, viajarás conmigo —anunció.
—Nunca viajo contigo —le recordó.
—Ahora lo harás.
—Pero... No es justo, se supone que descanso cuando haces esos viajes —refunfuñó—. ¿Cómo se supone que lo haré si me llevas contigo?
—No importa cuánto te quejes, terminarás yendo como mi asistente personal y amante que eres —sonrió malvado—. Solo piensa en lo que podrás disfrutar una vez lleguemos.
—No puedes tentarme con algo así —gruñó.
—Es parís y tienen los chocolates que te gustan —indicó.
—Tramposo —refunfuñó, pero obviamente ya no se veía tan molesto como antes.
¿Cómo enojarse con el chocolate y la promesa de más sexo caliente?
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Si, si, sé que no les di los detalles pero eso no significa que no habrá más cosas por contar más adelante de este par 🤭
Espero que hayan disfrutado de este cap y por si a caso, sigo procesando la gran obra que nos sacó Min Yoongi 😍
Y sí, así como me han hablado por insta, el inicio del video también me recordó al cap de Los on you 👀
Espero que tengan un buen fin de semana mis copitos! se me cuidan y un besote con un abrazote! <3
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