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Nueve

Para su mala suerte, Harry tardó en conciliar el sueño esa noche.

Las escenas se repetían en su mente como una cinta de película, siendo reproducida y oprimiendo el botón de reversa para poder verlas otra vez.

Unas manos tocando su piel, apretujándola experimentalmente, unos labios destruyendo los propios en un beso bruto y seco con sabor a enemistad.

Lo había disfrutado tanto que ahora se sentía como... asustado. Porque si su intención era jugar hasta cierto punto con la cordura de Louis, al ver que no existió un rechazo, tenía que pensar con la cabeza fría.

Porque seguía siendo un idiota.

Que besara bien y lo haya derretido con sus toques no significaba que dejara de serlo. La palabra la tenía tatuada en la frente, .

Ya no sabía que pasaría al día siguiente, honestamente tampoco quería pensar en eso. No esperaba que Louis se portara mejor, su despedida fue cruda, le recordó que no lo deseaba ver mañana ni nunca con sus amigos. 

Pero... para ser sincero consigo mismo, se preguntaba que tanto había descolocado ese beso a Louis.

Su reacción fue normal o en otras palabras, al menos no lo apaleó y lo aventó hacia afuera cuando se le subió encima. Aún así, quería saber si cuando menos había causado algún estrago por ahí.

Se durmió con la irresolución flotando, abrazando su almohada y despertó de la misma manera, enredado en sus cobijas.

Destensó los músculos, estirando sus extremidades y bostezando mientras analizaba su realidad. Realizó su rutina diaria: tomó un baño, cepilló sus dientes, tendió su cama y su arreglo personal lo dejó para el final.

Estando listo, salió de su apartamento para ir rumbo a la cafetería, porque si, la invitación la tenía y la tomaría las veces que quisiera.

Al llegar vio la mesa ocupada por Liam y Zayn en una esquina, uno frente al otro y sin Louis. Caminó hacia ahí y posó sus manos en los hombros del pelinegro, haciéndolo brincar en su asiento por el susto al no reparar su previa presencia.

—¡Buen día! —Saludó, zarandeándolo con moderación—. ¿Cómo va todo?

—A excepción de que estuve a nada de sufrir un ataque cardíaco, bueno, creo que todo bien —Se tocó el pecho.

—Hoy soy un hombre renovado —Liam irradiaba una felicidad magnífica—. Estamos bien, ¿tú?

—Perfectamente, descansé lo suficiente —informó, desvaneciéndose en una de las dos sillas libres.

Dejó caer su cabeza hacia atrás, inspirando el aroma del café recién hecho y el dulce de los desayunos.

—¿Hazz?

—¿Uhm? —contestó sin moverse.

—¿Te picó algo en el cuello?

Entonces su espalda se irguió grotescamente al frente, Zayn juró escuchar los huesos crujir por el movimiento abrupto. Se tocó con la yema de sus dedos buscando el lugar que Liam señalaba con su índice desde su lugar. 

—¿Qué tengo?

—Una mancha rara, como un moretón... —Entrecerró los ojos para enfocar mejor—. Algún animal enorme te inyectó su veneno y vas a terminar mutando porque se ve horrible.

—No recuerdo, yo...

Ah.

Louis.

Era un cabrón, él le había hecho eso y estaba tan excitado que no lo notó. ¿Cómo fue que no se lo vio al mirarse al espejo?

—¿Dónde lo tengo?

—Aquí, préstame tu mano.

Liam se tuvo que levantar de su asiento y se extendió por encima de la mesa, tomando la mano de Harry y colocándola en el punto preciso donde aparecía la manchita violácea.

—Eso no es un piquete —Zayn, quién hasta el momento solo observaba curioso el hematoma, por fin comentó—, sin duda es un chupón.

—¡Vaya! ¿También pasaste una buena noche? —El ojimiel bailó sus cejas, apretando su lengua en la comisura de su propio labio.

—¿También?

—Ajá, porque nosotros aprovechamos la nuestra.

La pareja se sonrió y Harry aprovechó la distracción.

—¿Cómo llegaron al club? —Entrelazó los dedos por encima de la mesa—. ¿Louis los aceptó desde el primer día?

Y la atención se enfocó en otra cosa, dejando atrás la marca misteriosa.

—Es gracioso porque a él lo conocimos fuera, en una fiesta de un amigo en común —comentó Zayn—, terminamos drogados y ebrios en el jardín trasero y después nos dijo que si necesitábamos trabajar, podíamos hacerlo en dónde él lo hacía.

—Naturalmente, él era el único en ese entonces y nosotros completamos la plantilla —Liam expresó.

—¿Siempre bailaron?

—No, eso fue... un extra, la primera vez me subí a la barra por una apuesta que hice con Tommo —Rio bajito, rascando su codo derecho—. Mi afán de ganar pesó más, lo hice y fue un extraño pero rotundo éxito. Lo repetí al día siguiente solo porque Niall me lo pidió y como siempre me ha gustado bailar, pensé, ¿por qué no?

Las comisuras de Harry se tiraron hacia arriba, marcando los hoyuelos en sus mejillas al escuchar la historia.

—Después yo me le uní porque me parecía divertido —contribuyó el morocho—, empezamos planteando coreografías graciosas, le dijimos a Louis que las aprendiera pero fue un desastre, tiene dos pies izquierdos.

—¿Y cómo fue que no los odio por eso? —La barbilla del ojiverde fue apoyada en sus manos—. A mi no me quiere por intentar hacer lo que ustedes hacen.

—Es complicado, Louis cuida mucho su puesto, aunque Niall nunca lo correría, son buenos amigos —Rodó los ojos.

—Pero él se encarga de los tragos, siempre que terminamos las actuaciones, la gente pide lo que dio. Las ventas aumentan con su labor...

Uno de los meseros se apenó un poco al haber sido inoportuno, pero los pedidos de Liam y Zayn ya estaban listos y se los hizo saber al darles su bandeja con los alimentos. Hasta ese momento, Harry recordó que no había ordenado nada.

—¿Tú deseas algo?

—¿Podrías traerme una rebanada de pastel de vainilla con un café capuccino? Por favor —Le dijo al muchacho y este afirmó con su cabeza, sonriéndole.

—Enseguida, ya regreso —respondió, marchándose de la mesa, en busca de surtir el pedido.

Zayn quiso esperar a que el pastel le fuese traído a su amigo, pero ya tenía demasiada hambre como para perder valiosos minutos, sumándole que Liam no tuvo remordimiento al comer el primer bocado de su cóctel de frutas.

Lejos de importarle, el menor se removió en su lugar con otra cuestión hormigueándole en la punta de la lengua.

—¿Es cierto que ha corrido gente? —retomó, haciendo un leve puchero.

—No como tal, él no puede despedirlos. Pero como ya te diste cuenta, actúa así para que decidan irse y ya.

—Debe ser un martirio para los débiles.

—Louis es muy buen amigo, de los mejores que hemos tenido, pero si no le agradas, es como tener un puto alacrán encima —La sinceridad del pelinegro, logró que Harry botara una risa más larga.

—Un animal que inyecta su veneno —repitió burlón las palabras que Liam le había dicho momentos atrás.

—¿Eh?

—Oh, nada, conversaba conmigo mismo —Quizá debería hablar más bajo cuando sus pensamientos se le salían de la boca.

La dichosa campana en la puerta de entrada tintineó, entonces el trío chicos se encontró curioseando sobre quién se trataba.

A Harry se le escapó el aire por un microsegundo, algo extraño lo recorrió desde la cabeza hasta los pies cuando Louis ingresó al establecimiento, con una patineta bajo el brazo.

El castaño vestía una playera color rojo y blanco, con una marca muy conocida estampada en el medio, unos shorts que parecían una talla arriba de la suya, con detalles en la misma paleta de colores y tenis con calcetas blancas.

Lo que le daba un aumento a su atuendo, era la gorra que portaba volteada hacia atrás.

Madre santa.

Inconscientemente se relamió los labios, su pecho se hinchó al inhalar y corrió sus ojos exactamente cuando Louis los encontró en su visión periférica.

—Dijiste que no vendrías —El tenedor de Liam le apuntó al verlo acercarse—. ¿Cambio de planes?

—No, solo no tardamos mucho en surtir —murmuró el ojiazul, sonriendo con plenitud—. Ya llenamos todos los refrigeradores y la bodega está a tope.

—Que bueno, ya solo nos quedaban como cien cervezas y en definitiva eso no sería suficiente hoy —dijo Zayn y después le dio un mordisco a su sándwich.

—Ajá, pero ya está —Louis le robó un trozo de fruta a Liam, obteniendo un quejido en respuesta.

—¿Vas a desayunar?

—Ya lo hice, Ni me invitó y solo vine aquí porque no tengo nada mejor qué hacer —espetó, queriendo tomar un pedazo más del plato del ojimiel, pero no le fue permitido ya que una mano se estrelló con el dorso de la suya.

¡Deja de tocar mi fruta con tus manos sucias! —gruñó, corriendo su cóctel del alcance de Louis.

—Exagerado.

A Harry no le importó que Louis no lo miró para nada, ni cuando el mesero le entregó su pastel, tampoco al sentarse enfrente suyo en el único lugar disponible y mucho menos cuando la conversación entre los cuatro fluyó como el agua en un río.

Ellos no cruzaban palabra.

Sencillamente, la barrera invisible estaba ahí, no había problema con eso, si fue levantada y construida no sería él quién la derrumbara.

Su teléfono vibró en sus pantalones, no quiso sacarlo al momento pero ante la insistencia de lo que parecía ser un torrente de mensajes, metió la mano a su bolsillo y divisó la cantidad de textos recibidos por parte de su madre.

Nada de urgencia, solo para preguntar si ya había comido, si todo estaba bien con su semana y cosas así.

—¿Sabías que es de muy mal gusto usar el celular mientras comes? —Louis ladeó su cabeza—. ¿Acaso no te educaron? 

—No es algo que te incumba —respondió en el mismo tono.

—Pero estás sentado en mi mesa y no lo permito —reclamó.

—¿Sabes qué? Cállate —Harry se impacientó, sin dejar de apretar teclas—, esta no es tu mesa.

—Tampoco tuya.

—Oigan, relájense... —opinó Liam cargando con la responsabilidad de calmar las aguas—. Tommo, no te afecta en nada, basta.

El mayor observó incrédulo a su amigo, ¿por qué estaba en su contra?

Zayn pareció notarlo.

—No te atrevas Lou, no te dijo nada malo —Le previno sugerente.

—¡No iba a decirle nada! ¿Por quién me tomas, Malik?

—Solo quería dejarlo en claro.

Harry soltó una risa bofa.

—¿Qué te causa gracia? —exigió, tronando los huesos de sus dígitos izquierdos.

—Oye Li, ¿me darías tu número? —El ojiverde le extendió el teléfono, con los contactos abiertos y pasando por alto lo preguntado.

—¡Por supuesto!

—Tú también Zayn, por favor —comentó con una sonrisa dulce.

El mencionado asintió, pues tenía la boca llena de jamón, pan y vegetales. Louis repasó con sus zafiros la secuencia completa de acciones, no le hicieron caso y claramente eso le hizo molestar.

—Los veo más tarde, me tengo que ir.

Encaprichado, tomó su patineta otra vez, empujando la silla y saliendo como un alma perdida en el mismo limbo, con el entrecejo fruncido y su gorra mal acomodada.

Como quiera no le importaba.

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Para el sábado, las cosas no estaban ni bien ni mal, simplemente eran cuatro chicos atendiendo en el bar con su jefe atrás de ellos amedrentándoles cuando hacían algo mal.

Era gracioso el respeto que le tenían a Niall, pues el rubio tenía cualidades natas de líder y quizá por eso, logró levantar su negocio a ese nivel.

Los Bengalas estaban en pleno acto, recorriendo el área libre que tenían para danzar, cortoneando el cuerpo al ritmo de la canción e interactuando entre ellos, elevando así el bullicio general.

Louis no se dio por vencido, esta vez, las botellas bajo su cargo estaban vacías a más de la mitad, eso era signo de triunfo. No tardaría mucho en estar surtiendo varios tragos de vodka y tequila; escuchó a unos cuantos apartarle un vaso de lo que él les estaba regalando.

Todo estaba de maravilla esa madrugada.

Pero nunca faltaban los imprudentes.

—¡Hey! ¡No, suelta! —chilló Harry cuando unas manos le aprisionaron la pantorrilla.

—¡Bailas excelente! —Aquel muchacho excesivamente borracho no tenía control sobre sus acciones.

—Gracias, ¡pero suéltame! —Intentó retirar las manos ajenas sacudiendo la pierna.

Zayn y Liam estaban sumergidos con un grupo que no les dejaba de aplaudir y exigir más de lo que hacían, por ello nunca notaron lo que pasaba con Harry y su molesto cliente.

Eran muy distraídos.

—¡Compañero, tendré que llamar a seguridad!

—¡Te invito a salir!

¿Qué?

—¡No, sueltame! —demandó, agachándose y tratando de liberarse—. ¡Basta!

—¡Genial!

El desconocido mal entendió la situación por completo, creyendo que Harry estaba buscando tomarlo para que lo ayudase a bajar de la barra e irse con él.

¿Estaba sordo o de plano era tonto?

—¡Que no! ¡Ya! —Irritado, los manotazos del ojiverde le incitaban a dejarlo en paz.

—¿Por qué? ¡Vamos, te invito a salir!

—¡Niall! —Solicitó auxilio—. ¡Quién sea, ayuda!

El equilibrio de Harry se volvía torpe, cada vez tambaleaba más y trataba con todas sus fuerzas de no caer sobre la multitud. El chico no desistía y continuaba apretando las yemas de sus dedos alrededor de su espinilla.

Estaba tan preocupado luchando por quitárselo de encima, que nunca vio a Louis arrimarse con una de las cubetas que usaban para guardar los hielos.

En un parpadeo, los cubos congelados se vaciaron encima del individuo, asaltándole en sorpresa y haciéndole gritar por el frío; Harry aprovechó para moverse de ahí sintiendo la libertad por fin. Los asistentes levantaron sus brazos celebrando la acción, eso era señal de que sabían lo que ocurría cuando alguien no respetaba las reglas del club.

—¡Amigo, por favor retírate antes de que llame al guardia! —Louis le habló fuerte, señalando la salida—. ¡No puedes tocar a ninguno!

Con las cejas alineadas y mejillas rojas por la vergüenza, el fastidioso muchacho se despegó la camisa húmeda de su pecho, mientras se abría paso entre las personas que lo abucheaban.

Luego, el castaño sostuvo el megáfono, hablando con energía:

—¡Si no quieren que las puertas se les cierren en las narices, eviten esto!

Harry había descendido del mostrador, sus otros dos compañeros le preguntaban por medio de ademanes que había ocurrido, recibiendo como respuesta un "Nada, continúen", solamente gesticulado.

—¿Estás bien?

—Si, eh... gracias —Afirmó con la cabeza.

—Mjm, cuando te pase eso, solo pide la cubeta a quién esté cerca y tu mismo vacíala, yo no tengo porque estar cuidando tu trasero —Louis le informó en lo que llenaba unos vasos con refresco—. Solo fue esta vez, para que sepas lo que tienes que hacer.

—Entiendo, gracias de todas formas.

El cabello del menor era un estropajo sin forma, tenía que ir al baño para arreglar su aspecto y tomar un respiro del enredo acontecido. Se levantó, avanzando con calma, dejando una palmadita en el hombro de Zayn cuando pasó por detrás, ya habían terminado su actuación.

La mirada de Louis le perforó la espalda, siguiéndolo hasta que se perdió en la puerta que lo llevaría al sanitario. Entornó los ojos, tragándose un suspiro antes seguir con su trabajo.

El resto de la noche, su mente estuvo ocupada, debatiéndose entre llevar de nuevo a Harry o no. De hecho, no le costaba nada y hasta le quedaba de paso, tomaba una ruta corta y llegaba más rápido a su casa. No tenía un pretexto pero raramente le nacía ayudarlo, supuso que tuvo un día complicado después del cliente intenso.

Lo de la cafetería quedó atrás, no se atormentaría por pequeñeces; ahora que lo veía desde otra perspectiva, su reacción fue exagerada. Era muy impulsivo.

Se sintió patético, porque ya tendría que estar conduciendo y no estacionado enfrente del acceso con el vidrio del copiloto abajo.

A los diez minutos, el ojiverde cruzó la puerta, ridículamente su corazón aumentó las palpitaciones y sus manos se cerraron por inercia en el volante. Alcanzó a ver cuando Harry le miró por el rabillo del ojo y después metió sus manos a los bolsillos de su suéter.

—Súbete, te llevo —sugirió, mientras tiraba de la manija para abrirle la puerta.

—No, gracias —El rizado le contestó firme, con la voz gruesa y sin tartamudear.

Eso no le gustó, lo había ayudado hace un rato y salvado de acabar tirado en medio del bar, ¿ahora qué estaba mal?

—¿Estás seguro? —Bajó su tono, vislumbrando el exterior del vehículo y a un Harry inmóvil sobre la acera, viéndolo con las facciones deformadas.

—Si, gracias, pero el taxi no tarda en venir —Se excusó, tragando saliva por el contacto visual fortuito.

Ese silencio que siempre se creaba cuando ninguno sabía que más añadir, ponía de nervios al menor, era como si tuviera que estar en posición de ataque imaginaria por si a su compañero de trabajo se le ocurría atosigarlo.

—Como quieras... —Louis no se contuvo cuando le levantó el dedo medio y le sonrió.

No hubo insistencia, solo fue eso y el sonido de la puerta siendo cerrada. Prendió su coche, aceleró y las ruedas derraparon con fuerza en el pavimento, levantando el agua estancada que estaba en el charco debajo del auto.

Harry no alcanzó a huir para evitar el miserable destino.

Mejor cerró los ojos cuando las gotas y el lodo le botaron encima, ensuciándole los pantalones y mojando la parte inferior de su preciado suéter de lana. Su boca formó una figura circular y sus manos ascendieron a la altura de sus hombros, procesando el efímero percance.

Estaba salpicado, manchado de tierra húmeda e incluso le saltó a la cara, quedándose en la punta de su nariz.

—Hijo de...

Tendría que llegarse a bañar. 





Holaaa, acá está el capítulo de hoy, espero les guste y que tengan un bonito inicio de semana, cuídense mucho. ♡

¡Abróchense los cinturones! Nos vemos pronto♥︎.
María.

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