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Once

⚠️ Advertencia de contenido sexual ⚠️
Una disculpa por borrar el capítulo, wattpad me jode:(.

Terminaron de recoger y limpiar todo quince minutos antes de su salida habitual, Zayn y Liam se quedaron a charlar con Niall para confirmarle que todo el embrollo de las citas amistosas era solamente para apoyarle con la compra del local.

Harry no entró en detalles con ellos, solo les contó el fin, porque su jefe era el indicado para comentarles el trato que hizo con Roman.

Al salir del establecimiento, notó el auto que días antes lo llevó a su apartamento parqueado en la acera opuesta. Louis estaba recargado en el capó, con los brazos cruzados y un cigarrillo plantado entre sus labios, como cualquier película de romance adolescente en su momento más cliché.

—Mi cita fue con un muchacho de veintiocho años llamado Alex, que terminó la carrera de psicología, lleva un par de años viviendo aquí y su mejor amigo le dijo de este lugar —Le habló a lo lejos, sacando la bocanada de humo.

La garganta del ojiverde se cerró y limitadamente removió los tirabuzones de su frente, desviando la intensa visión ajena.

—La pasaste bien —dijo con sus comisuras alzadas no tan perceptible—. ¿Qué cenaron?

—Tres hot-dogs y una soda grande, muy llenador para mi gusto —Le miró divertido—, y lo mejor de todo, es que fue gratis.

Harry apretó los labios para no reír, sacando el aire contenido por su nariz.

—De nada.

—No te agradecí.

—Lo sé, pero fue mi idea, así que de nada —Victorioso, hizo aquel movimiento con su cabeza de un lado a otro.

Louis no le contestó, lo capturó con sus zafiros cubiertos en la oscuridad de la noche, dejando caer los párpados solo unos milímetros y ensanchando su sonrisa.

—Súbete.

No aguardó respuesta y temió tener que volver a insistirle que se montara al automóvil. Sin embargo, supo que no tendría que hacerlo porque la puerta del copiloto sonó al ser abierta y un curioso muchacho de ojos verdes terminó sentado en el lugar a lado suyo.

—Vaya, que fácil —agregó burlón, poniendo en marcha el vehículo con la dirección de Harry, la tenía en sus rutas recientes.

—No lo tomes personal, es mi manera de aceptar tus agradecimientos.

—¿Qué te hace pensar que te voy a llevar a tu casa? —Louis hizo un mohín, bajando el vidrio de su lado.

—¿A dónde más si no?

—¿Confías en que no voy a desviarme?

—Eso creo.

El ojiazul carraspeó la garganta, dejando salir una risita sarcástica al frenar por una luz roja en el semáforo próximo. No debería existir esa tensión opresiva, era una bofetada que desvariaba los sentidos de ambos, los ponía atentos.

No se definía como incomodidad, pero Harry no estaba cien por ciento familiarizado a la compañía de Louis, era como estar en vulnerable, sabía que no había ni un gramo de confianza mutua pero no le disgustaba tanto como aparentaba.

—¿Por qué me odias? —recriminó con precaución pero sin rodeos—. Soy buena persona, siempre trato de ayudarlos, no me meto en líos y tampoco los causo, ¿qué está mal?

El destello verde fue la indicación para que siguieran su camino. Louis pisó el pedal, con el tornado de respuestas irónicas y mordaces que podía decir brincando en su cerebro. Pero hoy, le apetecía ser honesto y tener el mismo valor que el chico tuvo para interrogarlo sin titubeos.

—Siempre hemos sido tres, no cuatro —exclamó, moviendo la palanca de velocidades—. Me molesta tu necedad, te lo dije, muchos chicos han pisado el bar y se han ido porque no los queremos ahí.

—No hables en plural porque yo sé que Liam y Zayn no tienen nada que ver con eso —Se arriesgó a enfrentarlo—. Aquí, el único que tiene un problema eres tú y si nadie se mete contigo, tú no tendrías que meterte con los demás.

—¿Me vas a decir que te importa que te trate mal? Ya demostraste que te vale un carajo lo que los demás digan o hagan.

—No me interesa, es verdad, pero esto no se trata de mi, se trata de ti.

Louis bufó, chasqueando la lengua sin quitar la vista de la avenida principal.

—¿De mi?

—Si, es como... al principio me dices que me largue, te comportas como un inmaduro que hace comentarios estúpidos y bromas que ya podrían considerarse violencia laboral —Se talló la nariz con sus nudillos—, luego haces esto de ofrecerte para llevarme a casa o ni siquiera eso, técnicamente ordenarme que me vaya contigo.

—Y sin embargo, aquí estás, ¿no? —Le recordó, sumando un punto a su tablero.

Touché.

—El rencor no va conmigo, ¿sí? Puedes sacarme de quicio, hacerme enojar tanto como quieras, pero al final, aunque me caigas peor que la comida en mal estado, puedo vivir con eso —concluyó, poniendo los ojos en blanco—. Además, eso no implica que deje mis creencias a un lado.

—¿Creencias?

—Sobre que eres un imbécil guapo, de esos que abundan en el mundo.

Y el ojiverde probablemente no debió decir eso, porque la autoestima del mayor subió dos niveles más allá del cielo, le costaba mucho mantener la boca cerrada cuando era necesario hacerlo.

—¿Así que soy guapo? —inquirió, mientras daba la última vuelta del trayecto.

—Ajá, uno más del montón. De esos que son un sueño pero cuando hablan, terminan decepcionando a cualquiera por razones obvias —Un golpe bajo, directo al orgullo.

—Pero soy guapo.

Era obvio que solo iba a escuchar a su conveniencia.

—Guapo, pero también arrogante, estúpido, testarudo, fastidioso, irritante... —Contó con los dedos de su mano derecha—, hostil, grosero, ególatra, imprudente, soberbio... —Subió los de su palma contraria—. ¿Me prestas los tuyos para seguir con mi lista?

—Claro que sí —respondió, luego de por fin haber llegado al complejo donde el menor vivía.

Harry no esperó que luego de estacionarse en un espacio vacío, Louis le colocara el dedo índice y medio sobre la boca, golpeando una sola vez sus labios y haciendo que se separaran por acto reflejo.

—Dame otras dos razones.

Tomando en cuenta que estaba torcido sobre el asiento, sentado de lado desde hace un par de cuadras atrás, que tenía a Louis viéndolo perpetuamente con la nimia luz al interior y atormentándose por una descarga de escalofríos nadando libremente en su persona, lo más sensato que vino a su lado racional fue tomar la muñeca ajena y alejarla de su boca. 

Pero eso no fue lo que hizo.

O al menos no lo segundo, porque sí lo sujetó de la muñeca, escondiendo con su agarre el tatuaje de una soga que vivía impregnado en su piel bronceada.

—Molesto... —susurró, sin romper la conexión aterradora que apareció en el entorno.

El castaño sintió un tirón conocido llegando a su entrepierna, cuando la lengua húmeda del chico le recorrió lentamente uno de sus dígitos, tentándolo solo con la punta del músculo.

—Y caliente... —Finalizó con su conteo, mordiendo la yema de su dedo con suavidad—. Muy caliente.

El buen juicio de Louis se nubló, no supo cuando se dejó guiar por sus impulsos, al grado de retirar su mano de los labios ajenos y aprisionar el cuello de Harry, sin buscar lastimarlo pero si ejerciendo una breve presión.

Lejos de asustarse, el menor jadeó de la impresión, volcando los ojos de inmediato y cerrándolos después.

—¿Tan molesto soy para ti?

—L-lo eres, si...

—Ve en lo que te conviertes, tu faceta de invencible se evapora cuando hago esto —Apretó suavemente su mano sobre la garganta—, compruebo que tienes fetiches de este tipo.

—Eso no te importa a ti —siseó, contando hasta cinco en su mente para cesar su alboroto hormonal—, nunca podrías darme lo que necesito.

—¿Eso crees? —Reunió la mayor parte de su fuerza de voluntad y le soltó el cuello, generando un suspiro por la liberación.

—Te lo aseguro —Pasó saliva con su manzana de adán marcándose—. A como eres, podría apostar que solo te preocupas por tu placer.

Harry de verdad seguía pateando cual balón de fútbol la seguridad y presunción de Louis.

Punto a su favor.

—Si eso fuera, mi bandeja de entrada no estaría llena de propuestas a salir una noche, ¿no lo crees? —El mayor se relamió los labios y botó el seguro de niños—. Bájate.

Dio en el blanco, lo hizo enojar y Harry no podía sentirse más complacido.

—¿El verdadero bengala está enojado? —pavoneó con sorna, zafando el cinturón de seguridad—. Que ridiculez.

—Que te bajes, largo —farfulló, aferrándose al volante.

—Una lástima, me queda claro que no sabrías que hacer con alguien como yo entre las sábanas.

Antes de que Louis pudiera defenderse, Harry bajó del auto con la sonrisa más deslumbrante y ganadora, azotando la puerta cuando la cerró, dando por terminado el combate nocturno.

Atravesó la calle con cuidado y saludó al vigilante cuando ingresó al complejo. Con el amor propio desmesurado, llegó hasta el acceso de su hogar, metiendo la llave en la cerradura y entró a su departamento con la meta de dormir como una criatura recién nacida bajo sus cobijas.

Como era su costumbre, se retiró la chaqueta aventándola sobre su sofá, caminando luego hacia su cocina por un vaso de jugo.

Se sirvió de uva, el único que tenía y se prometió ir de compras mañana, su nevera estaba vaciándose y necesitaba alimentarse sanamente, tenía que comprar fruta, verduras y todo eso que su madre le había enseñado a tener siempre para sobrevivir.

Gracias a ella aprendió a cocinar y sin presumir, su sazón era buenísimo.

Reposado en la barra de su cocina, escuchó el timbre sonar dos veces. Miró hacia la entrada con miedo, ¿quién podía ser a esas horas? Aparte de un fantasma o un zombie que ansiaba comerse sus sesos.

—¿Quién? —canturreó y nadie respondió.

Solo hubo otro sonido más del timbre y tres golpes duros a la madera.

¿Su momento de morir había llegado?

Dudó seriamente en abrir o no, eran casi las dos de la mañana y ninguna persona normal realizaba visitas en la madrugada, si tenían algo que comunicarle, se esperaban a hacerlo por la mañana.

Se imaginó en una escena trágica como en alguna película de terror, dónde el asesino visitaba a sus víctimas y acababa por asesinarlas a sangre fría, dejando una nota para quienes encontraran los cuerpos. 

Con las piernas temblándole, se dirigió hacia el acceso. 

—Padre nuestro que estás en el cielo... —murmuró, acercando su ojo a la mirilla y contemplando el exterior.

Distinguió a Louis, abrazándose a si mismo, en espera de alguna señal de vida.

—¿Y ahora? —Extrañado y con el alivio de que no sería su último día en el mundo, giró la perilla, asomando solo su cabeza—. Buenas noches, ¿qué carajo haces aquí? —preguntó, al visualizar la mueca abnegada del castaño.

—Quítate —Pidió, entrando como si de su propia casa se tratara.

—¿Disculpa? —repeló con indignación—. ¿Se puede saber quién te dio permiso de venir aquí y entrar a mi apartamento? Porque estoy seguro de no haberte dado esa confianza.

—¿Nunca te callas?

—¿Quieres largarte de aquí? —Señaló el pasillo que tuvo que recorrer—. Estoy cansado y quiero dormir.

—Hoy no vas a dormir.

No hubo replica, porque luego de que Louis empujara la puerta para cerrarla, se abalanzó encima de Harry, acunando con las manos sus mejillas y cerrando sus ojos cuando encontró aquellos labios rosados en el camino.

El rizado no tardó mucho en devolver el beso que no comenzó como algo tierno y dulce, no, inmediatamente fue sucio, demandante y áspero. Louis cepillaba su labio inferior con los dientes, apretándolo fuertemente sin ningún tipo de aviso o consideración.

Hasta en eso parecía que ambos buscaban vencerse, luchando por controlar la velocidad de sus bocas entre sí, tratando de liderar el compás de la acción.

Entre movimientos torpes y poco certeros, la espalda de Harry chocó contra la pared de su sala, causándole un quejido por el impacto. Fue reemplazado en un segundo por un gimoteo que escapó sobre la boca de Louis al sentir una rodilla entre sus piernas.

—Solo estoy aquí porque sé que tu necesitas esto, eres un descarado, un atrevido —espetó en un susurro al parar de besarle.

—Dilo hasta que te lo creas, porque sabes perfectamente que son tus manos las que queman por tocarme —aseguró cínicamente y marcó uno de sus hoyuelos.

Louis se chupó el labio con sus terminaciones nerviosas alerta.

—No me causa conflicto admitirlo —confesó y con toda tranquilidad, pasó su palma sobre los muslos del menor, midiendo el terreno al que peligrosamente estaba entrando—. Puedo ceder, solo si tú lo haces también.

—Louis... tonto Louis —Sus jadeos irradiando seducción, hundiendo sus dedos entre los cabellos avellana del mencionado—, yo cedí desde que te abrí la puerta.

La pierna del ojiazul se aprisionó en su contra, robándole un ronroneo abrumador gracias a la fabulosa sensación que viajó en sus entrañas por la fricción.

—Tan necesitado, ofreciéndote y listo para ser follado hasta el cansancio.

Louis tiró de su cabellera y Harry arrastró un gemido, derrochando una cautivadora sonrisa mientras le pasaba los antebrazos por el cuello.

—¿Tú me puedes ayudar con eso? —Lo acercó, picoteando sus labios una sola vez.

—La pregunta me está ofendiendo —El concurso de miradas dio inicio en una batalla a muerte—, jodido chico londinense.

Se sonrieron antes de continuar con la guerra pendiente de un beso descuidado.

Las inquietas palmas del mayor contornearon la exquisita silueta del más joven, recorriendo su cintura y llegando hasta su trasero cubierto por los jeans ajustados. Harry respingó cuando sintió sus nalgas ser amasadas por Louis, tocando sin ningún impedimento y brindándole un aumento de calor corporal que se estacionó en su miembro.

Se echó hacia el frente, restando la distancia entre sus cuerpos y percatándose de algo muy importante: Louis estaba obscenamente duro bajo sus pantalones, logró sentirlo al frotarse accidentalmente con él.

—Ah, que demonios —bramó, empujándolo del pecho y causando una separación repentina.

Louis se ofuscó, pero sus quejas fueron saldadas al terminar de un instante a otro sentado en el sillón, con un bonito muchacho arrodillándose frente a él.

—Quiero chupártela, ¿me dejas? —Batió sus pestañas en un intento de lucir adorable.

—¿Te gusta chupar pollas? —Se burló, acomodándose mejor en su lugar—. ¿Eres bueno al menos?

—Juzga.

Acto seguido, las manos hábiles de Harry le ayudaron a bajar el cierre en el pantalón del ojiazul y éste le cooperó alzándose para que también pudiera retirar su bóxer hasta los muslos.

La erección de Louis saltó frente a sus orbes; estos brillaron en fascinación al ver el tamaño y grosor de lo que sería suyo por primera vez. Su boca se hizo agua, pensando en como lograría tomar toda la extensión sin ahogarse.

Envolvió con su mano derecha el miembro caliente de su compañero, bombeando tormentosamente lento y elevando la excitación de los dos a pisos demasiado altos. Se dedicó a esparcir el líquido preseminal con su dedo por el glande, la saliva se le acumuló gracias a su bendita imaginación: sabía lo que estaba por venir.

—Ponla entre tus labios, vamos —Desesperado, le apretó con brusquedad de la nuca y le intentó acercar el rostro—. No me digas que me vas a hacer esperar, si se nota que te mueres por ella.

—Lastimosamente, esta vez tendré que aceptar mi derrota —dijo, mirándolo a través de sus pestañas.

Harry tomó una pizca del presemen con su pulgar, sacó su lengua y procedió a lamerse el dedo, sonriendo con perversión. Saboreó sintiéndolo en sus papilas gustativas y se perdió en la neblina de sus intenciones; el rizado amaba dar sexo oral.

Eso fue lo más erótico que Louis había visto en su vida.

Dejó caer un hilillo de su saliva sobre la polla apetitosa que tenía para si, viéndola descender por el largo y eso propició un gemido sofocado en su víctima. Ávido, dio al fin una calmosa lamida en la punta y su propia erección dolió por las sensaciones.

Su respiración se tornó pesada al probar experimentalmente, trazando líneas con su lengua por la longitud y restregándola lascivamente, creando espasmos en ambos cuerpos. Louis se tensó, arqueando su espalda ligeramente y se desconectó de la realidad, resoplando con vigor.

—Me estás mareando... t-trágatela Harry —imploró, jurando ver estrellas.

¿Quién tenía rogando a quién?

Debido a su pensamiento, se atrevió a cumplir con las exigencias y no demoró más en introducirla de lleno, chupando lo más que pudo desde el primer intento. Aquello que no alcanzó a tomar, lo tanteó con sus dedos, dándole a la par atención y una que otra caricia a los testículos llenos.

Estampando su palma con el respaldo del sofá, Louis se sacudió y buscó el oxígeno que se le fue.

La boca de Harry jugueteó en toda el área, vacilando y deslizándose de arriba hacia abajo con facilidad, mientras recorría las venas vibrantes que sobresalían de aquel pedazo de carne que degustaba sin ningún remordimiento.

Se la metía sin pudor, tocando su campanilla y provocándose arcadas que supo controlar gloriosamente. Ahuecó las mejillas, sintiendo el pene de Louis palpitar cada que lo devoraba una y otra vez, resbalando sus labios dañados alrededor.

El lado animal del mayor dominó, requiriendo más, era obvio que lo tenía a su merced, deseaba corromperlo de una y mil formas. Quiso guardar la imagen en sus recuerdos para siempre: unos ojos verdes consumidos por las pupilas dilatadas, pequeñas lágrimas derramadas por la excitación suprema, mejillas pintadas en tono carmín intenso y un contacto visual que le hizo apretar el abdomen.

—Eres... eres un necesitado que ama comer pollas —balbuceó, encogiendo sus dedos de los pies, dentro de los tenis—. ¿Lo eres? ¿Te encanta esto, no..? Solo para eso sirves, tu boquita ama esto...

Harry envío una onda eléctrica a través de un gemido, le ponía tantísimo que le hablaran así y quería que lo siguiera haciendo. No se frenó; a tientas, buscó cualquier mano suya y la dirigió a su propia cabeza invitándolo a sujetar como quisiera sus cabellos.

Louis estaba genuinamente sorprendido y fascinado con esa sumisión, ¿era real? ¿Acaso estaba soñando?

A Harry le encantaba el trato rudo, la humillación y si iba a pecar, lo haría como le gustaba.

La cabeza del castaño le dio vueltas y ya no le importó nada cuando empezó a levantar su cadera, sintiendo el arropo de aquella cavidad en la que se fundía. Harry estaba destrozado, literalmente destrozado y ahogado, con la saliva brotando indecorosamente por sus comisuras, los ojos vidriosos y agarrándose de donde podía para no dejarse vencer.

Si algo tenía que reconocer, era que nunca había chupado algo tan grande.

Tanto tiempo desperdiciado.

Las estocadas continuaron, los gruñidos bestiales de Louis, tironeando de los rizos y follándole la boca sin consideración; el ojiverde lo recibía gustoso, lujurioso y como todo un experto. Sin embargo, no quería correrse así, en definitiva él anhelaba saciar la sed que el par tenía de un buen sexo.

Entonces, lo alejó de su polla, sacándola sin compasión y jalando aire al ver como la cabeza del menor aceptó su mandato. Éste apretó los dientes, cerrando los ojos y con los labios temblorosos trató de recobrar la compostura.

—Voy a joderte tan mal Harry, claro que lo haré... a partir de hoy serás tú quien termine rogando ser follado por mi, tú vendrás a mi, condenado insolente.

El involucrado boqueó, tirándose en picada al abismo de la locura; nunca pensó que la esencia de Louis iba a ser la causa de su descontrol y perdición.

Una tregua fuera del bar, eso estaban pactando.

Holaaa, no tengo mucho que decir, jí.

Harry cantó Medicine, y I Will Survive después de 7 años. Seguimos de fiesta.  

Un besito, les amo mucho, gracias por sus votos y comentarios, nos vemos lo más pronto posible. ♡
María.

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