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CAPITULO 28


―Te he querido desde hace mucho y eras mi imposible porque jamás pensé en poder tenerte, en que te fijaras en mí, Nicole te A... ―el sonido en la puerta no permite al joven seguir con su declaración y los dos reaccionan a tiempo para volver a su puesto. Nicole logra acostarse al lado del niño y Anggelo se recuesta cubriendo también su cuerpo antes de que la puerta se habrá dejando aparecer la cabeza del dueño de casa.

―¿Están dormidos? -pregunta despacio, intentando no despertarlos si ese fuera el caso.

―Aún no. ―responde el joven incorporándose.

―Hace poco se ha dormido Sifis. ―agrega la joven sentándose para poder mirar a su tío―. ¿Qué sucede Don? ¿Mi mama se encuentra bien? ―la preocupación se incrementa al ver que su tío no responde mientras cierra la puerta detrás de él para tomar asiento en la cama junto a su sobrina.

―Ahora está bien pequeña. ―intenta ser sincero―. Hemos tenido un accidente pero ya todo pasó. ―explica.

―¿Cómo que accidente? ¿Qué le pasó a mi mamá? ¡Tengo que verla! ―dice mientras intenta colocarse de pie para ir al encuentro de la mujer.

―Pequeña, tranquila. ―Donkor con su voz apacible sujeta a Nicole para que no salga de la habitación. Ariadne lo menos que necesita en estos momentos es que la pongan nerviosa y tener que explicar lo sucedido―. Ella está bien, ahora se está duchando para dormir un poco.

―¡Don, no me mientas!

―Pequeña nunca lo haría. ―responde dolido― lo verás tu misma en unas horas, pero te suplico que la dejes descansar y ya mañana lo hablamos. ―suplica.

Nicole lo mira indecisa, la necesidad de ver a su madre la consume. Ella se moriría si a su madre le llegara a pasar algo.

―Nicole... ―la llama Anggelo―. Don tiene razón, sea lo que sea ya pasó y por la mañana podrás interrogarla todo lo que quieras, pero creo que lo mejor es que todos nos acostemos a dormir, que tendremos que levantarnos en pocas horas. ―la joven los mira indecisa pero también sabe que es lo mejor.

―Está bien. ―se resigna―, pero si me escondes algo no te lo perdonaré Don. ―amenaza a su tío.

―No te escondo nada cariño. ―el hombre la abraza mientras le besa la cabeza―. Todo está bien. El niño se quedará contigo, ―le indica―. Katerina duerme en el salón junto a Cristóbal. ―les explica. La pareja asiente y un poco más tranquilo Donkor sale al encuentro de su mujer, dejando a Nicole y Anggelo preocupados y fundidos en sus propios pensamientos.

A la joven la preocupación la invade y no puede evitar sollozar ante lo sucedido, Anggelo al escucharla le tiende las manos algo que acepta sin duda. El joven la envuelve en sus brazos, intentando tranquilizarla.

―Ten confianza en Don, el nunca diría o haría algo que no fuera solo para protegerte. ―asegura el hombre.

―Lo sé, pero si le llegará a pasar algo...

―No les sucederá nada a ninguna de las dos. ―la interrumpe― estoy seguro que Don no permitirá que nada les pase y te aseguro que si es por mí, nadie podrá hacerles daño. Nicole... ―la nombra para que lo mire― ya no están solas. Don ama a tu mama y yo... ―dice tomando el rostro de la joven entre sus manos― te amo con todo mí ser. ―sin soportar la distancia acerca sus labios juntado los dulcemente.

Sus corazones laten al mismo ritmo, deseando que ese momento no termine nunca. Si dicen que el primer beso es especial para Nicole el segundo lo es todo, se había imaginado muchas veces como seria y esto pasa de sus expectativas. Las manos masculinas la sujetan del cuello cubriéndolo por casi completo. La joven no sabe dónde poner las suyas que siguen colgando a su costado. Vergonzosamente las sube hasta llegar al pecho masculino por encima de la camisa que cubre la piel dibujada que tantas veces apreciaba en el ring.

Anggelo acaricia con su lengua los labios femeninos que aún siguen sellados, los saborea haciendo que Nicole se estremezca, que sienta en todo su cuerpo esas caricias. Sin saber porque ella jadea dándole el paso a ingresar al hombre en su boca, las dos lenguas se acariciando lentamente, conociéndose, tomando el sabor uno del otro. Ninguno de los dos tiene apuro en terminarlo, es el momento que tanto esperaban. Al quedar a gusto y sabiendo que no debe seguir el joven detiene el beso poco a poco sin apartarse por completo de la mujer.

―¿Nicole? ―la joven sigue con sus ojos cerrados sin desear abrirlos y el sueño que cree tener, termine―. Háblame... ―suplica acariciando con su dedo los labios sonrojados por el beso. Ella no responde pero por fin lo mira. Sus ojos brillan como dos piedras preciosas, sus manos lo siguen sujetando―. Por favor no me digas que ha vuelto a ser un error. ―suplica, temiendo que la joven vuelva a huir.

―Tú no deberías... yo no tendría... ―balbucea sin saber correctamente que decir en ese momento.

―¿Yo no debería, qué? ¿Enamorarme de ti? ¿Quererte? ―pregunta mirándola directamente a los ojos―. ¿Por qué? No comprendo Nicole por que no puedo tener estos sentimientos que cada vez que estoy cerca de ti estrujen mi corazón. ―toma la delicada mano de la joven llevándosela a la altura de su corazón apretándola con cariño haciendo que ella sienta como late en ese momento.

―Anggelo... ―suplica― tú podrías tener a cualquier mujer que desearás, de tu edad y no una simple niña como yo. ―levanta su delicada ceja indicándole que él mismo muchas veces la había llamado de tal manera―. Yo no podré nunca darte lo que podría darte alguien de tu edad. ―el joven sabe muy bien a lo que se refiere Nicole. El sexo es algo que tiene muy lejos de obtener con ella pero en realidad en estos momentos es lo único que no le interesa. Desea cuidarla, amarla por sobre todo tenerla cerca de él. Saber que el uno le pertenece al otro y para eso no es precisamente importante tener relaciones íntimas.

―Claro que no podrás... ―toma las manos femeninas y se las lleva a sus labios para besarlas delicadamente― tú eres mucho más sincera, no sabes lo que es engatusar a alguien, ―los labios masculinos se curvan en una sonrisa traviesa―. Te has ganado mi corazón con tu pureza, eso él lo que amo de ti, tu inocencia, tu espontaneidad. Nicole tengo muy claro que nuestra diferencia de edad te da miedo a lo que yo desee de ti, pero te juro por lo más sagrado que nunca haría algo por lastimarte. ¿Sabes? Una vez mi madre me dijo que sabría exactamente cuándo llegaría la mujer de mi vida por la única razón que lo único que desearía era verla feliz a cualquier costo aunque eso implicara el estar lejos de ella y te aseguro que si tu no sintieras lo mismo que yo, lo haría, pero no sin antes saber la verdad dicha por tus labios y tus ojos que nunca mienten. ―Nicole no puede creer la declaración del hombre que tiene frente a ella.

―¿Lo harías? ―pregunta incrédula―. ¿Te alejarías de mí?

―Si tuviera la certeza de que eso te haría bien. Si desaparecería de tu vida. ―sus palabras no dejan lugar a ninguna duda de que son verdaderas.

―No... ―niega con la cabeza dando énfasis a su palabra.

―¿No, qué? ¿No quieres estar conmigo o no quieres que me aleje? Háblame... ―suplica.

―No te alejes nunca... ―ruega― temo que empecemos algo y luego te des cuenta que no soy yo "esa mujer" que tú dices.

―Testaruda... ―sonríe― me ganaré tu confianza y verás que no te miento. Pero tengo la necesidad que me hables, que digas lo que piensas pero para mí lo más importante es que me digas lo que sientes.

―No sé cómo expresar lo que siento Anggelo, ―confiesa― es primera vez que siento algo así. Tengo la necesidad de estar cerca de ti, cuando estoy a tu lado tengo la certeza que nada malo puede suceder. Podemos conversar de todo pero también solo sentarnos en silencio, con solo pensar que puedo perderte mi corazón se detiene. Reconozco que todo esto te pueden parecer palabras de una niña que se enamora por primera vez o que tal vez vive una ilusión, ―se encoge de hombros― pero es lo único que puedo decirte.

―No eres una niña cualquiera Nicole, eres mi niña, ―en su voz se nota la alegría ante las palabras dichas por la joven―. Mi niña hermosa, con la cual aprenderemos juntos lo que es ser feliz. ―El hombre la vuelve a tomar en sus brazos, dichoso por la oportunidad que se les da.

Después de unos minutos llenos de besos y palabras de amor, deciden que es hora de dormir un rato que les espera madrugar...

Mientras tanto Cristóbal se camina con dos mantas bajo uno de sus brazos y dos almohadones bajo el otro.

―¿Cómo te encuentras? ―pregunta a katerina sacándola de los pensamientos en los que se encuentra perdida.

―Si pones que en una semana ha fallecido el padre de mi hijo y hoy casi pierdo a mi hermana, ―se estremece de solo pensar que el atentado sobre Ari pudiera haber acabado mucho peor― estoy de lo mejor. ―dice llena de ironía.

Cristóbal la mira con lastima, sabiendo que ella necesita desahogarse. Pero no está seguro si es la hora adecuada para tener una conversación de tal magnitud.

―Perdona. ―se disculpa la mujer sabiendo que el hombre que tiene frente a ella no tiene la culpa de lo sucedido.

―Toma. ―le entrega las cosas que trae con él―. Es hora de descansar un rato.

―Gracias. ―agradece mientras toma las cosas en sus manos y se dedica a arreglar la que será por esa noche su cama. Cristóbal toma el mando y baja las luces dejando un ambiente relajado.

―Estoy hecha una mierda. ―responde Katerina a la primera pregunta que le hizo el hombre―. Intento llevarlo de la mejor manera que puedo.

―Sabes que puedes hablarme. ―los dos se encuentran recostados en sillones separados ni siquiera se giran para mirarse mientras hablan.

―De verdad te lo agradezco Cristo. Ari ha intentado que conversemos ―explica― pero en realidad no quiero ahora que ella por fin esta o mejor dicho, estaba tan bien con Don preocuparla por mí.

―Ahí te equivocas Katerina. ―asegura el hombre― si tú no te encuentras bien Ari lo sabe y tampoco puede estarlo.

―Mi amiga es una cabezota. ―sonríe con dulzura.

―Creo que se parecen bastante. ―Cristo ríe contagiando también a la mujer.

―Espero que estas vacaciones sean para mejor.

―Ya verás que sí. Todos las necesitamos. ―asegura― ahora a dormir que al fin perderemos el vuelo.

―Buenas noches Cristo.

―Buenas cabezota. ―los dos sonríen, sin decir una sola palabra más se duermen...

El dueño de casa se encuentra perdido en sus pensamientos recostado en su cama mientras espera a que su amada vuelva a él. ¿Qué habrá querido decir Ari conque esta vez no pasó nada? ―se pregunta así mismo― Dios está angustia me está carcomiendo, ―no soporta seguir recostado, se levanta y comienza a caminar de un lado a otro dentro de la habitación―. Tengo terror de lo que valla a salir de sus labios cuando le pregunte, no porque me produzca malos sentimientos hacia ella, sino porque no se sí pueda soportar la rabia y el rencor si le hicieron daño. No se cómo comprar tiempo para no oír lo que mi mente lleva suponiendo desde el momento que esas palabras abandonaron su boca no se sí fue que se le salió y no se dio cuenta debido a su estado o porque me lo quisiera decir. No se sí me contará que sucede. Mis sentimientos por ellas son inmensos por eso que sí a ella le hicieron daño antes de este día me provocará volver papilla a quién sea, por lastimarla

Donkor aguarda que Ari termine de ducharse pero ya lleva bastante hora dentro de baño y la ansiedad le gana. Golpea la puerta dos veces sin obtener ninguna respuesta, sin poder soportarlo más la abre y la escena que encuentra ante él le rompe el corazón. Su mujer fuerte y luchadora se encuentra hecha un ovillo desnudo dentro de la ducha. Su cuerpo se estremece y sin pensarlo dos veces toma una toalla que se encuentra colgada. La cubre para tomarla en sus brazos.

―Amor... ―susurra el hombre para no asustarla. Lentamente la lleva hasta la cama dejándola sentada. Él corre a buscar una camisa suya para cubrirla.

―Él... ―dice sin siquiera mirarlo.

―ÉL ¿qué? Mi amor. ―pregunta el hombre sin saber exactamente a lo que se refiere su mujer.

―Él me violó Don... ―y esas palabras para el hombre son su muerte...

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