Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

20: Vivamos juntos.

Trazo una línea con mi índice desde su cintura hasta su cuello, siguiendo ese vaivén hasta que sus ojos se abren con pereza. El musculo de su brazo se marca mientras abraza la almohada bajo él. Le sonrío, restregando su ojo con sus dedos me sonríe de vuelta, se gira para quedar boca arriba en la cama. Posiciona la almohada bajo su cabeza, desordenando su cabello ahora un poco más largo que la última vez. La imagen de su torso desnudo no ayuda para nada a mi erección mañanera, sólo puedo cruzar mis piernas en el jean desgastado que he vestido la noche anterior y esconder mis muecas tras mi taza de café.

Las finas sábanas blancas delatan a medias su estado. Puedo destacar su masculinidad en la misma situación que la mía, y acaba por hacerme perder la poca cordura que me sobrelleva. Poso mi taza en la mesa, tomando la caja de condones de la gaveta. Saco uno y lo dejo sobre la cama para despojarme de mis pantalones, no me he puesto ropa interior por lo cual se me hace fácil. Trataría de hacer esto lo más discreto posible, Cameron sigue durmiendo a pesar de que ha cambiado de posición. Es mucho más fácil el acercarse ahora.

Con lentitud despejo su cuerpo de las sábanas, dejándolas caer al suelo. Tomo el envase de lubricante de la mesa contraria a la cama. Esto sería una grata sorpresa para el señor Buckley, y estoy dispuesto a hacerla de las mejores que ha recibido. Con precisión me arrodillo sobre la cama, admirando por encima su cuerpo netamente desnudo. Amaría cada rincón suyo hasta que no pueda más.

Decido poner el condón primero antes de comenzar a estimular cualquier otra parte. No me es muy difícil, se mueve un par de veces pero por excelencia sé sobre su sueño pesado, no se despertaría hasta que todo empezara a tomar curso. Una vez el condón está en su lugar, es mi momento de actuar.

Paso mis piernas por su cintura, quedando de rodillas sobre él. Me inclino con cuidado, estirando mis comisuras para besar su cuello. Beso y lamo haciendo un camino hasta su pecho, decido entretenerme con sus pezones que se endurecen casi enseguida, y puedo empezar a oír gemidos leves provenir de su garganta. Beso ambos pezones cuando lo creo suficiente y dejo otro beso en su mentón antes de moverme hasta su hombría cubierta por el condón.

Vacío lubricante en mis manos, pasando primero por su extensión con suma lentitud y luego por mi entrada. Con cuidado me preparo para recibirlo y lo introduzco en mí, logrando obtener su primer gemido con labios y ojos abiertos. De inmediato sus manos se posan en mis muslos trazando hacia mi cintura y de regreso, presionándome contra él. Dejo mis palmas acariciar su pecho.

—Déjame hacer la faena a mí, niño —susurro—. Tú sólo cierra los ojos.

Él ahoga un gemido mordiendo su labio, cierra sus ojos pero aun así no quita sus manos de mis muslos, aprieta con sutileza haciéndome jadear a su tacto. Comienzo a mover mis caderas de arriba hacia abajo, creando una fricción placentera para ambos. Su boca se abre y llevo mi mano a cubrirla. Son las ocho de la mañana, los vecinos deben estar con los oídos bien puestos en cualquier lugar y lo que menos quiero son quejas. Cameron suele gemir alto, no sería la primera vez que las presentan.

Aumento la velocidad de mis movimientos, dejando que me ayude ésta vez. Comienza a embestir contra mí mientras acaricia mi cintura y glúteos. En un momento se estira tanto que logra tomar mis nalgas, apretándolas con parsimonia. En un rápido movimiento se sienta, creando una posición más cómoda para ambos. Ignoro el aliento mañanero, colisiono su lengua con la mía acallando todo gemido proveniente.

—Me fascinas —gime. Estoy apunto de responder cuando golpea mi punto sensible y suelto un gemido que no me da tiempo de silenciar. En un abrir y cerrar de ojos nos gira sobre la cama: yo boca arriba, mis piernas alrededor de su cintura, sus manos aprisionando las mías sobre mi cabeza desde mis muñecas y comienza a besar mi cuello, tomando el control de todo. Pierdo los estribos.

A la mierda los vecinos, mis gemidos se tornan descontrolados y puedo jurar que Cameron sonríe contra mi cuello antes de morderlo, siguiendo el camino hasta mi mandíbula, mentón y labios. Su vaivén se vuelve lento, entonces rápido, suelta mis manos para posar las suyas a mis costados, dejándome el camino libre para tomarlo de su cuello y acercarlo más a mí.

Tres fuertes embestidas me son suficientes para venirme entre nosotros. Él sigue moviéndose hasta encontrar su punto, su expresión de orgasmo es todo lo que hallo como bien en ésta existencia. Continúa moviéndose con lentitud hasta que sus brazos no lo resisten y cae sobre mí escondiendo su rostro en mi cuello. Lo abrazo desde sus hombros y beso su frente.

—Qué buena manera de despertar —jadea, suelto una risa besando su frente nuevamente.

— ¿Dijiste que te encanto? —pregunto luego de un rato. Acaricio su mejilla con mis dedos.

—Que me fascinas —corrige, girando su rostro para verme. Apoya su mentón de mi pecho—. Recuerdo que fue lo que me dijiste esa vez que nos drogamos. Fue una de las cosas que vagamente logré recordar de esa noche. En esta misma cama.

—En esta misma cama —repito pensativo—. ¿La misma cama en la que estaría dormido cuando vinieras a tirarme de los pies en la noche si morías las vez que subiste a mi moto? Dijiste que harías el peor solo de guitarra sobre mi ataúd.

—Probablemente mentí —ambos reímos—. Te mereces el solo de Bohemian Rhapsody. Incluso podría convertirme en Slash si así lo deseas.

Mi carcajada se hace sonora mientras se levanta desde sus brazos, deja un último beso sobre mis labios. Me percato de que seguía dentro de mí cuando lo siento salir, suelto un jadeo ante la sorpresa, él sonríe cuando lo nota.

—Te pediría que nos ducharamos juntos, pero si faltamos un día más al trabajo nuestros jefes nos matarán —risotea, lo observo movilizarse desde la cama. Ahora al que le costaría levantarse sería a mí—. No estoy para soportar a Dallon o a Kenny.

Detallo su torso desnudo con una sonrisa. Estoy tan enamorado de éste imbécil, que si me hubiesen advertido el que chocaría contra él, hubiese acelerado el paso. No lo creería, Cameron parece tan irreal. Pero no lo es, es totalmente real. Y es mío.

— ¿En qué piensas? —me pregunta saliendo del baño, a penas si me he movido. Ni siquiera siento hambre, podría quedarme en esta posición todo el día, sólo observándolo. Me encojo de hombros.

—En todo lo que ha pasado éstos últimos meses. Nathan se casó con Brad, fue el cumpleaños de Nick el mismo día que Lia nació, Abigail se ve hermosa con su hija en brazos y Brendon parece tan feliz junto a ellas. Mi hermana y Dallon están en las mismas, hoy conoceremos a Ginger. Quiero que vengas conmigo.

Se paraliza ante mi petición, mirándome al pie de la cama. Su sonrisa aumenta con el paso de los segundos en los que no obtengo una respuesta, pero termina por asentir. Me impulso sobre la cama para llegar hasta él, arrastrándome con mis rodillas. Lo tomo de su cuello haciendo que caiga sobre mí nuevamente, ríe atacando mis labios.

Creo que llegaremos tarde al trabajo. De nuevo.

*

Entre Zoe, Daniel y yo intercambiamos miradas. No recuerdo haber visto a John lucir tan nervioso desde esa vez que Abigail decidió darle la noticia sobre su embarazo. Había estado tan asustado hasta el punto de querer llorar, pero ahora sólo está muy hiperactivo. Supongo que es comprensible.

Mis hermanos no sabían sobre ésta "nueva novia" de papá. Sin embargo, cuando les dijo que una amiga importante para él vendría, ya ellos sospechaban algo. Al parecer yo no era el único en estar actuando extraño en los últimos meses.

El timbre suena y papá da un respingón. En serio, dio un respingón, saltó sobre su asiento cuando el timbre sonó. Nos da una mirada a los seis sobre la mesa y con una sonrisa sale de la cocina. Zoe ha traído a Dallon, Daniel a Layla y Cameron presiona mi mano a mi costado, regalándome esa mirada tranquilizadora.

—No salgas de control —susurra en mi oído.

—Te prometí no hacerlo —le susurro de vuelta y aprecio su sonrisa de niño pequeño. Me he acostumbrado mucho al verlo sonreír con frecuencia. Es como si el mundo se iluminara siempre que baja su vista o la desvía a cualquier parte sólo para sonreír, cuando no se da cuenta de que lo estoy observando. O cuando ríe y sus ojos se cierran parcialmente. O la pequeña marca de varicela cerca de su entreceja, resalta cuando carcajea.

Amo observar a Cameron. A mi novio. Porque es mi novio. Ninguno lo ha preguntado, pero lo damos por hecho. Los "te amo" y nada discretas miradas delatan demasiado para nuestro gusto. Dejamos que sólo pase. Ser una pareja oficial mejora las cosas, pero no es lo de más. No necesitamos de una etiqueta para diferenciarnos, aun así, a la hora de que haga falta, la palabra "novios" parece la más concreta y correcta para denominar.

Nuestra cena transcurre tranquila, y normal. Ginger resultó ser un amor, y Zoe la terminó adorando. Se le notaba, pero quizás yo era el único en percatarse. Dallon se une a una de sus conversaciones e incluso Layla se ve enfrascada en una, hasta que llega el turno de Cameron y nuevamente, sólo puedo observarlo hablar con mi codo en la mesa y mi mentón descansando en mi palma. Su soltura para hablar me es asombrosa. Encuentra a alguien que se desenvuelva mejor hablando que no sea Cameron Buckley, estaré esperando.

Ginger se gana el cariño todos y puedo ver que John está satisfecho. No ha dicho nada indebido, o fuera de contexto, ni mucho menos incómodo. Llegó con una sonrisa y se despidió con otra, dejándome sorprendido en cierto punto. Pensé que la odiaría como todo un colegial al primer momento en pisara nuestra casa, pero no ha sido así. Se ha ganado su puesto, y John está feliz.

— ¿Te cayó bien Ginger? —me pregunta Cam caminando fuera de la casa. Lo veo recostarse de su auto con sus manos en los bolsillos.

—Mejor de lo esperado, para ser sincero —alzo mis cejas. Saca un cigarro de su bolsillo trasero junto a un yesquero. Hace un buen tiempo que no fumo, pero al momento de verlo encender uno y tenderlo hacia mí, no dudo en tomarlo. Compartir cigarrillos era lo nuestro, y hace un tiempo que no lo hacíamos—. ¿Qué hay de ti?

—Parece buena persona —encoje un hombro tomando el cigarro de vuelta—. Un poco empalagosa para mi gusto, pero bastante agradable. Y tu padre se veía contento.

—Así es. No creo que importe nada más. Si John es feliz entonces yo también lo soy. Papá lo merece.

—... Lo hace —asiente viéndome acabar con el resto del cigarro, sus comisuras se alzan sin dejar de hacer contacto visual conmigo. Tiro la colilla al suelo, pisándola con mi zapato. Él toma otro de la caja en su bolsillo y lo posa entre sus dientes, pero vacila en encenderlo. Todo sin dejar de mirarme.

En un rápido movimiento quita el cigarro de sus labios y da un paso a delante; me toma del cuello impulsándose a mí y tiene que ponerse de puntas para poder llegar a mis labios. Recibo el beso con furor tomándolo cerca del cuello de su camisa. Son éste tipo de momentos los que amo, pero a la vez odio. Es de noche y la calle está desierta, por lo cual sólo se oye el sonido del viento contra los arbustos y hay uno que otro faro iluminando. Entonces él tiene que irse.

Nos separamos con lentitud, observándonos el uno al otro. A veces las palabras no son necesarias, y es cuando sabes que todo es perfecto, que de esa manera debe ser y que nada podría superar algo igual. Todo está tranquilo, él está sonriendo, yo lo estoy abrazando, y eso está bien.

Todo con él está bien.

—Múdate conmigo —murmura sobre mis labios. Debo alejarme un segundo para buscarle algún indicio en su rostro que delate el hecho de que está bromeando, pero no hallo nada. Está hablando en serio.

— ¿Cómo?

—Eso. Múdate conmigo. Hasta que te acepten el alguna universidad. Aun podemos tomar en cuenta Nueva Jersey. O hasta Canadá. Me gustaría que conocieras a mi familia, la tuya ya me aceptó. Faltas tú. Y algo me dice que tanto mi hermana como mi madre y Bexter van a amarte tanto como yo. Múdate conmigo, Keith.

Su mano reposa en mi mejilla y escudriño su rostro con mi vista hasta que ya no hallo hacia donde mirar. Mi corazón está latiendo con fuerza, mis piernas tiemblan y mis sonrisa se expande. Ahora mis ojos brillan, puedo sentirlo.

—Está bien. Vivamos juntos.

Con una sonrisa vuelve a besarme, mis manos se posan en ambas de sus mejillas y lo abrazo luego. A pesar de su altura siento que me alza en el aire sin alejar sus comisuras de mi boca.

Sí, definitivamente todo está bien.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro