amenaza
Holaa
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Pov lucy.
El calor de la tarde golpeaba con fuerza mientras revisaba el corral del establo, asegurándome de que todo estuviera en orden. Los caballos relinchaban suavemente y el olor a heno fresco se mezclaba con el aire seco del pueblo. Terminé de ajustar unas cuerdas y me limpié el sudor de la frente antes de salir al camino que daba al centro del pueblo.
Mientras avanzaba, saludé a un par de vecinos que estaban reparando una cerca. La vida en el pueblo tenía su propio ritmo, y aunque no siempre era fácil, lo prefería mil veces antes que el caos de la ciudad. Estaba por cruzar hacia la plaza cuando lo vi aparecer: Rudy, el productor del maldito reality.
Se acercó con esa sonrisa falsa que siempre llevaba, pero sus ojos tenían un brillo afilado. Ya sabía que venía con alguna mierda.
—Lucy —me llamó con su tono condescendiente—. Qué coincidencia encontrarte aquí.
—Rudy —respondí con frialdad, deteniéndome frente a él—. ¿Qué se te ofrece?
—Mira, no voy a dar rodeos —dijo, ajustándose el auricular en la oreja—. Hemos estado revisando las reacciones del público, y... digamos que hay muchos comentarios sobre ti y Paulina.
Fruncí el ceño, sin entender a qué se refería.
—¿Comentarios de qué tipo?
—Ya sabes... la gente sospecha que tienes algo con ella. Los fans están pendientes de cada interacción y, francamente, no nos conviene que empiecen a armar teorías raras. Esto es un reality familiar, ¿entiendes?
Solté una risa incrédula.
—¿Me estás diciendo que la gente piensa que Pau y yo...?
—Exacto —interrumpió Rudy, cruzándose de brazos—. Y como productor del show, tengo que proteger la imagen de nuestras participantes. Así que quiero que te alejes de Paulina.
Mi paciencia se evaporó en un segundo.
—¿Perdón? —solté, dando un paso hacia él—. ¿Quién carajo te crees para decirme con quién puedo o no puedo estar?
—Soy el productor, Lucy. Y si quiero, puedo hacer que desaparezcas de las tomas, que nadie sepa que existes.
—Haz lo que quieras, imbécil —le espeté, con el enojo subiendo por mi pecho—. Pero ni tú ni nadie va a decirme a quién puedo ver o besar. Paulina es adulta, yo también, y si a la gente no le gusta, pueden irse al carajo.
Rudy me miró con una mezcla de sorpresa y enojo.
—Cuidado con tus palabras, Lucy. Esto no es un juego.
—¿Juego? —reí con sarcasmo—. Eres tú el que juega con la vida de los demás para entretener a la gente. Yo no necesito un reality para ser quien soy. Si tienes un problema con eso, mala suerte.
—Te estoy advirtiendo —dijo en tono amenazante—. Si no pones distancia con Paulina, me encargaré de que tu vida aquí sea un infierno.
Lo miré directo a los ojos, sin pestañear.
—Haz lo que quieras, Rudy. Pero te advierto algo: si vuelves a meterte en mi vida personal, te vas a arrepentir.
El productor apretó los dientes, pero no dijo nada más. Dio media vuelta y se alejó con paso rápido, probablemente maquinando alguna nueva estupidez. Lo seguí con la mirada hasta que desapareció por una esquina.
Respiré hondo, tratando de calmarme. Sabía que esto no iba a ser el final del asunto, pero una cosa era segura: nadie iba a decirme cómo vivir mi vida. Mucho menos un tipo como Rudy.
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Lucy llegó a su casa todavía con la adrenalina corriendo por sus venas después del enfrentamiento con Rudy. Se quitó las botas al entrar y tiró el sombrero sobre el sofá. El calor del día seguía pegajoso en su piel, así que decidió darse una ducha rápida antes de comer algo.
El agua fría la hizo respirar hondo, relajando la tensión en sus músculos. Mientras el agua caía sobre su cuerpo, no pudo evitar pensar en todo lo que había pasado en la última semana con Pau. A pesar de las amenazas de Rudy y los rumores, Pau valía cada maldito problema.
Cuando terminó de ducharse, se puso una camiseta holgada y unos shorts cómodos. Fue a la cocina y se preparó un sándwich con todo lo que encontró en el refrigerador. Se sentó en la mesa con su plato y el celular en la mano. Curiosa, decidió abrir las redes sociales para ver qué se decía de ella y Pau.
Al principio se encontró con comentarios normales sobre el reality, pero pronto los rumores comenzaron a aparecer:
“¿Alguien más nota la tensión entre Paulina y Lucy? 😏”
“¡Dios mío! ¿Se imaginan que terminen juntas? Serían LA pareja 🔥”
“No sé ustedes, pero shippeo fuerte a Pau y Lucy”
Lucy soltó una carcajada. La gente realmente no perdía el tiempo inventando cosas. Pasó varios minutos leyendo teorías locas y memes sobre ellas. Justo cuando estaba por terminar su comida, el celular vibró con un mensaje de Pau:
Pau: “Hola, vaquera. ¿Extrañándome?”
Lucy sonrió y respondió rápido.
Lucy: “Un poco, tal vez... ¿tú?”
Pau: “Mucho. Me hace falta tu risa sexy y esos besos que me dejan sin aire ”
Lucy soltó una risa y se mordió el labio.
Lucy: “Ten cuidado con lo que dices, Pau. Podría tomármelo en serio y dejarte sin aire de verdad.”
Pau: “¿Promesa o amenaza?”
Lucy: “Promesa.”
Siguieron hablando por un rato, coqueteando entre risas. Pau le contó sobre el caos en las grabaciones y Lucy le dijo cómo había lidiado con Rudy. Entonces llegó el mensaje que la dejó un poco nerviosa.
Pau: “Oye... ¿podemos hablar? Pero en persona.”
Lucy: “Claro, ¿quieres que vaya por ti?”
Pau: “No, mejor voy a tu casa. ¿Está bien?”
Lucy: “Perfecto. Te espero.”
Al cortar la conversación, Lucy soltó una maldición y miró a su alrededor. Su casa estaba hecha un desastre. Los papeles del establo estaban regados por la mesa, había botas tiradas cerca del sofá y la ropa limpia seguía apilada en una silla.
—¡Mierda! —exclamó, poniéndose de pie como loca.
Empezó a recoger todo a una velocidad impresionante. Guardó los papeles en una carpeta, dobló la ropa y la llevó al cuarto, y limpió la mesa de la cocina. Pasó un trapo rápido por las superficies y sacó la basura. Mientras terminaba de acomodar las cosas, el nerviosismo crecía en su pecho.
—Relájate, Lucy —se dijo a sí misma—. Solo es Pau.
Aunque sabía que no era solo Pau. Era Pau, la chica que le hacía perder la cabeza con una sola sonrisa.
Justo cuando terminaba de acomodar las últimas cosas, escuchó el sonido de un auto acercándose. Se asomó por la ventana y vio a Pau bajando del auto con una sonrisa radiante. Lucy respiró hondo, sintiendo su corazón acelerarse.
—Hora de enfrentar lo que sea que venga —murmuró antes de salir a recibirla.
Lucy abrió la puerta con el corazón latiendo a toda velocidad. Pau entró con esa energía radiante que siempre la acompañaba. Antes de que Lucy pudiera decir algo, Pau la tomó por la camiseta y la besó sin previo aviso. Fue un beso intenso, necesitado, cargado de todo lo que no habían podido decirse en la última semana.
Lucy correspondió al beso con la misma fuerza, cerrando la puerta de un empujón sin dejar de besarla. Cuando finalmente se separaron, ambas respiraban agitadas. Lucy apoyó su frente contra la de Pau.
—¿Todo bien? —preguntó Lucy, notando una tensión en los ojos de Pau—. ¿Qué pasa?
—Primero besémonos un poco más —respondió Pau con una sonrisa traviesa.
Lucy arqueó una ceja.
—¿Es una táctica para esquivar la conversación?
—Tal vez —bromeó Pau antes de tomarla por el cuello y besarla de nuevo.
Se dejaron llevar, avanzando hacia el sillón sin romper el contacto. Lucy la sostuvo por la cintura, mientras Pau se acomodaba sobre sus piernas. Los besos se intensificaron, dejando de lado cualquier preocupación momentánea. Pero el aire en el ambiente cambió cuando Pau se detuvo, bajando la mirada.
—Ahora sí —dijo Pau, respirando profundamente—. Tengo que contarte algo.
Lucy la miró con preocupación.
—Dime.
—Rudy habló conmigo.
El nombre de Rudy hizo que Lucy apretara la mandíbula.
—¿Qué quería ese idiota ahora?
Pau suspiró.
—Sabe que tú y yo... estamos en algo.
Lucy frunció el ceño.
—¿En algo?
—Sí, algo. No sé cómo definirlo, pero él lo sabe. Y no le gusta.
Lucy soltó una risa sarcástica.
—¿Qué carajo le importa a Rudy lo que tú y yo tengamos?
—Pues parece que mucho —dijo Pau con un tono agrio—. Me pidió que finja una relación.
Lucy se tensó de inmediato.
—¿Qué?
—Con un hombre... un poco mayor que yo.
Lucy se levantó de golpe, casi haciendo que Pau se cayera del sillón.
—¡Maldito imbécil! —exclamó, caminando de un lado a otro—. ¿Se cree con derecho a decidir con quién sales?
—Lo sé, Lucy, pero...
—No hay pero, Pau. Ese tipo no tiene autoridad sobre tu vida personal.
Pau se levantó para alcanzarla.
—Lucy, espera.
—¿Sabes qué? Yo también hablé con él —dijo Lucy, girándose para mirarla—. Me vino con la misma mierda de que debería alejarme de ti. Que estaba dañando tu imagen o algo así.
—¿Y qué le dijiste?
Lucy la miró con una furia controlada.
—Que se metiera su opinión donde no le da el sol.
Pau soltó una risa nerviosa.
—¿En serio?
—Más o menos. Fui un poco más grosera, la verdad.
Pau suspiró y tomó las manos de Lucy.
—No quiero fingir una relación con nadie. Quiero esto —dijo, señalando el espacio entre ellas—. Lo que sea que tengamos.
Lucy la miró fijamente.
—¿Entonces no vas a hacerle caso?
—No. Pero necesito que estemos preparadas. Rudy no va a rendirse fácil.
Lucy apretó las manos de Pau con fuerza.
—No estás sola en esto, Pau. Si quiere guerra, guerra tendrá.
—Solo prométeme una cosa —pidió Pau.
—Lo que sea.
—No dejes que esto nos separe.
Lucy la miró con determinación.
—Nunca.
Se besaron de nuevo, sellando su promesa. La batalla con Rudy apenas comenzaba, pero lo enfrentarían juntas.
Lucy se dejó llevar por el calor del momento, profundizando el beso hasta hacer que Pau soltara un leve gemido. Las manos de Lucy la rodearon con firmeza mientras Pau se rendía completamente. Poco a poco, los labios de Lucy bajaron hacia su cuello, dejando un rastro de besos lentos y firmes que hacían que Pau cerrara los ojos.
—Por más que ese idiota te bese —murmuró Lucy con la voz ronca—, jamás será lo mismo. ¿Sabes por qué?
Pau respiraba agitada, apenas pudiendo responder.
—¿Por qué...?
—Porque yo conozco cada parte de ti, cada suspiro, cada forma en la que te gusta ser tocada. —Lucy deslizó sus labios cerca de su oído y continuó en tono provocador—. Ningún otro hombre podrá hacerte sentir lo que yo te hago sentir.
Pau sonrió nerviosa, pero pronto su expresión cambió a una mezcla de tristeza y preocupación.
—Lucy... para, por favor.
Lucy se detuvo de inmediato, levantando la cabeza para mirarla a los ojos.
—¿Te hice sentir incómoda?
Pau negó con la cabeza rápidamente.
—No es eso... es que... te amo.
Las palabras quedaron suspendidas en el aire. Lucy parpadeó, sorprendida por la declaración.
—¿Qué dijiste?
—Te amo, Lucy. Muchísimo.
Lucy sintió un nudo en la garganta.
—Yo también te amo, Pau.
Se besaron de nuevo, pero esta vez el beso fue más suave, lleno de emociones sinceras. Pau rompió el contacto y apoyó su frente en la de Lucy.
—Mañana Rudy va a ponerme sí o sí a ese hombre de pareja en el show... quiera o no.
Lucy frunció el ceño, su mandíbula apretándose.
—¿Cómo puede obligarte?
—El contrato, Lucy. Si no acepto, me sacan del programa y eso sería un desastre para mis hermanas.
Lucy respiró hondo, tratando de controlar la rabia.
—¿Y te tiene que besar ese tipo?
—Probablemente.
Lucy soltó un insulto bajo.
—No lo amo, Lucy. No quiero que me bese, no quiero que me toque.
—Entonces dime qué podemos hacer.
Pau pensó un momento y luego tomó las manos de Lucy.
—Quiero hacer un acuerdo contigo.
—¿Qué clase de acuerdo?
—No importa lo que pase en las cámaras... tú y yo somos reales. Pase lo que pase, ningún beso o escena falsa cambiará lo que sentimos.
Lucy apretó sus manos con fuerza.
—¿Me estás diciendo que confíe en ti?
—Sí. ¿Puedes hacerlo?
Lucy la miró a los ojos, llenos de determinación y amor.
—Siempre.
—Entonces... ¿estamos bien?
—Sí, Pau. Pero te prometo algo: cuando todo esto termine, vamos a salir a gritarle al mundo lo que somos. Sin escondernos.
Pau sonrió emocionada.
—Me encanta esa idea.
Se abrazaron con fuerza, sellando el acuerdo con otro beso. Pase lo que pase, su amor sería inquebrantable.
Lucy llevó a Pau de la mano hasta su habitación, que estaba decorada con un estilo rústico y acogedor. La madera oscura del mobiliario combinaba perfectamente con las luces cálidas que iluminaban el lugar. Pau observó con curiosidad una pizarra en la pared, llena de códigos, números y símbolos que no lograba entender.
—¿Qué es todo esto? —preguntó Pau, señalando la pizarra.
Lucy sonrió con algo de nostalgia mientras se sentaba en la cama.
—Mi abuelo me enseñó todo esto cuando era pequeña. Era un tipo muy especial, ¿sabes? Siempre me hablaba de códigos secretos y cosas que solo nosotros entendíamos.
—¿Códigos secretos? ¿En serio? —Pau arqueó una ceja, divertida.
—Sí. Uno de los más importantes era la "clave murciélago".
—¿La clave murciélago? —Pau se rió—. Suena a película de espías.
Lucy rió también y se acercó a la pizarra, tomando una tiza.
—Te lo voy a explicar. Escribir la palabra "murciélago" y debajo de cada letra poner los números del 0 al 9. Cada letra se convierte en su número correspondiente. Mira.
Lucy escribió en la pizarra:
M U R C. I E L. A G. O
0 1 2 3. 4 5 6 7. 8. 9
—Entonces, si quiero escribir algo en clave, cambio las letras por estos números.
—¡Qué loco! ¿Y para qué lo usaban?
Lucy se encogió de hombros.
—Era más una forma divertida de comunicarnos. A veces me dejaba notas en casa y yo tenía que descifrarlas. Era como un juego.
Pau la miró con ternura.
—Tu abuelo suena como alguien increíble.
—Lo era —admitió Lucy con una sonrisa nostálgica—. Siempre decía que los secretos más importantes se guardan mejor cuando los disfrazas de algo simple.
—Eso tiene sentido.
Lucy se giró hacia Pau, su expresión cambiando a una más seria.
—Te lo enseñé porque quiero que lo sepas. Eres la única persona a la que le he contado esto.
Pau sintió un nudo en la garganta por el gesto de confianza.
—Significa mucho para mí, Lucy.
—Tú significas mucho para mí, Pau.
Se acercaron y se besaron suavemente. Pau apoyó su frente en la de Lucy.
—Prometo guardar tu código secreto.
Lucy sonrió.
—Ahora eres parte de él.
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Al día siguiente..
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Pau estaba sentada en el sofá con sus hermanas, Ale y Dany, quienes la abrazaban mientras la llenaban de besos en las mejillas y la frente. La tensión en el ambiente era palpable, pero sus hermanas intentaban animarla.
—¡Basta, ya parecen abuelitas! —dijo Pau entre risas forzadas, empujándolas suavemente.
—Eso es lo que hacemos las hermanas amorosas —bromeó Dany mientras le daba otro beso ruidoso en la frente.
—Aunque estás rara, Pau. Algo te pasa —comentó Ale, frunciendo el ceño—. ¿Es el idiota de Rudy?
Pau suspiró pesadamente y asintió.
—Me tiene harta. Hoy va a presentar a mi "nuevo novio" y quiere que frente a las cámaras actuemos como si nos besáramos en secreto para que ellos fingen sorpresa.
—¿Qué? —gritaron Ale y Dany al unísono, indignadas.
—Eso es una estupidez —dijo Dany, poniéndose de pie—. No tienes por qué hacer algo así.
—Exacto —añadió Ale—. Ese tipo se está pasando de la raya.
—Lo sé, pero Rudy es una pesadilla. Si no hago lo que quiere, va a armar un escándalo en los medios y me va a hacer quedar como la villana.
Dany apretó los puños.
—Deberíamos ir juntas a enfrentarlo. No tiene derecho a manipularte así.
Pau negó con la cabeza.
—Gracias, pero esto es algo que tengo que manejar sola... o eso creía.
Justo en ese momento, Rudy apareció en la sala acompañado de un chico alto, de sonrisa plástica y cabello perfectamente peinado. Tenía toda la apariencia de alguien que encajaría en el papel de "novio ideal" ante las cámaras.
—Paulina, ¿podemos hablar un momento? —dijo Rudy con su tono autoritario habitual.
Las hermanas cruzaron los brazos, claramente molestas, pero Pau les hizo un gesto para que se calmaran.
—¿Qué pasa, Rudy? —preguntó Pau, manteniendo la compostura.
Rudy sonrió falsamente.
—Te presento a Ignacio, tu nuevo novio.
Ignacio le tendió la mano con una sonrisa forzada.
—Un placer conocerte, Pau.
Pau le estrechó la mano de mala gana.
—Igualmente.
—Bien, esto es lo que vamos a hacer —interrumpió Rudy—. Hoy durante el rodaje, ustedes van a encontrarse "accidentalmente" en un rincón del set. Se besan, pero sin que las cámaras lo vean directamente. Nosotros actuaremos sorprendidos y luego lo haremos público como si fuera una filtración.
Pau sintió que la sangre le hervía.
—¿Perdón? ¿Quieres que me bese con un desconocido frente a las cámaras y luego fingir que fue algo espontáneo?
—Exactamente —confirmó Rudy—. Es lo que la audiencia quiere.
—¿Y si digo que no?
Rudy la miró fijamente, su sonrisa desapareciendo.
—Entonces haremos que parezca que eres una manipuladora caprichosa que juega con los sentimientos de la gente. Créeme, Pau, no quieres enfrentarte a la prensa de esa manera.
Ale y Dany se levantaron furiosas.
—¡Eres un maldito imbécil! —gritó Ale—.
—¡No tienes ningún derecho a chantajear a mi hermana! —añadió Dany.
Rudy levantó las manos en señal de paz.
—Tranquilas, chicas. Solo estoy haciendo mi trabajo.
Pau respiró hondo y miró a sus hermanas con una mirada firme.
—Yo me encargo de esto.
Las hermanas dudaron, pero finalmente retrocedieron.
Pau se giró hacia Rudy con una expresión desafiante.
—Haré el rodaje, pero no voy a besar a nadie.
—Piénsalo bien, Pau —dijo Rudy con una sonrisa cínica—. Esto es lo mejor para tu carrera.
Pau lo miró fijamente.
—Mi carrera no vale mi dignidad. Y si crees que puedes seguir manipulándome, estás muy equivocado.
Rudy pareció sorprendido por su determinación, pero no dijo nada más.
—Nos vemos en el set —dijo finalmente antes de irse con Ignacio.
Cuando se quedaron solos, Dany y Ale abrazaron a Pau con orgullo.
—Esa es nuestra hermana —dijo Dany, sonriendo—.
—Vamos a estar contigo en esto, Pau. No estás sola —añadió Ale.
Pau sonrió, agradecida por el apoyo de sus hermanas. Sabía que la batalla con Rudy no había terminado, pero estaba dispuesta a luchar por lo que era correcto.
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Holaaa.
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