Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 31 •💘


Jimin corrió las cortinas de su habitación y su rostro inmediatamente se arrugó al contemplar el horrorosamente brillante sol del día lunes que golpeaba directamente su cara y le informaba que ya era hora de... Arrastrarse al maldito infierno.

—No Jimin, no pienses así, sé positivo —se recordó a sí mismo, pasando una mano por su cabello negro.

Intentando borrar la instintiva mueca en su rostro, colocó sus dedos en las esquinas de sus labios y empujó hacia arriba, forzando una sonrisa.

—Pero que hermosa mañana —comenzó—. Buenos días sol. Buenos días pajaritos. Buenos días autos. Buenos días estúpido chofer que me llevará al infierno por otros cuatro días más —expresó al contemplar a su transporte ya esperándole frente al edificio.

Y sí, con solo verlo, todo su esfuerzo por ser positivo y feliz, se arruinó totalmente.

—No, esto no está funcionando —suspiró, corriendo las cortinas nuevamente y alejándose de la ventana—. Bien, intentémoslo otra vez —pronunció, saliendo de su habitación—. Buenos días casa. Buenos días cocina. Buenos días súper café que me ayudará a aguantar el palo enterrado en el culo del ogro —murmuró mientras entraba en la cocina y se servía una taza.

Muy bien, parecía que era bastante obvio que estaba teniendo problemas para mantenerse positivo esa mañana.

Pero cómo hacerlo de solo pensar en que tenía que ir a ese infierno de trabajo para aguantar el demonio sin alma que tenía por jefe.

El solo saber que tendría que hacer frente nuevamente a sus millones de demandas y estúpidas órdenes, todo su interior se retorcía y le rogaba que se quedara.

Y por si fuera poco, el hecho de todas las verdades que le había dicho aquella noche de fiesta seguía volviendo a su cabeza una y otra vez.

Aún le costaba creer que hizo la peor de las estupideces que podría haber hecho en toda su vida, y eso era decir mucho considerando que había acompañado a Taehyung en cada idiotez.

El solo recordar las cosas que había dicho, las cosas que había hecho...

—Seré despedido —murmuró, tomando un sorbo de su café antes de dirigirse a la sala de estar.

Lo peor de todo, es que no era de esos borrachos que olvidaban todo al día siguiente, no, él era el tipo de borracho, que sin importar cuánto tomaba, recordaba absolutamente todo.

Por lo que cada tontería que le había dicho y hecho a Min demonio Yoongi mientras estaba en su regazo, las recordaba absolutamente todas.

Y ahora no hubo ninguna máscara que ocultara su rostro cómo las veces anteriores.

Estúpidamente su jefe y el amigo de este, lo habían visto subir a la barra y hacer el ridículo por una estúpida apuesta que Taehyung hizo con Jackson, en la cual él se vio arrastrado, y perdieron por culpa de Jungkook que secuestró a su mejor amigo y luego él que abandonó para ir a su rescate.

O bueno, lo intentó, ya que su propio jefe lo secuestro a él y luego se fue con Taehyung una vez estuvieron fuera del bar.

—Él podría no recordar nada —murmuró, colocándose sus zapatos antes de salir de su departamento.

"Ja, sí, claro, señor perfección no va a recordar nada" se burló de sí mismo en su mente.

Ya que sabía, que el demonio no perdería la oportunidad para burlarse de ello y sacárselo en cara una vez se encontraran.

Soltando un suspiro rendido, decidió utilizar su último recurso para motivarse.

Llamas en buen momento, Jimin-ah, necesito que me motives para levantarme de la cama e ir a trabajar —se quejó su amigo con voz somnolienta.

—Pero Taehyung, yo te llamaba para que tú me motivaras a mí —se quejó en respuesta, subiendo al ascensor.

—¿Honey, por qué crees que te motivaría para ir a trabajar con ese demonio? —cuestionó—. Es más, te diría que hagas todo lo contrario, el imbécil se lo merece.

—Si dejo mi trabajo no tendré dinero —le recordó.

Cariño, tú y yo sabemos que ni tu hermano ni padrastro permitirían que te quedaras en la calle —bufó.

—Tendría que ir a trabajar con Hyung y pasaría más tiempo con él que contigo —argumentó.

Ahora, eso no es bueno —dijo, mucho más despierto—. Él finalmente podría convencerte de que soy la mala influencia en tu vida y alejarte de mí —expresó.

—¿Me motivarás para ir a trabajar? —preguntó, saliendo del ascensor cuando las puertas se abrieron.

Mi dulce bebé, tienes que trabajar para pagar por tu departamento y mi comida —anunció.

—No es suficiente —suspiró, saliendo del edificio.

Solo piénsalo Honey, si no pagas tu departamento, tendrás que ir a vivir con tu hermano, escucharlo tener relación con su esposo y además, él meterá su nariz en todos tus asuntos y no podrás entregarle ese hermoso culito a nadie ni salir con alguien porque se transformaría en tu chaperón —argumentó.

—Vas por buen camino —aceptó, saludando al chofer con un movimiento de cabeza una vez se subió al auto.

Bueno, ¿y qué ocurre con tu trabajo entonces? ¿Realmente le darás el placer a Min estúpido Yoongi de recibir tu carta de renuncia? —exclamó—. ¿Te rendirás así de fácil por lo que pasó en la fiesta? ¿Lo dejarás ganar?

—Lo insulté, TaeTae —le recordó—. Le dije demasiadas cosas que un empleado no debe de decir e incluso lo toque, golpee y restregué mi trasero en él —se lamentó.

—¿Y? Estabas borracho, todo puede sucederle a un borracho —le excusó.

—Esa no es excusa —suspiró.

Para mí sí —anunció—. Solo finge no recordar nada, si tu jefe estaba ahí en primer lugar, es porque también estaba buscando un culo que follar —le recordó—. Tal vez ni siquiera recuerde lo que vio y escuchó esa noche, un demonio como ese no presta atención a ese tipo de cosas.

—Pero yo sí —refunfuñó.

Lo siento honey, pero en esta ocasión solo interesa que él no recuerde —indicó—. Y además, aunque lo haga ¿qué tiene? Estabas fuera de tu horario de trabajo, solo eras otra persona más divirtiéndose —le recordó.

—Por alguna razón, siento que eso no le importará a él a la hora de molestarme —murmuró.

Solo si te recuerda en primer lugar, fue el viernes en la noche, hoy es lunes, muchas cosas mucho más importantes que un trabajador borracho deben de estar en su mente —le recordó—. Tú mismo has dicho que ese hombre es más trabajo que vida.

—Bueno, sí, es cierto —asintió, un poco más positivo—. Gracias, esto me ha quitado las ganas de faltar —expresó.

No es nada, mi chiquitín baby, estoy a tus servicios en las buenas y en las malas —expresó.

—¿Quieres que te anime ahora yo? —preguntó.

Nah, la motivación que te di fue suficiente para darme cuenta de que ese no era mi trabajo, buscaré otro después —dijo con un bostezo—. Nos vemos mi corazón de melon, llámame si necesitas más motivación para no asesinar al demonio.

—Gracias Tae, duerme bien —se despidió esta vez con una sonrisa un poco más sincera.

Bajándose del auto una vez se detuvo frente al edificio, Jimin saludó a las recepcionistas y fue directamente al ascensor.

—No digas nada —advirtió una vez contempló a Hoseok en el interior.

—Yo solo quería preguntar si estaban bien, ambos desaparecieron de la nada el viernes y no tuve noticia alguna tuya —se excusó, alzando sus manos.

—Te dije que no dijeras nada —se quejó—. Quiero olvidar todo lo que pasó el viernes —explicó.

—¿Por qué hacerlo cuando fue la mejor noche de fiesta? —exclamó con una gran sonrisa—. Y Jackson dijo que estuvieran atentos porque cobraría tarde o temprano su premio.

Jimin resopló sin poder evitarlo.

—Yo ni siquiera entré en esa puesta, eso fue algo entre él y Taehyung, yo solo me vi arrastrado como siempre —se excusó.

—Y estoy seguro de que de todas formas, Taehyung te arrastrará nuevamente —se carcajeó bajándose en su piso una vez las puertas se abrieron—. Nos vemos después —se despidió.

Forzando un suspiro fuera, más que nada porque sabía que Hoseok tenía razón, Jimin tomó el último sorbo de su café e hizo una parada antes de su piso.

—Chanyeol, tienes que salvarme —exclamó acercándose rápidamente.

—¿Mala mañana? —preguntó, recibiendo su taza.

—Malo en todo sentido, y estoy tratando de ser positivo para no estar de mal humor todo el día, así que ayúdame —pidió, haciéndole ojitos.

—Bueno, no hay nada mejor para mejorar una mañana que un capuchino con extra de leche y crema —anunció entregándole su taza nuevamente—. Y para completar, un croissant —sonrió.

—No le digas a Baekhyun que dije que te amo, pero te amo —expresó con un suspiro de felicidad pura.

—¿No tienes que llevarle nada al jefe? —preguntó, logrando que todo el rostro de Jimin se arrugara de puro disgusto, causando su risa.

—Se compró nueva cafetera, sabes que seguirá con ella hasta que se aburra y entonces me pedirá otra vez que le lleve su café —indicó—. Ya tengo que irme, seguramente debe de estar sentado en su escritorio esperando que llegue atrasado solo para reprochármelo —rodó sus ojos.

—Fighting, amigo —expresó, alzando ambos puños.

—Gracias —dijo, regalándole una pequeña sonrisa antes de volver al ascensor.

Cuando se bajó en su piso, se detuvo un momento en el área de Baekhyun, acercándose al escritorio de este.

—¿De buen o mal humor? —preguntó.

—Ni bueno, ni malo, nos ignoró mayormente mientras seguía su camino —explicó su compañero.

—Bueno, espero que signifique un día tranquilo —rogó, volviendo al pasillo.

Parándose frente a su escritorio, dejó las cosas en el mueble y esperó parado a que el demonio le invocara.

Pasando tres segundos, sin absolutamente ningún grito o el teléfono sonando, se sentó en su escritorio y se relajó comenzando su día.

Ya fuera que la fiebre de ser un especial imbécil se le había acabado o los actos de un viernes borracho tuvieron sus efectos, no le importaba, estaba feliz de poder simplemente sentarse y relajarse trabajando mientras tomaba su desayuno.

Contestando un correo, Jimin tanteó con su mano por su escritorio buscando su croissant, pero cuando no encontró nada, frunció el ceño y dejó de observar la pantalla de su computador para buscarlo.

—Santa mierda —exclamó con sorpresa cuando contempló a su jefe parado al lado de su escritorio sosteniendo los restos de su croissant.

Min alzó una de su perfecta ceja, observándolo.

Aclarando su garganta, bajó su mano de su pecho y se sentó derecho.

—Buenos días, señor Min, espero que haya tenido una hermosa mañana, ¿qué puedo...?

—Mi oficina —interrumpió y se retiró sin más, llevándose a su pobre e inocente croissant con él.

Observándole con el ceño fruncido, Jimin estuvo bastante tentado a negarse, pero no podía rechazar una orden directa, tenía su croissant cómo prisionero y ya había tenido un pequeño descuido al verle sorpresivamente de la nada a su lado.

Refunfuñando por lo bajo, se levantó y tomó una profunda respiración antes de golpear la puerta y entrar tras recibir permiso.

Abriendo su boca para preguntar para qué le necesitaba, realmente nada salió de ella tras contemplar cómo el imbécil se comía como si nada el resto de su croissant.

El muy maldito se lo terminó mientras lo observaba directamente.

—Quiero un café —anunció, señalando a su costado a sus sofisticadas y lujosas máquinas para prepararlo.

Limpiando las migas que habían caído en su costoso traje, le observó cuando no se movió.

—¿Asistente Park? —llamó.

Apretando sus labios con fuerza, sin la confianza de responder como lo haría el asistente perfecto, Jimin se movió automáticamente.

—En granos —anunció Min cuando le vio tomar una cápsula.

Cerrando sus ojos brevemente, Jimin encendió la otra cafetera y la observó fijamente solo para no observar el molesto rostro de su jefe.

Cuando estuvo listo, lo sirvió en una taza y lo llevó directamente hacia el escritorio.

—Si eso es todo... —murmuró, dejando la taza en el mismo lugar de siempre.

—De hecho, creo que deberíamos hablar sobre tus quejas que me expresaste el día viernes —anunció, sosteniendo su muñeca cuando intentó alejarse.

"Mierda, mierda, mierda" pensó Jimin, entrando en pánico interiormente.

—¿Viernes? —preguntó y tiró de su mano.

—Sí, el viernes, en el bar —le recordó.

"Triple mierda, ¡finge demencia, Jimin! Código rojo, finge maldita demencia" se ordenó a sí mismo y plantó una gran sonrisa en su rostro, logrando que sus ojos verdes desaparecieran en el acto.

—Lo siento, yo no...

—¿No recuerdas? —resopló—. Tal vez mencionar la forma en que te subiste a mi regazo y comenzaste a quejarte mientras me manoseabas te recuerde algo.

—¿Quién? ¿Yo? —exclamó, luchando por liberar su mano—. Creo que se ha equivocado de persona.

—¿No eras tú la persona que me insultó y luego se subió a una barra a desnudarse y bailar? —cuestionó.

—Nop, no era yo —mintió fácilmente.

Observándolo, Yoongi finalmente le dejó ir.

—Eras más encantador y honesto cuando estabas borracho —comentó—. Aunque, claro, también fuiste algo puta si recuerdo la forma en que te besaste y restregaste con otros mientras bailabas. Disfrutaste subir y dejar que otros te tocaran, ¿no? —se burló—. Es por eso que también actúas de stripper, disfrutas ese tipo de atención que obtienen las... Putas.

Y si, Jimin sintió el mismo momento en que su fachada de dulce asistente perfecto se rompía luego de tanto trabajo soportando mierda.

Enderezándose, recargó su peso en una pierna y cruzó los brazos sobre su pecho.

—Eres totalmente una mierda de persona, ¿sabías? Rata inmunda, estúpido demonio sin alma —exclamó enojado—. ¿Qué derecho tienes tú de criticar la forma en la que paso mi tiempo libre cuando eres el tipo que cambia de amante cada día mientras tiene una supuesta prometida? —acusó—. Te crees muy señor responsable y sofisticado —bufó—, pero el único puto que se acuesta con todos aquí, eres tú, baboso, estúpido ogro sin sentimientos. ¡Y ni siquiera estás haciendo bien tu trabajo en la cama si ya no estás recibiendo regalos! —criticó sin poder evitarlo.

Respirando algo agitando, contempló la sonrisa satisfecha en ese perfecto rostro y soltó un sonido irritado, que solo pareció complacer más al contrario.

—¿Has terminado? —preguntó Min.

—¿Yi his timinidi? —repitió y bufó—. Cariño, si te dijera realmente todo lo que te tengo que decir, no saldríamos de aquí en meses y aun así, me faltaría tiempo —indicó y tomó una profunda respiración—. Ahora, si me disculpas, tengo trabajo realmente importante que hacer y me gustaría que no me llamaras para molestarme por estupideces como esta, ¿de acuerdo? —pidió, con una dulce sonrisa—. Muchas gracias, que tenga buena mañana, señor Min —se despidió saliendo de la oficina sin esperar respuesta.

Cerrando la puerta, Jimin se sentó en su escritorio y luego dejó caer su frente sobre el mesón.

—Estoy muerto... —se lamentó.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro