Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPITULO 29


Donkor.

"Él me violó". Esas tres palabras no han dejado de retumbar en mi cabeza produciéndome una sensación que no puedo expresar con palabras.

―¡No mi vida! ―me niego aceptar lo que dice― No logró hacerte tal daño mi amor. ―aseguro arrodillándome frente a ella con mis manos encima de sus rodillas.

―Él lo hiso... ―sus palabras son pequeños pedazos de vidrio que cada vez que salen de su boca se entierran en mi corazón haciendo que este sangre y duela intensamente―. Hace dieciocho años él lo logró, en ese momento no hubo nadie que me protegiera de las manos de ese maldito. ―No puedo responder ante esas palabras, solo aprecio a la mujer que tanto amo, como en estos momentos se estremece y estoy completamente seguro que la razón son los recuerdos que reviven.

Comienza su narración, recuerda cómo se encontraba en el lugar al que acudía con el idiota de mi hermanito para despedirse de todo lo que habían vivido en ese lugar. Unas horas antes había visto a Niko e Iliajtida marcharse a su luna de miel y lo único que ella deseaba era llorar y llorar para dejar ir a su amado. ―mis manos dejan la piel de Ari para aferrarse a la cama. Odio que ese imbécil la haya marcado haciéndola suya, pero mi odio crece por lo desgraciado que se comportó con ella al dejarla sola y por tantos años―. Cuenta cómo llegó ese hijo de puta, el como la tocaba e intentaba besarla...

―Ari... ―ruego a que se detenga pero no estoy seguro si es por ella y todo lo que vuelve a sentir al recordar lo vivido o es por mí al no saber si soportaré no ir por ese maldito y terminar lo que dejé a media.

―Nunca había pensado hasta en ese minuto que la muerte podría ser una salvación. ―sigue narrando, ignorando por completo mi suplica―. Al darme cuenta que mientras más obstáculos le ponía para que no lograra su cometido o gritaba, él más lo disfrutaba, excitándose de una manera enferma. ―mis ojos no se apartan de su rostro, no dejo de preciar como sus rasgos están endurecidos y sus ojos solo reflejan un vacío―. Por un tiempo pensé que Nicole podría ser hija de él, ―acepta― pero a pesar de eso... no podía ni siquiera imaginar en que podría terminar ese embarazo. Porque a mi hija la amé desde el primer segundo que supe de ella sin importarme quien era su padre. ―no puedo creer que mi mujer sea tan valiente, el solo hecho de que fuera solo una adolescente y cargara con tal experiencia no la echó a la depresión, sino que quiso salir adelante por ellas dos.

―No pienses en eso Ari, por favor...―suplico tomando lugar a su lado para poder abrazarla―. Ya todo pasó. ―beso su frente pero ella enfadada se aparta de mí.

―Todo esto, ―mueve su mano mostrando nuestro alrededor―. Nunca pasará Donkor. ―mi nombre sale con enfado de su boca llevándome a un tiempo no muy lejano donde Ari no quería ni verme, lo que me hace sentir inútil―. No nos dejarán tranquilos hasta que o ellos o nosotros terminemos bajo tierra. ―insiste y es la primera vez que escucho en su voz tal desesperación y enfado a la vez.

―No hables así amor... ―ruego, no dejo de abrazarla porque es la única manera en que mi paciencia aun me mantenga cuerdo. Estoy aguantándome las ganas de salir de esta habitación e ir al encuentro del hijo de puta que destrozó hace años la vida de mi mujer y hace unas horas volvió a intentarlo. ¡Maldición...!

―¡Tú no comprendes! ―dice con desprecio― tú no sabes cómo es que alguien te toque sin que tú lo desees, ni siquiera puedes imaginarte cómo se siente alguien después de ser abusada, no podía ni siquiera dormir por meses. Veía en los ojos de todos los hombres que se acercaban a mí los de ese animal. Por años tuve que ir a terapia y te confieso algo que ni siquiera a Katerina se lo he mencionado nunca ―solo asiento porque mi boca se niega a dejar salir cualquier palabra ¿Y qué podría decirle?―. No sé si lograré... ―tengo la certeza de saber a lo que se refiere y puedo comprender el porqué de su manera de hablarme. Reconozco que nunca podré ponerme en su lugar pero tampoco la dejaré hundirse en esos recuerdos que tanto daño le hacen.

―No es hora de pensar en cosas así Ari. ―estoy seguro que cuando llegue el momento nada va impedir que logremos pertenecernos―. Todo llegará a su hora

―Estoy segura que debo darte hasta asco. ―y con sus últimas palabras siento que puedo explotar y si no lo hago es por la única razón que mi prioridad es ella al igual que su bienestar―. Mejor dejémoslo hasta aquí. ―decidida intenta zafarse de mi abraso, pero se lo niego.

―No lo intentes. ―mi agarre se hace más intenso a su alrededor, negándome sin palabras a todo lo que ha dicho.

―Déjame ir. ―suplica pero estoy seguro que no lo desea, ella me necesita tanto y más que yo― por favor... ―ruega.

―No... ―me niego― mírame... ―Al principio se niega a hacerlo pero luego levanta su rostro haciendo que sus ojos vayan directo a los míos. Siguen sin una sola gota de lagrima―. Ahora que te encontré no te dejaré ir por nada en el mundo. Te ruego que no vuelvas a hablar así de tu persona, nada de lo sucedido es tu culpa amor. Te juro que juntos los tres lograremos salir de todo esto.

―Pero tu querrás... quiero decir yo también... es que no sé... ―se ve nerviosa y un poco avergonzada.

―¿Tú quieres? ―yo sé la respuesta pero necesito que ella este segura de saberla.

―¿Yo...? Si... ―susurra.

―Entonces verás que cuando llegue el momento adecuado nada y nadie se interpondrá entre nosotros.

―No estoy segura... ―acepta.

―¡Ven aquí! ―sin pensarlo la siento a horcajadas encima de mis piernas dejando las suyas desnudas a mis costados. Sus manos viajan de inmediato a mis brazos para sostenerse―. Entre los dos no se puede interponer nadie, ni siquiera nuestro pasado logrará hacerlo, ―comienzo acaricias sus piernas con las puntas de mis dedos y siento como su piel se eriza bajo mi contacto. Poco a poco mis manos suben hasta llegar justo bajo la camisa que lleva puesta. No pierdo en ningún momento de vista los gestos de la mujer que tengo frente a mí y tengo la certeza de que disfruta de mis caricias―. Estamos solo tú... ―la tomo por la cintura y la atraigo más a mí―, y yo. ―beso su cuello y la escucho jadear―. ¿Hay alguien más? ―pregunto con mis labios pegados a su piel pero no tengo ninguna respuesta solo tira su cabeza hacia atrás para disfrutar más de mis besos―. Ari responde, si no hablas tendré que detenerme.

―No, ―logra decir― solo tú.

―Solamente los dos nos encontramos en nuestra cama ―aseguro―, mis manos son las únicas que recorren tu piel, mi boca ―saboreo con la punta de mi lengua la base de su cuello―, es la única que puede disfrutar de tu sabor.

―Don... ―mi nombre esta vez suena como una caricia.

―¿Quieres que me detenga? ―ella sabe que esto es para y por ella, en el momento que desee yo detendré mis caricias por completo, pero quiero que lo único que recuerde su piel, su cuerpo y su alma es a mí amándola, adorando cada suspiro, anhelando sus besos y caricias.

―Por favor no pares ―suplica―, te necesito. ―lleva sus manos y las entrelaza por detrás de mi nuca―, quiero que seas tú a quien vea en mis sueños que me acaricia, que te lleves las marcas que tantos años han dejado sus huellas en mi alma. Quiero sentir que me quieres y que a pesar de todo me deseas...

―No dudes nunca. ―sus palabras me emocionan nunca pensé cuando la conocí que podría ser una mujer tan marcada. Su fuerza para salir adelante con todo lo que ha vivido me hacen amarla, si porque eso es lo que siento por ella, la amo con todo mi ser―. Te amo Ariadne, eres mi diosa y de tal manera te adoraré.

Con sumo cuidado levanto lentamente la camisa que cubre su cuerpo desnudo dándole todo el tiempo por si ella no desea que se la quite, pero no se niega y acepta mi decisión levantando sus brazos por encima de su cabeza para hacerme más fácil el trabajo. Una vez desnuda por completo me mira insegura, no está segura de lo que haré pero en ningún momento quiero hacerla sentirse mal.

―Eres hermosa ―digo mientras voy bajando mis manos por encima de sus hombros y luego por los brazos. Su respiración es agitada, sus pechos suben y bajan frente a mí hipnotizándome con sus movimientos―, eres perfecta como la mejor escultura de Leonardo da Vinci. Tu perfume es de la flor más preciada que Dios creo. ―es primera vez en mi vida que tengo la necesidad que la mujer que tengo frente a mí sienta lo hermosa que es. Con mucha delicadeza paso mis dedos entre sus pechos sin llegar a tocarlos, son perfectos a pesar de que con ellos alimentó a su hija y su aureola ya no es un rosado como supongo que debió de ser cuando era una adolescente, su tamaño estoy seguro que se ajustan a mis manos, pero por el momento solo quiero admirarlos y que Ariadne sienta mis caricias por todo su ser hasta que no soporte más. Mis manos viajan entre ellos hasta llegar a su estómago y de ahí se van directo a su espalda para atraer su cuerpo desnudo hacia mí. La tomo por la nuca para atraer su rostro cerca al mío y poder tener a mi alcance sus labios los cuales saboreo delicadamente.

―Don... ―jadea.

―Dime Ari ¿quieres que me detenga? ―vuelvo a preguntar, no quiero que tenga dudas en ningún momento.

―Necesito que me hagas tuya ―asegura―.

―¿Estás segura? ―reconozco que doy muchas vueltas pero lo que ella siente y desea para mí son los que importa en este momento. Sé que no somos niños y que tenemos la edad suficiente para saber lo que hacemos; pero para ella esto será como su primera vez, lo que viviremos ahora los dos juntos será nuestra primera vez borrando todo lo que ha existido antes de esto.

―Sí Don, solo tú y yo. Desde hoy, desde ahora en mi vida solo existirás tú ―afirma―.

Con mucho cuidado la tomo de la cintura para darle vuelta y dejarla recostada en la cama bajo mi cuerpo. Admiro su belleza mientras comienzo a desvestirme ante su atenta mirada.

―No existe nadie antes o después de ti mi amor ―concuerdo.

Al terminar de quitarme mis pantalones quedo completamente desnudo ante sus ojos y la dejo que admire todo lo que desea. Delicadamente comienzo a besarla desde sus pies y poco a poco voy subiendo por sus piernas hasta quedar por completo encima de ella.

―Te quiero... ―dice tomando mi rostro entre sus manos y esas palabras son lo único que espero escuchar para perderme en un beso que tanto necesito, pido permiso con mi lengua algo que ella permite de inmediato, me atrae hacia ella demostrándome también lo cuanto me desea. Intento no poner mi peso por completo encima de ella pero cada vez mi fuerza de voluntad se va perdiendo y si no detengo el beso todo terminara ya.

―Yo te amo y no por esto ―aclaro indicando el momento que estamos viviendo―. Te juro que se puede amar también sin llegar a tener esta intimidad y lo haría si eso fuera necesario. Pero mi amor hacia ti va mucho más allá amor, traspasa cada límite y tú en este instante me regalas lo más valioso que posees, tu confianza. Seré merecedor de ella te lo prometo.

Bajo por su cuello dejando un regadero de besos hasta llegar a la atura de su senos, a los que les dedico toda mi atención por unos minutos hasta quedarme a gusto, el tenerlos en mi boca y disfrutar de su maravilloso sabor hacen que mi erección comience a doler y llegue a ser bastante notable por Ari quien cada vez busca más nuestro contacto en esa precisa parte de nuestros cuerpos. Así que sigo descendiendo hasta llevar mi boca a su intimidad. Por un momento pierdo el contacto que manteníamos, ella intenta cerrar sus piernas pero al volver mi mirada y toparme con sus ojos, ella misma me da el permiso hasta su intimidad dejándome degustarla como lo que es, el más apreciado néctar de los dioses del Olimpo.

―¡Don...! ―grita al sentir su primer orgasmo pero no me detengo y gustosamente saboreo todo lo que mi mujer me da―. No puedo, es mucho...

―¿Quieres de verdad que me detenga? ―esta vez vuelvo a mi postura anterior quedando por encima de ella.

―Te quiero dentro de mí, que me hagas el amor, que te entregues a mí como yo lo hago contigo. ―es la primera vez que pide exactamente lo que desea y eso para mí es el premio mayor. Ya no piensa en nada ni nadie, en su mente y alma simplemente existimos los dos.

―Sus deseos por mi serán cumplidos, no soy nadie que le pueda negar algo mi licenciada ―sonrío mientras Ariadne también lo hace pero a la vez me sorprende al enredar sus piernas por detrás de mi trasero para atraer a mi miembro en su interior. Poco a poco pido permiso a su labios para ingresar en su interior, intento ser lo más cuidadoso posible, no quiero lastimarla pero ella lo hace bastante difícil―. No te apresures amor, déjame hacer las cosas bien ―tomo sus manos colocándolas por encima de su cabeza, sus ojos solo demuestran deseo, ya no existe la inseguridad, no demuestran el dolor. Tomo su boca entre la mía, saboreo cada rincón con mi lengua y en el momento en que la siento por completo desecha bajo mío me introduzco por completo en su interior.

―¡Ah...! ―su grito es ahogado en mi hombro y yo detengo por un momento mis movimientos para asegurarme de que se encuentra bien.

―¿Ari, mi amor? ―por un momento ella se encuentra con los ojos cerrados pero pronto me mira y una sonrisa ilumina su rostro.

―Sigue... no te detengas ―se aferra a mi sin dejarme espacio y nuestros movimientos se convierten en una danza erótica.

―Soy completamente tuyo ―confieso y en realidad no sé porque lo hago exactamente; pero siento la necesidad de que ella sepa que para mí no existe alguien que pueda apartarme de su lugar―. Mi amor... te amo... ―digo por último y siento como su interior se ajusta a mi miembro aún más llevándonos a los dos a alcanzar el clímax.

―Y yo te pertenezco... ―dice casi sin aliento, sin dejar de aferrarse a mí en ningún momento. Nos doy vuelta para que sea ella quien se recueste encima de mí mientras me encuentro aun en su interior.

Nuestra respiración sigue agitada, no decimos ni una sola palabra, yo me dedico a acariciar su espalda sabiendo que comienzo a relajarla.

―¿Te encuentras bien? ―pregunto mientras intento recuperar mi aliento.

―Perfecto ―responde y besa mi pecho.

―Perfecto no fue ―aseguro y ella me mira preocupada―. Me hubiera gustado hacerte disfrutar un poco más ―sonrío― pero de verdad es que por Dios me vuelves loco.

―Mmmm... no sé si lograría soportar más de lo que me has dado ―sin pensarlo ella hace un movimiento que nos hace jadear a los dos― ¡Esto es...! ―no puede seguir por que la danza que comienza encima de mi miembro nos hace a los dos excitarnos y volvemos los dos a perdernos en nuestro mundo...

Ariadne ya lleva dormida más de veinte minutos pero para mí es imposible conciliar el sueño, no puedo dejar de dar vuelta en mi cabeza todo lo que me contó mi mujer. Como puedo y sin hacer demasiado alboroto me visto y salgo de mi habitación sin dar un último vistazo a mi diosa que se encuentra en los brazos de Morfeo.

Necesito ir a desahogarme por un par de horas al gimnasio, debo quitarme este enfado, todo el odio que siento tengo que desecharlo.

Un golpe al saco es por todo lo sufrido por mi mujer, otro golpe, el odio que sienten por nosotros. Otro golpe y me imagino el rostro de ese bastardo que intentó volver a ponerle un dedo encima a Ari, no me detengo, me desquito por todo lo sucedido y a lo rápido limpio dos lagrimas que se escapan de mis ojos. ¡No! En estos momentos ellas necesitan que yo sea fuerte y que pueda velar por su felicidad. ¡No volverán a lastimarlas! Primero los veré bajo tierra aunque manche mis manos con sangre... 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro