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Capítulo 34 •💘


Jimin maldijo por lo bajo mientras salía de su departamento, odiando estar saliendo justo a tiempo y no unos minutos antes, como prefería siempre hacerlo.

¿Quién iba a pensar que podía tardarse tanto en escoger entre dos trajes?

Taehyung había votado la noche anterior usar algo sexy para tentar más a Min Yoongi, y aunque casi había sido convencido con la idea, se contuvo a sí mismo al recordar que era una fiesta un tanto especial de la empresa, por lo que obviamente tenía que vestirse con algo presentable y modesto.

Había sido por eso, que al final, se había decidido por unos pantalones negros un poco más arriba de su cadera, que se ajustaban perfectamente a su estrecha cintura y apresaban su trasero.

Mientras que para arriba había elegido una camisa blanca de seda con los primeros dos botones abiertos y algo suelta, que iba metida en el interior de su pantalón, dándole una apariencia más delgada, elegante y a la vez, sensual.

Y para complementar el conjunto, había utilizado una especie de bufanda delgada del mismo material que su camisa para dejar alrededor de su cuello de forma abierta, revelando así una cadena plateada que caía ocultándose bajo la ropa.

Esperaba que fuera lo suficiente como para llamar la atención de Min y no parecer una puta o dar entender que realmente intentaba atraer miradas.

Si había algo que realmente disfrutó de esos tres días de hacer esperar el demonio, fue sentir su mirada sobre su cuerpo en todo momento mientras le exigía su respuesta que, obviamente, no le había dado.

—Wow, ¿vas a una fiesta? —preguntó HyoSang al salir de su departamento y encontrárselo.

—Sí, una fiesta de la empresa —respondió alejándose, para nada interesado en la forma que su ex le estaba observando.

—¿En serio? No sabía que tenías que vestirte tan bien para ir a una fiesta de la empresa —comentó, siguiéndole.

Instintivamente, Jimin alzó una ceja y le observó.

—Sabes, Taehyung me mostró una canción muy pegadiza cuando fuimos a divertirnos al karaoke el otro día —anunció, subiéndose al ascensor.

—¿En serio? —preguntó, obviamente incómodo ante la mención de su mejor amigo, quién no había dejado de molestarle en cada oportunidad que se le presentaba.

—Sí, es más o menos así. "No me importa lo que de mí se diga. Viva usted su vida que yo vivo la mía" —entonó—. Es buena, ¿no? —le sonrió, omitiendo la otra parte de la letra, que había sido la verdadera razón por la cual Tae se la había mostrado.

—Sí —respondió, molesto.

Sonriéndole dulcemente, el hermoso pelinegro lo ignoró a pesar de que sentía perfectamente su mirada en él.

—¿Sabe tu hermano que irás a esta fiesta? —cuestionó siguiéndolo una vez las puertas se abrieron.

—¿Sabe mi hermano que estás hablándome luego de haberme engañado? —respondió, saliendo del edificio—. ¿Debería de decirle?

—Estás siendo malvado —espetó, deteniéndose.

—¿Yo? —exclamó, tocando su pecho con dramatismo mientras se detenía para observarlo—. ¿Pero cuándo he sido malvado contigo, mi querido vecino favorito?

—Yo... ¿Me perdonarás algún día? —preguntó, viéndose falsamente culpable—. Sé que no hay excusa realmente, pero... ¿Qué hay del dicho de perdonar y olvidar?

—Asistente Park —llamó una conocida voz que sorprendió a Jimin.

—Señor Min —pronunció, observando hacia el auto que estaba estacionado frente al edificio departamental, encontrándose al demonio esperándole en el interior.

—Apresúrate, no tenemos tiempo que malgastar —ordenó, lanzándole una mirada a su ex antes de subir nuevamente el vidrio de la ventana.

—Lo siento, estoy algo apresurado en este momento —le dijo a HyoSang mientras rodeaba el auto—. Le pediré un consejo a Taehyung y te daré una respuesta —anunció antes de subirse al auto.

—Vamos atrasados debido a que te quedaste coqueteando con ese tipo —reprochó Yoongi observándole tan pronto como se sentó frente a él en la limusina.

—En primer lugar, no estaba coqueteando con él, ese tonto me siguió al verme salir de mi departamento —anunció cruzando sus piernas—. Y segundo, nunca cometería el error de volver con un ex —reveló, omitiendo la parte en que este le había engañado.

Min no necesitaba saber esa parte después de todo, no estaba interesado en que lo molestara por ello.

El ogro hizo un sonido con su garganta en respuesta, como si no le creyera.

Jimin rodó sus ojos y aunque no quería, sus ojos viajaron por su cuerpo, odiando lo bien que se veía el desgraciado con su traje negro que tenía un ligero toque o brillo azul, con su camisa abierta hasta mostrar sus clavículas y ajustándose el resto del camino hasta terminar metida dentro de sus pantalones, lo cuales...

El pelinegro lamió sus labios al observar cómo Min se relajaba recargándose en el respaldar de su asiento, abriendo más las piernas para que sus pantalones se ajustaran justo en el bulto de su entrepierna.

—Si me hubieras dado una respuesta, esos labios ya estarían alrededor de mi polla en este momento —espetó Min, logrando que Jimin elevará su mirada para encontrarse con esos ojos miel encendidos.

Levemente sonrojado al verse atrapado, Jimin se rehusó a esquivar su mirada y le regaló una sonrisa dulce.

—Sí, una lástima que sea algo indeciso, ¿no? —expresó con inocencia.

—Una lástima, o habríamos aprovechado el viaje en el auto para algo de liberación mutua —le sonrió ladino, bajando su mano para colocarla al lado de su entrepierna, dejándola caer de forma casual—. Sinceramente, no sé por qué esperas tanto por darme una respuesta cuando ambos sabemos cuál será —expresó arrogantemente.

—Oh, no lo sé sinceramente —pronunció con tono dulce, alzando su mirada—. Una parte de mí quiere, y la otra recuerda lo mierda que fuiste conmigo antes de descubrir mi fachada de secretario perfecto —indicó—. Sin mencionar, que has sido algo malvado estos días.

—¿Malvado por tentarte de la misma forma en que tú lo has hecho conmigo? —cuestionó alzando una ceja.

—¿Yo? ¿Pero cuándo hice eso, señor Min? —exclamó con sorpresa en su rostro.

—¿Me estás diciendo que de un día para otro te volviste torpe y comenzaste a dejar caer tus cosas para luego agacharte frente mío, casi empujando tu trasero hacia mí?

—¿Y tú qué? De un idiota frívolo que a penas me dedicaba una palabra y se encerraba solo en su oficina a un jefe que constantemente me llama y es lo suficientemente atento como para rondar cerca mío con toques "accidentales" que bien podrían ser considerados acosos —atacó.

En respuesta, Yoongi se encogió de hombros.

—Solo tienes hasta que el compromiso sea anunciado para darme una respuesta —indicó.

—Lo sé —asintió—. Te tendré una respuesta entonces.

—Más te vale que no intentes escapar —advirtió inclinándose hacia adelante, observándole fijamente.

—Será mejor que tú no lo hagas —respondió en cambio, inclinándose de igual manera.

Observándose fijamente, la tensión y el deseo de besarse vibraba en ambos, pero ninguno daba su brazo a torcer dando el primer paso.

—Señor Min, hemos llegado —informó el conductor.

Parpadeando con sorpresa al no recordar la presencia del hombre, Jimin se enderezó y observó sobre su hombro para contemplar el vidrio negro que separaba las cabinas en lo alto.

—Una respuesta, hoy —le recordó el demonio, tirando de su chaqueta antes de bajarse cuando le abrieron la puerta.

—Idiota —refunfuñó y colocó una automática sonrisa dulce en su rostro cuando su puerta fue abierta también.

Bajándose del auto, no se sorprendió para nada al encontrarse con algunos fotógrafos tomando captura de todos los invitados que entraban en el edificio para la fiesta benéfica que apoyaban los Min a beneficio de las personas sin hogar.

Siguiendo a su jefe un paso atrás, se mantuvo cerca una vez entraron a la fiesta.

Por supuesto, la atención de todos los presentes inmediatamente recayó en ellos, específicamente sobre el atractivo ogro al que seguía, quién apenas entró en la fiesta, subió el interruptor para encender todo su esplendor utilizando su máscara de encanto.

Una apariencia totalmente falsa considerado el bastardo que era de oficinas para adentro, pero que todo hombre de negocios necesitaba para tener éxito.

Si lo pensaba, en realidad no había mucha diferencia a cuando estaba en modo asistente perfecto.

Pero verlo de ese modo... Estar presente cuando era un hombre encantador...

Era jodidamente tenebroso, y peligroso.

—¿En qué estás pensando? —preguntó Min sin mirarlo, sonriendo todo jodidamente sensual y abierto a las personas que le observaban.

—En que das miedo —respondió, manteniendo su sonrisa dulce.

—¿Miedo? —repitió, observándole con una ceja alzada.

—Síp —asintió—. Realmente tienes el encanto del diablo si puedes engañar a todas estas personas tan fácilmente con solo una sonrisa y palabras falsas —expresó—. Eso da miedo.

—Se le llama hacer negocios —corrigió y parte de su humor se perdió cuando reconoció a su madre y su supuesta prometida entre los invitados—. Terminó la hora de socializar, tienes los minutos contados —indicó antes de apartarse y juntarse con su amigo.

—Es mi idea, ¿o has estado realmente muy juntito con tu chico misterioso? —indagó Jungkook.

—Es mi asistente personal, tiene un trabajo que atender —respondió, deteniendo a un camarero para tomar una copa de lo que fuera que estuvieran sirviendo.

—Y también es el chico misterioso con el cual te habías obsesionado —indicó—. ¿Realmente quieres que me crea que no vas a hacer nada ahora que lo descubriste? —alzó una ceja.

—¿Quién dijo que no hice nada? —se burló, bebiendo un sorbo—. Ya puse las cartas sobre la mesa, ahora es el turno de Jimin —expresó—. ¿Cómo vas tú por tu lado? —preguntó.

—Es tan malditamente escurridizo —se quejó frustrado—. Si lo busco no lo encuentro a menos que él quiera, es como un gato, distante y cariñoso cuando está interesado en una cosa. ¿Puedes creer que me dijo que sería cosa de una sola vez? —sonrió.

—Ah, no soy el único que se ha obsesionado —observó divertido Min.

—Sentía curiosidad antes de tenerlo bajo mío, ahora que lo probé, solo lo quiero más —aceptó Jungkook—. Es un juego malditamente adictivo.

—Mientras no olvides que es un juego —murmuró.

—Lo mismo podría decirte yo —indicó—. Nunca te había visto tener tanto interés en una persona como lo has tenido por Jimin incluso antes de descubrir que era tu chico misterioso.

—Eso no es cierto —negó.

—¿Debo de recordarte de todas las veces que me hablaste de él cuando llegó? Ni siquiera cuando alguien realmente te caía mal le prestaste tanta atención —argumentó.

—Creo que ya has bebido demasiado —suspiró y apenas ocultó su mal humor cuando contempló a su madre acercarse con su rostro expresando pura decisión.

—¿Por qué tu madre se está acercando? —cuestionó Jungkook en voz baja.

Sin responder, Min observó finalmente a su madre detenerse frente a ellos con una gran sonrisa totalmente fingida.

—No te colocaste el traje que te envíe —anunció.

—No necesito que mi madre escoja mi ropa —respondió.

—Era el conjunto perfecto de pareja —dijo entre dientes.

—Repito, no necesito que mi madre escoja mi ropa —expresó bebiendo un sorbo tranquilamente.

—Bien, supongo que de igual forma servirá —anunció no muy feliz—. Ya llegó la hora, las personas y Yuri te están esperando —expresó enganchando su brazo con el de su hijo.

Soltando un suspiro no muy feliz, Yoongi dejó la copa vacía con uno de los camareros y conectó su mirada con su asistente antes de alejarse en compañía de su madre.

—Mira, parece que algo está a punto de suceder —expresó Hoseok entregándole uno de los aperitivos a Jimin—. Uy, ¿quién es esa chica?

—Me hago una idea —murmuró Jimin, más entretenido en saborear la crema del pastelito que en observar el teatro ante ellos.

Si no hubiera estado al tanto de la situación, habría estado igual de interesado que su amigo, cayendo incluso en todas las palabras falsas que estaba expresando la "pareja" Y los padres de estos.

—Oh, Baekhyun realmente va a estar enojado cuando se entere de que se perdió este chisme —exclamó el peliblanco cuando finalmente, Yoongi anunció su compromiso, observándolo directamente a él.

Limpiando la crema de sus labios, Jimin le sonrió de vuelta y luego le ignoró concentrándose en su amigo.

Oh, eso realmente iba a enojar a alguien como Min y joder si no lo estaba disfrutando.

—Pensé que lo habías invitado —recordó.

—El muy desgraciado actuó todo sorprendido cuando se enteró que mi familia asistiría y me rogó que lo trajera de acompañante para después dejarme plantado cuando su querido Chanyeol le invitó a salir —resopló—. Si hubiera sabido que iba a ser así, te habría invitado a ti o a Taehyung-ah.

—Si... Siento que Tae habría pasado en esta ocasión —murmuró, con su mirada recayendo en el mejor amigo del demonio.

—¿Por qué? ¿Otra vez se invitó a una fiesta solo? —preguntó divertido.

—Cuando no lo hace —bufó y su mirada recayó nuevamente en Yoongi, quien parecía haberse alejado del círculo de personas que se había acercado a felicitar a la "feliz pareja".

Cuando Min le hizo una señal con su cabeza hacia los baños, Jimin estuvo bastante tentado a ignorarlo y hacerle esperar un poco más.

Pero tal parecía que sus pies habían tomado la decisión antes que su cerebro, porque sin que se diera cuenta, ya se había apartado de su amigo y caminaba hacia los baños.

Cuando entró, observó el vacío lugar y alzó una ceja antes de cerrar la puerta e internarse más.

Entonces, sin señal alguna y como un peligroso depredador que esperaba su presa, Min apareció de la nada y lo empujó contra la pared.

—Tu respuesta —gruñó, presionando su exquisito cuerpo con el suyo.

Jimin se quejó, amando y odiando ser atrapado de esa forma, y lo peor de todo, recordar exactamente ese fabuloso cuerpo.

—La sabes —jadeó, estremeciéndose suavemente cuando el bastardo comenzó a morder y besar su cuello.

—Palabras, ahora —demandó, presionando sus entrepiernas juntas.

—Bastardo desalmado —refunfuñó y cerró sus ojos, rindiéndose a lo inevitable—. Acepto —anunció, observándole directamente a los ojos—. Seré tu amante hasta que encuentres una forma de salir de tu problema.

—Perfecto —sonrió Min, todo presumido antes de apartarse.

—Espera, ¿a dónde vas? —exclamó, agarrando su mano.

—A mi fiesta de compromiso, no puedo dejar a mi prometida sola por mucho tiempo —expresó obvio y su mirada viajó a la protuberancia en los pantalones de Jimin—. Suerte arreglando eso —sonrió malvadamente.

Y luego, el muy bastardo simplemente se fue, dejándole ahí, en medio del baño con una jodida erección que él mismo provocó.

—Bien, así que así van a ser las cosas, ¿eh? —expresó observando el baño vacío—. Que conste que tú lo pediste primero, señor Min —bufó y observó su entrepierna con el ceño fruncido—. Y tú, deja de ser un traidor y baja —refunfuñó dándole un ligero golpecito que le sacó un dulce gemido.




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