19: Te creo, niño.
Estar parado frente a la librería recostado de mi motocicleta me recuerda a los primeros días; venía por nada, encontrándolo todo. Estaba escapando de un infierno, sólo para saltar en otro. Las cosas se tornaron difíciles a partir de ahí, pero si lo pensaba bien: todo valía la pena. Despertar en las mañanas y verlo, valía la pena. Incluso si tenía que irse de madrugada, él no decía nada, sólo daba una última mirada y se iba, y así viceversa. Ahora me arrepiento, porque pude haber hecho mucho partiendo de esos momentos. Pude haber besado su frente como en las películas y luego irme, ya que él nunca lo haría. No sé qué lo hizo regresar, no sé qué lo hizo volver a buscarme, pero luego de semana y media, todo había acabado.
Él dejó de buscarme, y yo sólo rodeaba una y otra, y otra vez las palabras de Bailey en mi mente. Si él no iba, entonces yo iría. Claro que me tomó mucho el llegar a esa conclusión. Pero por primera vez en mucho tiempo, pensé en algo que no fuese yo, ni mi familia. En cierta parte lograba ser más importante, a su manera. Él era todo lo que importaba ahora, y yo debía ser consciente de eso porque mi voz interior me lo gritaba. Yo dejaría de ser sordo.
¿Se lo haría saber con tal facilidad? Si algo he aprendido de las miles charlas de mi hermana con sus amigos, es que todo debe ser a su tiempo, y que todo lo bueno se hace esperar. Por eso cuando él dejó de llamar y mandar mensajes no me preocupé, yo sólo llegaría y dejaría al resto pasar. Toda una semana y cuatro días para pensar en eso. Sólo una. Ni un día más, ni uno menos.
Por el espejo del retrovisor acomodo mi cabello. El rubio me queda bien. Abigail dice que parezco un Backstreet Boy, pero creo que está bien, pude verla sonreír luego de eso. Sacudo un poco mi chaqueta de mezclilla y metiendo mi manos a los bolsillos, doy una larga inhalación y una lenta exhalación. Camino hacia las puertas de cristal.
La librería está parcialmente poblada, pero aun así las primeras miradas que se posan sobre mí son las de Dallon y Kenny. Dallon parece sorprendido, pero Kenny sonríe, entonces intercambian miradas y mi cuñado imita la expresión del otro. Estiro mis comisuras caminando hacia ellos.
—Uh —silba Kenny, alzo mis brazos a mis costados mostrando mi dentadura—. Esto sí que es diferente. Desapareces por casi un mes y regresas pareciendo un Backstreet Boy.
—Ya me lo dijeron —suelto una risa—. Y sí, lo sé. Estuve... Ocupado, podría decir. Lo suficiente para... ya saben, pensar.
—Ya lo creemos —señala mi cuñado—, de no haber sido por Zoe seguro ni sabría de ti. ¿En qué podemos ayudarte? No creo que vengas-
Un fuerte estruendo a espaldas de Dallon distrae a los tres y a las personas cerca del mostrador. Tras la interrupción de Dallon, se encuentra Cameron con sus cejas levantadas y labios semi abiertos, y una caja encima de muchos libros regados en el suelo. Es Alice quien lo hace salir de su trance para comenzar a recoger los libros tirados en el suelo, entonces Dallon se les une y Kenny me da una mirada que no regreso pero que percato por el rabillo del ojo. Mi vista es fija al frente hacia donde están ellos.
Alice le dice algo a Cameron que no alcanzo a escuchar, el avellana retoma su postura ahora mirando hacia mí. Parece estupefacto ante de la idea de que yo haya venido hasta acá. No lo dice, pero por su semblante sé que se pregunta qué demonios estoy haciendo aquí.
—Vine por... —ladeo mi cabeza, con mi pulgar apunto a la puerta—. Ya sabes. ¿Podríamos hablar?
Él balbucea por el momento en que gira su mirada de mí hacia Dallon aun en el suelo. Yo tampoco podía irrumpir así como así en su trabajo, sin embargo, mi cuñado suspira alzando sus cejas.
—Sí venías por lo que creía —murmura metiendo los últimos libros a la caja, se pone de pie sacudiendo sus manos—. Vayan. Pero te quiero aquí a las seis, Cameron.
—Bien —murmura él, y creo que sonríe pero se lo impide, entonces sus comisuras se forzan. Pero sé que ha querido sonreír. Él da pasos rápidos hasta sus pertenencias en uno de los casilleros en el fondo y una vez tiene su mochila y sus llaves me hace una seña. Con un movimiento de mano me despido y sigo los pasos del avellana hasta afuera.
Lo veo titubear cuando estamos frente a mi motocicleta. Muevo mi mano restándole importancia.
—Vamos en tu auto. Si quieres maneja esta vez.
Él no tiene una reacción exacta, pero cuando comienza a caminar y subimos a su auto, puedo creer que es más bien una de alivio. Aun me causa gracia lo mucho que le aterran las motocicletas. Quizás sólo fue una mala experiencia que no sé si es estoy dispuesto a querer conocer.
Probablemente sí.
Luego de indicarle un buen lugar para plantear una conversación, paramos en una cafetería que se ve convencional. Lo que hay es mucha gente, pero todo parece tranquilo al entrar y es cómodo. Tomamos asiento en una de las mesas vacías, es extraño habiendo tanta gente. El sitio es grande y sólo he venido una vez, a petición de Zoe y Abigail; Brendon trabaja acá. Me saluda desde uno de los mostradores y le regreso el saludo antes de posar en mi vista en Cameron.
Y no sabía que estaba tan nervioso hasta este momento que mis manos comienzan a picar. Limpio el sudor contra mis jeans. Brendon llega a pedir nuestra orden y sólo pedimos un par de cafés, se retira con una sonrisa y regreso al enano.
—Y... ¿Cómo has estado? —es el primero en preguntar, me limito a encogerme de hombros.
—He estado mejor. ¿Qué hay de ti?
Su respuesta es interrumpida por Brendon con nuestros cafés. Luego de agradecer retoma su palabra.
—Pienso lo mismo. Tu... cabello, me gusta. El rubio te sienta bien.
—Lo creo —risoteo—. Tiraste una caja con libros cuando me viste. Y gracias por lo del cabello, ya venía pensando en hacer algo.
Reímos hasta que lo creemos suficiente. Sacude su cabeza.
—No daré más rodeos. No creí que vendrías. Yo... —suspira—. Tu padre me cerró la puerta en la cara tantas veces que perdí la cuenta, y ahora estás aquí justo cuando pensé que todo había acabado. Y no había podido disculparme después de todo.
—John te cerraba la puerta porque yo se lo pedía, él como buen padre y considerador me hacía caso. Tú no puedes sólo aparecer por ahí creyendo que todo se solucionará con llamadas y mensajes, Cameron. Por un momento pensé en llamar a la policía.
Él gruñe, cubriendo su rostro con sus manos. Muerdo mi labio para no sonreír. Es la primera vez que lo veo en esta faceta de niño arrepentido.
—Ya sé, ya sé. No sé en qué momento pasé a ser Pamela —se estremece—. De sólo pensarlo me repugna. Alice fue la que me dijo que parara si no quería obtener una orden de restricción.
—Eso sí es fácil de creer —alzo mis cejas tomando de mi café, hace una pausa para imitarme. Jadea.
—Desearía poder explicarte todo lo que me ha pasado por la cabeza en este tiempo. Poder disculparme-
—Entonces hazlo —encojo un hombro con desinterés. Frunce su ceño. Miro el reloj en la pared tras él y apunto—. Tienes exactamente una hora para explicarte y disculparte. Y también darme una razón por la cual debería aceptar tu disculpa.
—Casi olvido que no debo subestimarte —alza su ceja, pasando su lengua por su mejilla interna. Suspira con desdén—. Yo de verdad lo siento, Keith.
Su expresión y su voz sale con culpa. Podría tantearla si así quisiese, pero con sentirla real ya me es suficiente. Se ve bastante dolido y me hace creer que habla en serio. Frunzo leventemente el entrecejo.
»Poco tiempo después de... todo lo que dije, me di cuenta de que estaba equivocado, en todo el sentido de la palabra —yo asiento—. Yo te necesito, Keith. En dos semanas todo se volvió más complicado por el simple hecho de que no estabas. Quería golpearme, yo no necesito a nadie. Incluso intenté irme con Pamela y no resultó, fue un caos. La mujer me detesta.
Más de una vez se tropieza con sus palabras. Hasta él está impresionado por lo que acaba de admitir. Ni titubeos, ni pausas, lo dijo en serio.
»Cuando saliste del hospital ese día que Chloe despertó ni siquiera me viste, e intenté ignorarlo, le mentí incluso a Dallon y salí corriendo furioso de la cafetería. Después de ahí las cosas empeoran todavía más. Rechacé el tener sexo con Pamela en pleno acto y luego Kenny hizo ver muchas cosas. Tengo una pregunta.
—Adelante.
— ¿Alice está desde el comienzo en todo esto?
—De no haber sido por ella ni siquiera me hubiese vuelto a ti en primer lugar. Si lo hubiese hecho, nada bueno hubiese salido. Tenía miedo de traicionarte, pero luego dijo que un futuro se lo agradecerías.
—Recuérdame agradecerle —ríe por lo bajo, moviendo sus labios al borde de su vaso luego. Su risa me provoca un manojo de mariposas en el estómago. No creí jamás utilizar ese término refiriéndome a Cameron, pero aquí estamos; y me hace sentir mariposas en el estómago con sólo reír.
— ¿Qué te dijo Kenny?
—Qué no me dijo, querrás decir —alza sus cejas—. Me hizo ver lo idiota que fui, que te perdí en un abrir y cerrar de ojos, pero que parece que jamás te tuve. Me tomó sólo dos semanas, Keith, dos míseras semanas, darme cuenta de que estoy enamorado de ti. Y que también te amo.
Su voz tiembla con su mandíbula, y en mi estómago las mariposas son aplastadas por una pared que cae encima de ellas. Casi pude escuchar el estruendo. Mi sonrisa burlista desaparece, mi dientes rechinan entre sí y mi respiración se hace irregular. Niego con mi cabeza varias veces antes de inclinarme sobre la mesa.
—Tú no puedes simplemente aparecer-
—Pero lo hice, aparecí —se inclina también—, y estoy arrepentido, Keith, ¿está bien? Mi orgullo ha arruinado parte de mi vida, pero tú eres lo mejor que me ha pasado en años y simplemente te alejé, porque es lo que un idiota como yo hace, pero ya no quiero. Yo te quiero a ti.
Jadeo varias veces e intento tomar aire, en cualquier momento mi cabeza comenzará a doler, mis ojos picarán y yo saldré llorando como un crío. Sacudo mi cabeza en una sonrisa irónica.
—Pues no te creo —encojo un hombro—. Así de fácil.
Su risa me desconcierta. ¿Por qué coño se está riendo? ¡¿Acaso le hace gracia el jugar conmigo para luego reírse descaradamente?!
—Si algo he aprendido de ti, es a no ser subestimado —se inclina para decir antes de ponerse de pie—. ¡Atención, por favor!
Enseguida me alarmo, su voz resuena por todo el lugar tomando la atención de la mayoría de las personas. Veo a todas partes.
— ¡Cameron, ¿qué haces?! —mascullo queriendo tomarlo de sus manos para devolverlo a su puesto, se suelta de mi agarre—. ¡Estás haciendo el ridículo!
—Algunos pensarán que esto es estúpido, o una falta de respeto. Otros pensarán que es muy bonito, otros pensarán que es asqueroso, pero nada de eso me importa porque lo único importante ahora es este hombre aquí presente —con ambas manos apunta hacia mí, todas las miradas se giran en mi dirección y pego mi espalda del espaldar, tratando de esconderme o desaparecer o ser tragado por la tierra. Cualquier cosa sería de ayuda ahora mismo.
»Pasa que estoy enamorado de éste hombre, pero cometí un error, y lo lastimé. Hice cosas que no debí hacer, dije cosas que no debí decir. Lo alejé y estoy arrepentido, ahora sólo estoy rogando que me perdone porque me he tragado mi orgullo y, ambos somos bastante orgullosos a decir verdad, pero creo que es lo de menos —suelta una risa que sorpresivamente es seguida por otras a lo lejos—. El punto es que dice que no me cree cuando le digo lo que siento por él, ¿y sinceramente? Me está matando.
De pronto su atención se aleja del resto posándose en mí. Deja caer sus palmas sobre la mesa clavando sus orbes avellanas en mí.
»No sé qué tienes, no sé qué me hiciste, convertiste a un hombre seguro de sí mismo en un mar de dudas, me he leído cada estúpido libro de J.K Rowling sólo porque tú los admiras, y yo quiero admirar todo lo que tú admires. No sé qué tengo, no sé por qué te enamoré en un principio, o el por qué palabras tales como "te amo" abandonaron tus labios esa vez, y no me interesa ni un poco si hay personas homofóbicas, o si continúas llamándome "niño", o si deseas convertirte en el próximo Axl Rose, yo qué sé, voy a estar ahí. Me quieras o no, porque te amo.
Un silencio abarca el sitio por un segundo. Todo hasta que alguien parece comenzar a aplaudir, y así otro y otro más, hasta que toda la cafetería se llena de estruendosos aplausos y Cameron me sonríe. Saliendo de mi escondite sé que estoy a nada de estallar, puedo sentir la sangre acumularse en mis mejillas. Tomo a Cameron de las muñecas y respiro con alivio cuando cede a sentarse de nuevo en su silla.
—Necesitaba-
—Cameron, me voy —lo interrumpo abruptamente, haciéndolo callar de inmediato. Él jadea.
— ¿Te vas? ¿Cómo-? ¿Qué?
—Nueva Jersey. Metí papeles en varias universidades, incluyendo una en Nueva Jersey, porque de allá es parte de mi familia materna. Me aceptaron en la universidad de Nueva Jersey, e iré.
En cierta parte mentía, en la otra cierta parte no lo hacía. Sí, metí papeles para diferentes universidades. No, aun no me aceptan en ninguna. Sí, una está en Nueva Jersey. No, no voy a irme. Al menos no ahora. Pero disfrutaré de su expresión de desconcierto y decepción sólo por haberme hecho pasar vergüenza de ésta manera. Lo merecía.
— ¿Nueva Jersey? ¡¿Cómo se te ocurre mandar solicitudes a una universidad en Nueva Jersey estando yo aquí?!
— ¡Fue antes de todo esto! Yo no sabía que tú montarías éste espectáculo. Y de haberlo sabido, lo hubiese evitado desde un principio.
Dejando el dinero de mi café sobre la mesa, me abro paso hasta la puerta para salir, dejándolo con las palabras en la boca. Quizá eso no estuvo bien, pero poco interesa. Ya ha comenzado a oscurecer, su voz a mis espaldas casi me detiene. Presiono mis labios en una línea para evitar sonreír; me ha seguido.
— ¡Keith! ¡Keith! ¡Espera! —jadeante se posa frente a mí—. Si te vas, entonces me voy contigo.
— ¿Qué?
—Eso —ladea su cabeza—. No tengo nada aquí. Sólo un trabajo y una casa, no hay absolutamente nada más. Y si tú te vas, entonces estoy dispuesto a irme contigo.
Mis ojos se abren casi con horror. Restriego mi rostro con mis manos. ¿Acaso escuché bien?
»No sé si eso que hice adentro estuvo bien, sólo quería encontrar una manera de hacerte creer mi palabra, y hasta ahora creo no haberte convencido. Te quiero conmigo, Keith. Necesito que me creas. Sé que en algún-
En un arranque impulsivo lo tomo por el cuello de su camisa, empujándolo hasta estamparlo contra algún auto. Mi primer instinto es besarlo, así que lo hago. Extrañaba sus labios, no debía mentir. Ese toque áspero a café seguía casi intacto, y podría jurar que se ha convertido en una de mis cosas favoritas. Casi tan adictivo como la misma cafeína.
Mis manos resbalan por su torso hasta llegar a su cintura en donde me aferro. Sus manos pasan por mis brazos hasta mi cuello y sus dedos se enredan en mi cabello, correspondiendo al beso de forma apasionada. Nada debe detenernos justo ahora. Si recuerdo algo, es a Dallon hablando sobre un "zoológico de fútbol americano" cada vez que se trataba de Zoe. Y lo lamento por mi cuñado, pero justo ahora estoy sintiendo todo un zoológico de fútbol en mi interior; y se trata de Cameron.
Nos vemos obligados a separarnos por la falta de aire. Dejo castos besos antes de posar mi frente contra la suya. Nos encontramos sonriéndonos como idiotas, y me siento feliz. Realmente me siento feliz.
—Te creo, niño —acaricio su nariz con la mía—. Tengo un par de cosas que decirte.
—Dilo.
—Fue mentira lo de irme, no me iré. Envié solicitudes a una universidad en Nueva Jersey, pero aun no tengo respuestas. Aunque si me aceptan no tendré ningún problema en que vengas conmigo, siempre y cuando me digas que es cierto eso de que leíste cada libro de J.K Rowling sólo por mí.
—No te golpeo sólo porque mi emoción prevalece ahora. Sólo no vuelvas a asustarme de esa manera, maldición —cierra sus ojos tras gruñir, y suelto una risa besando sus labios nuevamente—. Y me leí sólo un par. Me falta la mitad de la saga, pero los leeré. Prometo leerlos. Pero sin spoilers ésta vez. Me gustan las sorpresas.
—Y podemos estar juntos sin la necesidad de ser afeminados, ¿cierto? —hago una mueca—. Por esto no dejaremos de ser hombres.
—Yo nunca he sido afeminado, pero podría decir que tú sí. Sólo a veces, no es todo el tiempo. Cuando haces señas con tus manos o acomodas tu cabello. También los pósters en tu cuarto.
—No hay más pósters. Y me da igual ser afeminado de vez en cuando, ¿es lo que hacen los gays, no?
—Podemos ser gays serios, grandulón —se ríe—. ¿Y el sexo?
—Uhm... ¿Piedra, papel y tijera quien será el pasivo?
—Acepto —asiente enseguida. Reímos volviendo a juntar nuestros labios—. Alice estará contenta. La condenada ama a los homosexuales.
—Hay posibilidades de que ella lo sea también.
—Lo sé. Siempre lo he notado, pero si no ha querido decirme ha de ser por algo. No la presionaré.
—Esperaremos entonces —beso su nariz—. Cam.
— ¿Uh?
—Te amo.
Su vista es fija a mí por el segundo en que parece pensar. Y creo estar alucinando, pero sus ojos brillan.
—También te amo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro