Epílogo
Harry no lograba comprender porque se sentía tan malditamente agotado, a pesar de haber dormido siete horas completas.
Caminaba con tranquilidad por los pasillos de la universidad, sobándose la parte trasera del cuello y maldiciendo por lo bajo la cantidad exagerada de tareas que ahora tenía pendientes. Sus profesores eran unos dictadores insensibles, ¿pensaban que no tenía vida social?
Honestamente, para ser su segundo semestre como estudiante en la Universidad de Columbia, aún le faltaba acoplarse al ritmo de trabajo, el cambio fue terriblemente drástico.
Pero adoraba su carrera.
La pasión que sentía por todas y cada una de las asignaturas en su horario, era indescriptible y le encantaba aprender día con día un poco más acerca de técnicas, historia y fundamentos de la arquitectura.
Su sueño más deseado se estaba llevando a cabo y lucharía constantemente por seguir obteniendo las mejores notas posibles, se exigía demasiado y en verdad, no le importaba mientras su historial académico fuese impecable.
Además, tenía una beca que debía mantener. Aprovecharía la oportunidad que le dieron de formar parte del plantel.
Su hora de salir había llegado y también la de gran cantidad de alumnos; montones de ellos andaban de aquí para allá, con mochilas colgando del hombro y rollos de planos hechos a mano o impresos.
Suspiró al escuchar los huesos crujir en su espalda; necesitaba llegar a su casa, darse un buen baño en la tina y terminar con un relajante masaje antes de ir a trabajar.
—¡Harry! —Una vocecilla cantarina, le rezumbó en el tímpano—. ¡Espera!
Tuvo que voltear sobre su hombro para ver a la dueña del llamado y sonrió de lado al reconocer a una de sus nuevas amigas.
Se orilló en el andador, quedando a un lado de cualquier casillero con el fin de no obstruir la circulación y esperó a que la espontánea chica, lo alcanzara.
—¿Ya saliste? —preguntó la joven, antes de besarle la mejilla en saludo—. ¿O aún te quedan clases?
—Mi día terminó —respondió, apretando los labios—. ¿Tú todavía tienes algún pendiente?
—Jodido suertudo —Rodó los ojos y asintió—. Sí, un puto trabajo en equipo con los más perezosos de la generación, ¡estoy harta de ellos!
—Mely, debes hablar con el profesor —sugirió, simple—. No puedes cargar con toda la responsabilidad tú.
—Creo que lo haré, en serio estoy cansada de ese trío de inútiles —espetó, acomodándose unos mechones sueltos—. Como sea, ¿Louis vendrá por ti?
Él afirmó con un movimiento de cabeza.
—Sí, ya sabes que no le gusta dejarme ir solo…
—Eres un maldito consentido por tu novio, te odio —Mely bufó y luego, hizo un mohín—. ¿Dónde consigo uno así?
Una risa escapó de su garganta, su compañera era muy ocurrente.
—No lo sé, quizá sea alguno de los holgazanes con los que te peleas cada tercer día —Se encogió de hombros y ladeó el rostro—. Así empecé yo con Lou.
—¡Ni lo sueñes! —Contrariada, le apuntó con el índice—. Ninguno está en mi panorama, bola de idiotas.
—Era una posibilidad, dicen por ahí que del odio al amor…
Levantó ambas manos, en falsa rendición.
—Deja tus frases de anciano, por favor —Su amiga se mofó, e hizo un ademán, restándole importancia al asunto—. Bueno, yo solo venía a despedirme y a que me dieras un abrazo, necesito que me transmitas toda la paciencia del mundo o si no, terminaré arrancándome los cabellos.
Harry resopló divertido y extendió sus brazos hacia la chica, quién de inmediato se resguardó en el apapacho solidario que tanta falta le hacía.
Mely era lo más cercano a una mejor amiga, congeniaron en un chasquido desde que la conoció y la confianza crecía paulatinamente gracias a la convivencia diaria. La quería mucho, no lo iba a negar.
—Bueno, suficiente —Ella masculló, empujándolo con suavidad del torso—. Demasiada miel.
—Ridícula —dijo, al poner los ojos en blanco—. Me tengo que ir, ¿te veo el lunes?
—Claramente, no tenemos de otra —Curvó la ceja derecha y resopló—. Vete con cuidado y avísame cuando llegues, las motocicletas me ponen nerviosa.
—Lo haré, te envío mensaje —aseguró y le plantó un besito cariñoso en la frente—. Cuídate.
Después de la despedida afectiva, cada quién tomó su respectivo camino; Mel se internó en el andador hacia la biblioteca y Harry se dirigió a la salida del inmueble, esperando que Louis ya estuviera aparcado en el lugar de siempre.
Cruzó el campus, organizando sus siguientes actividades mentalmente y metió las manos a sus bolsillos, hundido en sus pensamientos.
Cuando estuvo en el límite de las instalaciones escolares, echó un vistazo a su alrededor, bufando al darse cuenta de que su novio todavía no llegaba; no era raro que se le hiciera tarde, era demasiado confiado con los tiempos, el hecho de vivir cerca de la facultad se convirtió en un autogol.
Tomó asiento a la orilla de una jardinera, viendo el transito desmedido de universitarios de un lado a otro. Algunos lo saludaron, no era que tuviese un nivel de popularidad marcado, pero podía presumir de un extenso número de relaciones sociales gracias a su carisma.
Sacó su celular, en busca de matar los minutos con las redes sociales; tiktok siempre sería la mejor opción.
Así estuvo por un rato, hasta que el motor de una motocicleta, se escuchó con potencia sobre la avenida y de inmediato, levantó la mirada.
Vio la Harley-Davidson acercarse a una velocidad constante, conducida por un chico excesivamente apuesto que conocía a la perfección.
Se mordisqueó el labio al ver que el vehículo de dos ruedas, se estacionó a un par de metros frente a él, justo adelante de la banqueta y se puso de pie, con el cuerpo entero cosquilleándole.
La forma en la que Louis se retiró el casco y sacudió su cabello, el modo en que descendió del asiento y se quedó esperándolo con los brazos cruzados, lo puso a temblar.
Su pulso aumentó al toparse con su mirar curioso, y la sonrisa que mostró fue una contestación a la que el ojiazul también esbozó cuando lo vio.
Harry se aproximó, oyendo los murmullos soñadores del alumnado; no era un secreto, sabía muy bien que su pareja despertaba el interés de una parte considerable de la comunidad estudiantil y aunque eso le revolvía el estómago en celos, intentaba omitirlo.
Louis era suyo, de nadie más.
—Harold, ¿acaso tengo que comprarte un babero? —Fue lo primero que el mayor cuestionó—. ¿Por qué traes una mancha roja en la camisa?
Por inercia, se fijó en el detalle mencionado y frunció los labios al reparar un poco de salsa derramada en la prenda.
—No la había visto, creo que se ensució cuando comí —Talló la suciedad con el dedo—. Puto hot-dog.
—Al menos no es difícil de sacar, el detergente que compré es muy bueno —informó y arrugó la nariz—. Igual, ten más cuidado.
El menor bufó. Ese era su insoportable novio.
—¿No me piensas saludar? —Ofendido, arrugó el entrecejo—. En lugar de preguntarme como me fue hoy, llegas con reclamos sobre una manchita que ni siquiera se nota.
—Oh, claro, no se nota —Ironizó, mordiendo la punta de su lengua—. La vi desde kilómetros.
—Exagerado.
—Realista, querrás decir.
Harry gruñó por lo bajo, cerrando la conversación al rodear el cuello de Louis y juntó sus labios en un dulce beso que calmó cada uno de sus males; hubo sonrisas intermedias, toqueteos superficiales en su cintura y un profundo cariño que se extendió en el breve momento que formaron a raíz de su encuentro.
Louis tiró de su labio inferior con los dientes, antes de separarse para respirar y se observaron con los ojos brillantes.
Suspiraron.
—Hola, amor —murmuró el implicado—. ¿Qué tal tú día?
—¿Ves cómo no es tan complicado? —bromeó, acariciándole la nuca—. Me fue excelente, ¿a ti?
—Me alegro mucho —Lo envolvió de la cadera, con ambos brazos—. Igual, bastante bien, me reuní con Niall hace unas horas.
—¿Solucionaron el tema de los pagos?
—Sí, fue un error del banco y está arreglado. Las cuentas están liberadas y las transferencias ya se hicieron.
—¡Gracias, Dios! —Harry tiró la cabeza hacia atrás y miró hacia el cielo—. ¡Tengo dinero otra vez!
La frente de Louis se plisó, debido a la típica teatralidad.
—Solamente fue una semana de atraso —bramó, y le plantó un suave mordisco en el mentón—. Yo creo que por eso Niall no quería que se implementaran los pagos vía electrónica, era más sencillo entregar sobres con efectivo.
—¿Quién tuvo la idea? —Lo observó de nuevo, bailando juguetón las cejas—. ¿Ahora te arrepientes?
—La verdad no, es mejor así, el flujo del dinero está más controlado y nos evitamos problemas legales —refutó y parpadeó despacio—. Da igual, ¿nos vamos ya?
El asentimiento del rizado, dio la pauta y tomaron distancia para prepararse.
—¿Sabes lo sexy qué es salir con tu propio jefe? —masculló, al recibir su casco—. Es una fantasía, te lo juro.
—¿Lo es? —La teoría cliché lo hizo sonreír—. Menos mal que me enamoré de ti antes de serlo, de lo contrario tus compañeros te catalogarían como un arribista y aprovechado.
—No me importaría, de ser un empleado más, por supuesto que te habría seducido hasta que cayeras en mis redes —Se puso la protección en la cabeza con el visor levantado—, y sin duda, habrías terminado igual que ahora.
Louis peleó contra sus comisuras, las ingratas iban a subir al coincidir con lo dicho por su chico.
Jodido londinense engreído.
Sin agregar nada, se puso el casco y luego se montó a la moto, tomando su lugar como conductor. Acto seguido, sintió el peso de Harry detrás suyo y su torso fue rodeado por los brazos contrarios, a la espera de que arrancara rumbo a su hogar.
El hogar que ambos formaron en el último año.
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—¡Llegó la salvación! —Liam chilló y señaló hacia la puerta del bar.
—¡Una eternidad sin verte! —explayó Zayn, en el mismo tono.
Harry entró como un ganador al club, con las manos arriba y aplaudiendo para sí mismo.
—¡Heme aquí! —espetó, victorioso—. ¿Me extrañaron?
El ojimiel bajó de la barra central con un salto y el morocho se sacó los guantes de latex.
—No te imaginas —dijo, al darle un abrazo fraternal—. Esto es un infierno sin ti.
—Yo también extraño trabajar diario —Un puchero se remarcó en su boca—. Pero mis deberes escolares son muy demandantes…
—El futuro arquitecto más ocupado —Zayn se acercó al duo y chocó su puño con el de Harry—. ¿Qué tal tu semana?
—No me puedo quejar, igual de estresante, pero lo sobrellevé. ¿Ustedes?
—Terrible, cada vez hay más gente y me quiero tirar del segundo piso —Liam se cruzó de brazos—. Un caos total, de verdad.
Malik entornó los ojos y no hizo más que abrazar por la espalda a su lindo novio, colando los brazos alrededor de su cintura y descansó la barbilla en su hombro.
—No sé de que te quejas, te tocó atender la planta alta esta semana —Le besó sonoramente la mejilla.
—Aunque no lo creas, allá arriba también hay mucha gente sedienta —gruñó y aflojó su cuerpo, cediendo al apapacho—. A veces me arrepiento de que el bar se haya expandido…
—¡Pero luego vemos nuestras cuentas de banco y se nos pasa! —El pelinegro celebró, complementando la oración.
Harry se rio y echó un vistazo hacia el barandal superior que delimitaba la planta alta recién construida del club.
Comenzó con una burda idea dibujada en una servilleta, justamente un sábado dónde todos se reunieron a comer hamburguesas en la cafetería de siempre. Niall no cuestionó mucho, en cuanto vio el diseño le envió un mensaje a Shawn para preguntarle que tan cerca tenían la posibilidad de llevar a cabo una ampliación en el bar y él le comentó que mientras sacaran los permisos necesarios para iniciar una obra nueva, era bastante factible.
Claramente, el rizado fue el encargado de realizar el proyecto, el irlandés le dio su primera gran oportunidad.
La construcción llevó una fuerte inversión monetaria, pero valió cada maldito centavo destinado a la modificación del espacio, porque ahora tenían el doble de ingresos, el triple de gente y una plantilla laboral más completa.
Tuvieron que contratar más bartenders e irónicamente, Louis fue el encargado de capacitarlos en menos de dos semanas, con clases intensivas sobre los trucos más llamativos de las botellas. También se abrieron puestos para ser mesero del lugar y la cantidad de personas que se postuló a conseguir el trabajo, fue inesperada.
Por su parte, Styles tuvo que dejar su empleo de lunes a jueves gracias a la universidad, solamente laboraba los fines de semanas y debido a la popularidad ganada en el negocio, su sueldo apenas fue reducido en un diez por ciento.
Además, los gastos en casa ahora se dividían entre dos personas.
Club Bengala se posicionó como el bar más importante en Manhattan para la comunidad homosexual, un espacio libre de discriminación, con buena música, excelentes trabajadores y dos jefes sencillamente increíbles.
Porque sí, Louis firmó y se convirtió en el socio oficial de Niall.
—¿Qué tal te va en el curso? —preguntó el rubio, dejándose caer en una silla de la zona pública.
—Bien, estoy aprendiendo bastante —Tomlinson igual tomo asiento—. Prepárate, porque en cuanto finalice con mis clases, aplicaremos todo lo aprendido.
—No quitaremos las bebidas tradicionales del menú —aclaró—, la cerveza, el vodka, todo eso seguirá.
—Nadie habló de quitar cosas, al contrario, solo añadiremos coctelería —Frotó sus manos entre sí, entusiasmado—. Harry ya probó algunas y me dio su más sincera opinión.
Horan enarcó la ceja y sonrió ladino.
—La opinión de tu novio no cuenta, jamás te dirá si algo está mal…
El castaño lo miró, compadeciendo su idea errónea.
—¿Eso crees? La primera que le hice, me la escupió en la cara.
—¿Lo hizo?
—¡Sí! Con la segunda fue más decente, solamente corrió al fregadero y la vomitó ahí.
La nariz del ojiceleste se arrugó y con una seña, detuvo que su amigo entrara en detalles.
—Mierda, si nos vas a intoxicar, será mejor que paremos ahí.
—¡Eso fue hace tres meses! —Tuvo que defender su honor—. Las que ya hago son exquisitas, pregúntale si quieres.
—Te daré el beneficio de la duda —murmuró y se rascó la coronilla—. ¿Qué hora es?
—Uhm… —Louis sacó su celular y encendió la pantalla—. Seis con quince.
—Ya es tarde, los chicos no han llegado. ¿Te pidieron permiso para llegar tarde?
—No, a mi no.
Ambos jóvenes se quedaron callados y se limitaron a ablandar su postura, escaneando el entorno una vez más.
Louis vio que Harry platicaba animadamente con Zayn y Liam, esos tres eran una bomba de chismes y lo primero que hacían al verse, era ponerse al corriente de todo lo sucedido. Bueno, no es que le molestara, al final él también se enteraba de las últimas noticias, gracias a las conversaciones nocturnas con el menor.
Suspiró, recordando lo mucho que en un inicio odió que Harry estuviese cerca de sus amigos, lo aborrecía en serio y ahora, era común que a veces salieran, que se reunieran incluso sin él y ya no le molestaba de ninguna manera.
Un giro drástico, pero que contribuyó a su bienestar.
—¿Qué hay de Ashton y los demás? —indagó, regresando los pies a la tierra—. ¿A qué hora entrarán?
—Tarde, a las nueve, algo así. Fueron a comprar dos amplificadores —Niall recargó su codo en la mesa que tenía a un costado y reposó la barbilla en su mano—. Se descompuso el de Luke, le tiraron una cerveza la otra noche.
Tomlinson hizo una mueca, los clientes seguían siendo imprudentes en ocasiones.
—Pobre, ¿pero por qué van a comprar dos?
—Por el capricho de Mike, él también quiere uno nuevo.
Una risita jocosa escapó de sus labios, esos chicos eran un estuche de monerías y aún así, se volvieron uno de los espectáculos principales en el bar. Consiguieron escalar rápidamente, sus redes sociales aumentaron en seguidores y por ahí tenían la esperanza de firmar con una compañía que les ayudaría a grabar su primer EP.
Aún estaban en trato, pero todos esperaban que consumaran el convenio y obtuvieran el reconocimiento merecido.
—Mira quienes vienen ahí…
Con la mención hecha, Louis giró hacia la puerta principal cuando esta fue abierta por el guardia y cinco chicos entraron por ella, charlando amistosamente.
Eran los novatos, los bartenders que se encargó de instruir y no mentiría, todavía le causaba gracia su gran hazaña; había logrado imponer un uniforme, siempre fue afine a las camisetas similares y gracias a ello, a los nuevos se les otorgó un atuendo completo, que se convirtió en el sello de su estadía, junto al broche que se les entregaba como distintivo.
Era divertido, incluso los meseros lo portaban aunque de distinto color.
Y como las preferencias existían, los únicos que podían seguir usando lo que les viniera en gana en el trabajo, eran Liam, Zayn y Harry.
Le llamaban “derecho de antigüedad”.
—¡Hola! —Uno de los jóvenes, dijo hacia a sus superiores—. Niall, Louis, buena tarde.
Los nombrados sonrieron y correspondieron con un amable cabeceo.
—Hola, Jasper. ¿Qué hay, chicos?
El resto de los muchachos saludó de igual forma, con respeto y cierto toque de admiración.
Todos, excepto uno.
—¿Cómo estás, Dylan? —Louis cuestionó directo, achinando los ojos.
Con un gesto neutral, el aludido sacudió la cabeza.
—Excelente, ¿y tú?
—De maravilla…
Dylan apretó una sonrisa entre sus labios y continuó su camino hacia los vestidores, dejando atrás a sus demás compañeros.
Tomlinson se recargó en el respaldar de su asiento y golpeteó los dedos en su muslo, apreciando que los otros cuatro principiantes se mezclaron con la tercia de expertos.
Observó a Harry; notó la cortesía hacia sus colegas y el como los integró a la plática, conviviendo sanamente.
—Se llevan bien, creo que logramos un buen ambiente de trabajo —expuso—. Me agradan, son buenas personas…
Niall asintió y se pasó los dedos por el cabello.
—Al fin tenemos paz, tus días de insoportable se acabaron.
—Sí, algo así…
La etapa del insufrible bartender finalizó para Louis, ahora era una figura de autoridad en el establecimiento y era obvio que le encantaba imponerse sin llegar a ser un tirano.
No obstante, la felicidad completa no existía.
Porque de soslayo, nuevamente reparó que Dylan miraba con un brillo en los ojos a Harry, y definitivamente se estaba hartando de eso. Lo había pillado en repetidas ocasiones, el jovencito de veinte años tenía una extraña fijación por su novio y a pesar de nunca haber sobrepasado la línea, su molestia aumentaba.
Varias veces pensó en despedirlo, pero siendo sincero, tenía futuro; era muy bueno, el más hábil del quinteto y mierda, no tenía un buen diálogo para solicitar su baja definitiva.
Niall jamás lo apoyaría si su argumento era basado en sus malditos celos.
—Ve a revisar la barra de arriba, Ni, necesitamos llenar el refrigerador de cervezas y no sé cuantas cajas hay que subir —Dio la instrucción y escuchó un resoplido desganado—. Por favor.
—Joder, odio las escaleras —habló, al ponerse de pie—, le diré a Shawn que me ponga un elevador.
—Si ya te puso un departamento, dudo que un elevador te lo niegue.
Fue casi instantáneo el cambio de color en los pómulos del rubio, ahora estaba todo colorado y se escudó al levantar su dedo de en medio.
No se suponía que Louis supiera que Mendes le había comprado un apartamento en la mejor zona de Nueva York, el maldito chismoso se enteró al escuchar la plática privada que hubo en su oficina y recordó que estando Tomlinson ahí, no podía tener la puerta abierta.
Un error que le costó caro.
Horan abandonó el sitio, arrastrando los pies hasta las escaleras y Louis también se irguió, avanzando hasta el ojiverde que al fin estaba solo; yacía arriba de la barra central, meciendo los pies de atrás hacia adelante.
Harry se percató de su proximidad y la sonrisa se amplió, presumiendo sus dos hoyuelitos en los cachetes. Louis se colocó entre sus piernas, sujetando con delicadeza los costados de sus regordetes muslos.
—¿No estás cansado? —Le preguntó e inclinó la cara cuando los dedos del menor le acariciaron el flequillo.
—Para nada, vengo con mucha actitud. ¿Qué lugar me toca cubrir?
—El que tú quieras, tienes el poder de elegir, amor —Le dio un tierno apretón en las piernas.
El rizado se mordió el labio y lo pensó unos segundos.
—No me gusta hacer uso de mis beneficios, pero quiero la barra principal —Eligió sabiamente—. Así te tengo cerca toda la noche.
Buena estrategia.
—¿Me quieres cerca? —Su tono rozó lo tentador—. ¿Qué tanto?
Con suspicacia, Harry se inclinó hacia el frente y acunó sus mejillas con ambas manos, provocando que rozaran sus narices y el repentino choque de respiraciones, le mandó vibraciones por la columna vertebral.
—Lo mayor posible —susurró. La distancia entre sus labios era escasa—. Y como probablemente no será suficiente, yo preferiría tenerte dentro de mí, ¿qué dices?
Se le erizaron los vellos de la nuca.
—Lo que ordenes, malcriado —dijo y le robó un beso escueto—. Y cuando quieras.
Harry largó una risa llena de satisfacción y bajó los párpados, sellando una prolongada unión entre sus bocas.
Las manos inquietas de Louis viajaron hacia su espalda baja y un poco más allá, toqueteando lo que podía de su trasero, pues no tenía disponibilidad completa al hallarse sentado. Sus lenguas danzaron como siempre, sus dientes chocaron por la rudeza y hubo un gemido que casi descontroló la situación.
Se alejaron como último recurso, follar con espectadores no era parte de sus fetiches.
—Voy a cambiarme —constató y el castaño retrocedió unos pasos, ayudándolo a bajar.
—Aquí te espero.
Tras girar sobre su propio eje, se encaminó a la entrada de los vestidores, mordiéndose la mejilla interna. Y por mala suerte, Louis comprobó que el jodido novato si parecía tener un crush con Styles, pues enderezó la espalda en cuanto lo vio andar y cuadró el torso, tratando de lucir varonil.
Patético.
Sin culpa, Tomlinson corrió hasta que alcanzó a su chico y por una buena jugada del destino (o de su propio plan), quedó justamente a un lado de Dylan. Lo tomó de la muñeca, tiró de ahí y lo obligó a girar de nueva cuenta, buscando cerrar un beso más que dejó en claro la nula oportunidad de cualquier desvergonzado.
—¿No puedes esperar hasta llegar a casa? —Afortunadamente, Harry aportó su granito de arena sin saber—. Te espero en tu oficina en unas horas, yo te aviso.
Le guiñó el ojo y se zafó del agarre, internándose por fin en el vestidor.
Louis tragó saliva, contento. Esperaba que el anuncio hubiese llegado a los oídos cercanos.
Y a juzgar por la mueca tintada de disconformidad que la víctima puso, supo que había cumplido perfectamente con el cometido. Lo observó con ambas cejas arriba y notó su disgusto.
—A trabajar —articuló y se retiró de la zona, metiendo las manos a los bolsillos traseros de sus jeans.
La sonrisa no se le borró en un buen rato.
Bendita voz de mando.
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—Acabo de ver tus calificaciones, de verdad estoy muy orgullosa de ti —La voz de Sienna se escuchó por la bocina. Su rostro reflejaba la alegría que sentía—. Eres un gran hijo, me alegra que te vaya bien, cielo.
Harry esnifó, llevándose dos rizos desobedientes atrás de la oreja. Hablar por videollamada con su madre le reparaba el alma y gracias a ello, la extrañaba menos.
—Me he esforzado —exclamó y se removió sobre el colchón. Estaba tendido boca abajo—. ¿Cómo está papá? ¿Y mi hermana?
—Los dos están de maravilla, igual te extrañan, ya sabes —Un suspiro abandonó el cuerpo de su progenitora—. ¿Has considerado una visita rápida?
—Para Navidad, me tendrás dos semanas completas allá —testifico, emocionado—. Yo también los extraño, tengo tanto que contarles.
Su madre bosquejó una sonrisa ligera.
—Ya quiero oír todas tus aventuras, mi vida.
—Serán horas en la sala mientras tomamos té.
—¡Compraré tu favorito!
Su faz se iluminó. Ya le urgían las vacaciones.
—¿Te conté que Kiara creció más de lo esperado? —vaciló, rodando sobre el lecho, sin desenfocar su rostro de la cámara—. Louis pensó que no sería tan grande, tuvimos que cambiar la talla de sus abrigos.
—Vi las fotos en tus redes sociales, esa gruñona es preciosa —Sienna bebió un sorbo de su vaso de agua—. Por cierto, ¿dónde está?
—Quizá afuera del baño, siempre espera a que Louis salga de ducharse —Extendió un brazo y sus huesos tronaron—. Es como su sombra, lo sigue a todos lados.
La señora Styles vocalizó una risa enternecida y se encogió sobre sí misma.
—Siempre hay un padre preferido y al parecer, es Lou.
—¡Ya sé! —bufó. Le gustaba dramatizar—. A mi me quiere mucho, pero a él lo adora, es su-…
Su oración quedó a medias, porque la puerta de la habitación se abrió y el aroma del shampoo que Louis utilizaba, le entró por las fosas nasales.
Volteó a la entrada y efectivamente, el mayor ingresó perfectamente vestido con su ropa de pijama, secándose la cabellera corta con una toalla; atrás de él, corrió una bola de pelos oscura, que no tuvo piedad cuando se subió de un brinco al colchón y cayó sobre el cuerpo tendido de su dueño.
—¡Auch! —respingó y encogió las piernas—. ¡Deja de imitar las manías de Louis!
La perrita ladró y le dio un lametón a su mejilla, antes de olfatear el móvil que sostenía con dificultad.
—¡Mi chiquilla! —Sienna no demoró en reaccionar—. ¡Hola, princesa!
Ella sacudió la mano y Kiara volvió a ladrar.
—Sí, sí, ya te vimos —Harry pronunció y su mascota se bajó del colchón con otro salto—. Es un remolino.
—Ya lo veo, ni siquiera he tenido el placer de conocerla y ya la adoro.
—Es muy cariñosa. ¿No es así, Lou?
El mencionado, quién hasta el momento se mantuvo al margen sentado al borde la cama, coincidió con lo dicho.
—Lo es, bastante latosa —concordó, al colocarse los calcetines—. ¿Es tu madre?
—Sí, ven a saludar —Lo invitó a la charla con un ademán—. Quiere verte.
Louis no tardó mucho en estar listo para dormir, así que simplemente botó la toalla encima de la silla que usaban para acumular ropa y se dejó caer sobre la cama, rebotando en las cobijas.
Se arrastró hasta la cabecera, despreocupado por verse presentable; la señora Styles ya conocía sus terribles apariciones cuando estaba en confianza.
—Ya llegué —anunció, al salir en pantalla—. Hola, Sienna, ¿qué tal todo?
—¡Hola, corazón! —saludó, con regocijo—. Todo muy bien, ¿y tú?
—Igual, me alegra mucho oírla —El castaño sonrió y se frotó la sien—. ¿Le llegó el paquete que le envié?
La mujer asintió y aplaudió en serie.
—Ahora soy más feliz gracias a ti, ¡muchas gracias!
—No hay de qué, cuando quiera.
Harry no comprendió el rumbo de la charla, su mirada se volvió interrogante.
—¿Qué paquete?
—Ah, olvidé contarte. El escritor favorito de tu mamá estuvo autografiando una de sus más recientes obras en una librería cercana al lugar donde tomo los cursos de mixología —El ojiazul explicó, con naturalidad—. Me escapé para irle a conseguir una copia firmada y se la envié por paquetería.
—¡Sí! —La involucrada festejó y de la nada, levantó el libro referido—. Soy la más afortunada.
—¿Cuándo fue eso? —Estaba indignado. Fue excluido del plan.
—Hace dos semanas, vi los promocionales en los canceles de la tienda —Louis informó y se le escapó un bostezo—. Era una sorpresa para ella...
—Te prometo que lo fue, hijo —La rizada reiteró—. Como sea, creo que no soy muy considerada con la diferencia de horario que tenemos, deben dormir…
—De hecho, sí —Al ojiverde se le contagió el bostezo. Soltó un quejido cuando cerró la boca—. Es tarde, mañana te llamo, ¿sí?
—Por supuesto, hablamos mañana. Descansen, mis niños.
Harry y Louis miraron al lente de la cámara, sonriendo a la par.
—Hasta luego, mamá. Te queremos.
—Y yo a ustedes —Les lanzó un beso. Cuanto los adoraba.
La llamada finalizó y con ello, hubo un respiro simultáneo que proyectó el fin de un buen día.
—¿Apagaste las luces? —Styles cuestionó, dejando su móvil en el buró.
—Todas, hasta la del garaje.
—¿La cocina?
—Cerrada —Louis recapituló, acomodándose en su lado del colchón—. Kiara no nos robará comida.
—Perfecto.
Harry se refregó la cara con una mano y prendió la pequeña lámpara de noche que tenía a un lado de la cama, previo a apagar la luminaria en el techo de su alcoba.
Seguido de eso, se removió hasta hallar la posición adecuada y se hizo un ovillo, levantando las sábanas para cobijarse correctamente; si Louis no quería taparse, era su problema, pero definitivamente él no pasaría frío.
—¿Mañana a qué hora sales? —El castaño inquirió, con los ojos a punto de cerrarse.
—A la misma hora de siempre, tendré todas mis clases —Se acurrucó en su almohada—. ¿Me puedo quedar el casco?
—Solo si prometes no perderlo.
—Lo cuidaré con mi vida.
El reconfortante silencio se apoderó de su cómodo espacio, de su linda recámara compartida.
Los dos estaban cansados, sus días eran un caos controlado pero amaban cada minuto que transcurría, porque sabían a la perfección que al regresar a casa, se encontrarían el uno con el otro, disfrutando de los resultados que cosechaban con sus ganas de salir adelante.
Juntos.
—Louis… —Harry llamó, en voz bajita.
—¿Hm?
—¿Ya te dormiste?
Era un idiota.
—Ya… —Aún así, le siguió el juego.
Parte de la rutina.
—Louis…
—¿Uhm?
El ojiverde inspiró hondo y se cubrió hasta la nariz con su cobija.
—Te amo.
No hubo contestación inmediata. Simplemente se giró para darle la espalda al mayor y sus comisuras subieron un poco, esperando con paciencia.
—Harry…
Louis ya estaba más dormido que despierto, pero nunca descansaría sin antes recordarle una cosa…
—¿Sí?
—Yo también te amo.
Era un hecho que lo que estaba destinado a ser, se cumplía tarde o temprano, sin importar cuanto se evitara.
Louis lo asimiló.
Harry lo comprendió.
El corazón les latía por la misma razón, por un mismo sentimiento.
Por el puto amor.
◦ 🍻 ◦
◦ 🍻 ◦
Hola de nuevo, bebés. Sorpresa, tenemos epílogo al fin, espero les guste mucho. ♡
Gracias por lo que están haciendo con esta historia, el apoyo que le dan es fascinante, les mando todo mi amor y mis mejores deseos para este 2023, que todes cumplamos nuestras metas y vayamos a los conciertos de nuestros ídolos. ♥︎
Nos leemos en algún extra, igual, paciencia jsjs en lo que esperan, pueden pasarse por mi nueva historia "The Pretty Artist", está en mi perfil, por si gustan darle una oportunidad. ♡
Besitos, infinitas gracias, les ama muchísimo, María.
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