Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1: Ojos Avellana.

1: Ojos Avellana.

Juego con las trenzas de mis zapatos, como si fuesen lo más entretenido. Sólo escucho la voz de Daniel a través del parlante y me resulta molesto.

No quiero ir a ese jodido hospital. Fui un par de veces mientras Zoe estaba ahí, sin despertar claramente, sólo para darle las fuerzas necesarias a mi padre, porque desde la muerte de mamá, las necesita.

Y luego fui otro par cuando despertó, porque lo consideré necesario, esta vez para mí y para ella. Necesitaba abrazarla, saber que mi pequeña hermanita -ya no tan pequeña, a decir verdad- seguía irradiando por el mundo.

Sé que Daniel, mi hermano, y John, mi papá, aborrecen los hospitales tanto como yo. Acudimos a uno por todo ese tiempo que mamá estuvo hospitalizada, siendo consumida cada vez más por el cáncer.

No, simplemente no volvería a uno de esos.

—Se trata de Zoe, Keith —suspira contra el parlante—. Al menos dime algo.

Voy a decirlo, cuando me interrumpe.

»Y que no sea para decir que no vendrás. Tienes que venir.

—Dan, escúchame —resoplo—, hagamos un trato, ¿te parece? —él bufa, pero accede—. Bien. Yo voy a dar unas vueltas por ahí, cuando lleguen a casa, tú sólo llámame que estaré ahí.

—Zoe quiere que estés cuando ella salga del hospital.

—No, Zoe sabe mi odio a los hospitales, ella sí lo comprende, Daniel. Y sabes que papá también, así que sólo déjame respirar un poco.

—Dallon quiere hacerle una reunión sorpresa.

— ¡Pues entonces llámame antes de la sorpresa!

—Eres un desgraciado, Keith.

—Nos vemos, hermanito —canturreo—. Que el pastel sea de chocolate. Hace mucho no lo prueba y recuerda que nos lo comentó. Ahora, adiós.

Cuelgo antes de que sea muy tarde y me conteste, no estoy de mucho humor. Tiro la colilla de mi cigarro y me dirijo a mi motocicleta. Mi bonita y hermosa motocicleta.

Papá no podía estar entusiasmado cuando me la obsequió hace cinco años, puedo recordarlo como si hubiese sido el domingo pasado. Donde mamá sólo refunfuñaba sobre lo peligroso que era.

Pienso en qué hacer mientras espero a que mi hermana salga del hospital. Lo primero que viene a mi mente es mi cuñado. Debía seguir en su lugar de trabajo junto a Kenny y Cameron.

Invitarlos a algún lugar no estaría mal. Y agradecerles por la situación de mi hermana siendo rescatada sana y salva, mucho menos.

Me subo y comienzo a conducir. Nada me toma hasta estar frente a la librería. No sé la hora, pero aun es temprano, por lo que camino con tranquilidad y cautela hacia la puerta.

Ellos están en la entrada. Dallon sentada en la caja, Kenny sobre el mostrador y Cameron recostado de uno de los estantes.

Sí, quizá tengo ganas de fastidiar la existencia de alguien por el momento.

Sus palabras para mí son claras al momento que doy un paso dentro del local, llegan a mis tímpanos como tiro al blanco y me paralizo, escuchando.

—No comprendo el por qué a tantos niños les atrae todo ese tema de magia y cosas raras como Harry Potter. Es tan ridículo que lo han hecho tan cliché y una foca con un balón resulta más entretenido.

Las palabras de Cameron llegan a mi pecho como cuchillo clavado. Me permito hablar, tomando prestada sus atenciones.

—Denigras demasiado los libros como para trabajar en una librería, ¿sabes? Hay personas que se esfuerzan por mejorar su léxico, oíste, muggle.

Dallon y Kenny sólo callan, mientras que el otro chico, el de ojos avellana, sólo bufa cuando me ve. Sonrío.

—Hoy cerramos temprano —me dice con indiferencia—. ¿Y qué mierda es un muggle?

Jadeo.

— ¿Eres imbécil? —cuestiono sonando ofendido—. Tienes mucho que aprender, amigo. Bastante, diría yo. Insulta todo lo que quieras, menos mi saga favorita.

Cameron sólo rueda sus ojos y desaparece por los estantes, murmurando cosas que sé, se tratan de esto. Sacudiendo mi cabeza ante su actitud me acerco a saludar a los otros dos.

— ¿Qué te trae por aquí? —pregunta Dallon—. Creí que no te vería hasta más tarde que Zoe saliera del hospital.

—Sí, bueno —suspiro apoyando mis manos del mostrador—, digamos que siempre he detestado los hospitales y eso tanto mi padre como mis hermanos lo saben, así que entendieron ese punto cuando les dije que saldría por ahí y me llegaría a casa luego.

—Excelente, pero sigues sin decirnos qué te trae por aquí.

—Bien —opto por ser sincero—. La verdad es que nunca tuve la oportunidad de agradecerles, por lo que sea que hayan hecho. Sobre todo a ti, Dallon.

»Antes había reaccionado mal cuando supe que Zoe y tú estaban saliendo, pero supongo que después de todo lo sucedido, sigues aquí y creo que ya eso te hace parte de la familia, hermano.

El agradece en un saludo al igual que Kenny. Luego vemos a Cameron llegar con una caja y la misma expresión de indiferencia, con el ceño fruncido.

Suspira.

—Bien, encontré sólo un libro entre tantos que Alice guardó para ella —dice sacando uno en particular. Deja la caja en el suelo.

Ojea el libro con desagrado postrado en el rostro, y sólo quiero cachetearlo. ¿Cómo se atreve a observar un libro de J.K Rowling de forma tan repugnante?

—Harry Potter y la cámara secreta —lee, entonces me mira. Es normal que mi estupefacción sea notoria. Se ha buscado un jodido libro—. ¿Qué tan bueno es, niño nerd?

—Diría que es uno de los mejores de la saga —señalo—. Por lo tanto, también es uno de mis favoritos.

—Bah —bufa—, no sé qué voy a ganar con leer esta basura, pero como sea.

—Muy bien, obviaré eso —digo en tono quedo. No quiero seguir escuchando más. Me centro en Dallon y Kenny—. Celebrando que mi hermana por fin sale de ese infierno al que la gente suele llamar hospital, y que el niño de mami aquí presente leerá algo por lo que parece primera vez en su vida, ¿qué les parece ir por unos tragos?

Cameron sólo comienza con su torneo de bufidos otra vez, ahora ojeando el interior del libro. Ambos hombres frente a mí se niegan con muecas en sus rostros.

—Yo estaré en el hospital una vez cerremos la librería, amigo —dice Dallon—. Lo que sería en unos minutos.

—Y yo tengo una esposa que por alguna razón me ama, así que no debo perder esa oportunidad -ríe nuestro compañero aun sobre el mostrador. Me uno a sus risas y doy un mohín. Me giro nuevamente a Cameron.

— ¿Qué hay de ti, muggle?

—Mira —cierra el libro, exhalando con lo que parece indignación—. Podré ser un idiota a veces, pero sé muy bien que eso de "muggle" es un insulto, y cuando descubra qué significa, voy golpearte, Ainsworth.

—Desde ahora sólo te digo que te lo tienes bien merecido —alzo mis manos—. ¿Vas a venir, sí o no?

Él se lo piensa, sin quitar su vista de mí. Vuelve a suspirar con pesadez, su entrecejo fruncido y mandíbula presionada.

Debo admitir que cierta satisfacción recorre en mi interior cada vez que este chico actúa de esa manera tan egocéntrica. Porque soy igual, o incluso hasta más egocéntrico que él.

Nuestras personalidades colisionan.

Camina hasta tomar su bolso, echa el libro dentro y con la cabeza hace una seña para salir, sin siquiera despedirse de los otros dos. Mi ceño se arruga.

— ¿Alguien sabe qué demonios le pasa? —pregunto, pero ambos niegan sin interés.

—No te preocupes, a veces sólo se pone así y ya —me dice Ken encogiendo sus hombros—. Por cierto, detesta las motos.

¿Ah, sí?

Río por lo bajo. Doy un mohín.

—Detesta las motos —murmuro más para mí—. Veamos qué piensa de ésta. Adiós, chicos.

Y salgo de ahí. Lo veo recostado de una pared, con su atención en su celular.

¿Así que detestas las motos, amigo?

Me aproximo hasta él con esa sonrisa burlona en la cara que muy bien sé que me queda. Tomo el casco de la motocicleta.

—Arriba, princesita —se lo doy bruscamente. Puedo ver enseguida su expresión de desacuerdo.

— ¡Eh, eh, eh! —camina hacia la moto, donde yo ya me he subido—. ¡Ni lo sueñes, hijo de puta!

Hago un gesto de cabreo. Lo miro con la mandíbula presionada.

—Sólo por si no lo sabías, mi madre está muerta. Infeliz.

Él se queda parado frente a mí lanzando balbuceos.

—Pues lo siento, pero eso no me hará montarme en esta mierda, Sherlock. Para eso tengo mi auto.

— ¿Tú realmente tienes que ofender todo lo que me gusta? ¿Qué es ahora? ¿Una nueva moda? ¿Jódele la vida al egocéntrico, eso dices?

Él bufa. Regresa el casco.

—Ya quisieras. Ahora, vámonos. Y en mi auto —hace énfasis.

Carraspeo con resignación bajándome de la moto. No quiero darle esa satisfacción, pero en verdad quiero entretener mi pobre mente con algo que no sea una caja de cigarros o alguna prostituta.

—Espera —lo detengo—, no puedo dejar mi belleza en medio de la calle.

Rueda sus ojos. Él verdaderamente parece la típica adolescente antipática que todo le parece molesto. Llega a ese punto en donde creo que algún día todo le será tan molesto que morirá.

Claro, si es que no le es molesto morir.

—No creo que le ocurra nada, pie grande. Puedes decirle a Dallon que lo lleve a tu casa en un rato, ha manejado motocicletas antes.

Suspiro con pesadez. Bajo su atenta mirada, corro nuevamente hacia el local, explico la situación a mi cuñado antes de que cierre todo y salgo nuevamente hacia donde está él.

Alzo mis manos a mis costados.

— ¿Satisfecho ahora, como-sea-que-sea-tu-apellido?

—Buckley —risotea—. Y sí, bastante satisfecho.

—Genial —me aproximo, tomando las llaves de su auto—, porque si es así entonces yo conduciré esta vez, niño.

No lo veo reaccionar, sé muy bien cuál es su auto puesto a que tiene una calcomanía con las iniciales "CB" en la parte trasera. Camino hacia ese con una gran sonrisa.

—Vuelve a llamarme "niño" y tendremos problemas. Y éstos si serán serios, Hulk.

—Niño —le digo entre risas antes de subir al auto.

Esto está resultando bastante divertido para haber sido de imprevisto.

Bien hecho, Keith.

Él sube con su expresión de desacuerdo, a la cual por alguna razón, me estoy empezando a acostumbrar. Me hace cierta gracia el tener ese efecto en una persona que no sea Zoe, ya que era la única víctima de mi actitud infante cuando me lo proponía.

Sólo para molestar un poco, puede que Cameron forme parte de ello ahora.

—Entonces, ¿leerás el libro? —pregunto, sacándolo de su trance.

—Sigo sin saber qué ganaré, pero me da igual. Y he leído libros antes, Keith, no soy analfabeta.

—Sólo me parece increíble que te repudie algo tan magnifico como un libro de J.K Rowling.

—Es cosa de niños. Se creó un mundo mágico de niña rara y lo convirtió en un libro. Créeme, estoy seguro de que esa mujer no pensó en todo eso de la noche a la mañana.

—No sientes los libros, no te nutres de ellos, no sientes la pasión que sale de cada una de las letras. Me pregunto cómo puedes.

—Tú en verdad eres un niño nerd —carcajea. No evito reírme de igual forma. Su risa llega hasta a distraerme—. ¿Qué estudias?

—No lo hago —suspiro—. Trabajo en mecánica, repuestos en autos y motocicletas —hago un mohín—. No me apasiona tanto como la literatura, pero me gusta. De igual forma, Zoe se me adelantó y no falta mucho para que se gradúe.

—Vaya —su comisura se estira—. Me hace pensar que lo hiciste porque ella quería estudiar lo mismo.

—A Zoe y a mí siempre nos apasionó la lectura, mamá siempre nos leía o intentaba llevarnos a la biblioteca pública por un par de libros de nuestro agrado. Nunca fue lo mejor, pero siempre lo intentamos.

—Claro —asiente mirándome, más de lo debido en realidad. Le sonrío a medias cuando me percato y es que él gira su rostro.

Extraño. Simplemente extraño. Sólo recuerdo haber visto eso una sola vez; cuando tenía catorce y me gustaba una niña de primero. Demonios.

— ¿Dallon te dijo sobre la reunión sorpresa? —me pregunta.

—Mi hermano me lo dijo, será en nuestra casa y él me avisaría.

Asiente.

—Creas o no, entiendo de tu aborrecimiento a los hospitales. Mi abuelo falleció de cáncer cuando yo tenía diez, y lo recuerdo tan claramente que perturba.

—El cáncer me puede chupar la polla —bufo—. No hay nada más injusto que esa mierda.

Él se ríe, y yo sólo logro verlo con mi entrecejo arrugado. Jadeando una risa.

— ¿Qué?

—Nada —sacudo la cabeza—. Sólo no sé cómo es que puedes pasar de estar a la defensiva e insultarme todo el tiempo a reírte de lo que digo. Eres un raro, niño.

—Por supuesto, ahí está de nuevo; intentando joderme cuando sólo intento ser bueno. ¿No son normales las personas siendo gentiles contigo? ¿O sólo eres así con todos?

—Tú eres el único que se lo toma a pecho —me río—. Tú y Zoe, cuando tenía doce.

El golpea mi brazo con su puño. Exclamo en defensa, casi me desvío.

— ¡No puedes hacer eso mientras conduzco! ¡¿Acaso eres imbécil?!

—Creí que ya lo tenías en claro —carcajea—, la carretera está vacía, Keith. ¿Después yo soy el marica?

—Bien, primero: jamás te llamé un jodido marica, tú te autodenominaste y yo no dije nada al respecto, segundo: el término correcto sería "gay" y tercero: ¡pudo haber estado repleta de autos!

—Vale, calma —posa sus manos frente a mí—. No quise ofender a la población gay, y comprendo tu punto de la carretera.

Una pregunta cruza mi mente. Sale de mi boca sin filtro.

— ¿Eres homofóbico? —mi vista se gira a él. Alza una ceja.

— ¿Por qué? ¿Eres gay?

Me lo pienso. Maldición, ¡yo realmente me lo pienso!

No soy gay. Pero me tarde en responder, lo que lo hace asumir.

—Oh...

—Eh, ¡espera! ¡No! ¡No lo soy!

— ¿No?

— ¡No!

— ¡Te tardaste en responder!

—No soy gay, Buckley, pero tampoco estoy en contra de ellos. Más bien, los apoyo. Uno de los mejores amigos de mi hermana es gay, Nathan es como mi hermano también. Pregunté porque sueles tomar mucho la palabra "marica" de tu vocabulario. Los homofóbicos no son de mi agrado.

—No soy homofóbico —dice. He estacionado fuera de un bar. Recuesto mi espalda del asiento.

— ¿Entonces?

—Pues... No lo sé... ¡¿Por qué mierda hablamos sobre esto?!

—No tengo ni la menor idea —restriego mi rostro con mis manos—. Oye, entraremos al bar, compraremos unas botellas de vodka y nos vamos a mi casa por la sorpresa de Zoe, ¿de acuerdo? Daniel acaba de avisar.

Él deja salir un suspiro de sus labios entreabiertos. Los observo.

¡Pero joder! ¡¿Por qué lo observo?! ¡No, Keith, no!

Bajamos del auto. Mi mente me martilla con lo ocurrido hace unos minutos, no cruzamos ni una palabra o mirada en todo el recorrido, y cuando estamos de vuelta en el auto nos vemos sumidos en un silencio que resulta más espeluznante que incómodo.

Parece que ambos sólo estamos en nuestro mundo, sin ser conscientes de nuestro alrededor hasta que llegamos a mi casa. Él toma un par de botellas y yo el otro par.

Abi y el resto está ahí, junto a Kenny que llega después de nosotros.

A pesar de todo eso, yo simplemente no puedo evitar posar mi vista en él, de la manera más disimulada posible, mientras que él conversa con ellos.

Joder. No es la primera vez que lo dudo, no es la primera vez que me lo cuestiono.

Mamá lo supo, supo de mis dudas. Ella se las comentó a papá, pero quise dejarlo hasta ahí y ellos no tuvieron problemas.

Yo bien puedo ser bisexual, pero mi orgullo está en el infinito y tampoco poseo características femeninas, sólo el simple hecho de que alguna vez llegué a sentir algo por un chico en secundaria.

Jamás lo aceptaría de no ser así. Me cuesta aceptarlo. No lo hago.

Claramente después de salir, todo quedó en el olvido. Nunca volví a sentir algo igual, a mí me gustan las mujeres, comprobado al cien por cien.

Pero esa noche, estando él a un lado de mi cama, en una colchoneta en el suelo, en mis sueños se reflejan un par de ojos avellana.

Y me temo que son los suyos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro