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Dos

Harry llegó corriendo por lo tarde que se le había hecho. No contaba con que su siesta vespertina terminaría alargándose hasta el punto de despertar cuarenta minutos antes de su hora de entrada.

Apenas y le dio tiempo de asearse por completo, cambiarse de ropa, tomar sus llaves, celular y chamarra para salir a tropezones de su hogar.

Gracias al todopoderoso, el taxi que tomó fue conducido por un hombre que se abría paso entre los demás carros, en busca de evadir el tráfico sin causar disturbios o accidentes.

Sabía que Niall no lo esperaba con tan buena fé, llevaba recién la semana tratando de adaptarse al lugar y notó que como sus compañeros lo habían mencionado, de lunes a jueves no acostumbraba a ir demasiada gente. Pero hoy, era viernes y según lo que ya sabía, a partir de entonces la situación se ponía pesada por los asistentes.

Solían acudir más hombres que mujeres, desde adultos con el dinero asomándose de sus sacos, hasta adolescentes universitarios que cooperaban entre ellos para conseguir alcohol. Para ser un club de no tan alta categoría con precios estándar, tenía un ambiente fantástico, junto a la mejor calidad en bebidas. La gente amaba ir ahí para disfrutar de la noche de un fin de semana.

Si bien por fuera dejaba mucho que desear, por dentro la decoración era linda. Estéticamente, poseía un estilo rústico que llamaba la atención, la gran mayoría de las cosas mantenían acabados naturales: la madera sobresalía en los muebles, las mesas y los asientos del lugar. La música que ponían era completamente variada y de todos los géneros, no se encerraban en uno solo, logrando el disfrute unitario y la sana convivencia.

Harry no tenía idea que se trataba de un bar dedicado a la comunidad homosexual, se enteró hasta el segundo día y le gustó, se sintió cómodo con eso porque al final él también lo era. No se le negaba la entrada a nadie mientras la coexistencia no se viera afectada por disturbios o discriminación, eso no estaba permitido.

Pero ahora, lo único en lo que podía pensar, era entrar sin ser visto a dejar su pequeña mochila en el locker, pasando desapercibido.

Pero su suerte no era tan buena.

—¡Styles! ¿Otra vez tarde? —La voz de su jefe le tronó en los oídos, cuando estuvo cerca de los vestidores—. En los cinco días que llevas a prueba, tres tienen retardo.

—Hola —musitó apenado antes de rascar su nuca—. Perdóname, es que aún no me acoplo al horario, te juro que la siguiente semana ya estaré adaptado, el cambio de rutina me afecta.

—¿En una semana? Esta es la última vez que te permito llegar tarde —dijo, en tono severo—. Me agradas y trabajas bastante bien, pero hoy es la prueba de verdad, si no logras salir vivo de los fines de semana, definitivamente no eres para este puesto.

—Llevas diciéndome lo mismo desde que entré, ¿me podrías explicar a qué te refieres? —preguntó, con las cejas alzadas.

—Hoy, mañana y el domingo vienen cantidades de gente que no te imaginas —Niall puntualizó, cruzando los brazos—, y si no puedes seguir el ritmo de tus compañeros, en definitiva no eres parte de aquí.

El ojiverde no entendía del todo; hasta la noche anterior, le habían felicitado por su labor, logró entregar las cervezas y servir los tragos como se solicitaba. Obviamente aun no dominaba la velocidad, pero iría trabajando en ello paso a paso. 

Entre todos los trabajadores se dividían a los clientes, pero al parecer, eso no era nada comparado con la multitud que estaba por venir.

—Guarda tus cosas, te espero con los demás en la barra —dijo el rubio antes de darse media vuelta, dispuesto a irse—. ¡Suerte!

—Gracias... supongo.

Harry quiso hacer caso muy omiso a las advertencias, no creía que fuera tan mala la situación, pues hasta el momento se sentía feliz en el trabajo e incluido en el entorno.

Así que sencillamente decidió retirar su chamarra para meterla al locker y tomar la camiseta sin mangas que dejó guardada una noche anterior. Sus jeans negros ajustados eran el complemento perfecto para lucir el atuendo, al igual que la bandana azul con estrellas blancas que había amarrada a sus rizos.

Se miró un momento en el espejo roto colgado al interior de su taquilla, revisando que su piel estuviera libre de imperfecciones y correctamente hidratada.

—Miren quién llegó, el chico londinense.

Louis habló a sus espaldas y lo miró con recelo, recorriéndolo de arriba hacia abajo. Puso los ojos en blanco, esperando una contestación y el rizado se giró en sus talones para ver a quién acababa de llegar.

Si tan solo fuera más amable...

—Hola Liam —murmuró con dulzura, ignorando por completo el comentario del otro muchacho—. ¿Qué hay de nuevo?

—Hola Harry —respondió angelicalmente el nombrado—. Todo normal, creo.

—Me alegro.

—Lamento interrumpir su grata conversación, pero creo que no es buen momento —El castaño habló, con un dejo de burla.

—¿Se te ofrece algo? —La espalda de Harry se cuadró y levantó un poco el mentón.

—No, en realidad no, solo vengo a decirte que hoy es tu día —mencionó y una mueca le invadió la cara—, tienes que demostrar que te mereces el trabajo.

—No sé de qué hablas —dijo con firmeza, tratando de cortar el tema—. Yo solo haré lo que tengo que hacer, como estos días y será suficiente.

—Uh, en serio tienes fé —Una risa escapó de sus labios y después de sembrar la duda, se rotó para retirarse de los vestidores.

El ojiverde suspiró, negando con su cabeza mientras entrecerraba los ojos, no comprendía el coraje tan repentino de Louis hacia él, nunca habían cruzado palabra y peor aún, hasta el día que lo contrataron, no sabía de su existencia en este mundo.

—Él en serio tiene un problema conmigo —declaró, a lo que su compañero subió y bajó los hombros—. ¿Tú sabes por qué?

—Creo suponerlo.

—¿Quisieras decirme?

—Mhn... digamos que Lou es quien se encarga del consumismo, es el que más vende y al que más le regalan tragos —Liam reposó su espalda en la pared—. Se siente presionado, cree que esta noche serás tú quien se lleve la atención.

La frente del rizado se arrugó ante lo oído.

—Pero solo me encargaré de mis asuntos, no pretendo competir con ninguno de ustedes.

—Eso yo lo entiendo, pero él no... sobrellévalo, no le tomes importancia. Te veo allá.

—De acuerdo, sí.

La conversación entre los dos se esfumó y Liam terminó por irse al punto de reunión establecido antes de abrir el negocio.

No lo había tratado mucho, pero el menor reparó que ese chico tenía un aura muy pura, siempre tan bondadoso y cooperativo, además era guapo, se notaba que hacía ejercicio. Fácilmente, podría decir que se mantenía muy bien físicamente.

Estaba nervioso y emocionado, a pesar de tener casi una semana laborando, algo le decía que esta noche iba a ser diferente y no quería pasar vergüenzas al no saber que hacer o decir en caso de tener algún percance.

Se apresuró, echando un último vistazo al arreglo de su cabello y se cambió la parte superior de sus prendas, colocándose la camiseta básica blanca que mostraba sus brazos cubiertos de tinta negra. 

Con el corazón en la mano, inspiró profundamente para cesar el mar de sensaciones en el que se ahogaba y por último cerró la pequeña puerta de metal, encaminándose hacia la barra, dónde lo estarían esperando.

Para ese momento, Louis se encontraba sentado sobre ella; portaba una camiseta muy similar a la suya, solo que de color negro con una frase en letras blancas al centro, un par de tenis y jeans del mismo tono. A su alrededor, estaban sus dos amigos, con vestimenta parecida y escuchando con atención lo que el chico estaba contando.

Caminó en silencio hasta la parte opuesta de dónde la tercia se encontraba y tomó asiento en uno de los bancos, dejando que sus pies tocaran el piso.

—Hey, londinense —De nuevo, la voz irritante le taladró los tímpanos—. ¿Por qué no vienes acá y nos platicas un poco sobre ti?

No se molestó ni se tomó el tiempo de hacerle caso, el disgusto era obvio y lo más prudente era no caer en juegos estúpidos.

—Acércate, no mordemos —Se mofó, provocando una risa en el pelinegro.

—Prefiero este lugar, gracias —refutó, haciendo un vago intento por sonreír—. En realidad, no creo que te interese mi vida.

—Tienes razón, no me interesa —Louis no borró su sonrisa insufrible—, pero me gustaría saber que no trabajo con algún traficante de órganos o delincuente.

—¿Tengo cara de ser uno? —Fastidiado, apretó su puño—. Porque estoy seguro de no tener antecedentes penales.

—Eso a mi no me consta.

Lo estaba retando, claro que lo hacía, y su paciencia era técnicamente nula cuando trataba con personas tan arrogantes y engreídas.

—Pues no te tiene que constar a ti, solo a Niall, porque él es el jefe. Tú solo te encargas de servir tragos y limpiar los baños cuando es tu turno.

Un pequeño "uh" con la vocal alargada, escapó de las gargantas de Zayn y Liam, quienes se hallaban escuchando con diversión la absurda discusión.

La cara de Louis se deformó con el enojo instalándose en sus facciones y sus ojos achicándose para mirarlo de forma amenazadora.

—Ya veremos cuanto duras aquí, tú no eres un bengala.

—Mientras siga contratado, lo soy.

Y la platica dio fin ahí, gracias a que Niall apareció con una botella de cerveza fría en la mano.

—¿Estamos listos? —cuestionó, esbozando una sonrisa sincera—. Hoy es la bienvenida oficial del nuevo miembro de nuestro equipo y quiero que Harry se entere de los pormenores.

—Adelante —dijo Zayn, recargando su codo en el muslo ajeno—. Los necesita.

El novato se mantuvo sereno, no dejando intimidarse por nadie.

—Ya conoces el giro del bar y la comunidad que más viene, solo mayores de edad y que muestren identificación en la entrada, eso tú ya lo viste —Su jefe inició y él solo afirmó con su cabeza—, pero hoy te vas a dar cuenta que es mucha la gente que llega en busca de pasar un buen rato, así que nosotros nos encargamos de atenderlos, preparar lo que pidan y ofrecer lo que tenemos.

—Correcto...

—Se amable, cordial, recibe los tragos que te quieran invitar siempre y cuando seas tú quien los prepare, pero no recibas nada que sea externo a lo que ustedes hagan —puntualizó, dejando en claro las advertencias—. No entregues nada sin que antes te hayan pagado, no te distraigas y no descuides tus pertenencias. 

La mente del ojiverde intentaba procesar toda la información y probablemente de eso se reía Louis, de la cara de susto que tenía ante las indicaciones dadas.

—No puedes relacionarte amorosamente con ningún cliente y tampoco permito las peleas estúpidas que ocasionen problemas en el bar, así que no las provoques —Niall continuó luego de darle un sorbo a su cerveza—, si rompes alguna botella llena, la descontaré de tu sueldo.

Tenía una sobrecarga de datos en su cerebro, temió que empezara a oler a quemado.

—Tienes que adaptarte a lo que ellos hagan —habló, señalando a sus empleados—. Rompe una regla y te vas, ¿está claro?

No, ¿podría repetir todo lo que dijo?

—Si, lo tengo —mintió.

—Perfecto, el guardia llega en diez minutos y la fila del lugar está comenzando, prepárense —Palmeó con rudeza dos veces la madera pulcra, haciéndolo sobresaltar.

El rubio se encaminó hacia su oficina, dejando a los tres expertos y al nuevo en el área de consumidores.

—Así que, Styles —canturreó el castaño, luego de ponerse de pie en la parte trasera del mostrador—. ¿Estás listo para ser un fracaso e irte?

Las dos miradas frías conectaron, creando instantáneamente un ambiente incómodo.

Harry no le iba a dar el gusto a Louis, en definitiva él se iba a quedar con ese trabajo, porque necesitaba el dinero y no se iba a dejar ganar por un chico dos años mayor que buscaba joderle la existencia.

Aunque a ratos se sintiera secretamente cautivado por ese ser tan atrayente, sería fácil de moderar porque cada que abría la boca, era para decir alguna tontería en su contra.

—¿Tú estás listo para soportar mi estadía aquí? —contestó sonriendo de lado.

—Me encantaría ver eso.

❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ 🍻 ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖

Una hora después, Harry estaba arrepintiéndose terriblemente de haber pronosticado un buen futuro para él, en el bar.

Solo había una palabra para describirlo:

Caos.

Porque nunca se imaginó la cuantiosa concurrencia que estaría llenando el espacio, no había un centímetro libre para bailar, estaba atiborrado de personas adultas y jóvenes conversando en voz alta por encima de la música, cervezas por cada rincón y vasos siendo empinados a las bocas desconocidas.

Y solo él parecía estar asombrado, porque Liam, Zayn y sobretodo Louis, disfrutaban de la noche como nunca se lo hubiera imaginado.

No había logrado servir siquiera una bebida en la noche, solo se dedicó un rato a observar la maestría que tenían los chicos para servir aquellos líquidos embriagantes, girando los envases en sus manos, lanzándolos hacia arriba y atrapándolos cuando caían, destapando las cervezas a una velocidad que pensó era casi como la de la luz.

Estaba aturdido en un rincón pegado a la contra barra, dónde se almacenaban y exhibían la diversidad de botellas que ofrecían. No sabía que hacer o que decir, no estaba asustado pero si lo bastante sofocado como para cumplir con sus labores.

—¿Qué diablos haces aquí? —No advirtió la presencia del rubio, hasta que habló—. ¡Tienes que ayudarles! ¿Ya viste toda la gente que hay?

—Y-yo no, es decir... —titubeó, con las manos transpirándole—, son demasiadas personas.

—¿Y? ¡Por el amor de dios, te lo advertí desde temprano! —Casi gritó para hacerse oír—. ¿¡Cuánto vendiste ya!?

—¡Nada! ¡Tu chico londinense no ha vendido un solo trago esta noche!

Como era de esperarse, Louis interrumpió su charla no tan privada, queriendo sobresalir y perjudicarlo... pero lastimosamente, no estaba diciendo ninguna mentira.

—¿¡Qué carajo haces entonces!? —El dueño estaba molestándose—. ¡Yo no te contraté para que estés viendo a los demás trabajar!

—¡Lo sé, es solo que no dimensioné la cantidad de personas!

Sin embargo, antes de que Harry recibiera una respuesta o algún regaño más, la canción de fondo cambió y las luces en el sitio disminuyeron, coloreándose en tonos cálidos.

Niall dejó de prestarle atención y vitoreó cuando sus ojos se posaron en el largo mostrador.

El rizado tardó un poco en reaccionar, ya que la gente empezó a juntarse frente al mueble y él solo optó por retroceder un paso más, chocando su espalda con el muro de ladrillo.

Pronto, sus orbes viajaron hacia donde todos observaban con júbilo, aplaudiendo ante el espectáculo que los bengalas estaban ofreciendo.

Harry se pasmó.

Porque con una potencia inigualable, Zayn y Liam estaban arriba de la barra, bailando al ritmo de la música. A su costado derecho, Louis mantenía dos botellas de licor en sus manos, vertiéndolas en la boca de los primeros asistentes en la hilera.

—Que demonios... —susurró, sin poder apartar la vista del show.

—¡Eso! ¡Vamos chicos! —gritó el joven jefe, silbando y mirando a la gente enardecida.

Sus ojos verdes estaban más abiertos que nunca, observando con sorpresa la forma tan sensual en que el par se movía, no era nada obseno, solo eran chicos disfrutando de una canción con los rostros embelesados de hombres y mujeres delante suyo.

Pasaban sus manos por el torso, bajaban por completo sobre la superficie y sonreían con las mejillas rojas mientras el sudor corría por su frente. Y la tarea de Louis, era hacerlos brillar, provocando la bulla general y regalando alcohol incondicionalmente.

Los afortunados, se limpiaban las comisuras de la boca cuando por fin terminaban de tomar lo que el castaño les donaba, brincando como si de un concierto de su artista favorito se tratara.

—¡Sube! ¡Tú turno! —Niall palmeó el brazo de Harry, sacándolo de su trance—. ¡Demuestra de lo que estás hecho!

—¡Yo no sé bailar así! —Se rindió, mordiendo su dedo pulgar—. ¡Son unos malditos profesionales! ¡No hay forma de que yo logre hacer eso!

—¡Perfecto! —Sacó un par de billetes de su pantalón y se los extendió al chico, sin dejar de bailotear con alegría—. ¡Deja la llave de tu locker pegada a la cerradura!

Harry parpadeó, viendo con incredulidad los dólares entre los dedos del rubio.

—¿¡Me estás corriendo!?

—Ajá, no funcionas para esto, ¡Gracias y suerte la próxima!

Entonces, el dueño del bar le ignoró olímpicamente, otorgándole el dinero y dirigiéndose hacia el refrigerador que contenía las cervezas. Sacó unas cuantas para comenzar a repartirlas con los adolescentes que le dejaban el pago correspondiente por ella.

Mientras eso ocurría, los otros tres chicos seguían con su tarea, unos bailando para apantallar al gentío con sus pasos sincronizados y el otro alardeando para generar emoción. Harry no pudo decir nada más, bufó triste cuando sostuvo los billetes en su mano y luego llevó su mirada hacia Louis.

Aunque no lo había visto bailar, supo que su principal actividad era estimular al público, causando la exaltación al ser quién se paseaba en lo alto, pidiendo más alaridos para levantar los ánimos.

Hubo un instante en dónde sus orbes se cruzaron y el menor pudo captar la sonrisa triunfal que le entregó, al igual que la superioridad con la que lo observó.

Y al final, los labios delgados de Louis, articularon un"Estás fuera", que hizo a Harry fruncir el ceño y salir del espacio rumbo a los vestidores.

Holaaaa♡. Espero les esté gustando este nuevo proyecto, yo estoy muy feliz escribiéndolo<3. Nos leemos pronto, besitos, les amo mucho.

-María Tommo.

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