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Capítulo 29: Pequeña esperanza

Darik se encontraba en su camarote, tumbado en su cama. Había supervisado el entrenamiento de Taer con el fusil después de comer, y los resultados le sorprendían. Taer había mejorado y ya no era el granjero asustadizo y miedica que abandonó su planeta. Evidentemente, todavía le faltaba mejorar, pero Darik reconocía que había dado un paso muy importante. ¿Llegaría Taer a pilotar algún Spread? La idea ilusionó a Darik, pero tampoco se le ocurría quien podría pilotar el Spread junto a Taer. Puede que algún día lo llevase a algún entrenamiento.

Pero todo aquello no eran más que nimiedades. Lo que realmente carcomía la mente de Darik era Kyle. ¿Había hecho bien en abandonarlo a su suerte en aquella fábrica, o debería haber intentado salvarlo? Eran este tipo de decisiones las que hacían mella en él. Un buen soldado se preocupaba solo de la misión, y al principio de todo esto pensó que así sería, pero más tarde se daría cuenta de que para él era imposible. Desde siempre había sido incapaz de ignorar el apego que sentía por su escuadrón, pero incluso ahora, con Kyle y Klara siendo recién conocidos, le pasaba de nuevo lo mismo.

Estuvo un buen rato en la cama sumido en sus cavilaciones, hasta que el cuerpo le pidió movimiento. Por norma general, la tranquilidad y el silencio le ayudaban a pensar y reflexionar, pero en aquella ocasión no surtía efecto. Así que, decidió salir del barracón y buscar a su escuadrón. 

Primero, fue a la galería de tiro, donde se esperaba encontrar a Taer, pero para su sorpresa estaba vacía. Siguió buscando por el campamento, sin mucha suerte, y mientras lo recorría de arriba a abajo se percató de que la moral había decaído. Sobre el campamento sobrevolaba una sensación melancólica, casi de derrota. Hombros caídos, miradas perdidas y pasos lentos arrastrando los pies imperaban en el campamento y Darik se sentía responsable de ello.

Varios minutos más tarde cayó en la cuenta de que era posible que Cady y el resto estuviesen entrenando con los Spread. Así que, cogió un speeder y se dirigió hacia la zona de entrenamiento. Allí, Cady y Taer, que se mantenían a una distancia segura de los spread observaban el entrenamiento. A pesar de que Cady no estuviese entrenando, su Spread se encontraba apartado de los demás.

- ¿Podre pilotar uno algún día? - preguntó Taer ansioso.

- Quizá - respondió Darik mientras se acercaba. Taer y Cady se volvieron sorprendidos. Ambos sonrieron al ver a Darik.

- ¿De verdad? - preguntó con esperanza Taer.

- Claro, aunque te hace falta un copiloto - aclaró Cady. Taer resopló, convirtiendo así la esperanza en ansiedad.

- No tengas prisa Taer. No es facil encontrar copiloto - dijo Darik.

-¿Jax podría servir? - preguntó inocentemente Taer.

-¿Yo? - dijo sorprendido Jax, que no se despegaba en ningún momento de Taer. Darik y Cady se miraron desconcertados por la pregunta. Aún seguían sin saber que era Jax. Le toleraban, pero había algo en él que no encajaba. En gran medida parecía un robot, aunque uno muy avanzado. 

-No se si podría funcionar - respondió Cady sin apartar la vista de Jax.

- Des de luego sería arriesgado. Los spread fueron diseñados para ser pilotados unica y exclusivamente por humanos - añadió Darik. Instantáneamente Taer bajo la mirada decepcionado por la respuesta que había recibido -. Pero tranquilo, seguro que encuentras a un copiloto.

- Exacto. Incluso Darik tardó en encontrar a una buena copiloto - dijo Cady con orgullo impostado. Aquellas palabras lograron animar a Taer y sacarle una leve sonrisa. 

-  Ojalá - dijo Taer mientras observaba el entrenamiento del resto del escuadrón.  Darik, Cady y Taer siguieron conversando durante todo el entrenamiento. Taer no para de preguntar sobre los Spread y la sensación que se tiene al pilotarlos. Estaba realmente entusiasmado con la idea de poder llegar a pilotar uno, y Darik lo entendía a la perfección, aunque miraba con recelo esa posibilidad. Era complicado que Taer encontrase un copiloto y la idea que había tenido de usar a Jax era valiente, aunque abría muchos interrogantes. 

Después del entrenamiento Taer se despidió y se marchó directo a la galería de tiro. ¿Es que no se cansaba de entrenar ese muchacho? 

- No deberías alentarle de esa manera - dijo Cady una vez que Taer se había marchado.

- Necesita un propósito Cady. Además, solo quiere ayudar y se merece tener una oportunidad - replicó Darik.

- No digo que no Darik, pero pilotar un Spread no es fácil y él es un novato - recalcó Cady -. Por no mencionar lo complicado que es encontrar a alguien compatible para pilotarlo.

Cady tenía parte de razón, como siempre. Pero había algo dentro de Darik que le empujaba a creer en aquel chico, algo que no podía definir o describir con palabras. Tenía una pequeña esperanza de que Taer cambiara las cosas a mejor para siempre.

- Simplemente confió en él - dijo Darik.

-Idiota - susurró Cady seguido de una sonrisa. En ese justo momento, después de que los chicos bajasen de sus Spread,  la nave carguero  los elevó y se los llevó al hangar.

-¿Qué te ha parecido? -  dijo Colt mientras se acercaba donde estaban Darik y Cady.

- Oh, muy bien, aunque un poco lento - dijo Darik con un claro tono burlesco. El resto soltaron risitas, cosa que molesto aún más a Colt.

-Bah - estalló Colt mientras se marchaba a los camarotes seguido del resto mientras hablaban del entrenamiento. Aunque Darik y Cady se quedaron atrás, rezagados.

- Cady, ¿hice bien? -peguntó Darik. 

- No lo sé - respondió Cady. A pesar de la falta de contexto de aquella pregunta, Cady sabía a qué se estaba refiriendo -. Pero de una cosa si estoy segura, y es que no tomarías esa decisión a la ligera. No te preocupes, le rescataremos.

Cady se le acercó y le dio un abrazo. Un abrazo que le revitalizo al completo. 

Más tarde, después de cenar, en los camarotes, el escuadrón rememoro tiempos pasados y recordaron a Maria su gran labor como su cuidadora. Finalmente, uno a uno se fueron durmiendo, siendo Darik el ultimo en hacerlo. 

Oscuridad.

Oscuridad.

Y de pronto luz. Una explosión de luz  blanca que se expandió en todas direcciones con la fuerza de una supernova. Se fue atenuando poco a poco, hasta que dio paso a un lago inmenso, infinito. Darik estaba aturdido. La visión borrosa. No corría ni una pizca de viento y no hacia ni frio ni calor. El cielo estaba oscuro y lleno de estrellas de todos los colores: doradas, verdes, rojas, azules. 

Darik recobró poco a poco el sentido y se quedó embobado mirando aquel espectáculo ajeno a la realidad. ¿Otra vez? pensó para sí mismo.

 Una voz familiar le sacó de su ensimismamiento.

-¿Darik?

Darik se volvió siguiendo la dirección de la voz. Allí se encontró con... Taer.

¿Taer? ¿Qué diablos hacía allí?











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