16: Todo gracias a Keith.
Caminamos fuera de la sala. Dallon se sienta a mi lado. Todos parecen estar felices porque Chloe ha despertado, Zoe y Abigail irradian luz por todo el lugar, y luego estoy yo, que sólo está ahí para dar apoyo moral. Me ha tomado todos los cojones que no tengo para aparecerme por acá luego de que Keith admitiera... tal cosa. Aun me es difícil procesarlo. Incluso después de tres semanas, no he podido sacar sus palabras de mí cabeza.
"Te amo" no es algo que le dices a alguien sólo porque sí. El par de palabras pueden tanto construir como arruinar absolutamente todo, y me sentí un inútil cuando lo escuché decirlo. Estaba tan enojado que me dejé cegar. Pero maldición, ¡fue su culpa! Yo no hice nada, él se enamoró, yo no.
—Adiós, amigo, nos vemos —se oye decir, y quiero convencerme de que no me toma nada para no subir mi vista hacia donde proviene la voz. Sé que se trata de él, que me ha ignorado y que se ha ido del hospital. Su aborrecimiento a estos lugares siempre sería palpable, y quiero golpearme cuando lo recuerdo. Yo no debería recordar ese tipo de cosas, no me interesan en lo absoluto.
Dallon se gira a mí, le sonrío. Nada ha pasado.
— ¿Vamos a la cafetería? —sugiere y le asiento. Nos levantamos de nuestros puestos y sigo sus pasos hacia la cafetería del hospital, él parece saber. Pide un par de cafés para ambos y nos sentamos en una mesa. Lo veo vacilar.
—Amigo, ¿todo bien con Keith?
— ¿Keith? —alzo una ceja, fingiendo indiferencia. Termino de verter el azúcar en mi café, me encojo de hombros—. ¿Qué pasa con Keith?
—Dime tú —encoje un hombro—. Hace unos días hablaban entretenidamente y hasta salían juntos, pero ahora ni cruzan miradas. ¿Hay algo mal?
—Dal, ¿qué insinúas? —mi ceño se frunce. Lo interrumpo cuando hace el ademán de responder—. A ver, déjame adivinar, ¿es lo mismo que Kenny insinúa?
—Desconozco lo que Ken insinúa, Cam.
— ¡Pues que estoy en una "relación" con Keith! —hago comillas con mis dedos—. Dallon, vamos, lo sabes, no soy gay, amigo.
—Es que —balbucea—, hacen parecer lo contrario.
—Escucha —dejo mi taza a un lado—, ¿salgo con Keith? Sí, ¿disfruto de su compañía? Claro, ¿tenemos una relación? No, la respuesta es no. Me gusta estar con alguien que no está pendiente de alguna novia o esposa, o ese tipo de cosas, ¿comprendes?
»Tú estás con Zoe, Kenny tiene a Phoebe y Brendon está embarazado, seamos realistas. ¿Yo dónde quedo? Prácticamente no tengo amigos. Además, ayer me encontré con Pam. Si tengo suerte, la veo esta noche.
Mi canturreo al subir y bajar mis cejas con picardía lo hace entrecerrar sus ojos. Me mira suspicaz, y yo sólo deseo en lo más profundo que se detenga, porque no sabría cómo terminaría esto. Si hay algo de lo que menos he querido hablar, ha sido sobre todo este tema con Keith. Alice no se ha cansado de preguntar, y yo no hablaré ni porque mi vida dependiese de ello. A nadie le incumbe.
— ¿Así que nada con Keith?
—Nop —presiono mis labios—. Y créeme que si fuese gay, tendría gustos muchísimo mejores. Algo así como Tatum Channing o Matt Bomer.
Él ríe sacudiendo su cabeza. Pienso en disimular un poco, eso ha sonado bastante gay. Demonios.
—Creí que habías dejado todo el tema con Pamela.
—Uh, no —me río—. Intenta encontrar a alguien que te dé un mejor polvo que Pamela Johnson. Estaré esperando.
—Pues yo tengo una novia con un gran culo, y es sólo mío —guiña un ojo tras reír. Ruedo los ojos. En gran parte agradezco que Keith no haya estado aquí para escuchar eso, de lo contrario no me hubiese gustado pensar en las consecuencias—. Cam, ¿sí sabes que no todo se arregla con sexo? ¿Que no todo siempre será sexo? ¿Que no puedes utilizar a alguien sólo porque te da un buen polvo y listo?
—No, no, no, Dallon. Alto, no. No me vengas con ese tema cliché de que algún día encontraré a alguien que me hará caer y luego no volveré a sentir nada por más nadie.
— ¡Es que es cierto!
— ¡No, no lo es!
— ¡Cameron!
— ¡Hermano, sólo vivo!
— ¿Sabes qué? —hace un ademán—. Está bien. "Vive". Haz lo que te venga en gana. Pero espero que me recuerdes cuando te suceda. En algún momento todos caemos, así sea por una mujer o por un hombre.
— ¡Y ahí vamos de nuevo! —resoplo—. Está bien, está bien. Tú ganas. ¿Dices que algún día caeré? Bien, me supongo que es ley de vida. Dejaré de negarlo. Pero jura que falta mucho para ese momento, Dallon, ¿oíste? ¡Mucho!
Mi silla rechina y furioso salgo por la puerta de cristal, sin siquiera importarme el casi haberme llevado a Zoe por el medio cuando venía entrando. No le presto la más mínima atención, a zancadas fuertes camino hacia mi auto. El estacionamiento está particularmente vacío, no hay nadie alrededor, y estoy tan furioso que podría hacerle un agujero a una pared.
Golpear la cubierta del auto no funciona. Las palabras de Dallon colisionan con las de Keith, volviéndome loco en un par de minutos. Yo no necesito a Keith, Keith no me necesita a mí. Lo dije millones de veces: fue sólo sexo. Él malinterpretó las cosas, yo no lo hice. Sé lo que quiero, sé lo que hago. No soy un idiota.
Abro la puerta con la misma brusquedad. Necesito ir a algún lugar a despejar mi mente, tanto como lo he estado necesitando las últimas tres semanas. Keith siempre estaba ahí, pero ya no lo está, la función acabó y el telón bajó. Demasiado bueno para ser real. Ya no hace falta, pero al parecer todo se vuelve en mi contra haciéndome pensar que sí.
Planeo ir a la librería, tendría que ir a trabajar de todas formas, pero aun me queda algo de tiempo. Tiempo en el que estoy dispuesto a pasarla de la mejor manera posible. Antes de siquiera pensarlo con exactitud, mi teléfono está en mi oreja y la voz de la bonita Pamela Johnson resuena por el parlante.
¿Sinceramente? Detesto hasta el tono de su voz. Nada comparado... No. No más comparaciones. Soy un maldito hombre. Debo comportarme como tal. Los planes con Pamela son bien recibidos por la rubia, en menos de diez minutos estoy en la puerta de su apartamento. No hay más Keith en mi mente, Keith ha desaparecido, ahora sólo es Pamela. La hermosa y de buen culo Pamela.
—Hace un tiempo que no te veía —la oigo decir cuando cierra su puerta. Con paso vacilante camino hacia ella hasta tomarla de su cintura. Siempre ha sido de la estatura adecuada, por primera vez en un tiempo no debo alzarme de puntas o subir mi cabeza, y me siento estupendo.
—No hablemos mucho, cariño. Tengo que trabajar en un par de horas y necesito que esto sea lo más rápido posible. Tengo otros asuntos también.
Ella me sonríe y asiente. De un salto rodea mi cintura y ataco sus labios, delineados y suaves. Como si estuviese en mi casa, a ciegas me dirijo a su habitación. Conozco este jodido lugar como la palma de mi mano. Me deshago de su ropa primero, luego de la mía, no hay ninguna preparación previa, sólo un condón y enseguida está montándome.
Intento disfrutarlo, después de todo, no le mentí a Dallon cuando le dije que la chica daba un buen polvo, pero justo ahora; sus gemidos no me resultan más que molestos. Y quiero estrellar mi cabeza con una bola de demolición. No siento nada. Sus gemidos y jadeos me provocan fastidio, y al voltear, su rostro me asusta.
No estoy disfrutando esto para nada, no lo estoy haciendo. Y me temo que es por una simple y única cosa, que me ha jodido de todas las formas posibles por las últimas semanas: ella no es Keith. Ella no lo es, y jamás lo sería.
Y me detengo.
— ¿Qué pasa? —pregunta cuando dejo de moverme y tomo sus brazos. Retomo mi postura y con esfuerzo salgo de ella, dejándola a un lado—. Cameron...
—Me tengo que ir, Pam —murmuro entre jadeos, comenzando a tomar mis prendas del suelo.
— ¿Y planeas dejarme así? —chilla incrédula. Bufo con fastidio.
—Como si tuvieses mucho problema. Ve porno, o yo qué sé.
En una milésima de segundo, su palma queda marcada en mi mejilla izquierda, el área arde y gruño haciéndola a un lado.
—Me largo.
— ¡No quiero que vuelvas, imbécil!
—Como si fuese a hacerlo —murmuro para mí terminando de vestirme. A paso lento llego a mi auto. Necesito cigarros, con toda las jodidas ganas. Hace un buen tiempo que no necesitaba uno. Más bien, ¿cuándo pasé a decir que lo necesitaba?
Yo nunca he necesitado nada, no con urgencia. Sin embargo, de camino a la librería compro dos paquetes y al llegar ya he acabado con tres. Recuesto mi cabeza del volante tratando de procesar todo lo que acaba de pasar: rechacé a una mujer que da sexo increíble porque al verla y escucharla sólo podía pensar en una persona que claramente no era ella. Golpeo el volante con mis puños antes de salir. Azoto la puerta, y mi turno de trabajo comienza. Kenny me ve, pero al parecer decide no acercarse, y me parece excelente.
Paso horas en el almacén. Mi turno ha acabado hace hora y media y sé que dentro de nada Kenny vendrá a avisarme que cerrará la librería, pero no me inmuto, sigo con lo mío, es decir, mi lectura. El hecho de que Harry Potter haya resultado interesante me jode. El saber que él ha vuelto a tener la razón me jode. El hecho de que Dallon tenga la razón me jode. El hecho de saber que mi vida luce peor de lo que por sí es cuando él no está también me jode.
El hecho de saber que puede alegrarme, que puede entenderme, que puede hacerme sentir diferente y que me lo ha demostrado incansables veces me jode todavía mucho más. Y cuando estoy por destruir todo a mi paso la voz de Kenny me hace dar un respingón.
—Cameron, estás... —se acerca a mí, y me paralizo. Su ceño fruncido baja a mis manos, en donde descansa el libro. Arquea una ceja—. ¿Leyendo?
Salgo de mi trance para balbucear y sacudir mi cabeza. Blandeo el libro resoplando.
—Llegaron más de éstos —lo lanzo dentro de una de las cajas—. Antes no llegaban tanto. Ahora envían hasta la saga completa.
Toma asiento en uno de los bancos de madera con sus brazos cruzados. Su expresión es de ironía pura. Puedo notarlo de inmediato. Si no lo conociera tanto diría que no está apunto de insinuar nuevamente.
—Bien, y... ¿Cómo sabes que es una saga? —hace un mohín, hago un gesto de cabreo que no nota—. ¿Keith te lo dijo?
—Sí —sólo le asiento, continuando por meter libros a la última caja—. Ya estoy terminando aquí.
—Terminaste hace como una hora, Cameron, no me mientas.
— ¿Y qué con eso? —bufo dejando la caja en el suelo—. Ya vámonos.
—Eres un idiota —dice con firmeza, me doy la vuelta para encararlo. Ahora estoy realmente cabreado.
— ¿Disculpa?
—No, a mí no tienes que pedirme disculpas. Con el que debes disculparte es con otro.
Frunzo el ceño. Él parece bastante fastidiado, y yo estoy bastante confundido.
—Kenny-
— ¿En dónde estabas, Cameron?
—En la clínica-
—No, no. Sé que estabas en la clínica, ¿pero adónde fuiste luego?
Hago silencio dudando entre si decirle o no. Pero estoy con las defensas bajas. Yo realmente no quiero discutir con nadie. Suspiro bajando tanto mi mirada como mis hombros, tomo asiento en el otro banco.
—Fui al apartamento de Pamela.
Mi comentario le hace gracia, porque se ríe, aun así yo no lo hago, no lo entiendo.
— ¿Te acostaste con ella?
—Lo hice —lo veo jadear exasperado.
— ¡Eres-!
—Pero me detuve —completo, haciéndolo cerrar la boca y alzar sus cejas—. No pude continuar. Me sentí... Yo... No estaba pensando en ella. Mierda.
Restriego mi rostro con fuerza ante mi confesión, gruñendo por lo bajo. Golpeo un estante maldiciendo.
—Pensabas en Keith.
Lo miro expectante, haciendo silencio, dejando que hable por mí. Apoyo mis codos en mi pierna para volver a cubrir mi rostro con mis manos. Entonces le asiento.
—Sí. Estaba pensando en Keith —jadeo—. Ken, es que... Dijo que me amaba. ¿Sabes lo que es eso? Desde un... principio le dije que era sólo... sexo. Entonces él viene y dice que me ama y está enamorado de mí. Es absurdo.
—Sí, lo sé. Pero no debiste tratarlo de la forma en la que hiciste, ni decirle toda la basura que le dijiste.
— ¿Cómo-?
—Alice me dijo —suspira—. Lo sé todo, Cam. De principio a fin. No hace falta explicar nada.
— ¿Alice? ¡¿Y cómo coño Alice-?!
—El día que caíste desde aquí arriba, que te pusieron el yeso, Alice habló con él, en el hospital. Desde entonces son cómplices y buenos amigos.
Jadeo en sorpresa.
— ¿Alice siempre estuvo detrás de todo esto?
—Así es. Le debes una enorme. Cameron, a Keith le gustaste desde un principio, luego de todo el tema de la droga y porquería. ¿Crees que para él fue fácil aceptar todo eso? Gracias a ti aceptó una parte de él, pero gracias a ti esa parte de él se fue a la mierda. Se enamoró de ti, ¡y lo destruiste en un instante!
— ¡Exacto! Se enamoró de mí, ¿tienes alguna razón aparente para eso? ¡No! Nadie la tiene.
—Pero al parecer él sí la tiene, Cameron.
Mi cara vuelve a caer entre mis manos. Quiero gritar de impotencia. No recuerdo haberme sentido de esta manera antes, por nada ni mucho menos por alguien. Keith está logrando eso.
—Estoy... Tengo... No sé... —las palabras se atoran en mi garganta sin dejarlas salir como algo coherente. Nada en mi cabeza tiene coherencia ahora mismo. Carraspeo.
—Dime qué es lo que sientes, Cam. Vamos. Expresate por lo que parece primera vez en tu vida.
—Me siento tan imbécil, Ken. Me siento tan idiota. Él nunca hizo nada que pudiese verdaderamente perjudicarme y ahora yo... Él se veía tan dolido.
—Está dolido.
—Gracias por recordármelo, amigo —ironizo levantándome del banco. Comienzo a caminar de un lado otro. Tengo tanta impotencia—. Debí haberlo notado desde un principio. Debí haberlo tomado en cuenta.
— ¿Estás arrepentido?
—... Incluso quiso comprarme pasajes a Canadá para ver a mi familia.
Clavo mi vista en el suelo, avergonzado. Viendo por primera vez y en plano completo mi falta. Al mirar a Kenny parece gélido, yo también lo estaría de escuchar algo así.
»Keith es maravilloso, Ken. Y yo no lo merezco, del todo. Es como si pudiese comprender todas sus miradas y gestos ahora que todo toma sentido. Lo tengo presente, justo ahora. Soy un jodido canalla. Me siento infeliz, cuando él estaba ni siquiera pensaba en sentirme solo, porque él estaba ahí, ¿comprendes?
—Y sólo te tomó tres semanas darte cuenta —suspira—. Tres míseras semanas.
Enseguida estoy de acuerdo con él. Entonces me doy cuenta de otro par de cosas más, y me quita el aliento.
—Estoy enamorado de Keith —admito luego de minutos intentado. No veo a mi amigo, pero sé que sonríe—. Mierda, Ken. Mi vida es tan miserable en este momento.
—Me siento orgulloso de que lo hayas admitido, pero no seas pesimista —frota mis hombros en un gesto reconfortante—. Debe haber alguna cosa buena en tu vida, amigo.
Y busco. Busco las cosas buenas de las que Kenny habla. Indago en lo más recóndito de mi cabeza.
No encuentro nada.
—No, no hay —presiono mi mandíbula—. Alejé a la única cosa buena en mi vida.
Sus labios se presionan, y sólo puede brindarme un abrazo. Un abrazo que no tiene gracia, porque no son sus brazos los que me rodean. No está el particular calor que lo caracteriza, ni su toque espléndido.
No está él.
—Aun no es tarde. No creo que haya dejado de amarte.
—Hoy lo vi en el hospital. Ni siquiera me miró.
—Búscalo, Cam. Deja de ser un idiota. Afróntalo. Eso es lo que él quiere.
—Puedo jurar que me odia.
—No —ríe por lo bajo—. Yo puedo jurar que no. Nos vemos mañana. Y por favor, toma la decisión correcta.
Le agradezco y lo veo bajar. Mi vista desciende. No me ha tomado nada darme cuenta de que me he enamorado del incompetente motociclista. Siempre supe lo especial que es. Siempre lo tuve frente a mí. Siempre fui tan idiota como para nunca verlo. Ahora creo en el "no sabes lo que tienes, hasta que lo pierde".
Esta noche no podré dormir, y todo gracias a él.
Todo gracias a Keith.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro