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CAPITULO 14


Después de casi dos semanas madre e hijo se encuentran en casa. Donkor, Ariadne, Cristobal y Nicole no los dejan en ningún momento solos. Se turnan entre ellos para poder ayudar a su amigo.

El estado de Alda cada día es peor y entre todos habían decidido que lo mejor era que contrataran dos enfermeras de tiempo completo para que ayudaran a Anggelo y su madre ya que no podían dejar sus trabajos tirado para poder estar con ellos a toda hora.

Viernes por la noche y Nicole se despide de su madre para ir hasta la casa de su amigo, hoy se quedaría ella con él para hacerle compañía, porque a pesar de que la enfermera está en casa, todos saben que Anggelo en estos momentos es cuando más los necesita.

―Mami me voy... ―grita la joven antes de abrir la puerta de la casa para marcharse.

―Mi vida, llámame por favor apenas llegues. ―le suplica la mujer antes de ir a su encuentro y abrazarla para despedirse. Nicole no puede evitar levantar la mirada al cielo ante la preocupación de su madre pero tampoco se le pasa por alto lo bien vestida que va...

―¡No te preocupes mami...! Apenas llegue te marco. ―la mirada inquisitiva de la joven hacia Ariadne le deja claro a la mayor de que su vestimenta no ha pasado desapercibida por su hija―. ¿Vas a salir? ―los ojos de Nicole brillan al apreciar lo hermosa que se ve su madre en ese vestido negro con cuello redondo sin manga, pegado como piel a su perfecta silueta y llegando hasta las rodillas para dejar a la vista los zapatos negros de tacones altos, ante ella se encuentra la mujer y no la madre. Ariadne posee una hermosura arrebatadora que con cualquier prenda que se vista, todos se darán vuelta ante su paso y esta vez no será diferente y aunque su vestido no tiene nada de sexy o glamur, ya que ni siquiera deja un poco de espalda a la vista, en ella se ve como si fuera una prenda realizada por el mejor diseñador, pero no, ella no acostumbra comprar ropa cara, siempre dice que hay cosas mucho más importante.

―Si. ―responde lo más natural― Donkor quiere agradecerme por haberlo ayudado en su caso, así que iremos a cenar. ―Esa no es toda la verdad. El hombre a pesar de todo lo que estaba ocurriendo con su amigo no se ha olvidado de la bomba que había explotado en su cara y necesitaba respuestas. Ella había aceptado sin problemas, con la única condición de que no fuera en casa y así Donkor lo tomó como una oportunidad para pasar una noche agradable después de todo.

―Estas preciosa mami... ―la alegría de su hija al hablarle no se pasó por alto― me encanta que ustedes dos se estén llevando tan bien y estoy segura que dejarás a Don encantado con tu belleza. ―agregó la joven abrazando a su madre.

―¡Ay mi niña...! No seas exagerada que estoy vestida como cada día en la oficina y más encima no te hagas ilusiones que nos conocemos.

―¿De qué hablas mamita...? ¿Ilusiones? ¿Yo, de qué? ―pregunta colocando su mejor cara de ángel.

―Bueno ahora mismo no me pondré a discutir eso contigo, pero solo te digo que con Donkor lo único que nos puede unir es una hermosa amistad y nada más. ―Nicole conoce a su madre mejor que nadie y sabe que en estos momentos ella habla de lo más serio, como siempre se cierra a toda posibilidad de rehacer su vida con alguien que la quiera. Y no es que el hombre haya demostrado algo así, pero a la joven le encantaría que ellos dos fueran felices juntos.

―¡Qué pena...! ―susurra para ella pero llegando a ser escuchada por la mayor que lo disimula bastante bien.

―¡Ya...! Vete, que se te hace tarde y no quiero que andes a oscuras en la calle. ―la abraza por última vez acompañándola hasta la puerta.

Al cerrar la puerta corre hasta su habitación para poder terminar de vestirse, ya que en cualquier momento llegaba Donkor, pero el sonido de su móvil la interrumpe.

―Hola. ―saluda ella de lo más normal al ver quién es el que la llama y que de seguro ya se encuentra en la entrada.

―Hola. ―responde Donkor con una sonrisa de bobo. Nicole al llegar a la entrada del condominio se encontró con el hombre que recién se estaba estacionando― Ariadne llegaré en quince minutos, acabo de encontrarme con Nicole y como ya está oscureciendo la iré a dejar donde Anggelo y regreso de inmediato.

―Muchas gracias. ―son las únicas palabras que salen de la boca de la mujer. La voz del hombre combinada con la preocupación hacia su hija la llenaron de sentimientos y pensamientos que desearía que fueran verdad, pero en realidad es que no esperaba nada menos de parte de su ya amigo.

Donkor espera a que su sobrina se encuentre segura en el interior de la casa de su amigo y se dirige hasta su cita.

―¿Quieres tomar algo? ―Anggelo como todo un caballero ayuda a Nicole a deshacerse de su abrigo y no puede evitar sentir el olor que emana el cuerpo femenino que tiene frente a él.

―Un té por favor, con Donkor pasamos a comprar estos... ―dice levantando la bolsa que trae con ella. El joven no puede evitar sonreír al saber con seguridad que es lo que trae la niña que tiene frente a él, pero...

―¿Donkor te trajo? ―pregunta mientras juntos se dirigen hasta la cocina.

―Sí. Lo encontré fuera de mi casa porque iba a buscar a mi mamá. Tienen una cita. ―esto último lo dice levantando las cejas y en secreto como si fuera el mayor de todos.

―¿En serio? ―la sorpresa del joven hace sonreír a Nicole.

―En serio... ―la joven mueve su cabeza afirmando así sus palabras― mi mamá estaba ¡Uf...! ―Nicole mueve las manos al aire intentando encontrar la palabra exacta que pudiera describir a su madre―. Impresionante creo que queda corto. Ojala algún día pueda parecerme a ella. ―el orgullo y la admiración que siente la joven hacia Ariadne es algo palpable para todos.

―Te pareces más de lo que crees... ―las palabras de Anggelo la toman por sorpresa y no puede evitar que sus mejillas se tiñan de un color rosado que no pasan por alto ante los ojos del hombre.

―Gracias. ―dice una Nicole completamente avergonzada.

―No hay de qué. ―Durante la próxima hora hablan solo de cosas comunes y sin importancia. Al terminar y recoger la cocina Anggelo se disculpa para ausentarse por un momento para poder ir a ver a su madre algo que Nicole pide acompañarlo y él no se niega.

―Hola. ―saluda el joven a la enfermera que cuida a estas horas a su madre.

―Hola mi niño. ―responde la mujer. Por lo que eran las casualidades de la vida, Elena era vecina de ellos por muchos años hasta que Alda con su hijo se cambiaron de casa al morir su marido y perdieron cada contacto. Y ahora resulta ser que ella es una de las dos enfermeras que cuidan de la mujer. Elena es una mujer de unos cincuenta años que lleva siendo enfermera más de treinta pero el ver a la que fue por mucho tiempo más que una vecina le rompe el corazón, por eso cuando supo de quien se trataba se negó por absoluto al ser pagada, ella lo haría por ellos.

―Buenas tardes. ―susurró Nicole para saludar a la mujer. La joven no pudo evitar llenarse de tristeza al ver a la madre de su amigo en tal estado. Las maquinas que seguían el ritmo cardiaco es lo único que se escucha en el interior de esa habitación.

La pequeña se queda en una esquina viendo como Anggelo se acerca hasta su madre y mantiene un monologo mientras le acaricia la cabeza que ya no la cubre el pelo abundante de años anteriores. Ve como el joven deja correr las lágrimas sin ninguna vergüenza y ella se siente intrusa en esa escena. Elena se da cuenta que la niña sufre por su amigo y con un movimiento de cabeza la invita a que se acerque a él. Algo que en un principio niega pero no dura por mucho ya que su corazón también le suplica estar a su lado.

Con paso lento pero firme llega hasta él y sin decir una sola palabra toma su mano libre y entrelaza sus dedos. Nicole no sabe si el hombre que tiene a su lado se da cuenta de lo que sucede pero el apretón que siente en su extremidad le confirma que es consiente.

―¿Mami te acuerda de Nicole? ―pregunta el joven sin tener respuesta pero sigue―. Sí, ella misma ―ríe tristemente― ella también está aquí, conmigo. Ves mami que no estoy solo y tú tampoco. Sé que sigues luchando por mí, pero mami por favor no quiero que sigas sufriendo, me duele verte así. ―las palabras del hombre sorprenden a Nicole, "¿Acaso él no ama tanto a su madre que le pide que deje de luchar?" piensa la joven pero no pasan unos segundos hasta darse cuenta que si ella estuviera en su lugar, suplicaría lo mismo para su madre antes de verla sufrir y ese pensamiento con las palabras de Anggelo provocan un llanto en silencio―. Te amo mamá y sé que tú también me amas y por eso te dejo ir... ―la frase fue cortada por el llanto masculino y un quejido que sale desde lo más profundo de su pecho. Molesto con él mismo besa con dulzura y lleno de amor la frente de su madre, soltándose en el mismo momento del agarre de su amiga para salir casi corriendo de la habitación. Nicole sin saber pero por impulso besa también a la mujer que se encuentra en la cama susurrándole una promesa para que solo ella pudiera escucharla "Yo estaré con y para él a pesar de que se niegue. Él no está solo..." intentando no llorar se despide de Elena saliendo de la habitación esperando unos segundos para calmarse antes de ir al encuentro de Anggelo.

El joven se encuentra en una esquina de su salón sentado en el suelo, Nicole va en silencio hasta donde se encuentra tomando asiento junto a su lado. Las lágrimas siguen corriendo por las mejillas masculinas pero eso no les importa. Anggelo sin decir una sola palabra le entrega lo que sostiene en sus manos y la joven lo acepta de inmediato. Una sonrisa débil aparece en sus labios antes de comenzar a explicarle que es lo que ve exactamente.

―Esas fueron nuestras últimas vacaciones. ―explica― mi papá estaba feliz porque había ingresado en la universidad a estudiar derechos y con un promedio bastante alto y sin pensarlo viajamos por todo latino América, desde México hasta el fin del mundo que es Chile, fue un viaje que duró todo el verano Europeo, pero valió la pena. Hay lugares maravillosos que no tienen nada que envidiar de los países "grandes" ―con sus dedos hizo el signo de comas para darle énfasis a la palabra grande―. Estábamos felices... ―recuerda con nostalgia y Nicole lo puede apreciar en aquella foto, las sonrisas de los tres los delata. Esa unión que se nota entre padres e hijo solo podría compararlo entre ella y su madre, es un código que solamente aquellos que lo viven pueden comprenderlo, la lealtad y el amor es lo fundamental en este tipo de relaciones―. Al regresar un día se sintió mal y al ir al médico lo internaron en el hospital pero nunca pudieron descubrir que era lo que exactamente tenía y casi un año después lo perdimos. ―por un momento se queda en completo silencio para seguir narrando su historia mientras la joven lo escucha atenta sin poder evitar apreciarlo tan joven en la foto que sostiene y el perecido que tiene con su padre.

―Mi madre... ―sigue contando él― nunca logró componerse de su partida. Se amaron hasta el último respiro de mi padre y sé que si existe vida después de la muerte mi mama lo seguirá amando y se encontrarán para seguir amándose... ―el hombre está seguro de eso. Siempre había visto el amor profundo que tenían sus padres y no le quedaba la menor duda de que seguirían juntos por la eternidad―. Te puede parecer una locura, pero mi papá me visto en mis sueños y ya me dijo que la está esperando. ―en un arrebato Anggelo golpea el suelo con su puño dando un quejido― ¡Pero soy un desgraciado...! porque estoy furioso con ellos, no pensaron en mí y los dos se van antes de que tenga la fuerza o la edad para aceptarlo.

Nicole sin poder soportar ver a su amigo de tal manera deja el cuadro que sostiene en sus manos a un lado de ellos para poder acercarse hasta él para envolverlo en un abrazo lleno de compresión y lo más fundamental, lleno de amor. El joven no responde el abrazo, no hace ningún gesto indicando de que esta consiente de lo que sucede. Después de unos largos minutos en que no deja de llorar Nicole lo recuesta dejando la cabeza de él en su regazo y ella apoyando su espalda en el sillón.

No son necesarias las palabras, para ella ser el pañuelo que él necesita es lo único que le da consolación. Suavemente acaricia la cabeza masculina deslizando sus delicados dedos por la cabellera masculina. La joven no lo mira, sabe que él no ha apartado la vista sobre ella, lo siente es algo intenso que hace latir su corazón a mil por hora.

La respiración de Anggelo ya es mucho más tranquila, las caricias de la joven lo han llevado a un estado que no sabe con certeza si sueña o está despierto, pero en este instante la joven en la que descansa su cabeza le parece un espejismo. Desde el primer segundo en que la vio supo que su belleza y su edad le traerían problemas para después de dos horas que conversaron tuvo la certeza que sería un gran desafío no enamorarse de esa pequeña, por que lamentablemente eso era ella una niña y él bastante mayor. Había intentado por todo los medios posibles no caer y cada vez se le hacía más difícil.

―Eres hermosa Nicole... ―esas palabras y unos dedos que rozan sus mejillas para luego llevar un mechón detrás de su oído hacen que se le escape un suspiro― Eres el ángel que me mandaron ellos hoy para no dejarme solo. ―su delirio sigue y Nicole solo lo observa sin saber que hacer― mi mamá sabe que estoy loco por ti y por eso que te trajo hasta mi para acompañarme en este momento... ―Ante esas palabras la joven intenta sacarlo de su trance pero él no hace caso, no responde y a pesar de que sabe que no es correcto quiere escuchar esas palabras que sabe que su amigo nunca diría estando con todos sus sentido.

―Anggelo... ―susurra acariciando el rostro masculino, sintiendo a su toque la barba que nunca antes había apreciado en él.

―No sabes que daría por poderte besar, acariciarte como hace un hombre con la mujer que ama... ―los ojos de Nicole casi salen de su órbita, nunca, ni siquiera en sus mejores sueños creía que el hombre por el cual ella sentía cosas que nunca había sentido le hiciera una declaración de tal magnitud.

La joven sin poder soportarlo lentamente deposito un beso en los labios masculinos dejando los suyos por unos minutos. El calor y la respiración que el hombre siente en su rostro lo hacen salir de su trance y mira sorprendido a la mujer que tiene frente a él.

Se miran directo a los ojos por unos segundos sin decir una sola palabra, pero en lo que se demora un rayo caer a la tierra él se arrodilla frente a ella y sin esperar hace lo mismo que la joven minutos atrás; pero el comienza con solo un toque y su lengua acariciando los labios femeninos lentamente. Sus manos casi cubren el rostro de ella pero desea acariciarla, tocarla, sentirla real y sabe muy bien que si deja sus manos más abajo ellas cobrarán vida propia y Nicole no se merece algo así.

El beso cada vez se hace más intenso y la joven sin saber que hacer abre su boca para darle la vía libre al hombre que le está regalando su primer y único beso. Sus lenguas se encuentran y comienzan a reconocerse poco a poco. El éxtasis que sienten los dos con lo único que se puede comparar es con la adrenalina que sienten en el ring. La intensidad va bajando ya que los dos van quedando sin aire. Anggelo lo corta por último no sin antes darle un pequeño tirón al labio inferior. Juntan sus frentes y a pesar de que en los labios femeninos se forma una dulce sonrisa el hombre aun con los ojos cerrados comienza a negar con su cabeza algo que a Nicole de inmediato le rompió el corazón sabiendo que él acaba de arrepentirse por ese beso.

―Creo que fue un error... ―se adelanta ella. Anggelo abre sus ojos sorprendido sin poder dar base a lo que Nicole está diciendo. Él sabe, se dio cuenta en ese beso lo cuanto ella lo deseaba también―. Será mejor que quede aquí.

―Nicole... ―susurra el joven que no puede dar crédito a lo que le está diciendo, por fin se había atrevido a besarla y ella ahora lo está rechazando.

―Tranquilo Anggelo, reconozco que soy demasiado pequeña para ti así que olvidémonos de lo que sucedió y sigamos como sin nada. ―el rostro femenino no mostraba ningún sentimiento, y ella que se preguntaba si algún día se parecería a su madre, en estos momentos era la misma mujer de hielo.

La mujer intenta levantarse para tomar distancia del hombre que le acababa de regalar el momento más lindo y el peor también, según ella. No quería de ninguna manera verse rota delante de él y de nadie. Eso lo había aprendido de su madre desde muy pequeña aunque en este momento no seguía el consejo de su madre que era "siempre escuchar la otra parte y no tomar conclusiones sola".

―Nicole escúchame, yo... ―y esa frase fue interrumpida por Elena que le gritaba desde el piso de arriba, la pareja se mira por unos segundos para luego salir corriendo los dos al segundo piso.

La joven sale junto a la enfermera para dejar a Anggelo con su madre y despedirse mientras ella saca su móvil y le marca a Ariadne...

Un timbre. Dos timbres...

―Mi vida... ¿Qué sucede? ―la mujer sabe que su hija no interrumpiría su salida con un llamado si no fuera realmente importante.

―Mami... la señora Alda... ―no puede seguir hablando y su madre lo comprende todo, había llegado la hora.

―Vamos para allá. Te quiero mi niña. ―dice sin más y corta el llamado.

El llamado había interrumpido su peor pesadilla por el momento, pero Ariadne estaba más que segura que todo su pasado se encontraba en esa sala...


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