━ Capítulo 21.
Los ojos de su madre se sentían como pesados agujeros negros que lo absorberían todo. Hasta la última de las cosas por haber y otras tantas. Daniel sabía y entendía las razones de su madre, pero podía darse el lujo de sentir nerviosismo. No tenía una idea clara de qué esperar, el futuro se veía incierto y mucho menos tenía planes para ese futuro. Uno en el que lo llevara a tener a Johnny Lawrence cenando en su casa porque su madre lo ha pedido.
Sus manos viajaron de forma inconsciente hasta su vientre, dando suaves masajes. Era como si algo lo llamara allí, a consolar a su bebé y que el bebé en el proceso también le entregará ese consuelo.
—Hice mi especial, yo creo que a ese chico le terminará gustando, ¿no? —comentó Lucille acomodando los platos sobre la mesa.
Daniel asintió por instinto. A decir verdad no sabía esa clase de cosas de Johnny, conversaban y a veces solían pasar ciertos períodos de tiempo uno al lado del otro, pero nunca habían desarrollado esa clase de confianza en la que se exponen los sencillos gustos en la comida del otro. Tenían un pacto silencioso de dejar y toda esa mierda que les ocurrió desde que se conocieron, era algo que los dejaba avanzar y vivir en paz pero no significaba nada. ¿Acaso sería el tranquilo departamento de su familia demasiado sencillo para la grandeza que Johnny acostumbraba? Quería creer que ese tiempo al menos le había dado paso a conocer el lado sincero del rubio, el lado que no se atrevía a mostrar, que era por sobre todas las cosas alguien que comprendía el mundo que le rodeaba.
Tres golpes en su puerta bastaron para que sintiera que se estaba mareando.
Lucille se secó las manos en un pañuelo avanzando hacia la puerta.
Daniel miró desde la lejanía como su mamá estrechaba una mano pálida y luego se corría hacia a un lado para dejar pasar al hombre causante de toda su nueva vida, aunque él mismo haya colaborado activamente en aquella causa. Pero ver a Johnny en su casa rozaba las cosas que consideraba absurdas e increíbles, sí, IN- CREÍBLES, ciertamente podía tratarse de alguna alucinación y quizá estaba en otra situación, sin embargo cuando el rubio sonrió tímidamente en su dirección supo que divagar cuanto quisiera no lo sacaría de la realidad. Que mal.
Aún así, correspondió al gesto con una sonrisa algo tensa. Johnny no era solo un tonto chico de California era el padre de su bebé y debía darle una buena impresión a Lucille LaRusso le gustara o no la idea de jugar a ser familia.
—Le traje esto, señora L. —habló Johnny por fin, soltando un suave carraspeó. Al parecer estaba tan nervioso como Daniel.
La mujer, astuta y perpicaz asintió ante el detalle del muchacho sostiendo en sus manos una elegante botella de vino. A ella le pareció tan propio de esas familas ricas que se ostentaban en verse elegantes con vinos que duplicarían el precio su mejor atuendo para salir. Pese a ese pensamiento fugaz de derrochar tanto en tan poco, cuando a veces el mejor vino es el que se cosecha con la familia, decidió recibir el regalo sin ningún comentario afilado con la intención de que una buena copa siempre podría ser apreciada en el momento justo.
Estaba dando su mejor sonrisa marca Lucille. Una que entregaba positivismo, alegría y confianza, lo menos que quería era ver a su hijo y a este muchacho acomplejados. Pero una madre no olvida, claro que no. Mientras sostiene los platos repitiendole a Daniel que puede esperar con calma en la mesa, ella piensa. Piensa y recuerda la voz llena de ansiedad de su hijo del miedo mezclado con cansancio en aquellos días donde su precioso tesoro estaba lastimado. Son cosas que no pueden olvidarse, y siendo sincera quizá tardan una vida en perdonarse. No conoce al joven Lawrence más allá de todo lo que su hijo le trasmitió en su angustia siendo apenas el chico nuevo en la ciudad, como si aquellas cosas fueran parte de una gran bolsa que solo acumúla otras, ella misma fue testigo de cómo ese muchacho no tenía piedad con herir a Daniel de la peor forma posible. El grito de aquella vez en el torneo, verlo con su pierna acomplejada...la rodilla dejó secuelas.
Lucille sirve finalmente su plato, para tomar asiento, sacudió una servillenta de tela en sus manos y la dejó sobre sus rodillas. El vapor lleno de un aroma delicioso la casa.
—¿Qué esperamos? A comer, provecho. —sonrió Lucille dando el primer boca a su plato.
Tiene el presentimiento de que los chicos esperan que ella reaccione, después de todo esa es la idea. Ella va a reaccionar, lo difícil es que tampoco tiene la certeza de como hará aquello.
No puede odiarlo.
No puede decirle que se vaya lejos.
No puede ordenar que Daniel y él no se hablen incluso si se llevan bien.
No puede gritar.
No puede enojar.
Y maldita sea, joven Lawrence. ¿Si un muchacho lastimara a este hijo que tienen? Si un muchacho más grande, agresivo y malicioso lo hiciera...¿no lloraría de impotencia?
Su mente es un caos, ante cada bocado que da más pensamientos consumen su mente. Puede asimilar que el muchacho tiene problemas, debe tenerlos y puede que este tratando de lidiar con ellos, ella no es adivina. Ella no sabe qué vive el resto pero siempre trata de gestionar su actitud, pero este muchacho debe tener una madre o un padre que puede o no tener idea de la calidad de ser humano que solía ser su hijo.
Lucille tiene miedo. En un mundo agresivo tuvo la suerte, como dicen algunas mujeres y hommes, de casarse con alguien que la valoraba y respetaba. Porque al parecer el amor se había vendido ante la idea de posesión, tan diferentes e hirientes uno del otro. Espera que el joven Lawrence amá al bebé que nacera, que le entregue cariño, protección y tranquilidad y si algo ocurre. Si su preciado Daniel termina en una relación con el joven Lawrence espera que Lawrence nunca se atreva a herirlo.
No desea esa versión por ningún motivo.
Cerró los ojos un segundo para beber un largo trago de jugo.
—Dime, Johnny ¿qué harás en el futuro?
Es una pregunta terrible pero de qué otra cosa puede hablar con él.
Johnny hace una pausa para masticar bien el bocado que tenía.
—Me encantaría ir a la Fuerza Áerea o quizá, bueno, podría ser alguna carrera en la UCLA.
Ella asintió.
—Mientras pongas todas tus energías en ello seguro lo lográs. Estoy siendo optimista. —agregó sonriendo.
—¿A la UCLA? —habló Daniel, mientras caminaba hacia la olla con el cucharón reposando adentro, para servirse otro plato. — Yo también había pensando en ello, pero a una carrera más administrativa...Finanzas por ejemplo, no lo parece pero se me dan bien las cuentas. —señaló. La tensión en sus hombros había disminuido notablemente.
Johnny agrando los ojos con asombro.
—Eso podría ser maravilloso. El campus es amplio...Tal vez te veas con Ali ella irá allí o eso creo.
—Sí, bueno sobre eso. —comenzó a explicar sentandose en la mesa y llevando antes un poco de comida a su boca. — No era mi plan inicial, quería quedarme a vender autos con el señor Miyagi o algo así. Pero el bebé necesita más que solo eso, más que un vendedor de autos sin algún título. Y por eso mismo, creo que empezaré a hacer la prueba de la UCLA cuando tenga tres años o algo así.
Lucille no había hablado aquellas cosas importantes demasiado a fondo con él, la idea de saber que tenía todo listo fue arrasadora.
—Bueno, sabes que puedes pedirme lo que sea Daniel. Cualquier cosa, yo estaré ahí. Y bueno, señora L...yo, yo también estaré ahí cuando usted lo necesite. Daniel y el bebé me importan mucho. Son mi vida. No creo haber tenido esta razón de ser, desde hace mucho tiempo.
Tras las palabras de Johnny un silencio inhundo la casa, Daniel parecía incapaz de respirar adecuamente y los ojos azules de Lucille eran profundos e inquientantes. Mirando fijamente.
Hasta que una sonrisa se formó en su rostro, estaba llena de sentimentalismo y una vida tan brusca que esto era como la clave al nudo de su estomago.
—Uno siempre cuida lo mejor que puede su vida, señor Lawrence. Si mi hijo y mi nieto están bien entonces yo estaré bien. Y si lo duda, dispongo en mi una persona de confianza que te abre las puertas en la familia LaRusso.
Lucille dejó que Daniel y el muchacho caminaran hasta las puertas del complejo de edificios.
Cuando Daniel volvió lo hizo con una sonrisa, al parecer sus miedos habían sido solo divagaciones extensas de algo que no paso.
—Johnny dijo que tu especial le encantó.
—Tal vez algún día le de la receta. Tal vez.
═════ ━━━━━ ═════
Las veces que había sentido nervios eran pocas. O quizá las veces en las que demostró lo que sentía se reducían a números sencillos de contar usando solo una mano. Johnny afirmó con fuerza el volante de su auto, estaba tan atrapado en eso que sus nudillos eran casi blancos. La voz cantarina de Daniel lo saco de su encierro una vez se acercó a él.
Le había dicho la tarde de ayer que no era necesario irse en autobús a la consulta cuando el mismo tenía licencia de conducir y un auto muy bonito.
—H-Hey. —saludó Johnny trabandose un poco. Se sentía muy idiota.
La paternidad era como un libro en páginas en blanco que se iba rellenando poco a poco dejandolo con más temor de las siguientes páginas.
—Ya sabes la dirección, vamos como con treinta minutos de anticipación por lo que si hay tráfico no llegaremos tarde. —explicó Daniel subiendose al asiento del copiloto. Johnny se quedó mirándolo más del tiempo común porque Daniel le devolvió el gesto a través de un ceño fruncido.
—Claro, vamos. —sonrió.
Johnny buscó algo que sonará en la radio encontrando Hold the line de Toto en la estación recurrente. Tragó saliva con dificultad, viendo como los cabellos cortos y rizados de Daniel se movían con el viento en su cara.
No dijeron mucho, ambos estaban expectantes ante la noticia por lo que viajaron en un silencio comodo con la música de fondo. A veces, Johnny miraba de reojo a Daniel solo para asegurarse de que estaba con él.
El aroma a hospital ponía a Johnny inquiento, muchas veces acabó en urgencias con una nariz sangrante o dolores abdominales demasiado intensos, se mantuvo aún así expectante observando en silencio como Daniel se movía por el sitio. Le había mencionado que la doctora Davis era una mujer que le hacía sentir seguro en todo este proceso.
—¿Ella sabe de mí?
—Bueno, Johnny, hoy todos vamos a sorprendernos de una u otra manera. —dijo Daniel, sonriendo.
Entonces cuando dijeron el apellido LaRusso, ambos ingresaron a la sala donde esperaba la consulta de la doctora. Ella era amigable, sonriendo de tal forma que pareciera que no juzgaría a quien pasara por esa puerta. Tenía la apariencia de alguien que realmente se preocupaba por otros. Johnny se vió en ese lugar, en el lugar de la doctora y pensó que ella era todo lo que él quería ser.
—Están ansiosos, lo puedo sentir. Sé que solo es un detalle, pero ayuda mucho al escoger un nombre. —comenzó a explicar la doctora, acomodando los guantes en sus manos luego de ya haber descubierto el vientre de Daniel. — A veces un nombre es todo lo que tenemos, todo lo que somos. Pienso que es el principio de nuestra identidad y quien deseamos ser.
Johnny se dio cuenta algo avergonzado de que nunca había hablado sobre nombres, no con Daniel y en realidad jamás los había pensado. Santa mierda, él era un lío en si mismo. Al ver los ojos del otro chico supo que al menos uno de ellos sí estaba planeando todo. Todo.
La habitación solo se quedó con el sonido del monitor, la pantalla con la imagen borrosa se movía y Johnny sintió como le costaba tragar saliva. Podía ser esta la primera vez que veía a su bebé. Su bebé. Sus ojos viajaron hasta Daniel, quien estaba perdido mirando la imagen de la pequeña forma que estaba allí.
De pronto la voz de Bobby Kimball sonaba en su cabeza como una lejana melodía.
No esta en tu aspecto
o en las cosas que dices que haces
—Allí esta. —dijo la doctora rompiendo el silencio, sin notarlo el rubio había sostenido la mano de Daniel con firmeza. — Es una niña, felicidades.
Una sonrisa y unos llenos de lagrimas. Johnny fue consciente de que estaba llorando solo cuando los ojos marrones de Daniel se posaron sobre él.
— Oh vaya, yo no sé qué decir. Yo...Soy nuevo en esto. —agregó Johnny con una voz quebrada.
No esta en la manera en que volviste a mí
No cuelgues
Ambos salieron de la sala caminado hombro contra hombro, rozandose estaban fascinandos mirando las nuevas ecografías. Se subieron al auto ese automatico andar.
Fue el momento preciso en que Daniel decidió hablar, estaba genuinamente contento por lo que significaba para su futuro y por saber que el padre de su bebé estaría allí para él.
—Estuve eligendo nombres, ¿sabes? Fue más que nada un detalle de algunas noches, estaba entre Henry, Samantha y Donatella al principio, pero elegí y eligo Donatella. Así se llamaba mi nonna...Mi abuela era increíble.
No cuelgues
El amor...
—Donatella es un nombre increíble también. Donatella, mi hija.
Ambos se sonrieron, el latido del corazón estaba a mil contra el pecho. ¿De quién era el corazón? ¿De ambos? ¿De Donatella?
El amor no siempre llega a tiempo
N/A: HOLAAA, les juro por mil que le puse muchisimo sentimiento a este capítulo. Jugar con la complejidad de lo que siente Lucille fue alucinante para mí, ¿qué hacer en esa situación tan complicada? ¿Cómo confiar en el poder del cambio? AAA yo estoy enganchada con esto.
Espero que el monento haya sido disfrutable ante esta revelación tan importante, que haya dado la talla al menos en un 1% y con ese exquisito soundtrack qué mejor que hold the line esta vez.
Donatella fue la que inicio esta historia y es hora de que sepan de ella ❤️🩹 lo mucho que trabaje en esto el 2020 es algo que todavía me deja asombrada, lo juro. Los detalles escritos en hojas, dibujos, conceptos e incluso presentaciones de toda la estructura. Fascinada con la dedicación que le puse.
Un plus, cuando la doctora Davis menciona la importancia del nombre de una persona pensé en como yo, pase la mayor parte de mi escasa vida creyendo que mi nombre era feo y tan raro que merecía no ser pronunciado, es más, me parecía tan aislado a mí cada vez que lo pronunciaban. Ahora, actualmente solo pienso en lo maravilloso que es, en lo delicioso que suena al ser pronunciado y en que, es único en su clase. Probablemente en ese detalle, tan sencillo para algunos, exista algo mucho más grande ante mi crecimiento como persona. Tal como dijo la doctora, es lo primero que tenemos y lo primero que se cambiara cuando algunas personas descubran quien realmente son.
En fin, muchisimas gracias 💖 yo tardo, pero siempre llego. Besos y abrazos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro