Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8: Sin ataduras.

—No puedo aceptarlo —sacudo mi cabeza, Cranberg bufa—. Esto es demasiado, señor, sólo hice un par de arreglos...

—Hijo —jadea echándose hacia delante en su silla—, ¿siempre sueles menos preciarte? Mira, Keith, tú te lo mereces. No les doy un bono semanal a todos en este taller. Te lo has ganado. Eres prácticamente la razón por la cual este negocio se mantiene en pie. Los clientes vienen preguntando por ti.

Suspiro, intentando con todas mis fuerzas el no llevarme las manos a la cabeza. No sé por qué demonios se me hace tan difícil tomar el jodido cheque, es sólo un cheque. Un cheque que supera en creces la usual cantidad de ceros que me es entregada a finales de mes, lo cual en sí, no sucede todo el tiempo.

—Keith, tómalo, por favor —vuelve a tender el dichoso papel, pero no lo tomo, sólo lo observo con fijeza—. Puedo con esto, muchacho. Puedes considerarlo un regalo de mi parte también, por tu buen desempeño.

— ¿Por qué lo hace? Yo... no puedo, no puedo, simplemente es demasiado. Yo veo lo que gana usted mensualmente, a penas llega al monto deseado para lo que es el taller, todo se va en repuestos, señor Cranberg...

—Keith, tú quieres estudiar.

Me paralizo, mis labios abren y cierran, pero nada sale de ellos. Termino por hundirme en el asiento.

»Esto te va a ayudar a costear tus estudios, lo que tu padre no puede pagar. Escucha, esto es parte de tu paga mensual, el bono semanal es para ayudarte. Keith, puedes estudiar y dejar el taller por un tiempo, estaremos bien, has hecho mucho por este lugar ya. Cuando acabes con tus estudios, tu lugar en el taller seguirá vacante hasta que decidas hacer algo más por ti.

»Tienes talento, hijo, para lo que te propongas. Y eres una buena persona, muchas otras no lo ven, pero es porque no te conocen. Ahora, quiero que tomes este bendito cheque sin rechistar y salgas por esa puerta después de dejarme un buen "gracias".

Jadeo en una risa. ¿Podré estudiar? ¿Y conservaré mi trabajo, aun después de faltar por todo ese tiempo?

—La carrera toma más de un año, señor Cranberg.

—Bueno, puedes venir en intervalos, se puede configurar tu horario. Puedes estudiar entre semana y trabajar sólo los fines. Maneja tu horario a tu comodidad, también puedes mantener tu día de descanso. ¿Los jueves, no es así? —yo asiento—. Ahí está.

Alguien que me patee el jodido trasero porque estoy soñando. Esto no es la vida real. En algún momento van a salir mis hermanos y hasta John con cámaras, gritando que estoy en el viejo "Pranked" de MTV, porque esto es totalmente algo en lo que Zoe y Daniel se aliarían para hacer.

»Y además se acerca navidad, así que feliz navidad adelantada —su sonrisa es resplandeciente, el muy jodido, mientras que yo estoy aquí, hiperventilando. Me permito pasar mis manos por mi rostro, restregando con reciedumbre, como si eso me ayudará a despertar de mi ensueño.

—Estoy abrumado, no voy a mentirle. No sabía que usted sabe que yo quiero estudiar.

—Tu padre se encargó de comentarme algo. ¿Lo mismo que la bonita Zoe, no? Ambos apasionados de la Literatura. ¿Moderna o de los años de antaño?

—Un poco de ambas —risoteo, vuelvo a caer en el meollo de la situación. No puedo aceptarlo—. Sigue siendo demasiado, señor. Los demás también hacen bien su trabajo, y no es por ser grosero, pero no los veo con su bono semanal.

—Porque a ninguno les interesa la parte estudiantil. Ni siquiera a Bailey. Eres el único que se centra en su trabajo y lo hace de maravilla, aun haciendo lo que realmente no quiere hacer. Tú quieres esto —blandea el papel en su mano—, y aquí lo tienes. Todo tuyo.

Desliza el papel por la mesa. Y antes de que desaparezca por arte de magia o llegue papá para despertarme porque son las tres de la tarde y he dormido todo el día, lo tomo entre manos con una sonrisa de extremo a extremo.

Voy a poder estudiar. Voy a poder graduarme. Podré escribir en paz, leer casi por obligación. Joder.

Después de un abrazo fraternal y mi cabeza todavía en las nubes, salgo del taller. Debo quedarme recostado de mi moto otro instante para procesar todo lo que acaba de ocurrir. Lo primero sería ir al banco a cobrar el bendito cheque.

Pero no, lo primero es decirle a mi padre, entonces iría a casa de Cameron, porque le he dicho que iría en cuanto saliera del trabajo.

Pero no puedo pasarme por casa, al menos no todavía. Algo que me dice que papá ha estado bastante ocupado últimamente. 53 años no se van así como así, él debe disfrutar, y yo no tengo a donde ir. Lástima que hay un supuesto niño al que debo cuidar porque sigue con una pata rota.

Lo estuve pensando, y por primera vez me alegra tener la total culpa sobre algo hecho sin suma intensión.

Mis mejillas se entumecen al punto donde debo parar y masajearme la cara, sonreír no es lo mío. Al parecer debo empezar a acostumbrarme.

Decido que pasaré primero por la tienda para comprar varias cosas mientras mi estadía esté con Cameron. Necesito drenar toda mi felicidad de alguna manera. A mí sinceramente me alegra el poder comentarle este tipo de cosas ahora que nos llevamos "bien".

Después de aquel beso luego de dejar su casa y dormir plácidamente una vez mi padre me habló sobre su nueva novia, las cosas estuvieron más normales de lo que alguna vez llegué a imaginar. Los insultos siguen ahí, las miradas matadoras, los reproches sin causa, su enojo hacia a mí la mayor parte del tiempo, todo sigue igual que antes. Con la única excepción de que ahora los besos han tomado lugar.

No le he dicho que me gusta. Y Alice dice querer matarme por ello, pero yo sé lo que hago, y no es momento para decirle. Realmente, no estoy seguro de que en algún momento llegue a serlo.

Me he dado cuenta de que Cameron es escéptico. Suele mostrar poco afecto a las personas, me refiero a afecto del verdadero. Estoy seguro que yo podría llegar a amarlo, mientras que para él seguiría siendo justo lo que es ahora; absoluta y terriblemente nada. Y vaya que duele pensar en eso.

Aun así, intento ignorarlo, mantener mi compostura. Yo también puedo jugar a su nivel. Porque sí, me gusta. ¿Pero llegar al enamoramiento? Precipitado incluso el pensarlo.

Ambos sabemos que es mejor seguir así, sin ningún sentimiento de por medio. Con la mente en blanco. No puedo permitirme ser un eslabón débil.

Estaciono fuera y rápido me adentro al lugar. Me encuentro marcando a su teléfono cuando tomo una de las canastas, al segundo tono contesta y sonrío.

— ¿Dormías?

—Cuando ya no sabes qué ver en Netflix todo se vuelve aburrido —dice en un bostezo—. ¿Dónde estás?

—Voy para allá, pero quise venir a la tienda para llevar algo. ¿Qué deseas?

—Mierda, eso es lo mejor que me han dicho en años —suena entre entusiasmado y sorprendido. Le lanzo una risa comenzado a caminar por el lugar—. ¿Detalles de tu panorama?

—Uh... helado, dulces, revistas, cosméticos, cremas, la farmacia y más cosméticos —hago una mueca—. ¿Qué dices sobre helado, dulces, un par de refrescos, Doritos y un maratón de Full House?

—El tío Jesse me recuerda a tu padre, pero hecho.

—Haré de cuenta que no dijiste eso e iré a comprar. Tengo buenas nuevas y estoy feliz.

—Algo que me decía que tu repentino entusiasmo debía tener una causa, no me quejo, pero apúrate.

Voy a insultarlo, pero él cuelga y me veo en la obligación de bufar al vacío y continuar con mi compra. Una vez tengo todo subo a mi moto y me dirijo hacia su casa. La confianza se ha extendido un poco, no es algo de lo que quiero abusar. A penas y he logrado que deje de tratarme como un trapo mugriento. Esto es un gran avance.

Alice llamó hace un par de días. Ella estaba desapareciendo voluntariamente porque sabía que en algún momento yo tendría que resignarme. Al parecer su plan funcionó. Las mujeres son increíbles.

Cuando llego estaciono cerca de la entrada y corro hasta la puerta. Me basta con tocar sólo un par de veces para tenerlo en frente. Una inconsciente sonrisa se le escapa antes de tomar las bolsas de mi mano y me adentro al lugar. Ese suéter y gris pantalón de chándal se ha vuelto su uniforme para andar en casa, procura meterlo a lavar cada cuanto y yo simplemente no sé cómo lo hace, pero supongo que está bien.

— ¿A qué se debe tu entusiasmo? Jamás había visto a un pie grande feliz —dice abriendo una bolsa, puedo imaginar que es la de Doritos. Cierro la puerta de la nevera cuando dejo el helado dentro y me recuesto de éste. Ha desenvuelto este truco de montarse sobre la encimera y poder balancear sus pies, aun con el yeso encima.

—Pues... digamos que tuve una charla con mi jefe hoy...

—Uh, ¿el viejo de traje que siempre anda encerrado en esa casilla con una calva y aires de mafioso? —una clara mueca de asco es reflejada por su boca, haciéndome carcajear. Me acerco para tomar de la bolsa en su mano.

—Ése mismo. El señor Cranberg es una buena persona, Cam, no seas imbécil.

—Ser imbécil está bien. A veces. Y puede que sea una buena persona o cómo digas, pero tú también pareces una y aquí estás.

Entrecierro mis ojos viendo como distraídamente come. Me fijo en sus labios, son gruesos y carnosos. Es bueno saber que la apariencia no engaña, puesto a que también se sienten así. Antes de que se dé cuenta de mi mirada prosigo a hablar.

—No voy a discutir sobre eso. Le tengo respeto a ese hombre. Gracias a él voy a poder estudiar lo que quiero.

Me detengo a tiempo para ver su reacción. Sus cejas de levantan y, a no ser porque tiene la boca llena de Doritos, ésta podría estar abierta.

— ¡¿Vas a poder estudiar?! ¡Asombroso! Sabía que en algún momento alguien tendría que darse cuenta de lo nerd que eres, como un niño rata, pero esos de laboratorio.

Comienzo a pellizcar sus piernas por encima de su pantalón, arrascándole quejidos y chillones. Yo me gano golpes de su parte.

Estoy riendo con ganas mientras él se queja e intenta que deje de proporcionarle pellizcos en sus muslos, logro esquivarlo.

Claramente, él tiene un truco bajo la manga, porque en menos de un segundo ahueca mi cuello con ambas manos, justo detrás mis orejas, y se empuja contra mí. Hace chocar nuestros labios repentinamente.

A pesar de haber sido un movimiento brusco, sus labios amortiguan todo daño. Es la primera vez que él toma la iniciativa de besarme.

—Yo que tú no haría eso —apoyo mis manos del mesón en donde él todavía está sentado. De lo contrario mis manos hallarían un camino hacia su cadera.

— ¿Hacer qué? —cuestiona sobre mis labios. Deja castos besos.

—Provocarme.

—Me gusta provocarte —muerde con cautela mi labio. Enloqueceré en cualquier momento. Mis manos cosquillean.

—Puedo asegurarlo, justo cuando dijiste que volverías a hacer lo de la otra vez supe tus intenciones. No son buenas —mi voz se torna ronca. No se viene nada bueno.

—Mis intenciones son bastante puras, grandulón. No sé de qué hablas.

—Pues lamento decirte que las mías no lo son.

Dejo ir mis manos hacia donde quieren ir, y puedo decir que hasta un poco más allá. No sé cómo consigo que ambas de sus piernas rodeen mi cadera, el yeso se vuelve nada y mi lujuria se vuelve todo. Mi fuerza interior toma lugar y lo demás deja de importar.

Cameron rodea con sus brazos mi cuello mientras que mis manos albergan su trasero, intentando mantener un equilibrio y procurando no caer al suelo.

Tampoco sé cómo llegamos hasta el sofá de la sala, ni cuándo la ropa comienza sobrar. Siento que vuelvo a sentirme igual que la primera vez, hecho curioso puesto a que recuerdo cada detalle sobre él y esa noche.

Quizá no me haga falta la cocaína o el alcohol para poder explorarlo a él. Eso me parece asombroso.

—Cam —jadeo separándome de sus labios—. ¿Realmente quieres hacer esto de nuevo?

Su rostro me es ilegible por cierto momento antes de que asienta, volviendo a unir nuestros labios, pero vuelve a separarse para hablar. Yo no me quejo, iré a su ritmo si así él lo quiere.

—Sí..., pero ésta vez seremos precavidos —yo voy a decir algo, pero él apunta al escaparate de la esquina—. Creo que en uno de los cajones hay condones.

Mordiendo mi labio, me levanto de encima suyo para dirigirme a zancadas hasta el escaparate lleno de retratos. Reviso varios cajones sin encontrar nada hasta que mi atención es tomada por una de las fotos. Parece reciente, pero por la imagen que adopta Cameron puede que ya tenga unos años. Toda su familia parece estar en él.

Hay una mujer mayor junto a una muchacha de pelo castaño largo y lacio, ambas con sonrisas resplandecientes y características físicas sumamente similares a las de Cameron, no me cuesta nada asociarlas con su madre y su hermana. También hay un hombre de simple ojos cafés y cabello castaño junto a la muchacha, que sostiene en sus brazos a un niño de no más de un año, y justo al lado está Cameron.

Sabía que alguna vez su cabello tuvo que haber llegado a cubrir su frente, los brackets adornan su dentadura y lucía un aire de niño bueno al que no me apego ahora. Sonrío cuando siento unas manos rodear mi torso y... ¿sus labios contra mi hombro?

Me he quedado más de lo pensado admirando el retrato. Siento su pecho apegarse quedamente a mi espalda y luego su barbilla posarse sobre mi hombro. Tomo el porta retrato con mi mano para dejarlo a nuestra altura. Espero a que diga algo hasta que lo hace.

—La que está a mi lado es mamá —apunta a la mujer mayor. Me doy dos puntos extra por acertar—. Su nombre es Tamara. Ésta es mi hermana, Tiara, su esposo Jansen y mi sobrino Bexter. Esta es del primer cumpleaños de Bex.

—Todos parecían bastante felices —murmuro. Alzo una ceja—. ¿Jansen?

—Nombre de soldado, según él —bufa—. Siempre creyó que me caía bien, pero siempre lo detesté.

—Vaya, qué sorpresa —susurro para mí, pero sé que él lo escucha, creo que por eso se ríe. Mi vista baja de la foto a su pierna, me percato de que está parado—. ¡Eh, puedes caminar con el yeso!

—Sabrás que demasiado tiempo sin hacer nada más que mirar televisión te pone curioso, y aburrido —remueve el cajón a su derecha hasta dar con un pequeño sobre de aluminio—. Me bastó con intentar un par de veces para tomarle el hilo.

Con una sonrisa dibujada en el rostro tomo el condón y me doy vuelta para volver a estampar sus labios contra los míos.

— ¿Subimos? —pregunto—. ¿Aun tienes problemas subiendo las escaleras?

—Puedo subir ocho míseros peldaños, Keith. Tengo un tobillo roto, no perdí la pierna entera.

—Vale, vale —alzo mis manos. Siempre es mejor no discutirle—. Sólo preguntaba.

Ciertamente se le hace fácil subir los ocho peldaños de la escalera cubierta por una alfombra, y lo dejo subir primero para poder discretamente disfrutar de su trasero en ese bóxer blanco que casi le queda pequeño. Es ajustado, y me gusta.

Llegamos a la habitación y no damos tiempo a decir nada más, vuelvo a tomarlo en brazos guiándonos a la cama. Tampoco mentiré, ansiaba con éste momento desde un principio.

Cameron tiene ese algo que me hace querer quedarme e indagar más en él. Más que misterioso, parece interesante. Hay muchas cosas que quiero saber sobre él, estoy genuinamente intrigado. Quiero saber más sobre el por qué su familia y él están separados, sus gustos y propósitos.

Pero debo recordar que estamos hablando de Cameron, y que para él yo no importo, al menos no fuera de la cama. Y debo mantenerme a ese margen por más que no quiera.

No debo involucrarme sentimentalmente porque él tampoco lo hará, y debo estar consciente de eso.

Con dificultad remuevo la única prenda que estorba en su cuerpo, un yeso es algo totalmente diferente a todo lo que he tenido que enfrentarme antes. Una risa se le escapa cuando me observa luchando por sacar su bóxer de su pierna enyesada.

— ¿Jamás habías tenido sexo con alguien que tuviese un yeso?

—Para nada —acabo por lanzar su bóxer al suelo, entonces prosigo a quitar el mío—. Realmente hay una primera vez para todo.

Me acerco a besarlo nuevamente antes de buscar el sobre de aluminio. Disfruto de sus labios y del previo sabor a Doritos que yace en su lengua. Me es ilógico pensar en lo bien que nuestras bocas se unen, quisiera poder decir alguna mierda como "quizás estaban echas una para la otra" pero claramente, eso es falso.

Sólo colisionan de manera exquisita que yo disfruto gratamente y espero a que él sienta lo mismo, simple.

Con mis dientes rompo el papel y tomo el condón. Lo deslizo sobre mi creciente erección y separo las piernas de Cameron. Es una vista algo... excitante, a decir verdad. Es lo más cerca que estado de alguien en mucho tiempo —además de él—. Enseguida hace que mi erección aumente y al parecer lo mismo ocurre con él.

Es grandioso verlo así estando bajo mi mirada. Yo lo hago ponerse así, y me siento satisfecho con ello.

Uno de mis dedos baja hacia su entrada y apoyo mi mano a un lado de su cabeza, pidiéndole que me mire en todo momento. No estoy seguro de querer perderme alguna de sus expresiones durante esto.

Al introducir mi primer dedo sólo muerde su labio y se estremece, sin despegar su vista de la mía. Agradezco que la claridad se filtre por la ventana, pero está oscureciendo y la poca claridad se está desvaneciendo. No quiero dejar de verlo, no quiero perderme ningún detalle de mí formando una parte de él.

Le doy paso a un segundo dedo. Su expresión tiene cierta cantidad de variaciones por un momento. Suelta un gruñido y presiona su mandíbula, luego cierra sus ojos y jadea, removiéndose contra mí. Entonces vuelve a presionar sus ojos con fuerza cuando comienzo a mover ambos dedos y un gemido parecido a un quejido sale de sus labios.

— ¿Cam?

—Duele —gime.

— ¿Quieres que pare?

—No, no, sigue. Te acostumbras al dolor.

— ¿Has tenido sexo con un hombre antes de mí?

—No, te lo dije, era virgen de esa parte antes de que vieras tú, pero puede ser soportable. Tú de verdad casi me detruyes el culo esa vez.

Su comentario me hace reír, y quiero pedirle disculpas y decirle que no había sido esa mi intención, pero no es el momento adecuado, por lo que callo.

—Con cuidado entonces.

Unos minutos después, él parece estar listo para recibirme, y separando un poco más sus piernas, acaricio sus muslos y alineo mi erección hasta dar con su entrada, entonces entro en él.

No recordaba el cómo se sentía, el qué tan bien podía sentirse estar dentro de él nuevamente. Es realmente estrecho, y pierdo los estribos.

Poso ambos codos a los lados de su cabeza y pego su frente de la mía. Él pasa su pierna no enyesada por mi cintura y comienzo a impulsarme con cuidado hacia a él, saliendo y entrando con cautela y sin querer lastimarlo. En mi boca se pierden sus jadeos, gemidos y gruñidos mientras muerdo sus labios. Me encantan sus labios, joder.

Sin dejar de moverme hago un camino de sus labios, por su mandíbula, llego a su cuello y me entrego otro rato más hasta seguir a sus clavículas. Y regreso a sus labios para gemir.

¿Por qué nunca había hecho esto antes? Sólo recuerdo el haber estado perdiendo el tiempo con chicas que no me brindaban ni una cuarta parte de lo que Cameron me ha brindado en unas semanas. Ahora sólo puedo comparar todo lo que he vivido antes con lo que éste incompetente idiota me hace sentir.

No debo estar asustado, pero por una parte es lo que más temo: sentir algo más que atracción y gusto hacia Cameron.

Voy a un ritmo moderado para ambos, disfruto de cada momento en que nuestras miradas colisionan. No mentía cuando dije que podría perderme en él miles de veces, puedo recordar aquello. En Cameron vale la pena perderse, y yo soy un perfecto desconocido que no tiene miedo sobre ello.

Un cosquilleo recorre mi espina y luego mi estómago, aviso que estoy por venirme y obtengo un permiso para aumentar las embestidas. Se ha convertido en algo normal para él, estoy seguro, por lo cual no me da miedo el aumentar la velocidad.

Un gruñido es amortiguado por su lengua cuando llego a mi punto máximo. No pienso dos veces en seguirle el húmedo beso francés. Él tira de mis mechones de cabello, que por cierto, he escuchado a Zoe decir que debería hacer algún cambio, no pasará mucho antes de que le haga caso.

Poco después llega él entre nuestros abdómenes. Me tomo un momento para esconder mi rostro en el hueco entre su cuello y hombro para sonreír. Me siento... bien. Demasiado bien. Beso su cuello y prosigo a salir de él, anudo el condón y me encamino hacia el baño para deshacerme de él.

Mi pulso continúa acelerado, y joder, debo dejar de sonreír. Me enferma el verme en el espejo con una sonrisa. No parezco yo. Yo no sonrío. Yo soy particularmente amargado. Esto no puede hacerme sonreír como idiota. Cameron no puede hacer eso.

Al regresar a la habitación él está parcialmente cubierto por una sábana beige y tiene el control remoto en una mano. Se levanta y se encierra en el baño luego, sin siquiera cruzar mirada conmigo. No le tomo importancia, no es la gran cosa. Recupero mi ropa interior y me aseguro de chequear la cama nuevamente; ningún rastro similar a la sangre. Suspiro con alivio, necesito un bendito cigarrillo.

Regreso a la cama con la cajetilla en una mano, me apodero del control al tiempo que enciendo éste y pronto lo veo salir de baño. Sonríe.

— ¿Puedo? —tiende su mano hacia mí una vez está a mi lado. Doy un mohín dándole la caja con el encendedor y lo veo en todo momento. No es la primera vez que compartimos un cigarro, pero la situación es sumamente diferente. La primera vez casi lo golpeo estando en un hospital, con mi hermana y su amiga en un coma. Por más que Chloe aun no despierte.

—Es extraño verte fumando —exhalo—. No es bueno que los niños fumen.

—No lo hago seguido, no quiero ser la clase de persona obsesiva a la nicotina, no me veo en ese plan. Y me cabrea que me llames "niño", no lo hagas. Jamás había fumado luego de tener sexo. Sí que hay una primera vez para todo.

Suelto una risa, yo no dejaría de llamarlo "niño". Me gusta llamarlo así.

—Debes acostumbrarte, no voy a dejar de hacerlo. Empezaste como un niño, como un niño te quedas—risoteo. Suelta un gruñido, sabe que no puede discutirme esto. Ganaré, cueste lo que me cueste—. Y yo tampoco había hecho esto antes. Estamos llenos de primeras veces.

—Pues sí —es su respuesta para callar luego.

Nos sumimos en un cómodo silencio en el que aprovechamos para consumir ambos cigarrillos y luego empezar con otro casi inmediatamente. Me encuentro riendo por lo bajo, pero no tengo una razón, no al momento, pero capto su atención.

— ¿Por qué ríes?

—Me gustas, niño—admito sacudiendo mi cabeza. Mi vista es fija al cigarro, no llego a ver su reacción—. La verdad no sé por qué, no sé si es por esto, no sé si es por tu forma de ser, no sé si es por que eres tan diferente a mí... —me encojo de hombros, le resto importancia, ciertamente no la tiene—. Sólo sé que me gustas.

Tomo el coraje suficiente para encararlo, está levemente sorprendido ante mis palabras. Y no lo culpo, yo también lo estoy. Se lo he dicho, y no de la manera tan seria como estaba esperando, pero se lo he dicho.

—Keith —dice acomodándose en su puesto. Su tono de voz me indica que quiere que lo escuche, por lo que lo hago—. ¿Sí sabes que esto es sólo sexo, cierto?

Y ahí está.

Yo presiono mi mandíbula pero asiento. Sabía que esto era así, por muy poco que conociera a Cameron, desde un principio lo supe. No estoy sorprendido ante eso.

Pero si sabía que era así e intenté convencerme de ello muchas veces, ¿por qué me siento así? Como si... fuese una cachetada de vuelta a la realidad o un destello de la verdad. Como si doliera.

»Aquí no entra nada sentimental, puedes estar seguro de eso. Me gustan las mujeres, Keith, no lo mal interpretes. Esto es algo más como una... ¿distracción, podría decir? Me gusta cómo me haces sentir. Y sí, al principio fue grotesco con todo aquel problema de las drogas y la primera vez, pero me gustaría mantener esta clase de relación contigo.

»Digo, si a ti te parece. Si te gusta esta clase de encuentros está bien, porque a mí me gustan, pero sólo no quiero que ninguno se involucre sentimentalmente, ¿comprendes?

Por alguna razón esta idea me atrae y me asusta a un mismo tiempo. El saber que podemos follar cuando a alguno de los dos le plazca es tentativo, y es asustadizo por mí, porque soy un idiota y probablemente hay cosas que no puedo retener.

Como mis sentimientos, por ejemplo.

» ¿Entonces? —lo oigo decir un rato después. Al parecer me he quedado pensando con una expresión neutra postrada en el rostro y él ha estado esperando una respuesta.

Alzo una ceja.

— ¿Me estás diciendo que tengamos sexo sin ninguna clase de ataduras? —él asiente—. Significa que puedo buscarte para esto y viceversa cuando nos dé la gana —él vuelve a asentir.


Cameron es escéptico, ¿entonces por qué yo no serlo?

He descubierto que el sexo gay es mucho más interesante que el heterosexual.

Sexo gay gratis, donde sea y cuando sea. ¿Qué más puedo pedir? ¿O qué es lo peor que puede pasar? ¿Que alguno se enamore? Uh, difícil. Me he enamorado antes y no terminó nada bien.


Sin embargo asiento. Accedo contra todo pronóstico. Lo veo sonreír y tenderme su mano.

— ¿Sin ataduras? —pregunta, mi vista baja a ésta y sube a su rostro inescrutable un par de veces. Entonces sacudo su mano.

—Sin ataduras.



NOTA: Perdón por la actualización lenta, he estado intentado terminar la novela anterior a esta, así podré subir con más frecuencia acá. Pero igual gracias xxx.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro