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Capítulo 9

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Luego de recibir aquel mensaje había tenido que despedirse de Taehyung con la urgencia de irse a su casa, sintiendo la necesidad de estar solo para poder procesar la situación. Esa noche decidió quedarse en la habitación de invitados para evitar otra discusión con Miyeon y aún así no pudo pegar un ojo.

Las dudas en su cabeza hacían que miles de teorías se formaran intentando resolverlas más era en vano, al final, solo lograba desbloquear una incógnita más. ¿Quién era esa persona? ¿Cómo había conseguido su número y cómo sabia que estaba detrás de la operación cobra?

Una parte de su consciencia le gritaba que aquello no podía ser más que una trampa, pero por otro lado, la curiosidad le impedía ignorarlo.

El lunes avanzó más lento que nunca, tuvo que realizar una serie de informes junto al doctor Jeon por lo que estuvo casi todo el día en compañía de él, lo que le obligaba a mantenerse cien por ciento centrado en su trabajo. Sin embargo, la ansiedad había estado presente durante todo el día haciendo que su mente se volviera confusa de a ratos.

En la tarde de ese mismo día el oficial se había pasado por la sala de autopsias a dejar un par de cafés que había comprado para ellos, halagándolos al mismo tiempo por su trabajo duro. Jimin trató de ignorar la forma en que su corazón fue de cero a cien en tan solo un segundo apenas vio al hombre y se dijo a sí mismo que solo eran nervios ya que él era su jefe.

El hombre permaneció cerca de una hora junto a ellos, conversando de algunos temas junto a Jungkook con bastante serenidad. Y de vez en cuando Jimin no podía evitar que su mirada se desviara hacía su figura imponente reposando elegantemente en una de las butacas de metal mientras bebía su propio café, esbozando sonrisas cautivadoras en medio de sus palabras.

Por un lado Jimin admitía que el aura carismática del oficial resultaba demasiado atractiva como para pasar desapercibido, así que quizá no era el primero que tenía aquellas emociones encontradas cuando se trataba de él.

— ¿Es así, doctor Park? —cuestionó Jungkook en voz alta y Jimin parpadeó repetidas veces saliendo de su trance y sintiéndose avergonzado. ¿Habrían notado que estuvo mirando al oficial fijamente durante todo el rato?

— ¿Perdón? Creo que no escuché —admitió carraspeando un poco antes de devolver su vista a sus manos que suturaban el cuerpo sobre la mesa.

—El doctor Jeon preguntaba si su heterocromía era producto de una lesión ocular —repitió el oficial Min con una pequeña sonrisa burlona.

—Oh. Nono. Nací así —confesó Jimin sin alzar la vista.

Jungkook asintió mirando su rostro pese a que este no lo estuviese mirando. —Increíble. Una condición bastante especial y hermosa.

—Ya lo creo —Yoongi sinceró en acuerdo con el menor. Jimin sintió como sus mejillas enrojecían ante el halago y se apuró mentalmente sintiendo que debía salir rápido para poder tomar algo de aire.

—Gracias, lo escucho bastante seguido —confesó sin ánimos de sonar demasiado presuntuoso.

Jimin llenó su parte del informe en silencio sin levantar la vista del papel en todo el rato, por alguna razón se sentía intimidado, sabía que lo estaban observando y las miradas se sentían pesadas sobre sí. El único sonido audible era el del bolígrafo sobre la hoja y el tic tac del reloj en la pared que producía eco en la habitación.

— ¿Qué sucedió con el caso del informe que corregí? —preguntó Jimin por impulso al mismo tiempo que terminaba su trabajo. Yoongi le dedicó una mirada a Jungkook que no supo descifrar.

Jungkook carraspeó antes de responder. —Ya lo he corregido. Sin embargo, la investigación fue cancelada por motivos externos.

—Ya veo... —respondió el rubio no demasiado convencido.

—Parece que el doctor Jeon tiene mucho que aprender de usted, doctor Park —soltó Yoongi sin dejar de mirar al menor.

Jimin notó la manera en que Jungkook apretaba la mandíbula y su expresión aparentemente serena lucía forzada. No le dio muchas vueltas al asunto, probablemente se sentía apenado teniendo que admitir un error frente a su jefe, más cuando se suponía que ya tenía la experiencia suficiente. No era nada para enorgullecerse el hecho de ser corregido por un novato.

—Si me disculpan, mi turno ya ha acabado —soltó Jimin rompiendo el silencio que se había formado.

—No hay problema. Que tenga buenas noches, doctor Park. —Yoongi se despidió mirándolo mientras recogía sus cosas dispuesto a salir de la habitación.

Luego de despedirse con un 'buenas noches' salió de forma apresurada sintiendo el estómago revuelto. Trató de no pensar demasiado y solo tomó una gran bocanada de aire preparándose mentalmente para el día siguiente, pues, sería el día en que viajaría para encontrarse con aquella persona misteriosa.

Mentiría si dijera que aún no tenía sus dudas, pero lo había pensado durante todo el día y no tenía nada que perder. ¿Estaba siendo demasiado imprudente? Quizás. Pero era la única oportunidad que tenía de intentar averiguar algo.

La mañana del día siguiente se levantó tan temprano como de costumbre, apenas intercambió palabras con Miyeon en el desayuno y luego de tomar sus cosas junto a un cambio de ropa salió de casa dispuesto a cumplir con su turno de la mañana antes de tener que marcharse a Ulsan, lugar al que había sido citado por aquel extraño.

La mañana transcurrió rápido para su suerte, y a medida que la hora se acercaba sus nervios incrementaban. El hecho de que fuese la primera vez que visitaría Ulsan y que no conociera a nadie allí hacía que las cosas se sintieran incluso peores.

Armado de valor y una vez confirmado que llevaba su cartera junto a su celular se dirigió directo a la estación de trenes. Tuvo que pensarlo durante algunos minutos antes de comprar el boleto, pero una vez hecho decidió que ya no había marcha atrás y estuvo consciente de que era un riesgo que decidía tomar.

El viaje en tren era un poco menos de dos horas, al ser martes este se encontraba casi vacío y se dedicó a mirar a través de la ventana el paisaje borroso que pasaba con rapidez a través de sus ojos al mismo tiempo que bebía un poco de café para apaciguar el frío que comenzaba a volverse cada vez más duro.

Eran las cuatro de la tarde cuando el tren llegó a la estación de Ulsan y su estómago rugía recordándole que no había comido nada desde el desayuno. Con ayuda del mapa en su celular ubicó un lugar para comer cerca de la estación, y una vez en el local mientras esperaba su comida miró en el mapa donde se encontraba el lugar donde había sido citado.

Junto a la mesa se encontraba un gran ventanal con una vista amplia del mar con el sol reflejando sobre el agua creando destellos brillantes y una ilusión cálida bastante alejada de la verdadera temperatura que hacia que sus manos se sintieran entumecidas. Apreció el paisaje en silencio con la mente totalmente en blanco y así fue hasta que la mesera apareció dejando la comida sobre su mesa.

Había quedado en encontrarse con la persona a las seis y media, por lo que aún quedaba el tiempo suficiente para llegar. Comió en silencio intentando ignorar la ansiedad que le cerraba el apetito y luego de pagar se levantó del asiento dispuesto a salir para tomar un taxi.

—Necesito ir a este lugar, por favor —dijo mostrándole su celular al taxista con la ubicación marcada. El hombre solo asintió en respuesta y arrancó el vehículo en dirección al lugar.

Pese a que era su primera vez en Ulsan, podía afirmar con toda seguridad que los atardeceres allí eran especialmente hermosos, tanto que sintió pena por no haberlos visto antes. En el recorrido silencioso pasó por su cabeza el pensamiento de que si algo llegaba a sucederle ese día, probablemente nadie tendría idea. El único que podía tener alguna idea de su paradero era Taehyung y no era tan cercano a él como para que algún otro de sus conocidos lo supiera.

Por otro lado, también le tranquilizaba el hecho de que no hubiese muchas personas que se preocuparan por él. Fuera de Wooyoung y Miyeon no tenía a nadie más que lamentara su ausencia.

Por lo tanto, se decía a sí mismo que no era demasiado importante si no volvían a verlo.

Sacudió la cabeza apartando aquellos pensamientos negativos y se rio de sí mismo por la poca importancia que le estaba dando a su propia vida. Cuando volvió a mirar a través de la ventana se percató de que la tarde había caído por completo y más adelante visualizó donde terminaba la carretera de asfalto dejando en su lugar un simple camino de tierra.

El lugar parecía ser una zona rural poco habitada, las casas estaban separadas unas de otras por algunos kilómetros de distancia y el pasto verde bordeaba los caminos.

—Hasta aquí puedo llegar. El lugar que busca debe estar por esa zona —explicó el conductor señalando el camino frente al auto.

—Le agradezco mucho. Aquí esta el pago —respondió el rubio entregándole un par de billetes y bajó casi enseguida sin esperar el cambio.

La brisa fría lo sacudió apenas dio unos cuantos pasos mientras miraba alrededor. Sacó el celular de su bolsillo y se dio cuenta de que la señal era pobre, aún así, pudo ver que su destino estaba demasiado lejos. Avanzó a través de la calle de tierra mientras su mirada examinaba la zona. Para ser sinceros el lugar no le daba mala espina, pero si le desconcertaba el hecho de haber sido citado a un lugar tan alejado de la ciudad. ¿Acaso la persona vivía allí?

No parecía ser un lugar desolado, sin embargo, no parecía tan fácil encontrarse con alguien mientras atravesaba aquel camino. Luego de haber caminado varios metros la ubicación marcó que debía cruzar a la derecha justo por otro camino rodeado de pasto y algunos árboles. Esta zona daba la impresión de ser incluso menos transitada que el camino anterior, aún así, empujó sus ganas de echarse atrás a lo más profundo de su cabeza y continuó su camino a paso decidido.

El sonido de los pájaros acompañaba el ruido que hacían sus pies sobre la tierra, al mismo tiempo su mirada se desviaba hacía el cielo pintado por los colores del atardecer y el aroma de la grama que limpiaba sus pulmones. A unos cuantos metros de distancia visualizó una única casa de madera tradicional y se dijo a sí mismo que ese era su destino.

El lugar no lucía descuidado, sin embargo, no parecía que alguien residiera allí de forma permanente. Una larga extensión de tierra con cultivos y demás rodeaba la casa dando la impresión de que se trataba de una simple casa de campo, de esas donde acostumbrarían a vivir un par de abuelos.

El silencio envolvía el lugar y no parecía diferente a medida que se acercaba más. No había nadie afuera y al subir los escalones de la entrada se dio cuenta de que una de las puertas corredizas se encontraba semi abierta.

— ¿Buenas? ¿Hay alguien? —llamó apenas asomando su cabeza para ver a través del espacio abierto. Miró su celular indicando que eran las seis y cuarenta y frunció el ceño.

¿Sería el lugar correcto?

Toco la madera con sus nudillos y el sonido hizo eco en el interior de la morada, sin embargo, no recibió respuesta alguna. Movido por la curiosidad deslizó la puerta y con pasos cautelosos ingresó al interior.

—Con permiso, voy a entrar —avisó en voz alta mientras daba varios pasos dentro.

El lugar estaba vació, a excepción de una mesa de madera en el centro con cuatro sillas. Todo permanecía impecable, sin embargo, carecía de la calidez característica de un hogar. Frunció el ceño mientras avanzaba por el pasillo con pasos suaves. No tocó nada ni se atrevió a abrir ninguna otra puerta, pero un sonido captó su atención.

Frunció el ceño y trató de agudizar sus sentidos, rápidamente pudo identificar que se trataba de una persona que emitía quejidos desde algún lugar. Al llegar al final del pasillo, en una habitación a la derecha, el protagonista de los sonidos hizo acto de presencia y la imagen lo desconcertó de inmediato.

La persona se encontraba aparentemente atada a una silla de madera en medio de una habitación vacía. Esta tenía la cabeza agachada y lo que parecía ser sangre manchaba la camisa blanca que llevaba puesta. Su corazón se aceleró y enseguida sus alarmas se encendieron haciendo que avanzara rápidamente dentro de la habitación.

— ¿Oficial Min? —preguntó con voz ahogada, sus pensamientos yendo demasiado rápido como para poder detallarlos. El hombre alzó la cabeza apenas consciente, un hilo de sangre bajaba desde su nariz hasta su mandíbula acompañado de algunos otros golpes en su rostro.

El hombre pareció reaccionar al verlo, sin embargo, rápidamente su expresión se volvió asustada, luchaba por hablar, pero las palabras parecían quedarse atascadas en su garganta. Sin pensarlo mucho Jimin buscó la manera de liberar al hombre mientras este trataba de formar alguna oración coherente.

— ¿Qué es lo que pasó? ¿Qué esta haciendo aquí? —cuestionó Jimin al mismo tiempo que sus manos temblorosas intentaban deshacer el nudo de la soga.

—J-Jimin... —habló entre jadeos—. N-No puedes estar aquí... Es una trampa. D-Debes irte, volverán pronto.

Pese a estar bastante lejos de la realidad el oficial trató de moverse, intentando advertirle a Jimin que debía salir rápido de allí. El rubio se sintió aún más confundido, más la adrenalina solo hacía que se moviera más rápido para poder liberarlo. Cuando lo logró, tuvo que sujetar los hombros del pelinegro para que no cayera de bruces al suelo y al estar tan cerca de su rostro pudo saber que no solo se encontraba bastante maltratado sino también bajo efectos de algún sedante.

—Salgamos de aquí —soltó Jimin ayudándole a ponerse de pie—. Después hablaremos de lo que sucedió.

—N-No Jimin... Debes irte tu... Déjame aquí, a-apenas puedo moverme —El hombre paró indispuesto a colaborar con él para salir de allí y en su lugar lo miró con ojos suplicantes—. Yo estaré bien... vete.

Jimin no podría explicar el malestar que sintió en el momento en que lo miró con esos ojos, mucho menos podría decir porque parecía afectarle tanto. Pero en ese momento lo único que parecía más importante era el hecho de salir de allí, y dejar al oficial no era una opción.

—Deje de decir tonterías —soltó Jimin con cierta brusquedad—. Lo sacaré de aquí aunque tenga que llevarlo a cuestas.

Y tal como había dicho tomó al hombre en su espalda y caminó a paso rápido para salir del lugar. Yoongi intentó protestar, pero no tenía la fuerza suficiente para moverse aún por lo que no tenía más opción que dejarse llevar; luchando por mantenerse despierto al menos. Cuando estuvieron fuera Jimin pudo notar que la noche empezaba a caer por lo que apresuró el paso.

Tomar el camino principal no parecía una buena idea, por lo que decidió tomar el camino complicado entre la grama. Gracias a el nervosismo y la adrenalina que corría por sus venas el peso del oficial parecía ser nulo. Escuchaba la respiración agitada del contrario y temió por su integridad física. Le preocupaba que esa noche no pudiesen llegar demasiado lejos, pero al menos debía conseguir un lugar donde pudiesen pasar la noche.

El sonido de las ramas bajo sus pies lo mantenía alerta y solo rezaba tener la fuerza suficiente para llegar al final. A la mitad del camino, escuchó los sonidos de los motores entrar por el camino principal y rápidamente se agachó intentando ser cubierto por el césped. Su corazón se aceleró aún más y suspiró intentando regular su respiración.

Dos camionetas Jeep negras avanzaron por el camino de tierra y no espero mucho antes de seguir avanzando. La falta de iluminación dificultaba el camino, pero la determinación para salir de allí le impedía parar. Si le habían hecho eso a Yoongi, no podía tratarse de cualquier tipo de gente.

El pelinegro murmuraba palabras inentendibles desde el lugar en su espalda y eso solo le recordaba a Jimin que debía darse prisa. Por suerte, gracias a la grama no pudieron ser vistos, el rubio suspiró aliviado y olvidó el clima frío cuando el sudor resbaló por su frente.

Una vez de vuelta en la carretera principal recordó que había visto una pequeña posada cerca del lugar, quizá no era una buena idea permanecer tan cerca de allí, pero no tenían auto y Yoongi ni siquiera podía moverse por su cuenta por lo que no tenían otra opción.

A unos metros del lugar Jimin sintió como sus piernas empezaban a ceder y tuvo que repetirse mentalmente que debía resistir. Apenas estuvo en la entrada del lugar una mujer de edad mayor se acercó a ellos con una sonrisa.

—Buenas noches, joven. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle? —cuestionó la mujer con una expresión amable. Jimin quiso devolverle el gesto pero la necesidad de esconderse le ganaba.

— ¿Tendrá alguna habitación disponible? Mi amigo esta algo borracho —excusó con una media sonrisa y la mujer asintió enseguida.

—Oh, sí. Vengan por aquí. —La mujer caminó rápidamente indicándole el camino hacía la habitación.

Una vez allí abrió la puerta corrediza y se hizo a un lado dejándoles pasar, tan pronto como pudo Jimin dejó caer el cuerpo de Yoongi sobre el futón y soltó un suspiro lleno de alivio.

—Disculpe. ¿Tendrá algún botiquín de emergencia que pueda prestarme? —cuestionó Jimin saliendo de la habitación para volver a encontrarse con la mujer que se encontraba esperando junto a la puerta.

—Por supuesto. Iré a buscarlo, espéreme un momento —dijo antes de marcharse rápidamente.

Jimin estiró la espalda y miró el lugar. Agradecía que la posada estuviese algo oculta entre los arboles por lo que pasaba desapercibida, sin embargo, si aquellas personas eran inteligentes deberían suponer que no eran tan tontos como para pasar la noche cerca.

Pero había miles de preguntas que no dejaban de viajar por su cabeza y no podía esperar que llegara el momento en que Yoongi estuviese consciente para poder preguntar. ¿Qué hacía él allí? ¿A qué se refería con que era un trampa? ¿Eso quería decir que él también estaba intentando averiguar acerca de la operación cobra?

En su cabeza nada parecía tomar sentido, pero por ahora solo debía ser paciente y priorizar la salud del oficial.

Luego de unos cuantos minutos la mujer volvió con el botiquín y un par de mantas limpias. Jimin tomó las cosas y agradeció con una reverencia dispuesto a volver a la habitación.

—Les prepararé algo de comer —ofreció la mujer antes de marcharse.

—Muchas gracias —volvió a agradecer Jimin antes de entrar a la habitación y cerrando la puerta detrás de sí.

Yoongi parecía estar completamente dormido, probablemente bajo efectos del sedante, o al menos eso quería creer, pues esperaba que sus heridas no fuesen tan complicadas como para dejarlo inconsciente. Se sentó en el suelo a su lado y tomó un recipiente con agua para poder humedecer un trapo que le ayudara a limpiar la sangre seca de su rostro y cuello.

Analizó cada uno de sus golpes y cicatrices y casi pudo identificar como le habían hecho cada uno de ellos. Sacudió la cabeza diciéndose a sí mismo que no estaba examinando ningún cuerpo y que el oficial Min estaba completamente vivo.

Limpió cada una de sus heridas y retiró su camisa manchada de sangre dejándola a un lado. Limpió sus brazos y parte de su pecho hasta llegar a un costado de su abdomen donde el indicio de un tatuaje llamó su atención. Con sumo cuidado apenas giró su cuerpo con la idea de limpiarlo pero al ver el tatuaje de la cobra extenderse por toda su espalda se quedó pasmado.

Varias preguntas se formaron en su cabeza, sin embargo, se tranquilizó a sí mismo diciendo que las podría responder después. Ignoró imperiosamente el asunto y continuó con su labor. Una vez limpio, aplicó un poco de pomada en sus heridas pues aunque algunas necesitasen unos cuantos puntos de sutura ahora no podía hacer mucho más.

—Eso debe haber dolido mucho... —murmuró para sí mismo mientras limpiaba un corte a la altura de su pecho.

—No tanto como crees —respondió con voz ahogada el pelinegro tomándolo por sorpresa, haciendo que detuviera sus movimientos—. No sabes cuanto me alegra que estés bien.

Luego de liberar un suspiro el hombre tiró de su brazo atrayéndolo hacia su pecho para abrazarlo. Jimin se congeló en su lugar, su corazón se aceleró al instante y se preguntó qué estaba pasando.

—U-Usted es quién esta herido —contestó Jimin con voz titubeante sintiendo su mano cálida gracias al calor que irradiaba del pecho ajeno.

—Lo único que me preocupó realmente fue verte allí —respondió Yoongi en voz baja. Jimin carraspeó y se incorporó lentamente evitando mirarlo a la cara, pues temía que notara el sonrojo en su rostro.

— ¿Qué es lo que hacía usted allí? —cuestionó sin poder contenerlo más al mismo tiempo que acercaba una de las mantas para cubrir el pecho del pelinegro.

Yoongi pareció meditarlo un poco antes de responder. —También he estado detrás de la operación cobra durante mucho tiempo. Incluso traté de entrar, pero no pasé la prueba.

Jimin entreabrió los labios debido a la sorpresa al escuchar aquello. — ¿Es eso cierto?

—Lo es. Supongo que viste el tatuaje en mi espalda, esa es la prueba —confesó—. También recibí un mensaje de Kim Seokjin. Pero como te dije, era solo una trampa.

El rubio no supo que responder, simplemente estaba demasiado sorprendido por la toda la información que había recibido mientras las piezas en su cabeza empezaban a encajar.

—Pero ya sabes que meterse en este tema trae consecuencias —agregó el pelinegro—. Esta es otra de las pruebas.

—No creí que usted... —Jimin trató de hablar, sin embargo no terminó la oración.

El pelinegro sujetó su mano entre la propia y al instante su piel se erizó. —Quizá somos más parecidos de lo que crees, Jimin.

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