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Capítulo 10

El contraste de la mano cálida de Yoongi en comparación a la suya que se encontraba fría le hizo estremecerse. No pudo evitar que sus ojos se encontraran durante largos segundos, su corazón se aceleró cuando Yoongi se incorporó, sentándose lentamente sobre el futón. Su torso blanquecino estaba completamente al descubierto y esta vez Jimin fue más consciente de ello sintiendo que estaba sonrojándose.

Apretó la gasa en su mano libre y en un intento por romper la tensión decidió seguir con su trabajo de desinfectar las heridas del pelinegro. Estaban tan cerca que podía escuchar su respiración pesada a la perfección y mentalmente se preguntó cuando soltaría su mano.

— ¿Desde hace cuánto está detrás de la operación Cobra? —cuestionó el rubio cuando al fin liberó su mano.

Yoongi permaneció en silencio varios segundos en los que sentía el escozor que provocaba el alcohol en la herida de su cuello. —Desde el momento en que me vi involucrado.

Jimin desvió su mirada a su rostro durante un momento, la expresión de Yoongi lucía serena, como si solo estuviese analizando las cosas en su cabeza. Se mordió la lengua intentando contener la avalancha de preguntas y se dijo a si mismo que era mejor esperar a que el oficial contara lo que quisiera.

—No era broma cuando te dije que este se trataba de un tema delicado, Jimin. Ahora ves porque te lo digo. Pero viendo que estás tan decidido a indagar creo que sería mejor mantenerme a tu lado al menos, así quizá pueda protegerte —confesó el pelinegro en voz baja tomándolo por sorpresa.

— ¿Por qué no retoman la investigación? —volvió a preguntar Jimin ignorando las palabras anteriores del hombre.

—No hay pruebas suficientes en este momento. Por eso me he tomado la molestia de investigar por mi cuenta.

— ¿Qué sucedió con el oficial Kim Jongdae? —soltó de forma abrupta. La pregunta había estado atorada en su garganta desde hacía tiempo. Por un instante la expresión apaciguada de Yoongi se desvaneció, pero se recompuso en apenas un parpadeo.

—Al parecer alguien lo silenció, no se sabe mucho al respecto ya que desapareció de la noche a la mañana —respondió con cierta nostalgia en su tono de voz. Jimin ladeó la cabeza al mismo tiempo que ordenaba las cosas de vuelta en el botiquín de primeros auxilios.

— ¿Está muerto? —preguntó con cautela. Yoongi relamió sus labios sin alguna emoción visible en sus facciones, mientras Jimin le ayudó a reacomodar su camisa.

—No lo creo. —Sus palabras sonaron seguras, aun así, Jimin podía notar que no estaba diciendo todo lo que pensaba.

Jimin le ayudó a abrochar los botones de su camisa bajo la atenta mirada del contrario, el aire en la habitación se había vuelto espeso, sin embargo, ambos fingian no ser conscientes de ello.

La mirada de Yoongi estaba fija en los dedos de Jimin y al mismo en su rostro a centímetros del suyo. La tensión era demasiado evidente, el aroma del champú del rubio inundaba sus sentidos al mismo tiempo que detallaba su piel tersa iluminada pobremente por la luz amarillenta de la pequeña habitación.

Jimin alzó la cabeza y una vez más sus ojos se encontraron, chispeantes, llenos de alguna emoción que ambos aún no lograban descifrar. La noche en que besó a Yoongi en el club pasó por su cabeza como un recuerdo fugaz y no pudo evitar que su propia mirada se desviara a los labios del contrario.

Su corazón se aceleró haciéndole tragar saliva en el momento en que se percató de que Yoongi también estaba mirando sus labios. Casi por inercia relamió los mismos sintiendo sus oídos zumbar mientras la sangre se acumulaba en sus mejillas. La piel de Yoongi lucía incluso más blanca a esa distancia y sus ojos más brillantes.

El oficial se acercó de forma peligrosa, apenas unos escasos centímetros los separaban de su curiosidad por probar una vez más el sabor de sus labios. Pero justo en ese momento oyó un par de toques suaves en la puerta.

—Disculpe. Les he preparado algo de comer —avisó la mujer del otro lado de la puerta y Jimin giró la cabeza recordando que ya lo había mencionado anteriormente.

—Saldremos en un momento —respondió Jimin luego de parpadear varias veces tratando de volver en sí, aunque seguía sintiéndose aturdido por la fuerte tensión que había sentido hacia apenas un segundo, como si tirara de él alguna fuerza sobrenatural.

Se incorporó para ponerse de pie, o al menos lo intentó, pues Yoongi tiró de su brazo casi enseguida haciendo que casi cayera sobre su regazo. El mayor sujetó su rostro entre sus manos y apenas le dió tiempo de reaccionar antes de juntar sus labios en un beso sorpresivo pero tranquilo.

Una vez más, Jimin se sintió extrañado, ajeno a sí mismo y a aquella sensación, más no le disgustaba. Jamás en su vida pudo si quiera imaginar que así sentiría besar a otro hombre.

¿O era sólo el oficial?

Sus ojos revolotearon antes de cerrarse, no pudo evitar corresponder el beso. Su mente se nubló en ese momento y se dejó llevar por el sabor distintivo de su boca. Sujetó una de las manos que Yoongi reposaba sobre su mejilla y abrió la boca dejando que profundizara el beso. A diferencia del club, este era un beso calmado, como si ambos quisieran disfrutar lo más posible del contrario; al mismo que se dejaban hundir por aquel sentimiento desconocido pero aparentemente acogedor.

Jimin fue el primero en romper el beso sintiéndose levemente mareado por la falta de aire, respiró suavemente mientras Yoongi seguía sujetando su rostro, mirándole de forma intensa.

—D-Deberiamos salir a comer —soltó Jimin repentinamente colocándose de pie, intentando ocultar lo afectado que estaba por aquel simple beso.

Yoongi solo asintió en silencio y se levantó lentamente con cuidado de no caer pues aun se sentía un poco mareado a causa del sedante o lo que sea que le hubiesen dado.

Jimin se mantuvo cerca por precaución, sin embargo, el lío en su cabeza le hacía querer salir corriendo una vez más.

¿Acaso le gustaban los hombres? ¿Por qué disfrutaba de besar al oficial?

Peor aún. ¿Por qué sintió el deseo de ser tocado por él?

En todos esos años jamás había tenido dudas respecto a su sexualidad, desde luego había situaciones en las que reconocía que algún hombre fuese atractivo, pero ya de ahí a sentir deseo por alguno le parecía algo completamente imposible. Entonces, ¿por qué era diferente con el oficial?

¿Y si era simple curiosidad? ¿Todo acabaría una vez que lo probara?

Se vió forzado a romper el hilo de sus pensamientos cuando llegaron a otra habitación de la posada en la que había únicamente una mesa con varios de comida sobre ella.

—Si hay algo más que deseen no duden en llamarme —ofreció la mujer con una sonrisa amable. Yoongi se sentó en su lugar y Jimin igualmente lo hizo sentándose frente a él.

Por sorprendente que fuese el silencio en la habitación no resultaba incómodo, Yoongi comía con lentitud y su expresión había vuelto a ser la misma de siempre.

— ¿Cómo sabía que también había sido citado aquí? —preguntó Jimin, sintiendo que ya había evitado demasiado tiempo aquella pregunta. Yoongi respondió rápidamente.

—El hombre mencionó tu nombre. Seokjin. Dijo que sabía que ambos caeriamos en su trampa —contó con sencillez.

— ¿Usted no lo sospechó?

—Desde luego que si. Por eso le avisé a varias a personas que vendría hasta aquí, y lo que debían hacer en caso de que no volviera —explicó antes de llevarse un poco de arroz a la boca.

— ¿No cree que ahora deben estar preocupados por usted? —Jimin dejó los palillos a un lado, sintiendo que su apetito no lograba abrirse del todo.

— ¿Tienes tu celular contigo? —preguntó el pelinegro, Jimin asintió casi enseguida palo ando su bolsillo—. Prestamelo un segundo, por favor.

Jimin desbloqueó el aparato y se lo tendió al hombre quien lo tomó luego de limpiarse las manos con una servilleta. Mientras tanto, Jimin trató de comer un poco de lo que habia sobre la mesa, intentando parecer poco interesado en la conversación que el oficial mantenía desde su celular.

Escuchó a Yoongi relatar lo que había sucedido, luego de asegurar que se encontraba bien y de dar la dirección del lugar donde se encontraban colgó la llamada devolviéndole su celular.

—Pasemos la noche aquí, mañana vendrán a recogernos —informó el pelinegro volviendo a tomar los palillos.

Bebieron un poco de vino de arroz y terminaron de comer en completo silencio, con la luz de la luna colandose en la habitación desde el exterior brindándoles compañia.

Pasó al menos una hora en la que estuvieron en silencio hasta que Jimin comenzó a contar una historia casual para romper el hielo, Yoongi rápidamente le siguió la corriente y así empezaron a saltar de tema en tema al azar.

—La primera vez que engañé a Miyeon ni siquiera estaba consciente —contó Jimin mientras Yoongi le miraba fijamente—. Una de sus amigas le puso algo a mi bebida y se lanzó sobre mi mientras otra nos grababa para enviarselo a Miyeon.

— ¿Y no se lo dijiste a ella? —cuestionó Yoongi dándole otro sorbo a su vaso. Ambos estaban sentados en el exterior mirando al cielo estrellado. Jimin suspiró.

—No me creyó. Desde ese día todos empezaron a decir que era un mujeriego. La segunda vez fueron solo rumores, aun asi, ella tampoco me creyó cuando se lo dije —hizo una pausa para beber un poco—. Desde ese momento decidí que les daría de que hablar realmente, así que me convertí en un verdadero mujeriego. Siento que Miyeon se aferró a mi aún más luego de todo eso.

—Hay personas masoquistas que adoran ese tipo de trato —afirmó el pelinegro con una sonrisa ladina. Jimin asintió en acuerdo.

—Ella disfrutaba de presumir que al final del día quien volvía a casa conmigo era ella. Y la única que podía llamarse mi novia —dijo soltando una risa burlona—. Las chicas se peleaban por mi en la Universidad. Ni siquiera puedo entender qué es lo que veían de increíble en mi. De seguro habían miles de opciones mejores.

—Ya te lo dije. A muchos les gusta el chico malo. Veo que tuviste una vida universitaria muy alocada, doctor Park —resaltó Yoongi al mismo tiempo que rellenaba sus vasos.

—De cierto modo toda mi vida ha sido bastante alocada —confesó—. Me alegra al menos haber acabado la universidad y haber conseguido un trabajo. No fracasé del todo.

Yoongi le escuchaba con atención, asintiendo de vez en cuando y apreciando su perfil, sintiendo que aquel era probablemente el momento más tranquilo que había tenido en toda su vida.

—Usted por otro lado parece haber tenido una buena vida —soltó Jimin cambiando el tema y al mismo tiempo giró la cabeza para verle. Yoongi liberó una risita mirando al suelo.

—Depende de lo que consideres una "buena vida" —Yoongi meditó sus palabras un momento, debatiéndose entre que decir y que no—. Mi madre tenía cáncer. Tuve que conseguir varios trabajos de medio tiempo para pagar el tratamiento al mismo tiempo que tenía que estudiar para conservar la beca.

—Oh... Lo siento, no debí haberlo dicho así. —Jimin desvió la mirada sintiéndose apenado.

—No pasa nada. Nunca he querido reflejar mi pasado, después de todo no es más que eso. Pasado —aclaró—. Al final mi madre falleció antes de que me graduara. Creo que por un lado me sentí mejor al saber que ella podría descansar.

Lejos de mi como siempre quiso.

—Lo lamento mucho, Yoongi —dijo Jimin con voz suave, el contrario no le devolvió la mirada, pues está se encontraba fija en un gato blanco que jugaba en el suelo a unos metros de ellos.

Jimin sonrió y se preguntó si Yoongi tendría mascotas. — ¿Le gustan los gatos?

—No me gustan las mascotas —soltó seco. Jimin se sorprendió ante el tono frío de su voz.

— ¿Nunca tuvo alguna? —volvió a preguntar, esta vez con más cautela. Yoongi aún seguía mirando fijamente al animalito con alguna expresión que no podía descifrar.

—Tuve un perro. Se llamaba Dallas —confesó.

— ¿Le pasó algo?

—Desapareció un día —su voz bajó una octava. Luego de eso carraspeó y se colocó de pie—. Deberíamos volver a la habitación, esta empezando a hacer más frío. Podrias resfriarte.

Su expresión volvió a ser relajada y no dudó en ofrecerle una mano para que pudiese levantarse. La tomó y con pasos suaves lo siguió hasta la habitación. Por alguna razón, solo habían obtenido una, y tampoco le molestaba mucho pues aunque no fuese a admitirlo en voz alta, se sentía más seguro con Yoongi a su lado.

Al entrar a la habitación ya no había solo un futon sino dos, cosa que Jimin agradeció internamente. Un brasero estaba encendido junto a estos brindando más calor al lugar y Yoongi se dejó caer sobre este soltando un pequeño quejido.

— ¿Estas bien? —cuestionó Jimin rápidamente acercándose a su lado.

—No es nada, solo estoy un poco adolorido. Pero no tienes que preocuparte demasiado —soltó con una pequeña sonrisa y una vez más Jimin se encontró a si mismo pensando que su sonrisa era demasiado dulce.

Apagó la luz haciendo que la habitación quedase iluminada únicamente por una pequeña lámpara de gas en una esquina, dando la claridad suficiente como para que ambos pudiesen ver su rostro a la perfección.

— ¿No estas asustado? —preguntó Yoongi llenando el silencio con su voz profunda, Jimin se sentó sobre el futon pegando su espalda a la pared mientras Yoongi se encontraba recostado mirando al techo.

— ¿Por qué lo estaría? —Jimin ladeo cabeza confundido.

—Por lo que sucedió hoy. Estamos a apenas unos kilómetros del lugar donde podríamos estar ahora mismo secuestrados o peor, muertos.

Jimin flexiono las rodillas y meditó las palabras del contrario durante un momento, ni siquiera se había detenido a pensar en ello hasta ahora.

—Creo que desde decidí meterme en este asunto perdí el miedo a este tipo de situaciones. Ya sabía a lo que me enfrentaba desde el día en que me secuestraron —confesó. Yoongi asintió lentamente dándole la razón.

— ¿Por qué me besaste aquel día en el club? —soltó de repente. Jimin se ahogó con su propia saliva y sintió sus mejillas arder al instante. Yoongi se sentó en su lugar para verle mejor. Menos de un metro los separaban al uno del otro.

—Supongo que fue el alcohol... —O eso quiero creer. Pensó Jimin.

— ¿Ya habías besado a un hombre antes? —preguntó en voz baja. En aquel silencio que estaba sumido la habitación incluso los susurros eran lo suficientemente audibles.

Jimin tragó saliva antes de responder y desvió la mirada sintiéndose mareado. ¿Un poco de vino de había sido suficiente para emborracharlo?

—No —confesó—. Supongo que por eso sentía curiosidad. Lo siento si fui demasiado atrevido.

Yoongi apenas tuvo que arrastrarse unos pasos para quedar casi frente a él. — ¿Y aún sientes curiosidad?

¿Qué es lo que está pasando? Se cuestionó Jimin mentalmente. La tensión había incrementado en cuestión de segundos, la voz grave de Yoongi era suficiente para erizar su piel y sus ojos oscuros y brillantes le habían sentirse acorralado.

Volvió a mirar sus labios. ¿Podría besarlo una vez más y culpar nuevamente al alcohol? ¿Era siquiera normal sentir tanta atracción por un hombre?

Se sentía como alguien que había estado aguantando la sed durante días y ahora tenía un vaso de agua fresca frente a él. Estaba desesperado por beberlo, incluso aunque una parte de su mente me dijese que él no debería estar sintiendo eso por un hombre.

—No tengo problema con ayudarte a saciar tu curiosidad, Jimin. Yo también quiero probarte —susurró a centímetros de su rostro.

Jimin tragó saliva y se dijo a sí mismo que allí dentro de aquella habitación solo eran ellos dos. Estaba dispuesto a luchar contra el arrepentimiento mañana, pero no podía luchar contra el deseo en ese momento.

Sus manos tomaron los hombros del contrario y esta vez fue él primero en avanlanzarse contra sus labios. El beso empezó siendo suave, pero en pocos segundos Yoongi tomó el control volviéndolo mucho más duro, las manos del contrario fueron a su cintura y en solo un momento le dio la vuelta hasta sentarlo a horcajadas sobre su regazo.

Jimin sintió su rostro caliente al notar la parte que se rozaba con su trasero, sin embargo, mentiría si dijera que aquello le molestaba. Sus lenguas se enredaron entre si en una batalla de suspiros y jadeos entrecortados. Las manos de Yoongi apretaban su cintura con fuerza y Jimin de derretia ante el toque preguntándose porque le habían escondido aquellas sensaciones toda su vida.

Se sintió más vivo que nunca cuando Yoongi besó y arañó su cuello con los dientes, haciendo que no pudiese contener el gemido que escapó de sus labios. Tenía que ser el alcohol, no había manera que de que los toques de una persona se sintieran tan bien por sí solos.

Las manos de Yoongi recorrieron su espalda por debajo de su camisa y no pudo hacer más que apretar sus hombros y empujar sus caderas hacia abajo como si fuese un auto reflejo. El pelinegro volvió a tomar sus labios, mordiendo el inferior para luego lamerlo, arrancandole otro jadeo antes de volver a devorar su boca.

Las manos de Yoongi podían rodear su cintura casi por completo con facilidad, se sentía pequeño e indefenso en sus manos, pero lo peor era que sentía que podía volverse adicto a aquella sensación.

Su miembro duro parecía pedir a gritos que lo liberara, que lo tocara. Y Yoongi pareció leer sus pensamientos pues no pasó un segundo antes de que desabrochara sus pantalones y los sacará fuera de su cuerpo casi con agresividad.

El tiempo parecía haberse detenido, Jimin creía que se trataba de alguna especie de sueño, hacia unos minutos estaba temblando de frío y ahora se sentía en un sauna completamente borracho vaya a saber si por los besos de Yoongi o por el alcohol que siempre usaba de excusa.

—Si en algún momento te sientes incómodo con algo, dimelo —habló Yoongi haciendo que su voz se deslizara como una curiosa en sus oídos.

No fue consciente del momento en que Yoongi se quitó sus propios pantalones y no pudo evitar que su mirada detallara detenidamente su hombría. Se hubiese puesto celoso por el tamaño y el grosor en otras circunstancias, pero contrario de eso su propia erección palpitó casi emocionada.

Yoongi le miro a los ojos antes de rodear ambos miembros con su mano y Jimin tembló ante la sensación desconocida pero increíblemente excitante. La mano de Yoongi de movió con lentitud al principio, mojandose casi enseguida debido a su propio presemen.

Jimin mantuvo la vista fija allí donde sus cuerpos se juntaban, jadeando cada tanto sin poder creer que estaba en aquella situación con otro hombre más sin querer perderse ni un solo detalle.

La piel de Yoongi lucia un poco más tostada debido a la luz del brasero, finas gotas de sudor brillaban en su frente y parte de su pecho adornando el sonrojo de su propia piel. Sus labios estaban entre abiertos y cada tanto liberaba sonidos cargados de placer al mismo tiempo que cerraba los ojos y tiraba la cabeza hacia atrás.

—A-Ahg... Yoongi —jadeó Jimin cuando la mano de Yoongi aumentó la velocidad sobre sus erecciones.

La mano libre del pelinegro fue a la parte trasera de su cuello y lo atrajo haciendo que sus frentes se juntaran. Jimin movió sus caderas por inercia intentando de alguna forma de obtener más de aquella sensación. Yoongi gimió a la par suya antes de tomar sus labios una vez. En cuestión de segundos ambos se volvieron un desastre de gemidos entrecortados, el beso se volvió brusco y la habitación se llenó con el sonido obsceno de sus piel es friccionandose.

La sensación del miembro de Yoongi presionandose contra el suyo lo tenía rodando los ojos a la parte trasera de su cabeza. Hizo una pausa para escupir en su mano antes de volver a su tarea de masturbarlos y fue en el momento en que su interior se sacudió que supo que estaba acabado.

—Y-Yoongi... Yo- —No pudo terminar sus palabras antes de que el orgasmo lo azotara de forma violenta.

Yoongi tenía la cabeza contra su cuello en el momento en que se corrió manchandolos a ambos con su semilla. Jimin se quedó allí quieto intentando recobrar el aliento y sintiendo su mente dar vueltas.

—Me atraes nucho, Jimin —soltó Yoongi con la voz temblorosa aún. El mencionado se quedó pasmado ante aquella confesión, pero por más que lo pensó no supo que responder—. Te ayudaré a encontrar a tu hermana y también a investigar sobre la operación Cobra. Lo único que necesito es que confíes en mi.

Asintió con la cabeza lentamente más no dijo palabra alguna. No sabía cómo debía reaccionar, se sentía ajenos a sus emociones y sus sentimientos con respecto al pelinegro aún eran demasiado confusos.

Pero si de algo estaba seguro, es de que podía confiar en Yoongi.

Esa noche durmieron muy cerca el uno del otro, prácticamente abrazados. Jimin conoció la sensación de ser arropado por el calor de otro hombre, y fuera de cualquier cosa que hubiese imaginado en su vida, era sin duda demasiado bueno.

Por otro lado, Yoongi sonrió entre las sombras de la habitación al mismo tiempo que mantenía el cuerpo de Jimin junto al suyo. ¿Cuánto tiempo podría seguir ocultando la verdad?

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