El Secreto de Marsa Matrouh
"Los escorpiones se arrodillan ante su rey, cediendo ante su fuerza y poderío, pero aún así, su dominio palidece frente al inquebrantable sentido de justicia de aquellos que protegen a los inocentes."
Capítulo 12
Para ir hasta El Cairo, donde se encontraba la Fuente B, a sus afueras. Debían decidir que ruta tomar desde Siwa. Y solo habían dos de ellas:
La primera, era ir través del Desierto Occidental, era la más directa pero también la más remota y desafiante. Y con la experiencia que habían tenido contra Pestilence, decidieron optar por la segunda: la ruta a través de Marsa Matrouh. Esta ruta era un poco más larga, pero era mucho más cómoda y tenía más servicios y opciones para hacer paradas. solo debían dirigirse hacia el noroeste hasta llegar a la ciudad costera del Mediterráneo.
Cuando llegaron a Marsa Matrouh, se dieron que se trataba de una encantadora ciudad, que emanaba un aura de misterio y fascinación. Claro, y es que contaba con playas doradas que se extendían a lo largo del horizonte, bañadas por las cálidas aguas azules del mar, cuya brisa salada acariciaba suavemente el rostro de todos los que la visitaban. Las calles empedradas estaban impregnadas de la esencia de la cultura egipcia, y cada rincón contaba una historia que había sido tejida a lo largo de los siglos. Antiguas construcciones de piedra se alzaban majestuosamente, con sus intricados relieves y columnas esculpidas, recordando la grandeza de los imperios que alguna vez gobernaron esas tierras.
Y como siempre sucedía, el aroma de las especias llenaba el aire. Sin embargo, en la medida que iban adentrándose, se dieron cuenta que, a diferencia de Siwa, las majestuosas edificaciones que adornaban la ciudad yacían en ruinas, sus altos muros desmoronados y sus ventanas rotas. La vegetación que alguna vez adornó los jardines y calles ahora se había marchitado y secado, dejando un paisaje yermo y desértico. En cada esquina se podía sentir un aire de melancolía y desesperanza.
Donde suponían que debían haber llamativas telas y alfombras exhibiendo su esplendor en los puestos de comerciantes, con el sonido del regateo de la gente, creando una sinfonía caótica y alegre que llenaba las estrechas callejuelas, ahora estaban más bien harapientas, con calles silenciosas, y si un atisbo de personas en sus calles. Además, mezclado con el olor de las especies, había un olor ha comida podrida que causaba un semblante nauseabundo en los rostros de todos, en la medida que avanzaban.
—¿Y ahora qué? —preguntó Paper, con una ceja levantada, mirando a Mathew con curiosidad; el chico siempre tenía algo que decir, algo que ella misma admiraba.
—Bueno, igual que las otras veces, buscaremos un sitio donde ocultarnos y descansar un poco —su voz sonaba tranquila, pero un poco cansada. Y es que claro, había que verle la cara a cualquiera que pasara días y horas bajo el sol.
— Creo que buscar algo subterráneo sería bueno para nosotros, contaríamos con un factor sorpresa sí algo llegase a suceder —mencionó de pronto Jan, señalando una trampilla en una calle lateral que parecía llevar a los alcantarillados.
—¿Esperas que vivamos en las alcantarillas? —Preguntó Adrián, con el ceño fruncido y un tono sarcástico, muy característico de él como siempre. Aunque todos, comenzaban a entenderlo y apreciarlo, después de la última intervención en Siwa.
—No es momento en qué caigas en vanidades —dijo Mar, acercándose para rodear su hombro con uno s de sus hombros—. Nadie en la vida, puede ser tan quejica en la vida —le dio un pequeño beso en la mejilla.
—¿Y a ti qué te pasa? —soltó él, con el ceño fruncido limpiándose la mejilla.
—Nada, solo que ya sabemos que eres duro por fuera pero suavecito por dentro —soltó una risa, mientras evitaba el empujón que este quería darle.
—¿Tú qué opinas? —Le preguntó Lance, directamente a Mathew.
—Creo que no sería una mala idea de hecho —afirmó en respuesta.
—Entonces, si estás de acuerdo, andando —dijo Diana, haciendo aparecer un cinto, para recoger su cabello en una coleta alta.
Mathew fue el primero en sumergirse a través de aquella abertura, seguido de Lance, quien ayudó a sostener a los niños mientras Jan los enviaba; luego siguió Mar, Diana, Adrián, Skyler y por último Paper. Al descender, todos hicieron una mueca al notar el desagradable olor y la oscuridad del lugar. Y con el sonido de la trampilla cerrarse, Adrián no pudo evitar hablar otra vez:
—Ugh, en serio, ¿por qué siempre terminamos en sitios como estos? —se quejó, arrugando la nariz.
—Es verdad, aquí huele como si nadie lo hubiera limpiado en décadas —añadió Mar, cubriéndose la boca con la mano, esta vez poniéndose de parte de Adrián.
Jan sonrió, acostumbrado a las quejas de sus compañeros en situaciones similares.
—Vamos, es mejor que arriesgarnos a que nos encuentren en la superficie —dijo, tratando de alentarlos—. Además, una vez que nos acostumbremos, no será tan malo.
Mar, aunque intentaba mantenerse positiva, no pudo evitar mostrar su disgusto.
—Jan, entiendo que sea seguro, pero no puedo dejar de pensar en todas las ratas que podrían estar aquí abajo. ¡Me dan pavor!
—¿¡Ratas!? —chilló Diana—, ¡Eso sí no se había mencionado!
—¿Y qué crees que se puede conseguir en un lugar como este? —agregó Adrián.
—Es cierto, y yo no tengo ganas de toparme con ninguna araña gigante también —agregó Joshue, mirando a su alrededor con cautela.
—¿En serio hay arañas gigantes, hermano? —Sortelia comenzó a asustarse, y a apretar fuertemente la mano de Lance, quien la conducía.
Mathew, tratando de calmar los ánimos, intervino:
—Chicos, estamos aquí para protegernos y asegurarnos de que podamos seguir adelante con nuestra misión. Podemos soportar un poco de incomodidad por un rato.
Entonces, Diana sabiendo el problema que representaba la oscuridad, no dudó ni un segundo en hacer aparecer de la nada, antorchas sobre los túneles, iluminando por completo el sitio.
—Por lo menos podemos tener un poco de luz —comentó, intentando animarse hasta ella misma. Pero asustada de que aparecieran ratas—. juro por Gaia que si aparece una rata, haré aparecer no un gato, sino un león.
Skyler, se aferró un poco a Jan con inseguridad.
—¿En serio no hay monstruos aquí, verdad?
—¡Claro que no! —Jan solía ser serio, pero ene se momento sonrió. La verdad no esperaba tal comportamiento de alguien como ella.
—Comienzo a creer que realmente fue una pésima idea —dijo Paper, deteniéndose un momento. Por supuesto, todos se volvieron a verla. Parecía que le costaba respirar, pero no precisamente por el olor—. Los alcantarillados no están diseñados para ser espacios habitables y representan un ambiente hostil y peligroso para las personas, entre ellos porque el aire está contaminado con gases tóxicos, como el metano y el sulfuro de hidrógeno, que pueden ser dañinos para la salud si se inhalan en grandes cantidades. Pueden tener un nivel bajo de oxígeno debido a la falta de ventilación adecuada, lo que puede causar asfixia y dificultad para respirar. Son hábitats ideales para diversas bacterias, virus y otros patógenos que pueden causar enfermedades graves, también, como están diseñados para transportar aguas residuales y desechos, el agua contaminada puede causar infecciones e irritaciones en la piel y los ojos.
—Puede haber riesgo de ahogamiento, porque hay espacios llenos de agua en algunos puntos. Puede haber riesgos de derrumbes, además de que todo esto es un laberinto que nos puede hacer perder; todo esto, hace que los insectos y los roedores, sean solo el menor de nuestros problemas.
—¿¡Y apenas dices eso!? —se lamentó Adrián, ahora en pánico.
Entonces, cuando creían que lo mejor era volver, vieron a Mathew alzar sus manos hacia el techo, y con ello, un enorme agujero, perfectamente redondeado apareció.
—¿Cómo hiciste eso? —Preguntó Jan.
—Mis vectores telequinéticos, son capaces de cortar lo que desee —respondió orgulloso—. Diana, puedes crear un ventilador, básicamente como una especie de artefacto como con aspas de molinos.
Diana asintió, y de pronto, una estructura circular de metal apareció, con aspas, que en conjunto del aire exterior giraba. La luz del exterior penetró el alcantarillado, iluminando las aguas oscuras debajo de ellas, y pronto sintieron el aire correr y el aire menos denso.
—Ya entiendo —dijo de pronto Lance—. Lo que buscan es que exista la ventilación.
—Sí, solo no se les ocurra tocar las aguas —murmuró Mathew—. ¿Te sientes mejor? —Le preguntó a Paper, preocupado. Ella asintió.
A pesar de las quejas y las incomodidades, el grupo sabía que estar en los alcantarillados era la opción más segura en ese momento. Se habían sentado en ese lugar, y notaron que, efectivamente el alcantarillado era una red de túneles y pasadizos subterráneos, que serpenteaba por debajo de la ciudad. Al menos, estaba funcionando las turbinas de agua, porque estas corrían por su propio camino. El aire había estado espeso y húmedo, pero estaba mejorando con la ventilación improvisada que habían hecho.
Sin embargo, los olores nauseabundos que provocaban repulsión, eran más suaves, pero seguían siendo insoportables, aunque con el tiempo como habían dicho comenzaba acostumbrarse. Las paredes, estaban recubiertas de moho y musgo, y el sonido del agua goteando resonaba en los túneles, creando una música melancólica y triste. Y aún así, aquel lugar resultaba ser más grande de lo que esperaban.
Mar y Adrián se encontraban sentados en un rincón, mientras el resto descansaba después de su agotadora jornada. La chica miró a Adrián con una sonrisa cálida y sincera en el rostro. Luego, le dijo en voz baja para que solo él pudiera escuchar:
—Adrián, quería agradecerte por lo que hiciste por Obhá. Eso de reestructurar su personalidad para que pueda tener una oportunidad de redimirse... fue realmente admirable.
Adrián asintió, con una expresión humilde y serena.
—No fue fácil para mí hacerlo, —pareció sopesar, pues todos sabían que a él no le gustaba hacer uso de sus poderes de esa forma—. Pero creo que todos merecen una segunda oportunidad. Además, vi el potencial que Obhá tenía para ser alguien diferente si dejaba atrás sus traumas y amarguras. Todos hemos tenido momentos difíciles en nuestras vidas, y a veces solo se necesita un pequeño empujón para cambiar el rumbo.
Mar le observó con interés y empatía, sintiéndose cada vez más atraído hacia la personalidad reflexiva y compasiva de Adrián, que a decir verdad no había visto hasta lo que sucedió en Siwa.
—Es verdad. A veces nos olvidamos de que todos llevamos una carga en nuestras espaldas y que nadie es perfecto. Me sorprende cómo pudiste ver eso en Obhá y encontrar la manera de ayudarle. Realmente tienes un don especial, Adrián —Pensó ella, recordando todo lo que había vivido.
—Creo que todos tenemos algo especial en nuestro interior, solo necesitamos descubrirlo y dejar que brille. Todos aquí tienen habilidades únicas y es lo que nos hace un equipo formidable —mencionó tímidamente, viendo como esta le miraba fijamente.
Mar asintió, mirando a sus amigos que estaban dispersos en el alcantarillado.
—Tienes razón, somos un equipo increíble. Y gracias a ti, estoy empezando a sentirme parte de este grupo de verdad. Al principio, no sabía cómo encajar o si realmente pertenecía aquí, pero ustedes me han hecho sentir bienvenida y valorada.
—Eres una de nosotros, Mar, y estamos felices de tenerte aquí. Todos tenemos nuestras diferencias, pero eso es lo que nos hace fuertes y capaces de enfrentar cualquier desafío —Adrián agregó, con una mano reconfortante en el hombro de la muchacha.
Mar le sonrió con gratitud. La conversación entre Mar y Adrián continuó durante un rato más, compartiendo sus pensamientos y experiencias en el viaje que estaban viviendo.
Finalmente, cuando todos lograron descansar por un buen rato —incluso algunos pudieron dormir por un par de horas—, Mathew consideró que era momento para seguir caminando.
—¿A dónde vamos? —Preguntó Sortelia, cuando vio a todos levantarse y sacudirse las ropas un poco.
—Vamos a tratar de atravesar la ciudad por estas vías —dijo de pronto Mathew. Todos le observaron, pero nadie le contradijo. A decir verdad, había sido bueno poder descansar sin sentirse acechados por amenazas externas.
Estuvieron caminando por un largo trecho por unos cuantos minutos, hasta que llegaron a lo que parecía una desembocadura de aguas residuales, pero que aquella corría hacia uno de los laterales, haciendo un sonido estridente como el de una cascada. Lo bueno, era que tenía una parte llana, de cemento y piedra, que estaba totalmente seca, dónde fácilmente podían caminar.
El grupo avanzó con cautela por el estrecho alcantarillado, siguiendo las indicaciones de Mathew y las antorchas de Diana que alumbraban el camino, paso a paso. Aunque la atmósfera era opresiva y el hedor era insoportable, ninguno se quejaba, sabían que debían mantenerse en silencio.
De repente, Mathew hizo una seña para detenerse y todos obedecieron. Sus ojos iluminados por el don de la visión astral se enfocaron en un punto más allá de las tenues antorchas, donde unos misteriosos ojos brillantes observaban desde la oscuridad.
—Hay algo ahí adelante, pero la penumbra no me permite ver claramente qué es —susurró Mathew, dirigiendo su mirada hacia sus compañeros, quienes se mantenían alerta.
Comenzaron a ver, que por encima de ellos y al otro lado de las aguas, las rata corrían despavorida del lugar que tenían enfrente.
—Lo que sea, debe ser peligroso. Las ratas están asustadas —señaló para que vieran como huían.
Por supuesto, Diana estaba aferrada al brazo de Lance, asustada de que uno de esos animales le saltara encima.
—En serio, comienzo a creer que prefiero enfrentar los peligros del exterior que a las ratas —chilló asustadiza.
—Puedo percibir la ansiedad y el miedo en el aire. Lo que sea que esté allá adelante, no es amigable —dijo de pronto Adrián, ignorando el lamento de Diana.
—Mejor salgamos —dijo Mathew, alertado al ver como el túnel era llenado por varios ojos rojos—. ¡Jan!
Mathew gritó de pronto, al ver como comenzaba a correr hacia ellos, y el sonido de sus pasos, a través del eco, aumentaba cada vez más. Todos se tomaron de la mano, y con un "pusf", todos desaparecieron de aquel sitio. Estaban nuevamente en las calles de la ciudad, pero ahora con la luna sobre ellos.
En la oscuridad de la noche, Marsa Matrouh yacía silente. Sus calles desiertas y edificios en ruinas parecían recordar un pasado esplendoroso, ahora perdido en el olvido. Las luces de las farolas parpadeaban débilmente, arrojando sombras danzantes sobre las paredes agrietadas. El rumor del mar rompiendo contra la costa añadía un toque melancólico a la escena, mientras que la brisa nocturna susurraba en sus oídos.
La ausencia de vida humana parecía haber permitido que la naturaleza reclamara su espacio, con la vegetación desbordante y la arena del desierto avanzando lentamente hacia las calles. A lo lejos, las luces parpadeantes de una antigua estación de tren se destacaban, como un faro perdido en la inmensidad del tiempo.
—¡Miren! —dijo Paper, de pronto, señalando las farolas—. Si tiene luz, alguien debe estar usando la energía eléctrica.
—Al menos ya sabemos que no está tan desolada, como creíamos —Lance, miraba aquello con un poco de misterio.
—Y lo que vimos en los alcantarillado no los confirma —agregó Jan.
Iban a caminar, cuando nuevamente se detuvieron. Por cada calle y callejón que podían mirar, vieron docenas y docenas de ojos rojos entre sus sombras.
—Nos rodean —advirtió Diana, haciendo aparecer su lanza jabalina.
Entonces, Sortelia y Joshue, iluminando sus ojos, se sorprendieron al descubrir lo que esas criaturas eran.
—¡Son niños! —dijeron los dos alarmados.
Eso sonaría descabellado, de no ser porque comenzaron a invadir las calles y la luz de la luna y de las farolas, comenzaron a iluminarlos.
—¿Qué diablos?... —Enfatizó Mathew con el ceño fruncido.
La escena a continuación era realmente aterradora. Pequeñas figuras, de entre cuatro y doce años de edad, emergían de las sombras con una apariencia que mezclaba lo humano con lo escorpiano. Sus cuerpos estaban cubiertos de escamas oscuras y espinas venenosas que brillaban bajo la luna. Sus ojos resplandecían inquietantemente con un tono rojizo, sus garras afiladas se alzaban amenazadoras, y tenían una enorme cola que les salía del final de su espalda en forma de escorpión con un afilado aguijón. Los niños mutantes, con sus rostros deformados y retorcidos, reflejaban una mezcla de miedo y terror en quienes los observaban.
Se movían silenciosamente, como depredadores acechando a su presa. Le rodeaban, y estos por inercia al avance de estos, retrocedían temerosos ante la presencia de esos seres grotescos y siniestros. Las criaturas emitían sonidos guturales y sibilantes, como si se comunicaran entre sí en un lenguaje desconocido. Con el corazón latiendo desbocado, se sintieron acorralados y desamparados.
—¿Qué son? —pregunta horrorizada Skyler.
—Creo que ya no son niños —dijo Adrián, tragando grueso.
—¿Quién pudo hacerles algo así? —Preguntó Mar—. No tiene sentido.
Los niños de pronto, dejaron de mostrar sus sonrisas y fruncieron el ceño, para luego decir en un idioma que desconocía, tan siquiera creía que árabe como lo usual de este lugar, sino más bien parecían sonidos guturales como de animales. Se abalanzaron hacia nosotros y solo por puro reflejo, saqué de un costado una de mis armas y comencé a disparar, pero aquellas cosas eran veloces y con el caparazón de sus manos se protegían, que hacía rebotar todas las balas. Sabía que no serviría de nada, por lo que la guardé y cree ilusiones de mí en distintas posiciones que me permitieran escapar, no obstante aquello no pareció funcionar, porque cada creatura obvió las ilusiones y corrieron directamente hacia mí. Grité de pánico. Cuando Pude ver a Skyler en frente de mí y patear a dos de ellos que estaban muy cercas.
Los niños mutantes se abalanzaron contra ellos. Sus ojos rojizos brillaban intensamente en la oscuridad de la noche, mientras los mutantes escorpiones avanzaban con rapidez y agilidad, emitiendo sonidos guturales y sibilantes que llenaban el ambiente de una atmósfera aterradora.
Paper y Skyler actuaron rápidamente, utilizando sus habilidades de ilusión para crear distracciones en la mente de los mutantes. Ilusiones de sombras y formas grotescas aparecieron a su alrededor, desorientándolos y ralentizando su avance. Mientras tanto, Paper sacó sus pistolas y, con movimientos ágiles y precisos, disparó a los mutantes que se acercaban, eliminando varios de ellos con sus certeros disparos.
Lance hizo uso de su poder, iluminando la noche con rayos brillantes que cegaban temporalmente a los mutantes, permitiendo que los demás miembros del grupo atacaran con ventaja. Sin embargo, se dio cuenta de que su poder era menos efectivo en las noches y tuvo que esforzarse más para mantener a raya a los mutantes.
Diana, utilizó su creatividad para formar armas y escudos improvisados para sus compañeros. Un escudo de madera con tachuelas afiladas y una espada de hierro aparecieron en manos de Lance, dándole una ventaja en el combate cuerpo a cuerpo.
—Estoy segura que sabes usar eso —dijo Diana, con una sonrisa al recordar sus pasados.
—Sin duda alguna —dijo Lance, animadamente.
Sortelia y Joshue , obteniendo información vital sobre los puntos débiles y vulnerabilidades de los mutantes.
—¡Sus cuerpos son acorazados! —gritaron los dos—, ¡apunten a sus cabezas!
Jan se encontraba rodeado por un grupo de mutantes escorpiones, sus ojos rojizos brillando intensamente en la penumbra. Sostenía la espada medieval que Diana le había dado con firmeza, listo para enfrentar la amenaza que se cernía sobre él. A pesar de sentir la adrenalina correr por sus venas, se mantuvo tranquilo y enfocado, confiando en sus habilidades y en la información proporcionada por Sortelia y Joshue.
Los mutantes se abalanzaron sobre Jan, moviéndose con agilidad y rapidez, pero él era más rápido. Con un destello, desapareció y reapareció en un punto cercano, esquivando el primer ataque. Su capacidad de teletransportarse le permitía moverse con una velocidad asombrosa, y aprovechó esta ventaja para confundir a los mutantes y atacar desde diferentes ángulos. Con cada teletransportación, aparecía cerca de uno de los mutantes y lanzaba rápidos y precisos golpes con la espada hacia sus cabezas. La hoja afilada cortaba el aire con facilidad, y cada impacto era mortal.
A medida que los mutantes intentaban rodearlo, Jan se teletransportaba una y otra vez, manteniéndose siempre un paso adelante de ellos. Sus movimientos eran fluidos y elegantes, como si bailara una danza letal con la espada en mano. Sin embargo, la batalla no fue fácil. Los mutantes eran numerosos y persistentes, y Jan se vio obligado a mantenerse alerta y concentrado en todo momento. Algunos de ellos lograron hacerle cortes, pues sabían ingeniárselas al usar las tenazas de sus manos.
Mar se transformó en un hombre con apariencia intimidante, de casi unos dos metros de altura y una piel gruesa, con músculos prominentes. Y, con su nueva fuerza y resistencia, embistió contra los mutantes, derribándolos y abriendo paso para sus compañeros.
Aunque su nueva forma le otorgaba una ventaja física considerable, Mar aún enfrentaba dificultades en la batalla. Los mutantes eran rápidos y ágiles, y su gran número hacía que la embestida de ella no fuera suficiente para derribarlos a todos de una sola vez. Cada vez que abatía a uno, otros dos o tres se le abalanzaban desde diferentes direcciones.
Los mutantes se aferraban a sus extremidades con sus garras afiladas, intentando frenarla y morderla con sus escamas venenosas. Mar gruñía y rugía con ferocidad mientras luchaba contra ellos, sacudiendo su cuerpo para deshacerse de sus atacantes. Una embestida particularmente fuerte la llevó a chocar contra una pared, dejándola momentáneamente aturdida. Los mutantes aprovecharon esta oportunidad para lanzar una ofensiva coordinada, pero esta vez con sus aguijones.
Hubiera terminado mal, si en ese momento, Lance no hubiera intervenido, enviando destellos de luz hacia los mutantes cercanos, lo que los hizo retroceder momentáneamente y dio a Mar un respiro. Ella aprovechó la oportunidad para concentrarse y tomar aire, recuperando parte de sus fuerzas.
—Gracias —le dijo.
—No tienes por qué —agregó él—, yo te cubro —le animó Lance, para seguir batallando.
—¡Son inmunes a los poderes mentales! —aseguró Adrián desde otro punto, entrado en pánico al verse inútil en aquella situación.
De esta forma, Mathew desató sus vectores telequinéticos, cortando el aire y desgarrando a los mutantes que se acercaban, tanto a él como Adrián.
—Tranquilo, yo te cubro, solo mantente cerca —le aseguró el joven líder.
Además, con su visión astral, supervisaba la batalla desde diferentes perspectivas, coordinando los movimientos del grupo y anticipando los movimientos de los mutantes. Los mutantes se abalanzaron hacia él con ferocidad, tratando de aprovechar su número para superarlo. Y este, utilizando sus vectores telequinéticos, desviando las garras afiladas y esquivando los aguijones venenosos, logró defenderse. Con movimientos ágiles, creó barreras telequinéticas para protegerse él y a Adrián, pero estos se movían rápidamente, saltando y zigzagueando en sus intentos por alcanzar a Mathew.
Aprovechando un momento de apertura, Mathew extendió sus vectores y golpeó con fuerza, derribando a varios mutantes a la vez. Pero la horda no se detenía y seguían viniendo en su dirección.
Skyler se unió a la pelea, creando ilusiones a gran escala para confundir a los mutantes y desorientarlos. Entonces, aprovechando la ayuda de Skyler, Mathew creó una serie de barreras y jaulas telequinéticas para contener a los mutantes y mantenerlos a distancia.
Ahora, sin poder avanzar la mayoría, Mathew se dirigió a Diana:
—Es momento de los dragones, Diana —rugió.
—No, tengo algo mucho mejor —respondió ella, con una sonrisa maliciosa en el rostro.
Entonces, la chica rubia concentró su energía y comenzó a materializar lo que estaba en su mente. Una luz intensa y brillante rodeó su cuerpo mientras canalizaba su poder. Los demás observaban con asombro cómo poco a poco, un destello enorme surcó desde el cielo hasta le suelo, tomando una forma humanoide frente a ellos.
El suelo tembló bajo sus pies y las farolas titilaban con la fuerza del poder desplegado por Diana. Finalmente, un enorme titán emergió completamente, erguido y majestuoso, con su imponente figura de 175 metros de altura, completamente desnudo. El cabello blanco del titán ondeaba al viento, y sus ojos, uno azul y otro verde, miraban al horizonte con una mezcla de serenidad y determinación, pero sin brillos en ellos como si no tuviera vida. Su piel de tono gris mostraba la fuerza y resistencia que poseía, y su cuerpo musculoso reflejaba su habilidad.
El titán dio un poderoso rugido que resonó en toda la ciudad, haciendo temblar los edificios cercanos. Los mutantes escorpiones, que antes parecían imparables, parecían incluso absortos por aquella criatura.
—¿Y eso qué es? —Preguntó escandalizado Adrián.
—Eso, mi querido amigo, es Sigurd, el último titán de nuestro mundo —respondió Lance, con una amplia sonrisa.
Entonces, cuando menos lo esperaron, vieron a la enorme criatura comenzar a aplastar todo a su alrededor. Claro, cada movimiento hacía vibrar la tierra tan fuerza, con un sonoro sonido aturdidor, que tuvieron que aferrarse al asfalto. Gritaron de miedo, unos a otros, pero Lance y Diana parecían fascinado al ver como las criaturas quedaban aplastadas debajo de sus pies.
Creyeron que había acabado, hasta que vieron surgir de las trampillas, una nueva oleada de mutantes escorpiones, pero, esta vez, no se trataban de niños, sino jóvenes, adultos y de todas las edades. Eso dejó absortos a todos, pero lo peor fue ver, como comenzaron a abalanzar sobre la piel del titán y que todos a los que habían aplastado, volvían a resurgir de su propia sangre. Había sido en vano el esfuerzo. Las criaturas realmente no morían.
—Van por él —murmuró Mar, con los ojos bien abiertos.
—Chicos, y creo que ellos son el menor de nuestros problemas —murmuró de pronto Paper, señalando como el asfaltado de una de las trampillas que conducían al alcantarillado, comenzaba a colapsar, mostrando un enorme agujero.
En aquella escena de pesadilla, se vislumbró un hombre con aspecto aterrador. Su cuerpo musculoso estaba cubierto de una piel oscura y brillante que parecía una armadura. Las manos y el rostro eran humanos, pero a sus pies se extendían numerosas patas puntiagudas, y su cola aguijoneada era impresionante; la piel humana expuesta, era morena, y tenía los ojos amarillos, con facciones fuertes, y el cabello oscuro y largo. Sobrepasaba en tamaño y fuerza a las demás criaturas presentes, que se apartaban a su paso, inclinando sus rostros sumisos.
El combate pareció detenerse de inmediato, cuando en realidad el cuerpo de Sigurd caía detrás de ellos sobre las vías del antiguo tren, destruyendo y derribando todos los edificios a su paso. El titán había caído. Todos quedaron impresionados ante la aparición de aquel ser. Era evidente que, fuera lo que fuese, se trataba del líder de aquellas criaturas. Emitiendo gruñidos amenazantes, avanzó lentamente entre los seres derrotados en el suelo, mostrando su poderío y dominio absoluto.
La esencia de terror se apoderó del ambiente, mientras aquel hombre mutante se acercaba con una presencia imponente y siniestra. Sus ojos brillaban con una intensidad malévola y su respiración era pesada y amenazante. La imagen de aquella criatura de aspecto monstruoso quedó grabada en la mente de todos, como una pesadilla que los perseguiría por siempre.
Diana, con una puntería absoluta, se atrevió a arrojar su lanza jabalina directo al cuello de este, con la intención de matarlo en seco. Pero vio como este rebotó sobre su piel oscura. supieron, que se trataba de una especie de armadura.
—Sus ataques son inútiles contra mí —dijo con un tono oscuro, demostrando que, a diferencia de las demás criaturas, él era pensante—. ¿Qué les han hecho a mis pequeños?.
—Nada... nosotros... solo... solo hemos intentado protegernos. Han sido ellos los que nos han atacado —tartamudeó un poco Adrián, aunque se notaba el esfuerzo de su valentía al decir aquello, fingiendo que se intimidaba para nada.
—Ellas solo buscan comer —responde.
—Pues no seremos sus comidas —afirmó Mathew, dando un paso al frente.
El hombre apretó sus dientes, y añadió:
—Están en nuestro territorio... y lo que aquí está, nos pertenece... incluso si eso ha llegado hasta aquí por sí solo.
—Vamos, no creerás que sabemos tan bien.... Solo míranos estamos muy enclenques —dijo Adrián, conteniendo su voz.
El rey escorpión se mantuvo erguido y amenazante, e inmune al chiste de Adrián por su nerviosismo; estaba rodeado por los mutantes que permanecían arrodillados ante él, sumisos a su autoridad.
—Nosotros no queremos problemas contigo o tus... mutantes —dijo Mar, tratando de calmar la situación y mantener la compostura.
—¿Qué has hecho con esos niños? —preguntó Diana con voz firme, sin dejar que el miedo la dominara.
El rey escorpión dejó escapar una risa gutural y amenazadora.
—Ellos son mis súbditos, mis descendientes. Los he transformado en lo que son, en seres superiores, más fuertes y resistentes. Son la evolución de la humanidad, la perfección de la naturaleza —respondió con orgullo, mirando a los mutantes con una expresión de superioridad—. Todos los que ven, son el corazón mismo de esta ciudad. Todos son parte de mi y yo de ellos.
—¡Eran solo niños inocentes que has convertido en monstruos! —exclamó Skyler con indignación.
—¡Es inaceptable! —añadió Lance, apretando los puños con rabia.
El rey escorpión frunció el ceño ante las palabras de los chicos, pero no pareció afectado por su enojo.
—La evolución a menudo requiere sacrificios. Ellos han renacido como la próxima etapa de la humanidad, como la raza dominante. Ahora son más fuertes y están destinados a prevalecer sobre los débiles —declaró con arrogancia.
—Eso no te da derecho a dañar a otros seres humanos, a privarlos de su libertad y su humanidad —dijo Jan con determinación—. No somos juguetes en tus experimentos.
—¡Exacto! Somos seres humanos, con nuestros propios derechos y libertades —agregó Paper—. No puedes simplemente hacer lo que quieras.
El rey escorpión ignoró a todos, pero miró a Mathew con sus ojos amarillos, parecía analizarlo con una mirada penetrante.
—Eres diferente a los demás, ¿verdad? Tu poder es impresionante. Eres fuerte, puedo verlo. —dijo, y su tono se volvió más intrigante—. Podrías ser un gran aliado para mí. Y si recibes la marca del escorpión, serías imparable.
Mathew se mantuvo alerta, sin bajar la guardia ante aquella oferta tentadora.
—No me interesa ser tu aliado. No quiero formar parte de tus planes malévolos —respondió con firmeza.
—Muy bien. Entonces, serás mi enemigo —dijo el rey escorpión, y su voz retumbó con un tono amenazador.
En ese momento, los mutantes escorpiones se prepararon para atacar, pero los chicos no se amedrentaron y se prepararon para enfrentarlos.
—No dejaremos que sigas lastimando a nadie más —dijo Sortelia, y sus ojos verdes brillaron con determinación.
—Estamos aquí para detenerte y liberar a todos de tu control —afirmó Joshue, lista para defender a sus amigos.
—Eso es demasiado tarde —contestó, con una sonrisa victoriosa.
—Eres peor que FACTORY y que Obhá —anunció Diana, siendo la primera en dar un paos al frente.
—¿FACTORY? ¿Obhá? —Había confusión y curiosidad en su voz— ¿Cómo es que la compañía no los ha atrapado y han salido vivos de ese anciano repulsivo?
—¿Has escuchado de ellos? —Preguntó Paper, ahora intrigada.
—Claro... esa compañía quiso llevarme cautivo pero no pudieron. Y ese viejo, en un momento quiso conquistar mis tierras al saber que había un pueblo mutante aquí, llamándome impuro incluso: Pero retrocedió cuando vio que no era rival contra mí —seguramente no habían demasiados humanos para obtener le poder que los chicos si habían conocido del viejo y este había tomado ventaja—. Mis hermanos y yo, les dimos una gran sorpresa y muchos de sus soldados acabaron en nuestra cena...
—De todas formas no buscamos ninguna pelea. Nos podemos ir inmediatamente y así no molestar en tus tierras —dijo Adrián, de forma inteligente, sorprendiéndolos.
—¿Y qué si no quiero dejarle ir? —La voz del hombre fue maliciosa.
—Mejor, porque no espero ir a ningún lado sabiendo lo que has hecho —afirmó Diana, y Lance se colocó delante de ella.
—Entonces, todos tendrán que ver a su líder derrotado —Mathew levantó la mano hacia él, y este comenzó a chillar mientras se llevaba las manos a la cabeza.
Sus seguidores chillaron de horror, y se disponían a luchar, cuando aquel hombre rugió.
—¡No! ¿Cómo es que puedes entrar a mi mente?
—Me di cuenta de que tus creaturas no tienen efecto a la manipulación mental, porque ninguna de ella tiene una conciencia bien desarrollada como la tuya. Lo que me indica que has sido tú el causante de la trasformación de todos ellos... ¿Por qué? —le contestó y preguntó Mathew.
De pronto, aquella enorme bestia comenzó a transformarse delante de ellos, dejando atrás su formas terroríficas para luego aparecer un humano cualquiera. Y en segundos, las criaturas también abandonaron sus formas y se convirtieron en personas.
—Somos sobrevivientes igual que ustedes. Tengo la capacidad de transformar a quien desee en la misma bestia que me convierto, y así usarlos como armas. Todos ellos... —señaló a todas las personas que miraban de forma curiosa y avergonzadas al grupo—... son habitantes de este lugar, y por lo tanto, sobrevivientes de este mundo caótico. Les he ayudado a seguir vivos y me han agradecido haciéndome su líder... Si me destruyen, morirán todos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro