CAPITULO 27
Ariadne se encuentra cubierta bajo los brazos protector de quien ha sido su salvación, aún el dolor en su cabeza retumba. A lo lejos escucha como su amado la llama y solloza a su lado, y es en ese mismo instante donde su caparazón cruje desapareciendo por completo de su alma. En los brazos de aquel hombre ya no se encuentra la licenciada, ya no está la mujer de hielo que lleva años encerrada bajo esa piel. Ahí está la niña, la adolescente que en su momento pidió ser salvada y nadie llego a su ayuda.
Ari intenta abrir sus ojos, pero la punzada de dolor se lo impide. Desea tranquilizar a su amado, decirle que está bien, que no ha pasado nada, que no llore por ella pero se le hace imposible.
A Donkor ni siquiera se le pasa por la mente separarse esto que unos segundos de la mujer a la que está seguro casi pierde. Desea tomar su dolor si eso es posible pero sabe que no lo es y no puede creer como existe gente tan maldita en este mundo. El sonido de unas sirenas lo alertan de la llegada de ayuda junto a un Cristóbal que apenas los ve corre a su encuentro arrodillándose frente a la pareja.
― Hermano ¿Qué sucede? ¿Qué le pasa a Ari? ―pregunta angustiado mientras examina a la mujer inconsciente.
―¡El maldito intento abusar de ella! ―la rabia brota hasta por los poros de su piel― ¡el hijo de puta la golpeó! Cristó mira su hermoso rostro, está dañado. Y no quiere reaccionar. ―acaricia la piel de su amada que va obteniendo un color morado oscuro.
―¡Señor por favor necesitamos revisar a la señora! ―los interrumpe un enfermero que se ha arrodillado a su lado para poder dar los primeros auxilios a la mujer.
―Esta inconsciente, no ha reaccionado. ―les indica Donkor colocándose de pie con ella en brazos para poder recostarla en la camilla que han traído con ellos los paramédicos.
―Déjenos ver. ―hacen a un lado a Donkor y se dedican a revisar a la mujer, tomando su pulso, revisando sus pupilas y deciden que es mejor llevarla al hospital.
― ¡Señor! ―un oficial llega al lado de Don pero sin lograr ocultar a su amada de su vista―. ¿Puede decirnos que ha sucedido? ―pregunta mientras indica a los hombres que están desplomado en el suelo.
―Intentaron abusar de mi mujer. ―dice intentando encontrar serenidad en sus palabras para no volver a tirarse encima de eso hijos de puta y acabar con ellos de una vez―. Cuando llegué, esos dos ―señala a los dos hombres que se encuentras recién reaccionando― estaba de espalda a la pared, al principio no le di importancia, pero después al mirar mejor vi unos pies de mujer tendidos en el suelo ―relata―. Ellos intentaron impedir que pasara y se lanzaron los dos a golpearme. Cuando ya estaban fuera de combate vi a ese desgraciado ―dice esta vez señalando al hombre inconsciente―. Encima de mi mujer y no lo soporte ¡ese hijo de puta estaba tocando a mi mujer...! ―su mente volvió a la escena de minutos atrás y tuvo que sostenerse para no volver a tirarse a golpes con ese degenerado.
―Bien. ―el oficial tomo la declaración del hombre y lo dejo marcharse con la ambulancia junto a Ari.
―Estoy aquí amor. ―toma la delicada mano y se la lleva a los labios para besarle los nudillos―, quien diría hace un tiempo atrás que tu estarías ahí y yo tomando tu mano. ―susurra― pero desearía ser yo quien estuviera de nuevo en ese lugar. Mil veces ser yo a verte de esta manera. Mil veces yo a que te dañen a ti. ―besa la frente de su amada para luego inclinarse y colocar su cabeza al costado del cuerpo femenino. No le importa para nada dejar correr esas lágrimas, no le importa para nada que digan que los hombres no lloran, él llora para desahogarse, para quitar el dolor que tiene incrustado en su pecho. La mano que sostiene entre las del hace un movimiento haciendo que vuelva a su postura.
―Ari, mi amor. ―acaricia las mejillas, limpiando uno que otro rastro de lágrimas.
―Estoy bien... ahora estoy bien. ―asegura ella―. Gracias por no dejar que volviera a suceder. ―Cierra los ojos en el momento que la ambulancia llega a su destino. Al abrirse las puertas para salir, Cristóbal ya los espera afuera.
―Viene Katerina en camino. Irá a dejar al niño a tu casa, ―Donkor lo mira preocupado aún no quiere que su Sobrina se entere de lo sucedido―. No te preocupes Nicole no tiene idea de nada, Anggelo también está en casa así que le dimos como excusa que nos quedaremos todos ahí para salir juntos al aeropuerto; pero que por tener muchas cosas acumuladas llegaremos tarde. ―lo tranquiliza.
―Gracias hermano, de verdad no sé qué haría sin ti.
―Eso no lo sabremos nunca. ―el hombre se encoge de hombros para quitarle importancia a las palabras dichas.
―¡Señor Mantzarakis! Puede pasar a ver a su mujer. ―le indica el médico de turno―. Ya ha cobrado la conciencia y lo está llamando. ―sin esperar un segundo más Donkor corre a la que le indican la habitación donde se encuentra su vida. Al entrar la ve recostada en la cama, no lleva puesta su ropa si no que una camisa blanca de hospital.
―Hola... ―Saluda ella al sentirlo cerca. Donkor no responde pero se acerca para besar delicadamente esos labios que lo tienen adicto, pero un jadeo lo hace detenerse, al mirar mejor la boca de su amada se da cuenta que tiene el labio partido e hinchado.
―¡Hijo de puta! ―dice por lo bajo. Su manos se hacen dos puños que desean golpear y Ariadne lo siente. Con sus dedos acaricia los nudillos dañados de su héroe.
―Ya todo pasó. ―lo tranquiliza―. Gracias por no hacerme caso. ―sonríe a pesar del dolor de su boca.
―¿En que no te hice caso? ―pregunta el hombre intentando tranquilizarse.
―En la mañana te dije que nos veríamos en casa. ―le recuerda la mujer.
―Y después me mandaste un mensaje para ir por ti. ―agrega él.
―Yo no te mande nada. ―Ari lo mira extrañada― no tuve tiempo durante todo el día de ver mi móvil y ni siquiera sé donde se encuentra. Donkor saca de su bolsillo su teléfono y le muestra el mensaje.
―Ese no es mi número. ―le indica. Por un momento los dos se quedan pensativo sin saber qué es lo que sucede exactamente, pero lo importante es que había llegado a tiempo para salvarla...
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Anggelo y Nicole se encuentran sentados en el salón de Donkor admirando al pequeño remolino que tienen recostado a su lado. El niño había llegado a casa lleno de energía, y durante horas no dejaba a la pareja en tranquilidad, pero ellos felices por dale el gusto en todo.
―Admiro a Katerina. ―reconoce el joven―. Creo que para cualquier persona sola el tener a un hijo, es difícil, teniendo en cuenta que Sifis es un niño especial que necesita de ayuda de manera diferente a los demás niños ha hecho un gran trabajo con él.
―Sí, tiapi es una mujer que lo ha dado todo por este pequeño, bueno en realidad ella y mi madre han sabido salir adelante solas con un hijo que cuidar. ―aclara Nicole―, logrando también ser de las mejores en su trabajo.
―Tienes razón, son dos ejemplos que te darán consejos por toda tu vida. ―Anggelo no puede evitar admirar a la joven que tiene frente a él. Sentada con un simple pijama y el pelo tomado en alto dejando las facciones de su rostro libre de cualquier estorbo para él.
―Así es, ellas lo son todos, ―asiente pero no puede evitar desear que su vida no sea tan solitaria como la de ellas. Se queda perdida en sus pensamientos mientras acaricia la cabecita que tiene en su regazo.
―¿Te puedo preguntar algo? ―interroga el joven sin apartar sus ojos de esa escena tan tierna que le regalan Nicole y Sifis. La joven se encoge de hombros, espera que no diga nada sobre su beso, ella se siente bien con él ahora, ahí sentados los tres juntos, está tranquila y esa conversación solo la alteraría. El joven toma ese gesto como positivo así que sigue―. ¿Por qué llamas a Katerina, Tiapi? ―eso lo llevaba un tiempo intrigado.
Nicole lo mira sorprendida, nunca esperaría una pregunta así por parte de él y eso la hace sonreír.
―Cuenta mi mamá, ―narra la joven pero sin mirarlo en ningún momento― que cuando nací mi tía no sabía cómo llamarme, era dice ella, que era tanto el amor que sentía en su corazón por mí que lo que le vino en mente era Pi, ―explica―. Es uno de los Números Sagrados, el que expresa la irrupción del espíritu en la materia, o la cristalización en formas de lo indefinido, la relación entre lo conocido y lo desconocido (entre lo uno y lo otro), entre lo limitado y lo ilimitado, entre el Ser y el Existir, entre la unidad y la multiplicidad, entre lo permanente y lo efímero, lo homogéneo y lo heterogéneo, entre el Hombre Cuadrado (material) y el Hombre Pentágono (espiritual) de Vitrubio, entre lo curvo y lo recto; naturalezas disímiles siempre e irreconciliables. ―Anggelo se queda sorprendido ante esa explicación sin poder articular una sola palabra deja seguir a la joven explicar―. Como mi tia llamaba a mi mamá monito desde siempre encontró que era correcto ponerme a mi monitoPi, ―la joven no puede evitar sonrojarse al darse cuenta que eso no debería contárselo específicamente a él―. Bueno y como sea cuando supe su significado yo le puse TiaPia y quedo hasta el día de hoy.
―Se nota que se quieren mucho. ―el joven sonríe sin burla.
―Ella es mi segunda mamá, aún recuerdo que todas las noches me cantaba la canción de la letra Pi.
―¿Canción? ―pregunta divertido.
―Si existe una canción y siempre la cantaba.
―¿Puedo escucharla? ―Nicole levanta su rostro para mirarlo y lo ve como junta sus manos y le suplica sin palabras. Lo piensa por unos segundos y sabe que no tiene nada que perder.
Soy π, lema y razón ingeniosa de hombre sabio,
Qué serie preciosa valorando, enunció su amor hacia ti.
A los 7 continentes comunicaría
Mi cariño y amor hacia ti
El mundo entero recorrería
Solo para verte sonreír
Lobos y perros aullarían
Al verme junto a ti
Y para siempre mi vida
Estaría muy feliz
¿Y cómo reúno infinidad de amor?
Tiene que haber tiempo y espacio
Mas mi amor es infinito
Y nunca te dejaré ir
Los océanos yo nadaría,
En la Antártida viviría,
De la selva me alimentaria
Con tal de verte a ti
Soy π, lema y razón ingeniosa de hombre sabio,
Qué serie preciosa valorando, enunció su amor hacia ti.
Todo lo haría por ti
Nada ni nadie sabe cómo yo te amo y te amo sin fin
Si los granos de arena
Y las estrellas contaras
Tendrías una idea
Del amor que tengo por ti...
―Hermosa... ―susurra el hombre perdiéndose en las palabras de esa canción que representaba bastante los sentimientos que tiene él hacia esa pequeña.
―Vamos, es hora de dormir. ―Nicole desea que el joven deje de mirarla tan intensamente. Intenta levantarse pero el tener al niño encima de ella se le hace bastante difícil. Anggelo se pone de pie sin ningún problema tomando en sus brazos al pequeño y sin esperar a la joven se dirige a la habitación en la que dormirían.
Recuestan al niño en la cama y Nicole se acuesta a su lado mientras el joven a sacado la segunda cama que se encuentra por debajo de la que están la joven con el niño y la prepara para acostarse el también.
Las luces se apagan y los dos quedan en un completo silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos.
―¿No puedes dormir? ―pregunta Anggelo al darse cuenta que su pequeña está inquieta.
―Me preocupa que todavía no lleguen, algo no está bien. ―dice una parte de las razones por la que no duerme, no puede explicarle que el que este él a su lado, el aroma de su cuerpo se lo impide.
―Ven aquí. ―le tiende su mano mientras se sienta en su cama el joven y a pesar de que Nicole duda por un momento necesita ese contacto. Los dos se sientan frente a frente, no dicen nada solamente se miran―. Toda esta bien, ellos saben que no pueden ocultarte algo. ―le explica.
―Espero que así sea.
―Así es. ―Anggelo no puede evitar acariciar la mejilla de la joven. Nicole no se aparta desea ese contacto.
―¿Quieres que te explique que fue ese beso para mí? ¿Quieres saber realmente lo que me hiciste? ¿O simplemente vas a seguir fingiendo que fue un error porque es la salida más fácil? ―había llegado el momento que ella tanto temía, el aclarar lo que tanto le carcomía―. No puedo comprender porque te empeñas a que fue un error, a que no debió pasar, a que sólo sucedió por un momento de debilidad o porque mi madre se estaba muriendo. Si fue así para ti lamentó que sientas lástima por mí de esa manera, si fue así tienes razón fue un error pero de tu parte porque para mí ese beso fue nada y todo a la vez, fue frío y calor, fue tristeza y alegría, fue dejarme sin aliento para poder aprender a respirar de nuevo ese beso para mí no fue un error, fue lo que tanto tiempo llevo esperando, pero por respecto a ti a tu edad y a Donkor no me atrevía a dártelo. Ese beso me elevo al cielo porque me encontraba en el infierno rogando porque que me salvaran pero no podía ser cualquiera la que me salvara sino tú. Ese beso me robó todo y te lo has quedado sólo tú. Y no me molesta que te lo quedes porque sé que tú sabrás cuidarme bien. ―el joven ni siquiera toma respiración para decir todo lo que tiene en su corazón, necesita aclarar todo antes del viaje en el que estarán―. Nicole espera, ―la joven intenta detenerlo pero no la deja y la sujeta de las manos―, no digas nada, no huyas sólo necesito que hablemos que entiendas lo que ese beso significó, como te lo explico para que entiendas que soy tuyo desde hace mucho tiempo pero mi código de lealtad hacia ti y hacia Donkor no me permitía darlo, de que estoy rompiendo el código pero por ti soy capaz de todo. Te he querido desde hace mucho y eras mi imposible porque jamás pensé en poder tenerte en que te fijarás en mi Nicole Te A..
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