Veintiocho
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Gracias por leer, amores. ♥︎
Llevaba una semana entera sin saber nada de Harry.
Se había ocupado en indagar por las redes sociales, guardaba los links de las ofertas de empleo que podían prestarse a ser aptas para sus habilidades, y en los periódicos, encerraba las posibles oportunidades de trabajo con un marca textos viejo que encontró arrumbado entre sus cajones.
Y en las noches, cuando su casa estaba en total silencio y solo se escuchaban los gatos peleando en el tejado, revisaba el chat que tenía con Harry, los últimos cinco mensajes marcados con un "visto" al final:
Para: Harry Styles.
"¿Ashton te dejó en tu casa?
Avísame cuando estés ahí."
"Hey, buen día.
¿Todo bien?"
"¿Harry? Responde."
"No comprendo tu enojo,
no te hice nada malo."
"¿Sabes qué? No te
voy a rogar, nos vemos."
Los textos fueron enviados en la madrugada de aquella salida a la discoteca y al día siguiente en diferentes horas.
Esperó que le respondiera, pero solo apareció esa indicación de que la conversación había sido abierta e ignorada, a eso de las ocho de la noche el martes. Ni siquiera fue por la mañana cuando Harry revisó su servicio de mensajería instantánea, lo dejó al último a pesar de que le había pedido de manera educada que le avisara cuando estuviera en su piso.
Louis se enojó al no tener una contestación escrita y se prometió no volver a escribirle si el rizado no le devolvía los textos. Su berrinche de borracho dolido lo pasó por alto, según él, había sido una exageración y de nada le sirvió ponerse así.
De todas formas él se quedó ahí, pasándola bien con un chico diferente, porque al que dejó bailando solo, lo perdió al retornar. No hubo más allá de roces y uno que otro beso fallido, de hecho, los amigos de Ashton se encargaron de acompañarlo hasta su casa porque apenas podía mantenerse de pie.
Había llegado más alcoholizado de lo normal, hasta Calum lo ayudó a entrar y lo botó en su sillón, el pobre no podía con el peso muerto del ojiazul y decidió que lo dejaría dormir con tranquilidad en su sala.
Ahí se quedó, despertando a las cinco de la mañana y corriendo escaleras arriba. Seguido de eso, se encerró en el baño y sacó todo lo que traía en su estómago dentro de la taza cerámica, vomitando tres veces antes de gatear hasta su habitación, sin lograr subirse a la cama. Por ende, durmió hasta las cuatro de la tarde sobre el tapete que cubría una pequeña porción de la loseta.
Para ese punto, en su sábado por la noche, dónde no tenía nada que hacer más que ver la televisión, su celular seguía sin dar indicios del ojiverde.
No podía estar sereno, pero se prohibía admitir que le causaba conflicto no saber que era de Harry. Seguramente a esa hora ya estaba en Club Bengala trabajando, eran pasadas las diez de la noche y estaría encargándose de laborar hasta que su turno acabara.
Tardó escasos diez minutos en determinarse, otros veinte en lo que se bañó y cambió, y quince más en salir de su vivienda para subirse al auto, conduciendo al bar.
¿Por qué lo estaba haciendo? Fácil, quería ver a Zayn y Liam, tenía varios días de no saludarles, esa noche sería la indicada.
Cuando llegó y estacionó su auto en un lugar seguro, iluminado por el alumbrado público, vio una larga, enorme, de verdad interminable fila afuera… con muchos jóvenes vestidos de color rosa y dorado, inclusive los adultos traían alguna prenda de ese tono y la mostraban con orgullo para poder ingresar.
—¿Ahora es un requisito? —mencionó bajito, mientras se acercaba al guardia que custodiaba la entrada.
El hombre le permitió acceder sin inconvenientes, probablemente dedujo que Louis continuaba siendo trabajador y por ello le trató normal. Pasando el filtro y el pasillo, lo primero que se le cruzó en la periferia, fue un cúmulo de gente reunida, todos vestidos de color rosa con destellos dorados y viceversa.
—¡Hey! —Un chico con sombra despampanante en los párpados, le habló—. No puedes entrar así, te van a sacar.
—¿De qué me hablas? —Consternado, le miró con el rostro torcido.
—¡Si no traes algo rosa puesto, te van a sacar! —gritó el sujeto, señalando con felicidad el entorno—. ¡La temática de la noche es esa!
—¿¡Temática!? —Honestamente, el castaño no entendía nada—. ¿A qué te refieres?
—¡Club Bengala inició con las noches temáticas!
Con eso, le fue entregado un volante impreso, con la foto de Liam, Zayn y Harry al medio, acompañada de unas letras enormes: “Ven a disfrutar de una noche rosa y dorada inolvidable”. Más abajo, en una tipografía pequeña, se enlistaban las especificaciones a considerar para entrar al club; una de ellas y la más importante en sí, era portar una prenda, accesorio o lo que fuese de los colores pactados en esa madrugada.
Louis se pasó la mano por el cabello, terminando de leer e intuyó de quién había sido la idea millonaria.
—¡No sé porqué te dejaron pasar así! —El chiquillo farfulló, quitándose una boa de plumas que traía enredada en el cuello.
—Confusión, yo trabajaba aquí —Se ofendió un poquito de no ser reconocido, pero no hizo drama por ello.
—¡Ah! Como sea, toma —Sin preguntar, le colocó la estola rosa, pasándola por detrás de su cabeza y luego levantó los pulgares—. ¡Más que listo!
El mayor estaba anonadado y la música prominente no le ayudaba mucho a carburar.
—¿¡Sabes por qué hay tanta gente esperando afuera!? —Un tanto resignado, se acomodó mejor el accesorio.
—¡El lugar está lleno! ¡Esperan poder entrar más tarde, cuando algunas personas se empiecen a ir! —espetó, señalando la barra a lo lejos—. ¡Los Bengalas están haciendo shows increíbles y nadie se los quiere perder!
Se fijó en la estación de trabajo dónde sus dos amigos estaban, alcanzaba a ver piruetas con botellas y camisetas a juego.
—Gracias, nos vemos después —Con una sonrisa agridulce, se despidió del muchacho y éste volvió con su grupo de amigos que tomaban bebidas con brillos y popotes flexibles.
El bar seguía siendo exactamente el mismo, mismos asistentes y más de los que solían ir, mismas instalaciones, todo exactamente igual. Lo nuevo, eran los adornos en las paredes, techo y mesas que encajaban a la perfección con el ambiente que se creó a raíz de quienes respetaron el código de vestimenta.
Louis necesitaba preguntar a sus amigos a que se debía el giro; así que, pegado a los muros, se fue colando por el gentío, arribando con el trío de empleados que no se daban abasto esa noche.
Un nudo se le formó en el estómago, cuando vio a Harry aventar una botella hacia el techo, volviéndola a sujetar con profesionalismo cuando ésta cayó. Sonrió cautivador y maniobró como un experto al preparar los tragos que contenían brillantina comestible; su bandana recogía los rizos y su camisa matiz coral con puntos blancos, la tenía abierta del pecho.
La pareja de novios estaba igual de ocupada, solo que su conjunto se basaba en prendas intercaladas: mientras Liam usaba una camiseta color marfil y pantalones rosa palo, Zayn traía una bermuda blanca y una playera fucsia.
—¡Payno! —Le habló, agitando sus dos manos para darse a notar.
—¡Tommo! ¡Que gusto! —cacareó su amigo, haciendo que sus dos compañeros, igual voltearan.
Hubo una conexión pasajera entre los ojos de Louis y Harry. Sin embargo, el menor no se tentó el corazón cuando quitó su mirada del nexo, batiendo sus pestañas despreciativamente.
Louis frunció el ceño.
—¿Qué te trae por aquí? —Liam lo regresó a la realidad con la cuestión, sin dejar a un lado sus deberes—. ¡Te hacía durmiendo como un oso!
—Ya ves que no —exclamó, recargándose en el mostrador—, quise venir a verlos y me encuentro con que rosita fresita vomitó aquí.
La risa del ojimiel le sacó una sonrisa legítima.
—¿¡No es genial!? —garantizó, finalizando dos vasos de vodka con purpurina y se los dio a dos chicos que venían con pintura artificial dorada en el cabello—. Quince dólares —dijo y tras el pago de ambos tragos, regresó con Louis mientras guardaba el efectivo en su delantal—. Siempre me han encantado las temáticas en las fiestas, ahora en el club es mucho mejor, ¡es la primera y no hemos podido dejar entrar a toda la gente que desea estar aquí!
—¿Por qué el teatro? —preguntó, apuntando los vasos pequeños para shots.
—Discutimos como atraer más gente —Rápidamente, Liam le sirvió un caballito de whiskey—, a Hazz se le ocurrió esto y dios mío, un éxito.
—Se nota, están como locos —Louis suspiró, tomándose de un hilo todo el contenido del vasito—. ¿Cortesía?
—Eso quisieras —Negó—, dos dólares.
—Maldito tacaño —Le contestó, arrojando las monedas a la base de madera.
—Me lo han dicho, hermano —Agradeció con un movimiento y metió el pago en su lugar.
Louis le mostró el dedo corazón.
—Oye-…
—¡Li! —El chillido de Harry, causó que el nombrado y compañía le vieran con incertidumbre—. ¡Es hora!
—Oh —Emocionado, tronó los dedos de su mano izquierda y se dirigió una vez más al ojiazul—. Hora de bailar, ya regreso Tommo.
—Anda.
En tanto Liam metía el dinero a la caja registradora y se deshacía del mandil que traía puesto... el verde se empalmó con el azul por casualidad.
Harry le observó con la mandíbula rígida, sin ninguna faceta conocida, solo se quedó inactivo, con los brazos tendidos a los costados y la cabeza ladeada hacia la izquierda. Louis se conservó igual, pestañeando pocas veces y dejando que la tensión creciera en los metros que los separaban; quiso hacer un intento, ponerlo a prueba y eso fue lo que realizó.
Con el dedo índice, le pidió que se acercara.
Sinceramente, el menor ambicionó acercarse y tironear de sus labios con los suyos, Louis se veía aterradoramente guapo, adicionándole un plus por la boa rosada que colgaba de su cuello. Ya no tenía rastro de los puñetazos que le propinaron en la pelea, solo una diminuta cicatriz en la comisura, nada fatal. Lucía atractivo, repuesto y varonil.
Pero Harry prefirió usar el cerebro, en lugar del corazón.
—Buenas noches —gesticuló sin sonido, lanzándole un beso enlazado a un guiño.
Louis sonrió con sorna, asegurando que esa noche no dormiría y dedujo que la molestia, permaneció en el olvido. La rabieta de Styles lo había descolocado, pero eso se iba a solucionar con una buena dotación de sexo, que podría entrar en la categoría de reconciliación.
Las luces bajaron, se tornaron rojizas y la barra fue iluminada en toda su extensión cuando por fin, los tres bartenders se plantaron ahí. Harry, audazmente, se colocó en el extremo dónde Louis se hallaba; de algo serviría que ese día se hubiese aparecido ahí y podría empezar con su dulce revancha.
Entonces, una melodía reconocida mundialmente, se escuchó en los altavoces del local: Bang bang, de Jessie J, Ariana Grande y Nicki Minaj.
El sinnúmero de gente vitoreó con la introducción de la canción, avivándose cuando Zayn derramó una franja de licor sobre la barra y luego Harry dejó caer un cerillo encendido, prendiendo con fuego la línea previamente marcada.
Louis se sobresaltó, brincando hacia atrás, eso no lo había visto venir.
Al ritmo de la música, Harry meneó el cuerpo, soltando las caderas y bailando como sabía hacerlo. En ésta ocasión, su atención estaba centrada en el público y no en el ojiazul que le veía con ansia.
Se movió, caminó y dejó que su cabello rebelde se revolviera cuando se quitó la bandana y se la puso entre los dientes. Cantó en voz alta, buscando que la multitud continuara con el coro y lo consiguió, todos le siguieron el verso.
Bang-bang into the room, I know you want it,
Bang-bang all over you, I'll let you have it...
Intercambió lugares con Zayn, ahora él estaba al centro, generando el enredo hasta que un vaso de ron le fue aventado justo en el pecho. Al sentir la humedad y el frío del líquido, siseó brevemente y alzó la cara para ver quién había sido el responsable.
Un muchacho hermoso, de ojos grises y un chaleco de lentejuela, fue el causante en su afán de que le viera; su recurso fue mojarlo con su bebida y de alguna forma, cumplió su objetivo.
Louis lo vio todo en cámara lenta, se aprisionó el labio esperando que Harry se defendiera, que pidiera que sacasen al joven, que reclamara y ordenara que no lo volviera a hacer bajo circunstancia.
Sorpresa, eso no ocurrió.
Porque en un arrebato de adrenalina, el menor se colocó en cuclillas, le tendió la mano al extraño y lo invitó a subir a la barra con ellos.
—¡Arriba! —Le gritó, mordiendo su mejilla interna—. ¡Sube!
Liam le visualizó atónito, eso jamás lo habían hecho y tampoco quedaron de acuerdo en llevarlo a cabo, ¿eso no era una especie de invasión a su espacio?
—¿¡Qué haces!? —El ojimiel le preguntó a Harry, al ver que el individuo escalaba por medio de un banco.
—¡Ustedes sigan! —concretó.
—¡Pero Hazz!
—¡A lo suyo, Li! —Sin ser grosero, le pidió enérgico—. ¡Yo me encargo!
Sin estar del todo convencido, Payne optó por no meterse y regresar a su puesto, a un lado de su novio y siguió con la rutina de baile que le correspondía.
Con aires de suficiencia, el menor le dio un lugar sobre el mueble al chico que se presentó como Ethan. La luz le pegó en el rostro, deslumbrando sus pómulos y torso desnudo; el chaleco era lo único que llevaba encima y relucía su abdomen bien trabajado.
—Solo lo que dura la canción —Harry indicó y el nuevo miembro de la coreografía aceptó sin chistar.
See, anybody could be good to you,
You need a bad girl to blow your mind...
Entonces, el ojiverde se apropió de una botella abierta de ron, coincidiendo a propósito con lo que le fue vaciado encima, y sin parar su danza, marcó flairs más elaborados de los que hacía al servir.
Las uñas cortas de Louis se encajaron en la piel de sus palmas, estaba enrojeciendo de las mejillas por la ira contenida, ¡Eso estaba prohibido! Ningún Bengala podía relacionarse con los clientes, era una regla impuesta y si a él lo habían despedido por incumplir una, Harry igual merecía ser sancionado por ello.
Iría a decirle a Niall, claro que lo haría, acusaría la infracción ahora mismo, solo movería su trasero hasta la oficina del rubio y le contaría lo que vio, le daría los detalles y luego volvería triunfal, anhelando el regaño que el rizado recibiría por idiota.
A su vez, Harry cantaba alegre, rodeando y bajando frente a la figura de Ethan, quién también mal entonaba la melodía, mezclando la letra porque estaba muy entusiasmado y ebrio como para no equivocarse en las líneas.
La intención del mayor se la llevó un tornado y sus piernas no respondieron, no se movió de su sitio, no podía creer lo que estaba viendo... debió quedarse en casa, sin duda eso debió de haber hecho.
—Abre la boca y saca la lengua —Ordenó, levantando el brazo que sujetaba el ron destapado.
Obedeció, el adolescente obedeció, dejándose malear la barbilla por los dedos largos del bartender y cerró los ojos cuando el alcohol se deslizó por su lengua y corrió hasta su garganta.
Just wait a minute, let me take you there,
And wait a minute 'til you...
Harry repitió el hecho, tomando un gran trago de la botella sin tocar la boquilla y lo retuvo en su boca. Se agachó a la velocidad de la luz, colocando el envase en la zona de servicio y al erguirse, tomó del cuello al muchacho que permaneció sediento de más.
Se lo dio.
Porque puso en práctica aquello que le había salido en un video de tiktok.
Unió sus labios a los ajenos, pegándolos lo más que pudo y le transfirió el licor, haciendo caer una cantidad minúscula por sus barbillas. Ethan estaba en las estrellas, un arcángel le estaba comiendo la boca luego de haber bebido todo el shot que le proporcionó de aquella sensual manera.
No quiso meterse en ningún dilema, así que sus manos se mantuvieron paralizadas, dejando que fuese Harry quién marcara la sincronía del beso y solo se encargó de disfrutar el sabor de un ser majestuoso con el que algún día soñó coincidir.
La gente enloqueció: gritaron, bufaron y aplaudieron con las manos arriba, arrojaron monedas, incluso billetes de denominaciones bajas, algo insólito pasaba en Club Bengala y era una apreciación magnífica.
Liam y Zayn no supieron que hacer, cuando menos el pelinegro, al ver el resultado favorable, empezó a juntar el dinero lanzado sin ser ni un poquito discreto.
Por su parte, su novio ubicó a un Louis furioso: éste veía la imagen inesperada, con la rabia creciendo y creciendo en su descarriada alma. Respiraba fuerte, su pecho se hinchaba, sus manos hechas puños con los nudillos blancos, iba a romper algo en cualquier momento si Harry no dejaba de compartir saliva con ese bastardo.
—Ni se te ocurra, relájate —No querían caos esa velada, así que Liam lo amenazó desde las alturas—, haces algo y yo seré el primero en decirle a Niall.
—Liam... —Estaba atrapado en su podrido coraje.
—Basta, Tommo, deja de ser tan imbécil —recriminó, entre dientes—, no hagas que te veten, por favor.
—Es que...
—Compórtate, animal —Amenizó con el tono amargo, interrumpiendo su acto para arrodillarse y quedar a su nivel—, o te voy a meter a tu jaula.
—¿¡No estás viendo!? —graznó, señalando lo que todos veneraban y a él le estaba calando—. ¡Eso ni siquiera está permitido!
—¡Eso es cosa de él, no tuya!
La breve plática se cortó ahí y el alboroto se amplió, Liam se enderezó y Louis se aferró a la orilla de la barra.
Harry yacía de espaldas a Ethan, desarrollando pasos en los que movía la cadera y trasero en conjunto con las rodillas flexionadas, el tan conocido twerk. Desde el ángulo de visión del castaño, parecía perfectamente que se le restregaba con necesidad, pero la realidad, era que no estaban teniendo ni él más mínimo roce y la clientela que miraba todo de frente, lo comprobaba.
El menor solo le pidió que lo sujetara de la cintura pero le prohibió repegarlo a su entrepierna, y como el muchacho estaba agradecido con ser el elegido de esa madrugada, hizo caso en lo que se le ordenó. A pesar de eso, igual incluyó movimientos propios, sin sobrepasar la línea establecida y se divirtió como pocas veces en su existencia.
Pero la ilusión óptica estaba matando a Louis, lo estaba cegando y puso toda su fuerza mental para no subirse a empujar al desalmado que tenía las manos sobre el cuerpo de Harry.
La canción finalizó, Zayn y Liam hicieron su cierre en dúo: el primero con los bolsillos repletos de monedas y el segundo, mientras sacudía los hombros, roció a los primeros que se le atravesaron con dos tarros de cerveza servidos con antelación.
El menor se encargó de regalar un último beso y rio por lo alto cuando las luces se apagaron, alzando los brazos y pidiéndole al público que ovacionara al invitado que interpretó un papel digno de aplaudir.
—¡Ronda de shots gratis! —anunció el morocho que ya estaba abajo, con los caballitos en una hilera.
El ojiazul vio descender a Harry del mostrador, regresando a su espacio y el invasor también bajó, volviendo con su círculo de amigos que lo felicitaba como si hubiese ganado un Oscar.
Él no tendría que mostrarse airado, no era algo que debería causarle acidez; porque ya había bebido todo de ese incomparable querubín, cada centímetro de su piel, le robó los sonidos más vulgares posibles, lo tuvo pidiendo por más como un desesperado. Eso, había sido un tonto baile que no tenía importancia, algo para levantar expectativas y ventas.
La mitad de su cerebro le estaba diciendo que mejor se calmara y se fuera por donde entró, la otra sección le impulsó a abrir la boca y soltar el veneno que se juntó en su sistema. Sin embargo, fue sensato y dejando la boa rosada en uno de los bancos, salió de Club Bengala, echando chispas hasta por las orejas.
Harry sonrió enseñando sus dientes, colocándose su pañoleta en la cabeza y limpió el sudor de su rostro con un pañuelo desechable. Le vio irse, intercalándose en la aglomeración de mortales, sin pedir permiso para pasar entre ellos; chocó con espaldas y hombros mientras se aproximaba al andador que lo sacaría de ahí.
—Y esto solo es el comienzo, Lou —decretó, viendo la cabellera castaña desaparecer por el umbral y despedirse del guardia.
No era que disfrutara hacer el mal, nunca haría daño ni mucho menos buscaría afectar directamente a nadie... pero en este caso, era especial. Se cansó, su paciencia caducó y se dedicó a ingeniárselas, preparando métodos infalibles que contribuirían a ser un dolor de cabeza para Louis.
No sería el único en caer.
—Estarás en problemas con Niall —Zayn se avecinó a él—, no podías besarle, de hecho nunca habíamos subido a nadie con nosotros.
Sonriente, Harry negó con el bienestar fulgurando en su aura. Su colega, lejos de ser pesimista, era realista y eso era una cualidad que le admiraba.
—No te preocupes por eso, tenía permiso.
—¿Permiso?
—Lo hablé con Horan cuando llegué —Hizo hincapié, pasando un trapo húmedo por la barra, removiendo la suciedad que dejaron sus tenis—, yo ya tenía planeado esto.
—Pues te resultó excelente —confesó, ondeando sus bolsillos y el sonido de las monedas, le hizo arquear la ceja.
—Eso si me tomó por sorpresa... ¿Cuánto se juntó?
—Poco menos de setenta dólares, los meteré a la caja registradora como un extra —El pelinegro le apretó del brazo—, con esto y las subastas, vamos a salir adelante.
—¡La siguiente semana podemos hacer una noche de superhéroes o de leyendas en la música! —Harry refutó, concibiendo la efectividad que la dinámica causó.
—Me gusta, tú avísame, seguiré consiguiendo los adornos muy baratos.
Luego de eso, Zayn recomenzó con lo suyo, preguntando a dos chicas que traían pelucas con reflejos dorados y mechones magentas, que gustaban tomar.
Y por supuesto que Harry había planeado semejante show... Al ser el inicio de las noches temáticas ahí y con la bendición de Niall, la inauguración tenía que ser espectacular, dejando a un lado las restricciones y produciendo una nueva etapa en lo que constaba a las actividades internas de una buena función.
Su jefe estuvo conforme, últimamente el rubio parecía ido, no salía de su cubículo como antes y permanecía metido ahí, hasta que la hora de cerrar llegaba. A leguas se notaba la melancolía y preocupación, pero no había querido hablar con nadie sobre sus emociones y acabó por encerrarse en su burbuja, dando el visto bueno a los próximos conceptos, que quizá serían de ayuda para recuperar algo de lo perdido.
Por fortuna, no se le hizo mala fama al recinto.
Y por Dios, que Louis hubiese llegado justo ese día, en el puto momento exacto... podía significar un gran golpe de suerte, una jugada del destino a su favor.
Anotó un gol a la portería contraria sin querer, uno de los muchos que tenía contemplados para ganar el partido.
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Eran las tres de la mañana y no había dormido.
Se revolcaba entre sus cobijas tratando de entregarse a Morfeo pero simplemente se le estaba haciendo imposible. Desde que se recostó, el simple hecho de cerrar sus ojos, era una tortura porque su mente retorcida le reproducía la cinta grabada de un Harry bailando con un tipo de ojos grisáceos, gozando de la música y la baja luminosidad.
Se puso la almohada en la cara, apagó todas sus luces y se maldijo al saber que sus horas de descanso estaban viéndose afectadas gracias a su imprudente asistencia. El conocer el paradero del rizado, le había costado caro y si se lo preguntaban, claro que se arrepentía de haber ido sin saber lo que iba a encontrar.
Tenía una conversación pendiente con él, necesitaba preguntarle cuál era su enojo y no, no iba a reclamar cosas que no le correspondían, porque estaba de sobra decir que no tenían vínculo afectivo que los relacionara, no existían motivos regulares para quejarse de un lazo meramente sexual.
Recordar eso, disminuía su disgusto.
Entre su miseria e irritación, cogió su teléfono y bajó el brillo de la pantalla para escuchar algún audio que le ayudara a dormir, un podcast o algo así.
Sin embargo, sus orbes azules se abrieron de par en par, cuando un mensaje de Harry, que entró a su bandeja hace más de veinte minutos, fue lo que apareció inicialmente en sus notificaciones.
Cayó en cuenta de su alteración, al ceder y presionar instintivamente con su pulgar, justo en la burbuja que yacía con el nombre y apellido del menor.
—Maldito hijo de puta...
Un gemido, uno real salió de sus labios cuando se encontró con un regalo del cielo. Tuvo que tallarse los ojos, parpadear para acostumbrarse y enfocar su visión a la fotografía que estaba arriba de un video que aún no descargaba.
Esos muslos gruesos que tanto adoraba apretar, estaban decorados con diamantina. Las piernas que vivían alrededor de su cintura, estaban colgando de una silla y se mostraban impúdicamente abiertas. Y el mejor atractivo, era la polla resguardada por una lencería blanca y de encaje fino.
Se trataba de una foto en bragas, dónde Harry se mostraba del abdomen hacia abajo con su ya prestigioso tatuaje del tigre, resaltando en su tez.
Y la leyenda que acompañaba dicha imagen, le ocasionó un escalofrío:
Para: Louis T.
"Linda noche, Tommo.
Disfruta visualmente,
porque físicamente, va
a costarte trabajo."
Después de que su miembro se endureciera con aquel sacro obsequio, supo que debía reproducir el video que le fue enviado; necesitaba material para realizar su tarea nocturna, naturalmente, algo más en él se había despertado.
Se apresuró a bajar el archivo y chasqueó la lengua, sacando el aire caliente de su boca cuando puso play a la candente grabación.
Joder, joder, joder.
Bajó el volumen de multimedia, los gemidos en su bocina zumbaron al no llevar puestos los auriculares; era una revelación lo que estaba contemplando en solo quince segundos de reproducción...
Harry se enterraba un pene de plástico, montándolo con avidez y grabando desde una esquina que guiaba la vista de Louis hacia las nalgas del chico. Al parecer, su punto de apoyo era el respaldo de la silla, había cambiado de posición, opuesta a la cámara y dejando expuestos los hoyuelos en su espalda baja.
Se impulsaba con desenfreno, sus bragas puestas aún y solo siendo movidas a un lado, para dejarse caer de filo sobre el consolador con el que se penetraba, gimoteando alto el apellido de su destinatario.
El mayor no podía ver sus gestos, pero tenía la certeza de que el desgraciado indecente se fascinaba con la ilusión de provocarlo y enloquecerlo, de hacer que se tocara viendo el contenido enviado, de ser su incentivo...
Lo había logrado, Louis yacía con un enorme caos debajo de sus pantaloncillos que usaba de pijama.
Y en su apartamento, Harry descansaba plácidamente en su colchón, abrazando un cojín en busca de recuperar la energía que el orgasmo contundente le quitó al correrse, dejándolo lloriqueando y jadeando con las extremidades temblorosas.
Excelente manera de finalizar su primer atentando.
Holaaaa bebés, buenas noches. ♡ Espero que estén muy bien, aquí les dejo el capítulo 28, ¡disfruténlo mucho! Se viene el Louis celoso que tanto pidieron.
Les mando un besote y todo mi amor, gracias por la paciencia.
Nos leemos pronto.
María.
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