
Capítulo 15 •💘
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Lo primero que hizo Jimin al recuperar la conciencia, fue gruñir con molestia ante el estúpido sol que se mostraba perezosamente a través de la ventana, impactando directamente en su rostro.
Refunfuñando por lo bajo, giró su cuerpo y se acomodó para seguir durmiendo, pero dos cosas le impidieron hacer exactamente eso.
Uno, sentía como si una maldita familia de elefantes estuviera saltando en su cabeza, queriendo hacerla papilla.
Y dos, sentía una suave respiración chocando con su rostro.
Eso último era nuevo, considerando que no recordaba haber visto a Taehyung antes de caer inconsciente y este era el único que tendía a invadir su departamento a su antojo.
Abriendo uno de sus ojos, Jimin observó la silueta borrosa de su jefe y soltó un suspiro, acomodándose más cerca del cuerpo que lo rodeaba y apresaba.
¿Quién diría que Min Yoongi era de cuerpo cálido a pesar de ser tan desalmado?
Porque él ciertamente había pensado que...
Con su cerebro completamente alerta, los ojos del hermoso pelinegro se abrieron de golpe y contempló con verdadero terror el rostro de su jefe, a solo centímetros de él, durmiendo muy placenteramente a su lado.
Su boca se abrió y Jimin inmediatamente alzó una mano entre ellos para cubrirla, apenas reteniendo el grito espantado que amenazaba con salir desde lo más profundo de su pecho.
¿Qué mierda había pasado anoche?
Lo último que recordaba, era el engaño de su demonio personal, la llamada con Tae y...
—Estoy muerto —susurró, teniendo destellos claros de la estupidez que había hecho en el mismo instante en que cruzó la puerta de la habitación.
Taehyung, necesitaba hablar con Tae.
Dándose vuelta tan lento como pudo, sus ojos se cerraron con fuerza cuando Yoongi gruñó y lo atrajo más entre sus brazos, presionándolo contra su maravilloso cuerpo firme.
Mordiendo su labio inferior al sentir aquella maravillosa polla completamente dura presionando contra su trasero, Jimin tomó una profunda respiración lenta.
No podía distraerse.
Ya había disfrutado de ese monstruo, lo había montado, sentido y tenido tanto en su culo como en su boca, no era posible que quisiera más de este.
Pero sí, lo quería.
Tan estúpidamente.
Demonios, no era su culpa que su estúpido jefe supiera tan bien cómo usar el arma entre sus piernas.
Agitando suavemente su cabeza, Jimin lo lamentó inmediatamente y mordió su labio inferior para retener el quejido de dolor que le provocó.
Tomando una profunda respiración, hizo nuevamente el intento de apartarse con mucho cuidado, no queriendo despertar a la bestia.
Min Yoongi se volvió a quejar, pero finalmente dejó de rodearle con sus brazos y piernas para darse la vuelta, dejando expuesto toda su espalda, con la parte inferior siendo oculta por las sábanas.
Cuando Jimin contempló las marcas de uñas y besos recorriendo esa piel marcada y firme, sus ojos se abrieron ligeramente en sorpresa mientras un suave calor abordaba su rostro.
Realmente, había sido una noche muy alocada.
Corriéndose lentamente por la cama, Jimin se sentó y alzó sus manos para cubrir su boca cuando un puto rayo de dolor le atravesó todo su cuerpo comenzando desde su trasero.
—Maldito hijo de puta —gruñó bajito, observando resentido el muy desnudo cuerpo de su jefe.
Pero bueno, tampoco era como si pudiera culparlo absolutamente de todo cuando él también había pedido obstinadamente más de lo que podía soportar.
En su defensa, hacía tiempo que realmente no tenía un buen polvo de calidad que le dejaba más que solo viendo estrellas, sino que le llevaba hasta el universo mismo.
Levantándose lentamente de la cama, un quejido quiso escapar de sus labios sensibles tras enderezarse y sentir sus piernas débiles junto a una horrible presión en su espalda baja.
Realmente, cuando Min le había dicho que terminaría en el hospital de tanto follarlo, no dijo nada más que la verdad.
Caminando como si estuviera evitando minas militares en el suelo, Jimin reunió su ropa lo más silenciosamente que pudo y luego se dirigió cerca de la entrada, donde se vistió lo más rápido que pudo con su cansado cuerpo dolorido.
Colocándose sus zapatos, Jimin contempló una pequeña cartera femenina olvidada en el suelo, completamente abierta.
Bueno, realmente no le había dado oportunidad alguna a la top model de recoger sus cosas cuando la sacó sutilmente de la habitación.
Observando aquel lápiz labial rojo, Jimin simplemente no pudo luchar con la tentación que le invadía.
Tomándolo, mordió su labio inferior mientras se acercaba a la ventana.
Corriendo más las cortinas, le dejó un pequeño mensaje a Min estúpido Yoongi para recordarle quién era el mejor.
Sonriendo satisfecho, observó a su muy dormido jefe y el arrepentimiento le invadió de pronto.
¿Qué mierda se supone que había hecho? ¿Cómo se le ocurría no sólo insultar a su jefe, sino que acostarse con él también?
—Dios, no soy más estúpido porque no puedo —susurró, pasando una mano por su cabello.
Negándose a tentar más su suerte al permanecer ahí, se dirigió a la puerta y le dedicó una última mirada a la cama.
—Puedes joder como Dios griego, pero un demonio sigue siendo un demonio —gruño enojado cuando se quedó pegado observando la belleza arrogante en la cama durmiendo pacíficamente.
Negando con su cabeza, salió finalmente de la habitación a paso tortuga por el dolor en su trasero y tomó su teléfono celular, llamando directamente a su mejor amigo.
—No estoy disponible en este momento —pronunció una perezosa voz ronca, signo de haber despertado recién.
—Tengo un código rojo, TaeTae, un 3312 —anunció, subiendo al ascensor.
—Espera... ¿Un qué? —balbuceo, sonando solo un poco más alerta—. ¿Quién eres?
—¡Taehyung! —exclamó, y ambos hicieron una mueca—. Abre bien lo ojos, idiota, necesito que vengas por mí, tengo un 3312, código rojo —gruñó.
—Un 3312... Código rojo —repitió—. ¡Mierda, Jimin! ¡Tienes un 3312! —exclamó completamente alerta.
—No grites Tae, mi cabeza me quiere matar —se quejó, masajeando su sien.
—¿Y tú crees que la mía no? Pero tienes un 3312 —se excusó—. Dime, ¿a dónde tengo que ir y qué tengo que llevar? ¿Finalmente asesinaste a tu jefe a noche? —cuestionó, levantándose de la cama.
—No, hice algo mucho peor —se lamentó, saliendo una vez las dobles puertas se abrieron ante él.
—3312, esto es un 3312. No hay simulacro señores y señoras, realmente tenemos un 3312, código rojo. Repito, código rojo —exclamó y más ruido se escuchó de fondo, incluso personas quejándose.
Por alguna razón, no quería saber exactamente dónde se encontraba su amigo.
—Envíame la dirección cariño, iré por ti ahora mismo —declaró.
—Gracias —dijo con alivio, pasando el lobby—. Te la envío enseguida.
—¿Debo de llevar a alguien? —preguntó.
—No, solo tú, no quiero que nadie más me vea así, hasta yo mismo me doy vergüenza —se lamentó, saliendo del edificio.
—Ahora, eso solo me da más curiosidad —comentó—. Estoy en el auto, dime el camino, bebé —anunció antes de cortar la llamada.
Negando con su cabeza, Jimin maldijo cuando el frío clima le golpeó directamente y él solo tenía para enfrentarlo una camisa, no era exactamente una buena idea.
Enviándole su dirección a su amigo, pensó seriamente en volver al interior del edificio y esperar, pero al contemplar al recepcionista hablar por teléfono y observar a su alrededor, inmediatamente se dio vuelta dándole su espalda.
Correcto, entonces o se moría de hipotermia o entraba en el hotel para ser descubierto por su jefe.
—Ninguna opción es buena —se lamentó, observando ansiosamente a su alrededor.
Pronto las personas le comenzarían a mirarle extraño al quedarse ahí con escasa ropa para enfrentar el frío clima de diciembre.
Encontrando una cafetería abierta un poco más abajo y en la calle de al frente, Jimin suspiro aliviado e inmediatamente se abrazó a sí mismo mientras se dirigía a esta.
Entrando, pidió un café cargado y con algo de coqueteo inocente, consiguió que la encargada le diera un medicamento para el dolor de cabeza.
—Toma cariño, no es bueno que solo estés en esas ropas —expresó la misma encargada, colocándole una bufanda.
—Muchas gracias, es mi ángel guardián —expresó regalándole una dulce sonrisa.
—No es nada cariño, solo ten cuidado con la cantidad que bebes la próxima vez —reprochó suave.
Jimin le observó algo avergonzado, con sus manos apresando el vaso para calentarlas.
—¿Se nota mucho? —pregunto, tímido.
—Y no es lo único —comentó, señalando su propio cuello con una sonrisa traviesa.
Regalándole una pequeña sonrisa avergonzada, Jimin observó a través de la ventana y contempló justo el momento en que su amigo se detenía frente a la cafetería en un auto que no conocía.
—Muchas gracias por todo, mi amigo ya llegó —anunció, sacando su billetera para dejarle dinero a la amable mujer.
—Esto es más de lo que vale ese café —negó.
—Es por la ayuda, el café y su atención —se excusó dejando el dinero en su mano—. Adiós, y si alguien pregunta...
—No te he visto —asintió, sonriente.
Reflejando su sonrisa, Jimin salió de la tienda y se subió al auto de su amigo.
—¿Y bien? ¿A quién hay que matar? —exclamó Taehyung una vez se colocó el cinturón de seguridad.
—No hay que matar a nadie, Tae y conduce antes de que el Grinch salga de su guarida —pidió, encendiendo la calefacción del automóvil.
Observándole con sus ojos entrecerrados, Taehyung obedeció y luego soltó una estruendosa risa.
—¿Por qué te ríes? No te rías —se quejó Jimin, tapando sus oídos.
—Lo siento, pero no sabía que un 3312 significaba ahora que habías logrado que alguien comiera de tu culo —expresó, calmándose un poco.
—¿Quién te dijo que folle anoche? —gruñó.
Su amigo aprovechó el semáforo en rojo y le observó con una ceja alzada.
—Tienes todas las pruebas de una noche llena de sexo, honey, desde tu cabello desordenado, tu olor a sudor, sexo y alcohol, las indudables marcas en toda tu piel expuesta y tu caminar en forma de patito —declaró—. ¿Necesitas más pruebas?
—No, Sherlock —resopló, cruzando sus brazos.
—¿Y? ¿Quién fue el afortunado que comió de ese delicioso culito? —cuestionó, volviendo a conducir.
Jimin torció sus labios, gruñendo de solo recordarlo.
—Oh, vamos, no escucho si lo murmuras entre dientes —indicó, golpeando suavemente su muslo.
—¿Prometes que no te burlaras? —suspiro.
—Por supuesto que no —juró.
—Min estúpido Yoongi, alias, el demonio devora almas —se lamentó.
Y por supuesto, Taehyung volvió a estallar en una escandalosa risa.
—¡Mentira! —exclamó, aun riendo.
—¿Por qué crees que te dije que era un 3312? —gruñó—. Obviamente es un código rojo.
—Bueno, si —rió más calmado, limpiando las lágrimas que habían escapado de tanta risa—. Y dime, ¿qué tan bien folla?
—Taehyung —advirtió.
—¿Qué? Aunque sea un desgraciado, no podemos negar que está bueno —le recordó.
Jimin observó por la ventana.
—Jode como dios griego, la mejor jodida que he tenido en todo este tiempo —reconoció.
—Y te dio como cajón que no cierra toda la noche —sonrió pervertidamente.
—Tae.
—Tienes que verle el lado positivo mi chocolate devorado, tal vez ahora que sabe que eres bueno en la cama ya no te haga la vida imposible —indicó.
—No sabe que se acostó conmigo —anunció.
—Alto, ¿cómo dices que dijiste? —exclamó, observándole.
—Ojos al frente, Taehyung-ah —ordenó empujando su rostro—. Y no lo sabe, porque por muy borracho que estaba, mi cerebro seguía funcionando lo suficiente como para saber que tenía que ocultar mi rostro, así que conseguí una máscara junto a una barba y gorro de Santa —explicó—. Además, creyó que su amigo me había enviado para molestarlo —recordó.
—Ay querido —rió—. Sabía que te lo querías comer hace tiempo, pero realmente no creí que te darías el regalito justo en Navidad —comentó.
—Eso es mentira —refunfuñó.
—¿Con quién crees que hablas, baby? —le recordó.
—Bien, sí, dentro de mis deseos de matarlo también me lo quería comer —reconoció con un puchero—. Pero eso es todo, no volverá a pasar.
—Cariño, le diste vuelta más fácil que la hoja de un libro, ahora que te probó no te querrá soltar —indicó—. Y a juzgar por tu estado, querrá repetir su noche intensa —aseguró.
—Bueno, realmente lo dudo considerando la clase de persona que es él, pero de todas formas no le dejé ninguna pista para que me reconociera o para que me encontrara. Incluso no me quité la máscara hasta que cayó dormido primero —aseguró lleno de confianza.
—Si estabas tan seguro, no te debiste de haber escapado como un ladrón de poca monta —se burló—. Además, ¿dónde está tu chaqueta y las otras cosas?
—Mi chaqueta se la di a un empleado luego de que la empapara en alcohol —recordó, frunciendo el ceño—. Y mi disfraz lo dejé en la habitación junto...
—¿Qué? ¿Olvidaste tu billetera? —cuestionó, observando con curiosidad el intenso rojo en el rostro de su amigo—. ¿Qué sucede?
—Bueno, el disfraz estaba justo al lado de Yoongi y no lo quise tomar por no querer despertarlo —pronunció.
—¿Y?
—Mi bóxer estaba ahí también —reconoció con un pequeño gruñido.
—¿Estás sin ropa interior? —preguntó, y su mirada fue directo al regazo de su amigo.
—Ojos al frente —le gruñó, dulcemente avergonzado.
—Oh, esto está bueno —exclamó riendo su mejor amigo—. Llevas el complejo de Cenicienta a otro nivel —se carcajeó.
—¿Cenicienta? —preguntó, con sus labios luchando para no contagiarse de la risa de su amigo.
—Sí —asintió, aun riendo—. Mientras ella olvida su zapato para su príncipe, tú olvidaste tus bragas para el tuyo —explicó.
—Qué príncipe ni nada, es un lobo feroz —replicó, causando más risa en su amigo, hasta que finalmente él también se vio contagiado.
—Ay Minnie-ah, y luego tu hermano cree que yo soy la mala influencia —suspiro alegre, estacionando el auto.
—¿Y por culpa de quién crees que hice esta estupidez? —refunfuñó, quitándose el cinturón—. Tu consejo para distraerme insultando el osito solo empeoró mi deseo, y antes de darme cuenta, estaba siguiendo al Grinch para insultarlo —explicó.
—No me culpes a mí por lo que tu lado borracho hizo —reprochó bajándose del auto—. Te lo querías comer y eso hiciste —se defendió.
—Parece que borracho cometo más estupideces que normalmente haría contigo —reconoció con un suspiro, estremeciéndose ante el frío clima—. Ya no beberé más —anunció.
—Eso dices siempre —le recordó, abrazándolo mientras se dirigían al edificio departamental.
—Y lo diré más veces hasta que se cumpla mi deseo —se encogió de hombros.
Ahora, solo tenía que relajarse con su amigo y olvidar una noche tan intensa y estúpida, mientras más rápido lo olvidara, mejor.
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Pequeña sorpresita mis copitos! Espero que la hayan disfrutado y estaré leyendo sus comentarios 😂
Ya falta poco para que se termine el año, así que se me cuidan y un abrazote con un besote, no vemos!
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