Cuarenta y tres
—Oye, le faltan dos cuerdas a tu guitarra —Harry anunció, al deslizar los dedos por el mástil del instrumento.
—Lo sé, por eso le pedí a Mike que las fuera a comprar, a la suya también se le rompió una —Luke explicó, amable—. Ya no debe tardar.
El rizado asintió, mientras se colocaba el mandil que traía cargando consigo. Se lo puso alrededor de la cadera y lo amarró con un nudo simple, cubriendo solamente la parte posterior de su cuerpo.
—¿Qué canciones van a tocar hoy? —inquirió, alisando la prenda protectora con sus palmas.
—Decidimos meter varios covers, pero de las nuestras, ten por seguro que estará English Love Affair y Social Casualty —Conectó el amplificador y quitó los cables que estorbaban en el suelo—. ¿Alguna petición?
—No, me conformo con que no dejen de cantar End Up Here —Sonrió jovial, y luego se juntó la mata de pelo para amarrarlo con una scrunchie. Los rizos le estaban creciendo—. ¿Nervioso?
Luke le miró con los labios apretados, los ojos más abiertos de lo normal, las cejas alzadas y mejillas sonrosadas.
—Algo, es decir, este bar es enorme y nosotros somos unos novatos —murmuró, revisando que las entradas estuvieran en los puertos correctos.
Harry hubiese querido decirle que no se preocupara, que la gente los iba a amar por el talento nato que tenían al tocar y que serían la sensación de la noche.
Sin embargo, no podía asegurar ninguna de sus palabras, porque eran las siete con diez minutos de la tarde, y el club estaba desierto.
No había ni una sola alma esperando por entrar, solamente los chicos se encontraban ahí y ni siquiera se hallaban ocupados, yacían esparcidos por el área; Liam y Zayn conversaban en voz baja en un rincón, Louis se encontraba desparramado en una de las tantas sillas, bebiendo una cerveza y Niall permanecía sentado cerca del acceso, viendo con tristeza la puerta abierta y desolada.
En el escenario destinado a la banda, estaban acostados Calum y Ashton, uno tenía los ojos cerrados y el otro jugaba en su celular Candy Crush. La batería y el bajo ya estaban listos, pero a juzgar por la ausencia de clientes, no sabían con exactitud en qué momento podrían comenzar a tocar.
—Tranquilo, todo irá bien —Luego de suspirar, el menor le palmeó suavemente la espalda—. ¿Quieres algo de beber?
—Uhm… sí, solo una cerveza —solicitó y se puso en cuclillas con el fin de acabar las conexiones—. Por favor.
—Ya te la traigo.
Harry emprendió camino hacia el refrigerador que estaba repleto de aquella bebida, con los pensamientos colmados de aprensión. Se cuestionaba a cada segundo que diablos pasaba y por qué nadie llegaba todavía al local, si habían puesto promociones espectaculares en los volantes; una de ellas establecía dos bebidas de cortesía si eras de los treinta primeros en llegar, también había el ya conocido “dos por uno” en variedad de tragos de las nueve a las diez de la noche, y shots de tequila gratuitos conforme la madrugara avanzara.
Eran anzuelos excelentes y no habían logrado pescar nada.
Sin obtener un resultado certero a la incógnita, se dedicó a sacar la botellita de vidrio del refrigerador, secándola con un trapo limpio. Tomó el destapador, la abrió y luego de eso, cortó un trozo de limón que colocó en la boquilla, porque sabía que a su amigo le gustaba ponerle unas cuantas gotas al líquido amargo.
—¿Te diviertes?
Louis habló a sus espaldas; abandonó su asiento desde que le vio atravesar la pista de baile y lo siguió como todo un guardia de seguridad.
—Eso creo —Le respondió, luego de girar en su propio eje para observarlo.
Los ojos denunciantes del castaño solo se centraron en la cerveza.
—¿Para quién es? —indagó, frunciendo el ceño.
—Para Luke.
—Ah, el gran Hemmings que me echó de cabeza con mi broma fenomenal sobre tu heterosexualidad —gruñó, antes de rodar los ojos y sonreír con socarronería—. ¿Ahora eres su mesero personal?
Harry arqueó una ceja, esforzándose por no malinterpretar las palabras dichas por su compañero.
—No, solo me ofrecí a llevarle una cerveza, ¿qué hay de malo en eso? —pronunció un tanto a la defensiva y entrecerró los ojos.
—No hay nada de malo, relájate —Altivo, acomodó la parte superior de su camiseta—. Es solo que él, pudo venir por ella, no tenías que llevársela tú.
—Te recuerdo que yo soy empleado de aquí, soy bartender y ese es mi trabajo —objetó, en un tono neutral.
El mayor tuvo que parpadear con rapidez y ahogó un suspiro. Algo le incomodaba, algo le calaba en el pecho y ya era demasiado tarde para arrepentirse por expresar su inconformidad.
—Él también es empleado, está recibiendo un salario —exclamó, en descontento.
—Pero esta no es su área —Harry no llegó a entender la repentina molestia—. Después de todo, ¿A ti qué te pasa?
Y la mejor manera de comprender, era preguntando y buscando honestidad.
—Nada —Louis bufó y después sacudió la cabeza, ahuyentando de inmediato la intención de seguir actuando como un inmaduro—. Bueno, a ver… esto es fácil de decir, y siendo sincero… no me causó mucha gracia tu sugerencia de incluirlos en el bar —Se mordió apenas la esquina del labio y desvió la mirada hacia sus tenis—. Pero da igual, eso es decisión de Niall y yo no tengo por qué meterme.
La sorpresa del ojiverde se trazó en sus facciones.
Sabía que, en otra circunstancia, Tomlinson no habría mencionado nada y solo se encargaría de ser una piedra en el zapato para el guitarrista; se comportaría como solía hacerlo cuando alguien nuevo era contratado y después hubiese buscado la forma de hacerlo sentir inservible, de provocar su renuncia.
Dejando a un lado los celos que estaban implícitos en la declaración, la actitud que tomó para expresar aquello que no le gustaba, era digna de recordar por siempre.
—Luke te caía bien —Prefirió decir, para no arruinarlo—, hasta dónde recuerdo tuvieron una plática muy amena y coincidieron en muchas cosas.
De nuevo, Louis se vio obligado a poner los ojos en blanco y resoplar.
—Eso fue antes de saber que planeaba invitarte a salir —gruñó, recargando una mano en la barra.
—Su pequeño enamoramiento ya pasó, además somos buenos amigos y jamás intentó sobrepasar el límite —Y no mentía. De verdad, eso había pasado a la historia—. Te lo dije aquella vez y te lo repito ahora, a mi no me gusta él.
Por alguna razón, al mayor le bastó con escucharle decir eso, la paz le arrulló un poquito el corazón.
—¿Se lo dijiste? —Aun así, deseó asegurarse.
El implicado no hizo más que asentir, con una leve sonrisita pintándose en sus labios color cereza.
—Lo sabe y lo creas o no, apoya mucho el hecho de que estemos… —Se tomó una pausa de varios segundos, antes de que su dicción se viera afectada y titubeara—: Eh… ¿Saliendo?
Ya, lo había dicho... O no, realmente lo había preguntado.
—Saliendo… —Hizo eco de la bendita palabra y rio sin ganas. Su nuez de adán se marcó—. Joder, que raro se escucha.
En efecto, era totalmente inusual para los dos estar aclarando el limbo en el que se hallaban, el océano en el que navegaban y el cielo en el que volaban.
—Tú lo dijiste primero —murmuró, quitándose el peso de encima.
Los ojos del castaño se abrieron a tope, amenazaron con salirse de sus cuencas.
—¿Yo? —Ladeó los labios.
—Ajá —Harry le iba a refrescar la mente—. En el Sushiroll, cuando llegó tu supervisor a interrumpir y eso.
Entonces, el remolino de los hechos vividos ese tarde, arrasó con el cerebro de Louis, realizando un compendio desde que llegaron al restaurante, hasta que se fueron con el enojo de no poder siquiera terminar sus rollos.
Y sí, lo recordó.
Su lengua lo había traicionado en aquella ocasión y su ira le había orillado a escupir la condicionante sin procesarlo.
—Lo dije —musitó para sí mismo y se rascó la nuca—. A la mierda, ni siquiera me di cuenta.
—No te culpo, estabas enojado y quizá fue el impulso de alejar al irrespetuoso ese.
Sin embargo, el ojiazul le miró con un destello de misterio. No sabía como habían terminado hablando de eso, una cosa llegó a la otra, pero ya que estaban abordando el tema, sería mejor que todo quedara claro de una buena vez.
Recordó aquella ocasión en la que Liam le preguntó si tenía algo con Harry... y él dijo que no.
Recordó el día en que Niall le cuestionó si estaban saliendo, y su respuesta fue exactamente la igual.
Algo había cambiado.
—La verdad es que quería conversarlo primero contigo, pero como siempre, mi estúpida manera de decir las cosas como si nada, lo arruinó... —Soltó sin rodeos y resopló lento, buscando las agallas para seguir hablando—. Como sea, yo solo supuse que estamos saliendo, eh... ¿oficialmente?... No lo sé, tú dime si me equivoco.
Harry entreabrió la boca y descansó la cerveza de Luke sobre el mostrador.
¿Eso era un sueño? Por favor, que nunca lo despertaran en caso de serlo.
Estaba presenciando el cambio drástico de un chico que basaba su mentalidad en no atarse a nadie, que se definía como un alma libre y que además, huía del compromiso por razones completamente válidas.
El giro demencial de alguien que ahora, estaba marcando la línea de la exclusividad con todas sus letras, firme y conciso.
Aunque previamente ya habían establecido un límite verbal acerca de eso, y a pesar de que ninguno era capaz de siquiera mirar a alguien más por voluntad propia, esta vez se hallaban a punto de firmar la sentencia.
—Sí... —Ansioso, el más joven se frotó la palma extendida en el antebrazo—. Así es... Estamos saliendo.
La confirmación llegó.
Y Louis sonrió, o al menos eso intentó hacer, ya que sus labios se torcieron de una manera rara y chistosa.
—Bien —Le costó asimilar, entonces carraspeó—. Admito que me gustaría dejarlo en claro con los clientes de aquí y así ninguno se acercaría a ti... pero esto, está más abandonado que las cenas navideñas de mi familia.
La referencia fue lastimosa, pero bastante acertada.
El rizado rio sin poderse contener, encapsulando bien sus emociones y luego miró a Niall; éste observaba la entrada como si fuera la protagonista de una jodida película de amor fallido, esperando el reencuentro con su ser amado en el lecho de su habitación.
En ambos casos, la esperanza estaba ahí, pero nadie aparecía.
—Niall me está empezando a preocupar, está a punto de llorar.
—Lo sé, pero no quiero acercarme porque se pondrá peor.
—No entiendo, creí que habría casa llena.
—Yo también, es muy extra-...
—¡Oigan!
Su habla se cortó, debido a que una ráfaga viento acompañó la carrera incansable de un chico con los cabellos de colores revueltos y que cargaba el pequeño paquete de las cuerdas nuevas que reemplazaría en las guitarras.
Michael entró como un espíritu suelto hasta la mitad del local, tomándose un minuto para recuperar el aliento antes de pedirle a todos que se acercaran a través de manoteos.
Louis miró a Harry con desconcierto, pero sin cuestionarse nada, saltaron la barra y se aproximaron lo más veloz que pudieron a la mesa en la que el muchacho se instaló.
—¿Qué rayos Mike? —Ashton preguntó.
—Pasó algo —contestó—, algo que les va a sorprender.
Niall, quién apenas iba llegando hasta el punto de reunión, formó una línea con las cejas, antes de interrogar:
—¿Qué ocurre?
El australiano distraído, dio un brinco al oír el habla repentina del rubio. Supo que tenía que ser ligeramente más serio con lo que contara.
—Bueno, yo venía de regreso en la bicicleta, fui a comprar las estúpidas cuerdas y no creerán lo que vi —espetó, recorriendo con su vista a los ocho individuos que rodeaban la mesa.
—¿Qué fue? —impulsó Calum.
—Estaba pedaleando tranquilamente por la banqueta, hasta que una multitud de gente me bloqueó el camino —Apoyó su anécdota, actuando la situación a través de movimientos y gestos—. Tuve que bajarme, y fue ahí donde vi una enorme fila de personas, ¡que digo enorme, inmensa! Le daba la vuelta a la manzana.
Los Bengalas compartieron miradas sin comprender en su totalidad la finalidad de la historia y los músicos creyeron que su amigo estaba alucinando.
Horan arrugó más el pliegue entre sus cejas, no estaba de humor para relatos bobos.
—¿Y luego? —consultó, esperando que valiera la pena.
—Pensé que estaban regalando algo, así que pregunté que era para ver si valía la pena formarme y obtener lo que fueran a dar —Mike explicó, y causó la risa de Luke—, pero un chico me dijo una cosa que me confundió bastante, así que le pregunté a otro y sorpresa, me respondió lo mismo.
El joven se sentía un reportero de noticias y el resto seguía con el signo de interrogación pegado en la frente.
—¿Qué te dijeron?
—Que estaban esperando la reinauguración de Club Bengala.
Las muecas de asombro y confusión no demoraron en aparecer, el ambiente se tornó completamente diferente.
El desconcierto reinó.
—¿Cómo? —El agobio de Niall disminuyó una fracción.
—¡Sí! —chilló, con la emoción inyectándose en su voz—. Quienes estaban en la hilera, eran todos los clientes que venían a la reapertura del local, y no te miento cuando te digo que son muchísimos.
El ojiceleste agitó la cabeza, desorientado.
Liam se sobó el cuello, y Zayn recargó su codo en el hombro de Calum para descansar su posición.
Harry separó los labios y se encontró en el camino con la visión de Ashton, ninguno parecía conectar los puntos correctos de la historia.
—¿Y por qué están allá? —Louis se aventuró a preguntar, en vista del pasmo comunitario.
—Eso mismo me pregunté yo —El australiano se dirigió a él—. Así que les pedí uno de los volantes que ustedes imprimieron para revisar que la dirección estuviera correcta... Y el error lo encontré en el número oficial.
—¿En el número? —El siguiente curioso fue Liam.
Michael tuvo que asentir y apresuradamente, sacó el papel doblado de su pantalón, extendiéndolo sobre el área redonda y con su dedo, apuntó una línea en especifico, en la parte inferior del flyer.
—Aquí, miren —Dejó que la mayoría se acercara un poco más a visualizar—: La dirección dice 2274 Frederick Douglass Boulevard… Justo ahí estaban esperando.
—¿Y qué está mal?
—Que ustedes están ubicados en 2214 Frederick Douglass —Orgulloso de su descubrimiento, golpeó con el puño cerrado a un lado del volante—. Alguien confundió el siete con el uno.
Los chicos brincaron por el ruido que ocasionó el impacto.
—Niall…
El nombrado no podía con la vergüenza, un maldito número erróneo le había enjuiciado.
—La horrible letra que tengo siempre me ha traído problemas —Revisó cuatro veces la ubicación impresa—. ¿Cómo es que no se dieron cuenta ustedes?
Louis se jactó con una risita burlona, antes de moverse de lugar y pararse a un costado suyo.
—Oye, yo solo sé como llegar a los lugares, pero nunca me aprendo las direcciones —Defendió su integridad—. Solamente me sé la mía.
—Por dos —recalcó Luke.
—Por tres —murmuró Zayn.
Niall les observó con aquella cara de pocos amigos, pero que no era razón para alarmarse.
—Bien, ya entendí, yo la cagué —Se resignó, haciendo bolita la media hoja—. ¿Y ahora?
—Pues les dije que el local estaba unas cuadras atrás, les di la dirección correcta.
—Entonces...
—Ya vienen... De hecho, la voz se corrió rápido y detrás de mi, traía a la marea de zombies caminando en busca de alcohol.
Harry se relamió los labios al oír el cierre de la mejor primicia y las manos le hormiguearon.
La hora había llegado.
La sonrisa unánime iluminó sus rostros, palmas chocando entre sí, vitoreos de alegría y mucho trabajo por hacer en cuanto el bar dejara entrar a los clientes que tanto tiempo esperaron el regreso.
La última verificación a los instrumentos de la banda, mandiles amarrados a la cintura de los bartenders, una cerveza olvidada en la barra.
Y un Niall feliz, al percibir el primer grupo de chicos formados en el acceso del club.
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—¡Buenas noches, Club Bengala! ¡¿Qué tal la están pasando?!
Harry era el encargado de usar el megáfono y de comunicarse con los clientes que no paraban el disfrute de la gran celebración. Era una completa locura, no había espacio para que ni una persona más entrara y aún tenían gente afuera, impaciente por ingresar.
Los chicos no habían descansado ni un segundo, preparaban bebida tras bebida, servían trago tras trago, mientras la banda de extranjeros tocaba distintas canciones, animando la velada. Tuvieron una bienvenida positiva, entre gritos joviales, aplausos incesantes y halagos a su talento, así como a su físico.
Hasta parecía requisito ser atractivo para obtener trabajo en el bar.
—¿Nos extrañaron? —La voz grave del rizado resonó en el establecimiento, y la respuesta fue un "sí" al unísono—. ¡Nosotros también a ustedes!
Estaban estrenando la nueva y mejorada barra, Liam yacía junto a Zayn, incitando las palmas y elevando el regodeo controlado.
Con la longitud prominente del mostrador, ahora eran más las personas que podían alcanzar un lugar justo al frente, respetando las reglas impuestas que ya muchos conocían y que otros tuvieron que aprender.
Louis miraba con una sonrisa ladina el andar radiante del menor, resguardando una botella de whiskey y una de vodka. Empezaría con su trabajo en cuanto fuera óptimo.
Pensó en el gran acierto que cometió al regalarle la playera corta, su abdomen se exhibía de forma exquisita y dejó de importarle que no fuera el único en babear por aquel joven seductor.
—¡Sean bienvenidos a la reinauguración del club! Espero la disfruten mucho, porque esto es el inicio de la nueva etapa —voceó, y después se detuvo justo en el centro para captar la atención en su totalidad—. Música en vivo, nuevas canciones, nuevas bebidas, ¡nuevas instalaciones!
Entre chillidos eufóricos de chicas y chicos, el gozo subió a niveles que nunca habían experimentado.
—"¡Nunca decepcionan!"
—"¡Son geniales!"
—"¡Los amo!"
—Las dinámicas seguirán siendo las mismas —espetó, y ladeó la cadera, dejando caer su peso en una pierna—. Noches temáticas los viernes, subastas los sábados.
La gente bombeó sus puños al aire y valoraron la aclaración. Estaban tan cómodos en el nuevo espacio, más grande, con mayor capacidad, mejores luces y decoraciones que te dejaban boquiabierto.
—¡Suficiente! —Liam manifestó y le arrebató el megáfono—. ¡Vamos a empezar!
Harry no se opuso, con los hoyuelos formándose en sus mejillas gracias a su sonrisa y el cabello atado a un moño, se dispuso a iniciar con el show que sería algo así como la bendición para su trabajo.
Niall veía el panorama en la lejanía, su pequeño proyecto estaba resurgiendo de las cenizas cual ave Fénix. Y sin sus amigos, nada de eso hubiese sido posible.
Porque todos lo eran, ahí estaba la unión.
Las luces en el bar cambiaron, regresaron los característicos tonos cálidos y la música fue bajando de volumen para hacer el cambio con la canción que iban a bailar.
Calum fue el encargado de manejar aquella parte de la tecnología, y los demás se repartieron en las sillas de una mesa que tenían apartada. Ashton no se reprimió, y terminó poniéndose de pie sobre el asiento, silbando y mezclando sus ovaciones con las de el sinfín de extraños.
Zayn, Liam y Harry se esparcieron a lo largo del mueble cuando la melodía empezó a subir en los altavoces y los aplausos se adaptaron al ritmo de Judas, cantada por la mismísima Lady Gaga.
Una maravillosa interpretación.
Improvisación, pasos de baile sincronizados, movimiento de caderas y brazos levantados que invitaban a la clientela a danzar con ellos.
Liam y Harry coordinaban cambios de lugar, caminaban como si de una pasarela se tratase, mientras Zayn persuadía el bullicio, con meneos poco marcados pero enloquecedores.
Por su lado, Louis estaba feliz y encantado de retomar la actividad que mejor sabía hacer, vaciando las botellas de alcohol en las bocas cercanas que rogaban un shot, de cualquier cosa que emborrachara.
El espacio para desplazarse era extenso, aprovechaban cada centímetro de él, pisando con fuerza y oyendo las cientos de voces corear la canción con la que se desenvolvían.
Gotas de distintas preparaciones volando, cúmulos de amigos disfrutando el espectáculo.
La energía regada, una explosión de buenas emociones.
Ese era Club Bengala.
La melodía finalizó y los elogios generales comenzaron. Harry puso los dedos entre sus labios y chifló sonoramente; con el sonido, Ashton atendió el llamado y le mostró el pulgar arriba, en señal de que todo estaba listo.
Entonces, en lo que Louis tomaba el mando, charlando por medio del altoparlante, él se deshizo de la liga en su pelo y soltó sus tirabuzones. Acto seguido, acomodó su ropa y buscó a Liam; el chico le sonrió, antes de pedirle a Calum que cambiara el color de las luces.
Ahora brillaban en azul y verde.
Por supuesto que los asistentes notaron el cambio, y el castaño también. Se irguió sin saber porque la mezcla de ambos tonos, y Zayn fue quién le quitó el megáfono junto con las botellas, empujándolo por la espalda y haciendo que caminara al medio de la barra irregular.
Y justamente, cuando él arrastró sus adidas desgastados, el inicio de otra canción rebotó en los muros del bar; se trataba de Locked Out Of Heaven de Bruno Mars.
Los cerebros de la concurrencia registraron la tonada y tardaron una milésima de segundo en chillar de alegría, concentrándose en cantar la introducción como si la vida se les fuera en un suspiro.
Y Harry dejó la vergüenza atrás, estaba listo para darle una bonita bienvenida a Louis.
Recordó la noche en que le bailó Slow Down y terminaron follando al salir de trabajar.
Esta vez, el concepto era distinto.
Se acercó con aquella coquetería natural que despedía en sus acciones, Tomlinson pestañeó anonadado e inspiró por la nariz al verle cada vez más cerca.
Bajo las luminarias pintadas en dos matices, el escándalo y los otros dos bartenders bailando con normalidad a las esquinas, Harry y Louis quedaron frente a frente, convirtiéndose en los protagonistas.
—Never had much faith in love or miracles... —Cantó bajito, solo para ellos, colocando sus manos en los hombros ajenos—. Never wanna put my heart on the line...
—Harold... —Apenas pudo articular las sílabas, estaba procesando la situación.
—But swimmin' in your water's something spiritual... —Elevó el tono, balanceando su cuerpo al ritmo. Sus miradas tenían un nexo aterrador—. I'm born again every time you spend the night...
El ojiazul creyó que en cualquier momento se iba a desmayar.
Mierda.
—Cause your sex takes me to paradise, yeah, your sex takes me to paradise... —Entonó con seguridad, dejando en claro que sí, esa canción decía todo lo que su corazón sentía—. And it shows...
Y antes de que el coro llegara, Styles se alejó una zancada y se rotó para desfilar por la barra, cantando junto a la multitud, sin dejar de contornear las caderas y saltando sin miedo a caerse.
Había tomado el papel de un artista mundialmente conocido, dando un concierto a sus fanáticos.
Cause you make me feel like,
I've been locked out of heaven,
For too long, for too long...
En cambio, Louis estaba mareado, parecía una estatua, un maniquí. Se había quedado en blanco y sus extremidades no le respondían.
Miró a su alrededor, sus dos mejores amigos estaban espantosamente alegres, entretenidos en distintos puntos a lo largo, mientras la música sonaba. El oxígeno le hizo falta de repente, apreció a través de la penumbra disuelta por la iluminación a Harry, quién no le sacaba los ojos de encima al tararear sorpresivamente bien afinado.
Le señalaba en cada verso.
—You bring me to my knees, you make me testify... —Le encandiló de arriba hacia abajo. Aprensó su labio inferior un segundo—. You can make a sinner change his ways...
Tantos acercamientos y encuentros, tantos besos, tanto sexo...
Ninguno de los dos tuvo un roce tan cercano a la gloria, hasta que se conocieron.
Hasta que se hablaron, en el momento en que se tocaron.
Cuando aprendieron a entenderse.
—Puta suerte —Tomlinson musitó, saliendo del bloqueo momentáneo y sus comisuras se estiraron lentamente—. Descarado...
Harry reparó el cambio en su semblante al leer los dos vocablos en sus labios y sonrió con soberbia. De nueva cuenta, se aproximó cual felino a su presa, en busca de cerrar la distancia que les separaba y se paró delante de él.
Louis contuvo la respiración y sus manos viajaron a la cintura descubierta, apretando esa zona con sus pulgares. Las palmas inquietas del ojiverde le recorrieron el pecho, le acariciaron el rostro y terminaron rodeando su cuello; se estremeció con el toque, la piel se le erizó y sus terminaciones nerviosas quedaron alerta.
Se miraron, envueltos por la atmósfera festiva e ignoraron a los múltiples espectadores maravillados, que levantaban sus vasos con furor.
—Estás loco —masculló, torciendo una sonrisa.
Las luces resplandecieron sobre ellos.
—No es el adjetivo que yo usaría, pero gracias —El más joven susurró, echando la cabeza hacia atrás y su melena se alborotó.
Pese a que Louis no bailaba en ninguna circunstancia, se dejó llevar por el compás trazado, nada acertado y bastante revoltoso. La canción llegaba a su fin, la bulla se disipó, estaban perdidos en su mundo, en los latidos que podían escuchar del otro, lo demás pasó a segundo plano.
—¿Puedo quedarme aquí? ¿Puedo pasar el resto de mis días aquí? —La línea fue vocalizada, con el volumen pertinente para que fuese escuchada únicamente por el mayor.
Los latidos del aludido aumentaron, la saliva casi le provocó toser con insistencia. Tenía los labios resecos, tuvo que pasar su lengua por ellos y respingó cuando el aliento mentolado de aquel que lo tenía aturdido, chocó contra su boca.
Lo miró, rendido por ese atrevido que lo tenía acorralado
Lo besó.
No se resistió, poco le interesaron los gritos de impresión. Su mano se aferró a la nuca de Harry y deslizaron sus labios, sedientos de sí, siendo un par de insolentes despreocupados.
Lo sintió sonreír, le apretujó la cadera.
No era un acto erótico, se acercaba más a ser romántico.
Zayn se hizo cargo de regalar el vodka y whiskey sobrante, Liam bailoteó en donde podía, recogiendo un par de billetes que le arrojaron por su habilidad al moverse. Había estado practicando unas rutinas en casa.
Y en la parte posterior a un lado de la contrabarra, yacía Niall recargado, viendo el montaje escénico en su negocio. Nada sorprendido, a decir verdad.
—Así que tienes dos parejas trabajando para ti...
El rubio se sobresaltó al oír la voz y giró de golpe a su izquierda, topándose con la aparición celestial de un canadiense oportuno.
—Dios mío, no hagas eso Shawn —Pidió y se puso la mano en el pecho—. ¿Acaso puedes teletransportarte?
Al muchacho se le escapó un risa bofa y negó, con la vista clavada en el término de show.
—No, pero me encantaría poder hacerlo —refutó, entrelazando lo brazos a la altura del pecho—. Me alegra ver que todo está marchando bien.
—A mí también, estuve a nada de declararme en bancarrota.
—Con todo lo que le hiciste a este lugar, hubiese sido lamentable —Examinó los adornos cercanos—. Tienes buen gusto.
—... Eso creo —Le observó de soslayo.
Había una extraña sensación cada que ambos compartían una charla, una tensión que se extendía por sus poros.
Niall lo comprobó el día que Shawn lo acompañó a la realización de trámites.
—Entonces... dos parejas, y el jefe solo —Tamborileó las puntas de sus dedos sobre la madera barnizada.
—Si mi destino es terminar soltero y con seis gatos, lo aceptaré.
—Dudo que la vida tenga ese plan para ti, a veces todo lo que quieres, lo tienes frente a tu nariz.
El primer arpón fue arrojado.
Y fue tan obvio, que el ojiceleste luchó por no sonreír como un idiota.
—Ya veremos —Alcanzó a concretar, antes de retirarse de la zona pública y regresar a su oficina.
Shawn se mantuvo inmóvil, sobándose la mandíbula con los dedos y encajó los dientes en el interior de su mejilla.
Contó diez segundos y luego se perdió en el pasillo rumbo al cubículo de cierto chico irlandés, más bajito que él.
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La ducha que tomó fue precisa.
Ocupaba descansar bien esa noche, pues el ritmo de trabajo le pegó horrible; perdió costumbre de las desveladas y se le complicó surtir los pedidos bajo presión.
Los helados eran más relajados, pero nulamente divertidos.
Louis volvió al lugar donde su felicidad era plena, con las personas que apreciaba y finalizó la fantástica madrugada con un buen shot de ron.
Terminó de limpiar los restos de agua que resbalaban por su torso, se vistió con el short de algodón que a veces utilizaba al dormir y cepilló sus dientes, usando enjuague bucal para complementar su rutina de higiene.
Salió del baño y bostezó sin taparse la boca, en la privacidad de su casa podía darse el lujo de prescindir de los modales. Empujó la puerta de su habitación y la primera imagen que tuvo el gusto de distinguir, la quiso capturar con la cámara de su celular.
Una sensación cálida le hizo inflar el pecho.
Era Harry, acostado boca abajo en su lado de la cama, con una pierna encogida y la otra extendida, con el brazo derecho debajo de la almohada y el izquierdo encima de ella. Medio rostro hundido en la pieza mullida, con los mechones invadiendo su frente y su cuerpo bajando y subiendo por la tranquilidad al respirar.
Lo delicado que se veía al reposar, su piel excesivamente suave y su trasero siendo el punto más vistoso en la parte baja de su fisonomía, sumándole un par de muslos rechonchos.
Algo que le orilló a la confusión, fue que el menor no portaba ningún tipo de pijama esa noche, se había quedado con una braga que describía como de uso diario, que no tenía lazos, ni bordados exagerados, solo era una pieza de lencería que le hacía sentir cómodo.
A Louis se le fue el sueño, curiosamente.
Rodeó su cama y meditó dejarse caer como un costal de papas en el sitio que le correspondía, aunque eso implicara mover al rizado y quizá interrumpir su reposo. Por otro lado, estaba la opción de solo acostarse, meterse bajo las cobijas y apagar la linterna encendida en su buró sin hacer ruido.
Lo acorde a su personalidad, era hacer lo primero.
Así que lo hizo.
Se dejó caer sobre el colchón con un rebote, y como réplica oyó el gruñido proveniente de Harry, inconforme y furibundo al sentir la sacudida.
—Que maldita manía tienes, William —refunfuñó, removiéndose en su espacio pero sin cambiar de postura.
Louis se rio mientras se acostaba de lado, apoyándose en el codo y con la cabeza recargada en su mano.
—¿Estás cansado? —farfulló, pasando sus dígitos por la espina dorsal del ojiverde.
El involucrado ronroneó, asemejándose a cualquier gatito al ser acariciado por su dueño.
—Demasiado —siseó, incapaz de moverse.
—¿Por qué no te pusiste pijama? —No cesó el roce de sus yemas y bajó despacio, frenándose en su espalda baja.
Quiso ir más allá.
—Porque tengo mucho calor... —murmuró, en un bostezo—. Dormiré así.
Louis infló sus mejillas y se limitó a resoplar, desmotivado.
—¿Cómo esperas que no quiera follarte cuando tengo esta vista? —No se abstuvo de azotarle con suavidad una de sus redondas nalgas—. Deberías pensar en mi polla, se emociona cuando te ve así.
Harry gimió quedito con el acto, maldición, no era de piedra. No obstante, evitó dar indicios de su líbido desenfrenado y antepuso el endemoniado sueño con el que estaba cargando desde dos horas atrás.
—Jálatela o algo —propuso, acurrucándose—, yo estoy muerto.
¿De verdad le había sugerido eso? Dios santo.
No era lo mismo, entre una paja y un polvo no existía punto de comparación. Desde su perspectiva, era mucho mejor tener un buen amante para ese tipo de actividad física, era un placer triplicado.
Pero si Harry no tenía ganas, solo le restaba la pronta resignación.
—Ya, el día de mañana que tú quieras un polvo, yo me negaré —Delineó los hoyuelos de su zona lumbar.
—Bien.
—Y me iré a dormir al otro cuarto —dramatizó.
—Sí... —Esas dos letras, salieron en un murmullo.
—Al sillón, pasaré la noche en el sillón.
—...
—Vas a conocer lo que es la abstinencia.
Ya no obtuvo respuesta, el silencio se apoderó de la recámara y los suspiros de Harry fueron el indicador perfecto de que Morfeo lo arrastró, llevándolo a un viaje de varias horas, donde su regreso sería al amanecer.
—¿Harold?
Louis intentó otra vez, pero fue en vano. El chico cayó sedado, la exhausta noche lo venció.
Y luego, ocurrió un lapso crítico en su realidad.
Observó a detalle la tez lechosa con lunares salpicados en su espalda, esos brazos con dibujos permanentes que probablemente contaban vivencias, el color chocolate de los rizos que desprendían un delicioso olor a shampoo de coco.
Parpadeó, con el pulso a mil por hora y retiró su mano del menor cuando la sintió arder. Se preguntó como había terminado ahí, como de un día para otro se hallaba descansando en la misma cama, en su propia cama... con Harry Styles.
Con el jodido británico que se interpuso en su trabajo y que le hizo rabiar en repetidas ocasiones.
Su memoria hizo el trabajo pesado, le recalcó las razones por las que terminó enganchado al muchacho fanático de Disney y de las gomitas en forma de ositos.
"Hola, creo que soy su nuevo compañero."
"Tú solo te encargas de servir tragos y limpiar los baños cuando es tu turno."
"¿No tienes nada mejor qué hacer? Quiero decir, debe ser horrible que tu única meta en la vida sea molestar a personas que no conoces, ¿no?"
"Suerte que amo los bosques, así que no te preocupes, estoy acostumbrado a tratar con animales."
"Yo no te haré caso, voy a hacer lo que se me de la gana, porque afortunadamente, solo podría obedecer estando en la cama."
"¿Por qué me dices londinense o británico cuando tú también vienes de allá?"
"De verdad, Tommo, te agradezco tanto tus vagos intentos de consejos que yo nunca te pedí, en serio, te diría que los reserves pero como siempre estás pendiente de mi vida, entiendo que no puedas hacerlo."
Arrogante y altanero, un hueso duro de roer. Le dio batalla, se impuso y nunca agachó la cabeza, incluso cuando rebasaba la línea de una broma inocente.
Lo cautivó su carácter, que desastre.
Los ronquidos del rizado se hicieron constantes pero no eran molestos, Louis no sintió la necesidad de moverlo o despertarlo para que dejara de hacerlo. Lo tapó con una sábana al divisar que sus vellos se pusieron de punta con una brisa que se coló por la ventana semiabierta.
Lo apapachó al acomodarse, pasando el brazo por su cintura y enredó sus piernas. La punta de su pequeña nariz rozó con el cabello ondulado, inspiró profundo y se embriagó del aroma delirante.
El puto paraíso en una persona.
En aquel ser, que su corazón eligió querer.
Gracias por leer, bebés, no termino de darles las gracias por lo que están haciendo con Club Bengala. ♡♡♡ Nos leemos prontito, les amo mucho.
María.
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