Capitulo 7
Todo va de mal en peor. Ahora... ¿Cómo es posible que conozca a Iliajtida? La preocupación le inunda el cuerpo. No alcanza a aclarar una cosa, sale otra. Ese día no tendrá fin y lo mejor es dejar todo absolutamente sobre la mesa. Así que solo una cosa le queda por hacer. Toma su móvil y le marca a Cristóbal.
―Buenos días Ariadne ¿Ya estás en camino? ―Pregunta el hombre al otro lado de la línea que en ese mismo instante ingresa al elevador que se dirige hasta el piso donde tienen junto a Donkor sus oficinas.
―Buenos días para ti también Cristóbal. ―Al decir el nombre de este mira a su cliente que observa fijamente todos sus movimientos pero sin decir ni una sola palabra― ¿Podrás hacerlo sólo? Tengo que solucionar con Donkor unos puntos que nos urgen de inmediato y no creo que terminemos temprano.
―Como tú quieras, pero... ¿Está todo bien? ¿Don está contigo? ―pregunta preocupado.
―Si tranquilo. Está bien, pero ya es hora de aclarar algunas cosas y es mejor hacerlo ahora. Te mandaré con Katerina los documentos y una cosa más.
―Usted dirá, licenciada. ―Cristóbal no puede evitar responderle medio enserio, medio en broma, cuando ella le habla de tal manera a pesar que han pasado noches conversando fuera de la habitación de su amigo sin que él lo supiera.
―Por favor que todo sea como corresponde. ―suplica por la única razón que él le ha dejado claro que si algo no le parece correcto, él lo hará a su modo.
―Eso ya lo hablamos licenciada. ―Ariadne no logra evitar poner los ojos en blanco gesto que a Donkor no le pasa inadvertido―. Que tenga un buen día. ―se despide el hombre al otro lado de la línea.
Por un momento la mujer se queda pensativa mirando el teléfono pero luego reacciona, ya que tiene asuntos más importantes de los que encargarse.
―¿De dónde conoces a Iliajtida? ―pregunta ella sin demostrar lo nerviosa que se siente.
―Por favor. ―toma asiento enfrente de la mujer y colocando los brazos en el escritorio, formula la pregunta que viene rondándole desde que vio esa foto en la habitación donde pasó la noche―. Respóndeme de donde la conocen y yo te contaré.
La mujer medita durante unos minutos si es correcto o fiable decirle lo que él pide. Ella necesita saber y poder encontrar la razón de todo lo que sucede.
―Iliajtida es hermana de Katerina. ―responde sin más Ariadne esperando la reacción del hombre que no muestra ninguna a sus palabras. Él está seguro de eso, el aspecto físico de las dos no deja ninguna duda― ¿Tú como la conoces Donkor?
El revivir la historia de ellos para él es demasiado doloroso pero se lo debía, tenía que explicarle algunas cosas y así poder comprender que sucede y el porqué de las amenazas.
―Cuando terminé la enseñanza media y comenzaba la universidad llegó una compañera que era Griega. Nos hicimos muy buenos amigos ―el recordar esos días le traen sentimientos encontrados, el hablar de ella su recuerdo sigue rompiéndole el corazón y un vacío inmenso se extiende en su ser― estudiábamos la misma profesión, así que te puedes imaginar que pasábamos muchas horas juntos. Esa amistad poco a poco comenzó a convertirse en cariño para después darle paso a enamorarme por completo de ella. Ariadne esa mujer es Ili. ―no puede evitar sonreír con dolor al nombrarla como a ella le gustaba que él lo hiciera. La licenciada no da crédito a lo que escucha de la boca de su cliente ¿Cómo es posible que su amiga y su cliente mantuvieran una relación?
―¡No puede ser...! ―por primera vez en su vida no puede articular palabra intentando poner en orden sus pensamientos pero no lo logra.
―Sí, duramos casi dos años hasta ese maldito día.
―¿Qué día? ―interroga, por fin su cerebro contacta con su lengua logrando hablar.
―Una mañana recibió el llamado de su padre diciéndole que tenía que regresar urgente a Creta y lo único que sé es que a un mes de su partida recibí un mensaje de ella diciéndome que contraía matrimonio y que me olvidara de ella. ―el dolor en sus palabras es palpable, su corazón se comprime al recuerdo se esas horas vividas.
―No sabía que ella tuviera novio en esos años. ―Ariadne intenta mantener su cara de póker y no demostrar que esa historia le duele más de lo que podría pensar alguien― ¿Y qué hiciste?
―Viajé de inmediato a Grecia, pero... llegué tarde. La vi en el altar. ―los ojos del hombre se humedecen― la vi vestida de blanco casándose con otro hombre que no era yo. ―Frustrado se pone de pie girándose hacia el ventanal― Estaba ahí mientras ellos daban sus primeros pasos como marido y mujer...
"«Verlo en el altar contrayendo matrimonio con Iliajtida la enfermó, el verlo tan hermoso con esa vestimenta que hacía resaltar su hombría la destruía. Había llegado con uno de sus hermanos cuando la ceremonia ya había comenzado y se había quedado cerca de la entrada para que no pudieran verla, pero en el momento que el cura hizo que la pareja diera sus primeros pasos, sus miradas se encontraron, ella entre decepción y dolor al verlo ahí, donde él había jurado que no estaría y él con tristeza en sus ojos los cuales le demostraban que había estado llorando. No lo soportó y salió corriendo del lugar. No le importaba donde ir solo tenía que alejarse de todo el mundo. Para ella su hombre había hecho lo correcto aunque le partiera el corazón.»"
―No podía entrar e interrumpir la boda, sabes muy bien como son las cosas en ese pueblo, saldría gente muerta y no soportaría cargar con algo así en mi conciencia. ―Donkor sigue su discurso lleno de dolor sin darse cuenta que sin querer ha transportado a su acompañante a recuerdos que deseaba tener olvidados― una vez terminada la ceremonia la llamé para que nos encontráramos y eso hicimos...
« "― ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás con tu mujer? ―La joven se sentía dolida, estaba segura que él siempre supo lo que sucedería.
―Con ella estoy. ―Aseguró y se acercó lentamente hasta llegar frente a ella.
―Qué yo sepa no era yo la que iba vestida de novia a tú lado en aquella iglesia. ―Ironizó y comenzó a alejarse, algo que el hombre detuvo a tiempo tomándola de un brazo.
―Ella no es mi mujer, es la esposa que lamentablemente me han impuesto, pero mi mujer eres tú. ―Confirmó mirándola directo a los ojos.
―Sí, claro. El pobrecito no sabía que hoy se casaba.
―Te juro que no lo sabía hasta que llegué al lugar. ―Tomó el rostro de su mujer y comenzó a acércalo a él hasta juntar sus frentes―. Mi madre me tendió una trampa, no tenía idea de nada hasta que ya era demasiado tarde. Ella nos vio la semana pasada. No sabe quién eres pero me prometió que si no me casaba te encontraría y los mataría a todos. Créeme, amor, cuando te digo que no lo sabía.
Ariadne quería creer en él, lo necesitaba. Pero verlo y saber que ya no sería de ella la destrozaba.
―Tienes que irte, si alguien se ente... ―El hombre no lo soportaba más y la besó como si en ese momento terminara su vida.
―No te preocupes, ella también se está despidiendo. ―La volvió a besar―. Por el momento no podemos hacer nada."»
―Esa fue la última vez que estuvimos juntos. ―dice por fin― ¿Es por ella que no querías representarme? ―pregunta girándose hacia la mujer para quedar frente a ella y poder mirarla directamente a los ojos; pero no obtiene ninguna respuesta― Ariadne, respóndeme por favor ¿Fue por Iliajtida? ―no hay caso, la mujer está perdida en sus recuerdos, olvidándose por completo de la presencia de Donkor. Hasta que el hombre ya cansado de hablar solo se acerca a ella tocándole el hombro, ocasionando que su acompañante de un brinco en su asiento.
―Perdón, perdón... ¿decías? ―intenta componerse; algo que le es bastante difícil.
―¿Te encuentras bien?
―Sí, perdona que solo me había perdido en los recuerdos de esos años. Intenté recordad si Iliajtida nos había hablado de ti. ―miente, porque no le dirá en ningún caso qué o a quien recordaba― pero de verdad que en ningún momento, por lo que a mí se refiere, no dijo nada.
―Lo sé. ―concuerda― ella temía por alguna vendetta, por eso aceptó. ¡Dios! Ella juró que con su marido no sería más que un trato y que no pasaría mucho tiempo para separarse. Pero ya ves, ―dice sentándose derrotado― han pasado dieciocho años y ellos siguen felizmente casados. ―esas últimas palabras son un cuchillo enterrándose en el corazón de Ariadne. No soportaba más todo eso. Ya sabía algo más sobre Donkor, algo que nunca había pasado por su cabeza.
El dolor de cabeza comienza a crecer y poco a poco es más difícil mantener hasta la espalda recta. Lleva las manos a lo alto de su cuello para intentar masajearlo, algo que no le sirve de nada. Y aunque en un principio Don se mantiene alejado de ella, no logra evitar sentir nostalgia por su madre al ver a Ariadne en tal estado. Sin pensárselo dos veces se levanta de su asiento situándose detrás de la mujer, con manos firmes comienza a trabajar el lugar que tanto le duele a ella.
Ariadne quiere negarse pero el dolor le gana en ese minuto y lo único que hace es disfrutar del momento del relajo que le regala Donkor.
A la misma hora en las oficinas de DonCro Informática, Cristóbal se dispone a comenzar la inspección de los servidores donde se almacenan los datos registrados del hotel, entre ellos los videos de las cámaras de seguridad. Para reducir la búsqueda, filtra los parámetros indicando la hora, la fecha y el número de cámara, para que solo aparezcan los videos de la cámara más cercana a la habitación de Donkor. Es en ese momento de búsqueda cuando se da cuenta que algunos videos han sido borrados, por suerte solo se han borrado del servidor del hotel, pero no del servidor de su empresa
Katerina se queda mirando por un momento el edificio donde su amiga le ha dicho que la estará esperando Cristóbal. Viéndolo bien nadie se puede imaginar que dentro de él hay oficinas capacitadas con las últimas tecnologías y eso mismo es lo más valioso de Roma, mantiene en todos sus rincones su aspecto.
Se sube en el ascensor marcando el cuarto piso, el tablero le indica que es el último piso. Al llegar a su destino la estancia la obnubila, la recepción se impone y una D entrelazada con una C de acero inoxidable con iluminación Led y un escritorio del mismo material con computador de última tecnología, pero ahora no se encuentra alguien en lugar para recibirla y al dar un paso hacia un ventanal o eso cree ella este se abre de par en par dándole la bienvenida a un nuevo mundo de la tecnología informática. Al entrar al centro de monitoreo del servidor se queda impresionada de la estructura ergonómica y domótica del lugar pues cada pared está proyectando distintos videos en simultaneo, Cristóbal está sentado con un iPad en la mano con lo que controla cada monitor. Se puede apreciar que cada pantalla le permite interactuar ya sea táctilmente como desde el comando del iPad que sostiene en sus manos al acercarse a la entrada se escucha la inteligencia artificial del lugar mencionar que se encuentra un visitante en la puerta y procede a desbloquear el acceso, Cristóbal debía configurar el acceso para ella.
Se pueden apreciar varios videos, líneas de códigos y proyecciones de lo que está resultando la búsqueda del hombre del techo se despliega un panel de cristal donde este interactúa y muestras fragmentos de videos, pero se puede apreciar que son tomas de diferentes ángulos de las cámaras.
Al entrar Katerina se tiñen las ventanas que dan a una gran vista de la ciudad, el edificio esta ergonómicamente diseñado para que la luminosidad en la sala de monitorea sea la adecuada y la imagen se puedan ver más nítidas, cabe destacar que todo el edificio ha sido diseñado de tal forma que sea controlado por completo por un asistente, la domótica que utilizaron para este es diseñado para utilizar fuentes de energía limpias. Haciendo la domótica del edificio ecológica y adaptable, además contribuyendo a la estabilidad del ambiente.
El centro de monitoreo es impresionante pantallas de varios tamaños, este lugar es extraordinario te sientes observado por todas las pantallas y es como estar alumbrado por miles de lucecitas. Se ve el Cuarto de Servidores en los cual se observa la tranquilidad existente, pero está iluminado de forma adecuada es muy vistoso y provoca quedarse a la luz de ambas salas.
Leya como se llama la inteligencia artificial de edificio y del cuatro de monitoreo le da la bienvenida y se presenta. Katerina no deja de apreciar el lugar, como abogada algo conoce de informática y sabe que este lugar está capacitado con lo último en el mercado, no tienes que ser un genio para darte cuenta de eso.
―Buenos día Katerina. ―saluda sin levantar la vista de su trabajo y con el ceño fruncido. Cosa que no es necesaria ya que el rostro femenino que lleva durante días en su mente es proyectado por todos los monitores, dándole así la bienvenida a la mujer que llega a irrumpir en su despacho. Muy rápido vuelve sus pantallas a la imagen principal y sigue prestándole toda su atención a ello. Algo no está bien en lo que ve.
―Buenos días Cristóbal. ―responde ella mientras le entrega los documentos que lleva con sigo.
―Gracias, necesito saber hasta donde tengo permiso legal. ―le da un rápido vistazo para seguir con lo suyo sin prestarle mayor atención a la mujer que acaba de llegar―. Necesito que me ayudes en esto. ―acerca una silla a su lado e insta a Katerina que se siente junto a él. La mujer intenta negarse pero pensándolo mejor se da cuenta que mientras más rápido terminen se alejaran mucho más rápido de ellos y eso es lo único que desea. Ella sabe muy bien que al estar cerca de Donkor solamente les puede traer desgracia. Así que sin decir ni una sola palabra toma asiento al lado del hombre―. Quiero que vayas anotando fechas y horas para poder ver si nos saltamos algo sin darme cuenta. ―explica entregándole una libreta y un lápiz.
Antes de comenzar Cristóbal presiona un botón el cual hace de inmediato que los vidrios de su oficina se polaricen y quedan en completa oscuridad para lograr observar mucho mejor los monitores.
Así pasan las siguientes horas hasta que comienzan a sentir calambres en sus piernas por las tantas horas sentados y el estómago empieza a quejarse por no ser alimentado.
―Nos faltan algunas horas de las cámaras del hotel. ―acota la mujer mirando detenidamente lo que ha escrito.
―Sí, esas las borraron de las cámaras del hotel pero no de la calle ya que no se veía nada, solo un coche entrando al estacionamiento. ―Cristóbal no aparta en ningún momento los ojos de la pantalla― así que vamos a nuestro servidor central donde tenemos todos los respaldos del hotel y si ellos no lo piden, esos no pueden ser eliminados.
No le toma mucho tiempo hasta dar con lo que busca y al ingresar, las imágenes inundan su pantalla. La grabación anterior mostraba hasta cuando Donkor ingresa a la habitación, pero después ña imagen se vuelve negra y eso es lo que Cristóbal encuentra.
Por el pasillo primero se ven tres personas pasar, una mujer y dos hombre los cuales no pueden identificarlos. Hace zoom en la imagen y las personas son reconocidas por Katerina demasiado bien para su gusto.
―¡No puede ser! ¡Esto es una broma! ―no logra dar crédito a lo que sus ojos ven en esa pantalla.
―¿Qué sucede? ¿Los conoces? ―se interesa el hombre y por primera vez en todo el día le dedica una mirada y mejor para el hombre si no lo hubiera hecho, porque el espectáculo que encuentra frente a él no logra descifrarlo. La mujer ha perdido todo el color de su rostro, y sus ojos azules se oscurecen, tornándose de un imposible azul oscuro. Si Cristóbal pudiera bromear en ese instante le diría que parece un vampiro, pero no lo puede hacer, la preocupación se ha instalado en su pecho―. Katerina por favor háblame, ―pone la mano en el hombro femenino sintiendo de inmediato una corriente traspasarle todo el cuerpo.
―Sigue y te diré. Terminemos para ir donde Ariadne y contarle todo. ―responde completamente decidida y ese cambio lo perturba ¿cómo puede cambiar de postura en un nanosegundo? aunque esa mujer para él es un enigma, sigue con su trabajo, Cristóbal también desea terminar lo antes posible.
Adelantaron un poco la película hasta que ven a dos mujeres salir corriendo de la habitación donde se encontraba Donkor. La volvieron a retroceder para apreciarla mejor y ven que salen las dos haciéndole una señal a alguien que no se aprecia en ningún punto de las cámaras que se encuentra en ese lugar, es como si de un fantasma se tratara. Luego de unos segundos aparecen dos hombres cargando con un tercero entre ellos y ¡Bingo...! Maquiavo va inconsciente.
―¡Listo...! ¡Lo tenemos! ―celebra el hombre, por fin podrá su amigo volver a la libertad. Pero Katerina no piensa igual y desea que los tres sujetos que aparecieron en esa pantalla no tengan nada que ver con todo lo sucedido.
―¡Vamos! ―la mujer se pone de pie y sin esperar a su acompañante sale del despacho directa al ascensor, pero debido a la oscuridad del lugar se tropieza con una pequeña mesa, de la que no se había percatado antes. Por suerte los buenos reflejos de Cristóbal que la sujeta por la cintura no golpea su cabeza contra el suelo.
―Tranquila. ―susurra cerca de ella― deja encender las luces que no tengo ganas de correr un domingo al hospital después de la semana que pasamos ahí con Don, ―bromea.
―No tenemos tiempo que perder. ―Se queja Katerina.
―Paciencia, sin ella no lograrás tu objetivo. ―dice Cristóbal completamente serio. Pasa por delante de la mujer para encender las luces y poder apagar todos los ordenadores que existen en su oficina. Su tranquilidad comienza a molestar mucho a la mujer que no ve la hora de contarle a Ariadne a quienes ha visto y que ya están en la ciudad.
A media hora después ingresan a la casa de su amiga, tras haber mostrado los permisos adecuados.
Nicole se encuentra en su habitación ya que la música se escucha por toda la casa. Katerina va directo a la oficina que tienen en la casa y sin anunciarse irrumpe en la estancia seguida de Cristóbal que está ansioso.
―Citripio, ―llama el hombre a Donkor apenas lo ve frente él― ya tenemos tu libertad en nuestras manos. ―El cariño que se tienen mutuamente es palpable para todos quienes los conocen.
―Eso es genial Arturito... ―la alegría entre ellos se siente en la habitación y las mujeres que los acompañan, no pueden evitar extrañarse por los nombres que escuchan.
―Ariadne. ―Katerina no está segura si es escuchada por su amiga hasta que ella le dirige una mirada preocupante.
―¿Qué sucede? ―pregunta poniendo toda su atención en ella.
―Ellos están acá. ―el dolor en el estómago todavía no se le pasa.
―¿Quiénes? ―interroga un tanto confundida deseando que no sea lo que tanto teme.
―Mi cuñado está aquí...
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