CAPITULO 22
―¿Y bien? ―llega interrumpiendo el momento de silencio entre la pareja haciendo que Ariadne de un brinco por el susto.
―¡Por Dios, monito! ―sonríe al ver ante ella la imagen de su hija cubierta con un pijama gigante― ¿Te sientes cómoda? ―hace la misma pregunta que le había hecho momentos antes Donkor algo que a los dos les hace reír.
―¡No se burlen! ―contesta molesta― ¡Esto es gigante! ―agrega levantando sus brazos mostrando como les cuelgan las mangas.
―No te preocupes bebe, ―dice la madre con dulzura― por la mañana Katerina nos traerá ropa. Ven a comer. ―le señala el plato que le tienen preparado.
―¡No tengo hambre! ―responde molesta― ¡Háblenme de una vez! ―dice por último colocando sus manos en las caderas.
―Te sentarás a comer y luego hablaremos... ―la regaña suavemente su madre.
―Mamá...
―Pequeña, ―llama su atención Donkor que hasta el momento no había abierto su boca― comerás y luego hablaremos como adultos. ―sonríe guiñándole un ojo. Sin poder decir una sola palabra más la joven se sienta a merendar y la pareja se sonríe con complicidad.
Una vez terminado el sándwich la joven los mira ansiosas y saben que no pueden retener más la conversación. Donkor las invitan a que pasen al salón para sentarse más cómodos.
―¿Y bueno? ―los insta Nicole a que comiencen y ellos se miran si saber exactamente por donde, Ariadne es la primera en tomar la palabra.
―Mi vida tú sabes que te creaste por un gran amor, ―la joven asiente esperando lo que sigue―. El pueblo del que provengo tiene sus tradiciones y él como el mayor de su familia debía de seguir con la herencia y pues él contrajo matrimonio por interés. ―la mujer intenta contar la historia sin que se le rompa la voz, Donkor la mira sentado junto a la pequeña, tratando de darles a las dos su apoyo―. Él no pudo hacer nada porque las vendettas en nuestro pueblo nos habían quitado a muchos seres queridos.
―¡Pero no entiendo...! ¿Qué tiene que ver Don con todo esto? Él... ―dice señalándolo― dijo que llevábamos la misma sangre.
―Y así es. ―acepta la mujer―. Don es medio hermano de tu padre. ―confiesa sin anestesia, dejando a una Nicole de piedra.
―¿De verdad eres mi tío? ―pregunta incrédula
―¿No te gusto como tal? ―el hombre abre sus manos señalando su persona con una inmensa sonrisa en su rostro.
―¡Me encanta...! ―responde la joven tirándose en los brazos que la atrapan en un abrazo de inmediato― ¡No puedo creer que seas mi tío Don!
―Pues tendrás que creerlo porque no pienso apartarme de ustedes por nada en el mundo. ―esto último lo dice mirando directamente a los ojos de la mujer que no puede evitar encontrarse emocionada por el momento.
―Hija... ―Ariadne llama la atención de la joven―. Ahora viene lo difícil y necesito que comprendas.
―¿Qué es mami?
―La madre de tu padre nos odia, a Donkor y a mí. A él ―dice señalándolo― por ser hijo de su marido fuera de matrimonio y bueno a mí por haber tenido una relación con tu padre.
―¿Qué quieres decir con eso?
―Ella con ayuda, ―intenta tragar el nudo que tiene en la garganta― son los que han intentado destruir a Donkor y los que han dejado los mensajes en el coche y la casa...
―¡¿Pero por qué...?! ―interroga incrédula sin poder creer que existiera tanta maldad. Sus ojos llenos de lágrimas van desde su madre a su tío intentando comprender.
―Eso no lo sabremos nunca pequeña... ―responde el hombre volviendo a cubrirla con sus brazos y así quedándose por un momento hasta que la joven se tranquiliza y puede hablar.
―¿Y qué haremos? ―pregunta con total naturalidad.
―Se quedaran conmigo por tiempo indefinido hasta que todo pase. ―asegura el hombre.
―Pero...
―No hay peros Nicole, somos una familia y como tal estaremos en todo los tres.
La joven siempre había deseado tener un padre y ahora se lo servían en bandeja, a pesar de que él era solo su tío para ella era mucho más.
―Hay algo que no comprendo... ―por un momento la joven se queda pensativa intentando poner sus ideas en orden para lograr hacer la pregunta que le ronda―. Si ustedes se han marchado del país, ―asegura― ¿Por qué seguir intentando destruirlos?
―Lo único que puedo decir con respecto a eso pequeña, ―esta vez es el hombre quien toma la palabra―. Y me perdonarás porque sé que como sea es tu abuela, ―la mueca que hace la joven al escuchar esas palabras no se les pasa por alto―, el que tu madre y yo estemos vivos, le hace recordar que no triunfó en contra de nosotros y no se quedará tranquila hasta el momento en que nos vea bajo tierra. ―Esa es la única verdad para ellos y Nicole debe saber todo lo que puede suceder. Donkor siente como la joven se estremece, la toma en sus brazos asegurándole que ella no tiene nada que temer mientras él pueda, las dos estarán seguras y protegidas.
―Hija... ―Ariadne llama la atención de su niña y la joven con los ojos llenas de lágrimas la mira, la madre sin poder evitarlo se acerca a la pareja arrodillándose frente a ellos colocando sus manos en las delicadas de Nicole―. Todos estos años lo único que he querido es protegerte, por eso nunca quise decirte la verdad. Sé que ya eres una mujer maravillosa, perdóname por no contarte todo esto pero quise mantenerte alejada de toda esta maldad.
―Lo entiendo mami. ―deja el abrazo de su tío para poder abrazar a la mujer que le ha regalado su vida y no solo eso. Se quedan así por un momento bajo la atenta mirada del dueño de casa que a pesar de todo se siente bien al tenerlas a las dos en su hogar, su familia, ellas se han convertido en su todo.
―Será mejor que se vayan a dormir. ―insiste Donkor―mañana será un día movido.
―No creo poder dormir. ―se queja la joven.
―Vamos hija, ―la mujer tira de las manos de su pequeña para que se ponga de pie―. Me acostaré contigo y velaré tus sueños. ―Colocándose todos de pies la joven se despide del que hace poco era solo su amigo.
―Buenas noches tío. ―dice regalándole un beso en la mejilla y una preciosa sonrisa haciendo que el hombre la abrase con mayor fuerza antes de dejarla partir.
―Ya te acompaño, le digo algo a Don y voy. ―explica Ariadne a Nicole, la joven los miras con un poco de misterio pero sin decir ni una sola palabra los deja solos.
―Gracias por estar con nosotras en este momento. ―agradece la mujer acercándose al hombre que ha logrado romper su escudo de protección.
―Nada que agradecer Ari. ―la toma por las mejillas regalándole un dulce beso para luego despedirse.
La madre encuentra a su hija parada en la puerta de la habitación de Donkor que se encuentra abierta.
―¿Qué haces aquí pequeña? Vamos a dormir...
―¿Esta es la habitación de Don? ―pregunta la joven mientras ingresa al lugar embrujada por la vista que tiene frente a ella.
―Así es, por eso mejor vamos a dormirnos que pronto él también quera hacer lo mismo. ―vuelve a insistir la mujer.
―No creo que tenga problema el que durmamos aquí. ―dice mientras se lanza a la inmensa cama que se encuentra en medio de la habitación―. ¡Ven mami...! ―Nicole insiste golpeando con la palma de su mano el lugar vacío a su lado. Ariadne niega con la cabeza pero no puede negar que el acostarse en la cama de aquel hombre es una tentación, el poder sentir su olor por toda la noche, soñar con que él la sostiene entre sus brazos...― ¡Mami... ven! ―la joven la vuelve a la realidad con sus grititos infantiles pero que no eran tan fuertes para ser escuchados por Donkor que aún se encuentra en el salón.
―¡Está bien, está bien...! ―se rinde por fin. Toma lugar junto a su pequeña, pero sin poder evitar oler el perfume masculino que se encuentra impregnado en las sabanas y sobre todo en el almohadón en el que descansa su cabeza.
―¡Buenas noches mami! ―la pequeña abraza a su madre por la cintura enterrando su rostro en el pecho femenino. El tener a su madre tan cerca siempre le traía tranquilidad, algo que ahora necesita con urgencia.
―¡Buenas noches mi vida! ―responde la mujer tirando con una mano las mantas para cubrirse―. Te quiero mi niña. ―susurra la mujer por encima del cabello de la joven mientras le devuelve el abrazo, para quedarse en un completo silencio después de unos minutos las dos ya están sumergidas en un profundo sueño.
Lo que queda de la noche pasa sin más incidentes, Ari junto a Nicole lograron descansar por algunas horas. Por otra parte a Donkor se le hizo mucho más difícil venciéndolo por último el sueño encima del sillón, donde lo encuentra Cristóbal al ingresar a la casa con sus llaves.
Katerina junto a Anggelo y Cristóbal se dedican a preparar al desayuno con sumo silencio, intentado dejar a Donkor, Ari y Nicole dormir un poco más ya que están seguros de que no han dormido mucho.
El olor a café comienza hacer reaccionar al hombre que se encuentra dormido en su salón, medio aturdido se incorpora pasando por su rostro las manos intentando reaccionar y aclarar su vista. Se tarda unos segundos en recordar que hace en el salón, sorprendiéndose por un momento al ver a su amigo sentado en el sillón frente a él con una sonrisa burlona en los labios.
―¿Qué pasa viejo, te han botado de la cama? ―sonríe mientras le entrega una taza de café.
―Gracias. ―agradece mientras toma un sorbo de su café―. Me quedé dormido hace poco, ―explica― Ari y Nicole están en la habitación de invitados durmiendo o eso creo. ―se hunde en sus hombros por que está seguro que las mujeres no podrían dormir en una cama de una plaza.
―Te equivocas. ―asegura― Katerina las encontró a las dos en tu cama durmiendo. ―sonríe Cristóbal.
―Mejor. ―una vez despierto por completo se da cuenta de que su amigo está en la casa―. ¿Cómo entraste?
―Con mis llaves. ¿No te acuerdas que tengo una copia por si tú pierdes las tuyas? ―pregunta a pesar de saber que su amigo no lo recuerda por que no fue él quien se la diera, sino que Cristóbal lo había hecho por si solo sin siquiera preguntarle.
―A pesar de que estoy seguro de no haberlo hecho, ―asegura acusándolo con un dedo―. Me alegro que por fin hubieras pensado en algo correcto. ―termina diciendo mientras toma otro sorbo de café.
Mientras tanto Katerina despierta con delicadeza a su amiga.
―Monito buenos días... ―susurra cerca de su oído para que solo su amiga la escuche― monito despierta...
―Mmm... ―Ariadne comienza a removerse en su lugar pero sin poder hacer mucho ya que su cansancio es tremendo y el tener toda la noche a su hija abrazada le está pasando factura en sus brazos que se encuentran acalambrados― ¡Dios! ―se queja por el dolor.
―Espera, deja ayudarte. ―Katerina con mucho cuidado aleja a Nicole de los brazos de su amiga intentando no despertarla, algo que logra ya que la joven duerme como un tronco. Una vez logrado el intento por fin Ariade logra salir de la cama y colocarse de pie mientras soba sus brazos―. ¿Cómo te encuentras? ―pregunta peocupada la mujer y no se refiere a los malestares que siente ahora.
―Tranquila, ―susurra― a pesar de todo lo sucedido, ―dice mientras toma el bolso con ropa que le entrega su amiga y con ella a su espalda se dirige hasta el baño. Katerina no puede evitar sorprenderse ante lo inmenso que ve frente a ella, el closet que toda mujer quisiera...―. Teniendo a Donkor con nosotras me siento segura.
―Espera... ―la detiene tomándola del brazo antes de ingresar al baño. Katerina se ha dado cuenta que algo no le ha dicho y la naturaleza con la que habla sobre lo sucedido y de Donkor la hacen sospechar―. ¿Qué sucede entre Donkor y tú? ―la pregunta la hace para que solo su amiga la escuche ya que sabe que teniendo a Nicole en la habitación dormida nunca se sabe. Pero antes que su amiga le respondiera ella ya sabía que le diría, con solo mirarla a los ojos y ver ese brillo, el cual llevaba años sin aparecer, tenía la certeza de que por fin su querida amiga hubiera echado abajo ese estúpido escudo que había construido a su alrededor con la imagen de Niko.
Ariadne sabe que es estúpido negar cualquier cosa, su amiga la conoce demasiado bien como para esconderle algo, así que lo mejor que puede hacer es contarle toda la verdad y darle a entender por qué quiere mantenerlo en secreto.
―Ya no podía negarlo más, ―cubre su rostro con las manos avergonzada frente a lo que su amiga pudiera pensar― ayer Donkor me besó...
Katerina la interrumpe colocando su dedo en los labios, se da la vuelta para dirigirse a la puerta del baño, mira afuera y al estar tranquila la cierra para que nadie pueda escucharlas.
―Ahora sigue... ―la insta mientras toma asiento en la orilla de la bañera.
―Bueno como te decía... ―sonríe mientras niega con la cabeza ante la reacción infantil de su amiga―. Ayer cuando llegamos Nicole se encontraba dormida, así que Donkor la llevó en los brazos hasta la otra habitación y la acostó. Una vez que yo le quité los zapatos para taparla con la manta y enderezarme le agradecí por todo lo que había hecho por nosotras, él se acercó hasta mí tomándome por las mejillas y junto nuestros labios. ―dice mientras acaricia sus labios perdida en el recuerdo―. Te juro que no fue nada más, un simple rose, pero Kate ese beso hizo que mi corazón volviera a latir. ―termina de decir alzando la mirada para encontrarse con una inmensa sonrisa por parte de su amiga―. ¿De qué te ríes? ―pregunta un poco molesta, preguntándose a ella misma si quizás todo lo que ha dicho es una estupidez.
―¿Por qué no sonreír? ―se coloca de pie para acercarse a la mujer que parece ser una adolescente que se enamora por primera vez―. Sonrío porque por fin veo que has dejado atrás a ese desgraciado, ―Ariadne intenta quejarse pero la mujer no la deja―, sonrío porque nunca antes te había visto avergonzarte al contarme algo y quiero decir que cuando me contaste sobre "ese" imbécil, tus ojos no brillaban como lo hacen ahora y tampoco tus mejillas se sonrojaban, sonrío al darme cuenta de que por fin un hombre te ama de verdad y tú también comienzas a sentir cosas intensas por él. ―termina de decir orgullosa de su persona al ver que su amiga por primera vez se ha quedado sin palabras para traerle la contraria―. Así que mi queridísima amiga sonrío porque soy feliz por ti y sé que pronto todo esto quedará solo en un mal sueño, pero te advierto solo una cosa. ―agrega completamente seria.
―¿Y cuál sería? ―pregunta esta vez esperando pacientemente con que cosa se saldría su amiga.
―Mejor que se lo digan a Nicole porque de otra manera... ¡Uf! Mejor ni pensar en lo que les espera si se llega a enterar por otra parte.
―Tienes razón, tendré que hablar con Don... ―su dialogo es interrumpido por el móvil de Katerina quien sorprendida mira el nombre de quien está al otro lado de la línea―. ¿Quién es? ¿Por qué no respondes? ―la interroga al ver que su amiga solo mira su móvil sin hacer ningún movimiento. El aparato deja de sonar pero lo hace solo por unos segundos y este vuelve a tomar vida―. Katerina, responde, puede que sea importante. ―la insta Ariadne y la mujer hace caso.
―¡Katerina por Dios estas bien! ―pregunta una voz atormentada―. ¡Katerina estás ahí...! ¿Me escuchas?
―Aquí estoy, ¿Qué quieres Eusebio? ―pregunta sorprendida ante la intensidad y preocupación que derrocha la voz masculina.
―Necesito verte, tengo que decirte algunas cosas. ―la voz del hombre se escucha agitada, como si fuera corriendo a algún lugar.
―¡Ya te he dicho que nosotros no tenemos nada de qué hablar! ―niega mirando a su acompañante con los ojos llenos de lágrimas. Sabiendo Ari lo que le duele decir esas cosas a ese hombre, se acerca a la mujer mientras coloca su mano en el hombro femenino para darle la fuerza que ella sabe que necesita.
―¡Por favor! Una vez y si decides no volverme a ver te juro que desapareceré de tu vida pero por favor es muy importante lo que debo de decir, es de vida o muerte. ―Eusebio suplica por unos minutos y Katerina no puede negar que sus palabras la han inquietado.
―Está bien, ―acepta sabiendo que es lo mejor―. En dos horas en mi oficina. ―en ese lugar ella se sentía segura y no quería por ningún motivo estar en un lugar público o los dos solos, por la simple razón en que no confiaba en él.
―Ahí estaré, gracias Katerina. ―dice por último y termina el llamado.
―¿Qué sucede? ―interroga Ariadne bastante preocupada.
―Eusebio, necesita hablar conmigo y la verdad es que no se le escuchaba nada de bien.
―¿Estás segura de poderlo hacer? ―la mujer sabe que su amiga aun lo ama y lo difícil que le será estar con él los dos solos en una oficina.
―Debo intentarlo, ―asegura― por mi hijo y por mi debo terminar con esto de una vez. ―decide. Katerina deja a su amiga para que se pueda preparar y se dirige al encuentro con los demás.
―Así que te votaron de tu cama... ―llega burlándose de Donkor tomando asiento a su lado teniendo frente a ellos a Cistóbal con Anggelo que no pueden evitar reír.
―¿Despertaron? ―pregunta sin importarle las burlas de sus amigos.
―Ariadne se está duchando, ―dice mirándolo con una media sonrisa―, pero Nicole sigue durmiendo y será mejor que la despierte su madre o se levantará con un genio de los mil demonios. ―agrega por último.
―Como si eso fuera lo que causa que su genio sea así. ―dice por lo bajo Anggelo sin evitar ser escuchado por los demás.
―Tú tienes la culpa de ese genio querido. ―lo molesta su acompañante dándole unos golpes en el hombro recibiendo por parte del joven una mirada asesina.
―Bueno mejor vayamos a comer mientras llegan. ―les insta Katerina para sacar al joven del mal momento.
―Mejor... ―dice el menor levantándose de su asiento para desaparecer de la vista de los tres mayores que se miran con comprensión dándose cuenta de que entre esa pareja algo sucede, cosa que a Donkor le inquieta.
Una vez sentados en la mesa para seis llegan las dos mujeres por fin con ropa limpia y adecuada para su tamaño.
―Buenos días... ―saludan a la vez mientras toman asiento en las sillas libres. Ariadne toma asiento al lado del dueño de casa y Nicole junto a Katerina.
―¿Descansaste? ―pregunta en silencio para ser escuchado solo por la mujer que desde la noche anterior se ha convertido en su todo.
―Bastante. ―Ari toma la iniciativa y coloca su mano por encima de la rodilla masculina algo que lo sorprende gratamente.
Los minutos pasan sin sentirlos hasta que una noticia que es escuchada por el televisor encendido congela sus palabras.
"Noticia de último momento, interrumpimos el programas para dar la trágica noticia de que el fiscal Eusebio Abbateli ha sufrido un trágico accidente de carro y al explotar ha perdido la vida..."
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