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9. ¿Hablar? Después


¿Hablar? Después.

Callum.


Clover realmente se piensa qué respuesta darme aun cuando ambos sabemos que lo sé. Quizá soy un poco necio insistiendo en que me lo diga, pero es que me gustaría escucharlo de su propia boquita deliciosa hecha para besar y ser besada, también creo que es una boca para cosas recreativas del tipo sexual, pero el punto es que de verdad apreciaría que ella me lo dijera. Quiero que lo admita.

Me estoy mordiendo el labio inferior cuando veo su resolución cambiar, parece que recupera el destello de descaro que tiene que tener para cada nota que me escribió y alzando la barbilla finalmente me responde.

—Ambos sabemos la respuesta, Callum.

— ¿Lo sabemos?

El entrecejo se le frunce y un pequeño resoplido se le escapa, creo que en este momento tiene más ganas de sacudirme que de huir cómo lo hizo anoche.

—No soy tu trébol.

Enarco una ceja, muy dispuesto a darle una réplica, pero la descarada alza la palma de su mano en una señal no dicha de "cállate la puta boca que aún no termino de hablar" y yo asiento con lentitud, escucharla hablar me parece una excelente idea.

—Soy Clover —dice con tranquilidad— y no soy tuya. Ahora, lo que sí soy y ambos sabemos, es quien ha estado escribiendo las notas que recibes.

—Corrígeme si me equivoco —pido fingiendo inocencia mientras me llevo los dedos a la barbilla en un gesto pensativo—. Anoche cuando te pregunté si eras el trébol de "éste" irlandés, con un jadeo y un gemido de lo más atractivo ¿No me respondiste "soy tu trébol"? Suelo tener buena memoria, pero supongo que también podría estar recordando mal.

—Fue efecto del porro.

—Clover, Clover, Clover —Canturreo dando lentos pasos hacia ella—. El efecto no pudo entrarte tan rápido y recuerdo que me dijiste que solía ponerte dormilona y yo te sentí muy despierta cuando mi lengua se enredó con la tuya.

Deteniéndome frente a ella, estiro la mano de manera pausada para darle tiempo suficiente para alejarse, pero hay un brillo en su mirada cómo si quisiera pedirme que haga algo, pero su terquedad y bochorno hacia la situación se lo impide. Llevo los dedos a su cabello atado en la cola y luego simplemente lo libero dejando a goma alrededor de mi muñeca.

¡Por el oro escondido de Irlanda! Me encanta su cabello, siempre me ha parecido seductor, pero ahora que está en mis manos – y no estoy distraído comiéndole la boca – puedo apreciar cuán suave es entre mis dedos, el olor a coco me impregna la nariz lo cual agradezco porque reemplaza con rapidez todo el olor que aun mi mente reproducía por pasar tantas horas en la práctica. Separo los dedos peinándole las gruesas hebras oscuras y sonrío cuando un suspiro escapa de sus labios. Le gusta lo que estoy haciendo.

Tiene muchísimo cabello, es increíblemente largo llegando a la tentadora curva de reloj de arena que conforma su cintura y perdónenme todos los creyentes porque mi mente pecadora de nuevo me insinúa lo bien que se ha de sentir su cabello rozándome los muslos, sobre mi pecho e incluso soy tan creativo que podría imaginarlo sobre mi polla. No es que mi atracción hacia Clover sea únicamente sexual, pero hay que admitir que de fantasías está hecha la vida y según la cantidad de notas en las que al menos una insinuación sexual se escapa, ella precisamente no solo ha pensado en mí de manera inocente.

Recojo parte de su cabello en una mano para dejar al descubierto su oreja, tengo que inclinarme lo suficiente porque ella es bastante baja, su cabeza me llega por debajo del pecho, pero no importa, estoy dispuesto a joderme la espalda en pro de relacionarme con Clover.

—No te estoy llamando mi trébol por el capricho de volverte un objeto o mi posición, Clover —susurro—. Lo hago porque eso es lo que has sido desde el momento en el que me partí de la risa y me quedé sonriendo con una elocuente nota sobre pollas en culos y bocas.

»Te estoy llamando mi trébol porque así te he llamado en tres años, es tan automático y se escucha tan bien, me encanta deslizar por mi lengua "mi trébol" y más si ahora lo estás escuchando.

— ¿Por qué...No me dijiste...Qué lo sabías?

—Quería que me lo dijeras ¿No pensabas hacerlo?

—No tenía planes de ello —admite sin intimidarse ni un poco, mi sonrisa crece.

—En ese caso, me alegra que dejaras mis notas regadas en el auto, vaya desastre hiciste —rio por lo bajo—, pero te diré algo, Clover: no había manera en la que nos graduáramos sin que tuviéramos esta conversación, así que agradezco que sea más temprano que tarde.

Queriendo verle el rostro mientras conversamos, la tomo por sorpresa cuando agarrándola por debajo de los muslos la alzo hasta sentarla sobre el largo borde en donde se encuentra una hilera de cinco lavamanos.

—Sí, me gusta verte a los ojos —digo llevando nuevamente una mano a su cabello.

—Callum... —dice con voz afectada y cierro los ojos durante breves segundos.

Quiero escucharla decir mi nombre una y otra vez: en susurros, jadeos, gemidos, gritos, risitas, complicidad y entrega. Quiero escucharla.

—Sé que estabas ebria en la primera nota porque lo aclaraste en las siguientes —Abro los ojos encontrándome con los suyos—. ¿Por qué seguiste escribiendo notas? ¿Por qué hacerlo incluso cuando tuviste novios?

Traga y deslizo ambas manos por sus brazos viendo los vellos erizarse. Mis dedos llegan hasta los suyos y los entrelazo, notando que sus manos son suaves, que trae la manicura bien hecha con uñas recortadas y esmalte blanco.

—Porque se sentía bien —responde—, porque pensé que no era un problema y... Y me gustaba saber que de alguna manera hacía algo y la incertidumbre de si lo leías era una emoción qué no puedo precisamente explicar en este momento.

— ¿Por qué?

—Porque estás muy cerca y me tocas...Porque no puedo pensar en este momento.

Sonrío con lentitud, la descoloco. En este momento su mente es un caos al igual que la mía, solo que yo lo disimulo mejor.

—Siempre leía tus notas y poco después las esperaba —Libero sus dedos y llevo ahora una mano a su rostro, apoyándola en su mejilla—. Pensaba que era una tortura no darle nombre a la creativa mujer dejándome tales notas, pero también me gustaba la incertidumbre de desconocerlo, era emocionante.

Con los dedos le acaricio la mejilla, paso el índice por el arco de sus cejas gruesas y definidas, de una a otra, luego su entrecejo y bajo por el tabique de su nariz ocasionando que los ojos se le cierren, me detengo en el pequeño parche de piel entre su nariz y el labio superior, sus ojos se abren de nuevo.

Mi respiración está casi tan afectada cómo la suya.

—Creo que antes de hablar necesito hacer otra cosa ¿Podemos hablar luego, Clover?

Hay una mirada de decepción en su rostro y me doy cuenta que tal vez entienda que planeo irme o alguna tontería cómo esa, pero llevo el índice a sus labios trazando el superior y luego el inferior, ambos son carnosos y suaves y sé que se sienten bien bajo mi lengua, mis dientes y mi propia boca. Presiono el labio inferior hacia abajo y veo la manera en la que, tal vez por inercia, su lengua sale y me lame la yema cuando pretendía lamerse el inferior. Mis ojos van a los suyos, son tan oscuros y quiero imaginar que me prometen muchas cosas.

Veo la maravillosa manera en la que sus ojos originalmente oscuros se dilatan y presiono todavía más mi dedo sobre su labio, yendo incluso más allá al introducir la yema en su boca y luego teniendo un caso serio de erección repotenciándose porque ella chupa, llevándose mi dedo a la boca húmeda y cálida, luego me hace sentir la raspadura de sus dientes con más fuerza de la que esperaba, pero un toque de dolor aviva más el placer.

— ¿Eso significa que podemos hablar luego? —bromeo con voz enronquecida.

Ella asiente chupando más fuerte mi dedo antes de liberarlo de su boca con un suave sonido ¿Qué hago yo? Me llevo ese mismo dedo aun humedecido por su saliva a la boca y lo chupo antes de sonreírle. No hay vergüenza en admitir que soy un tipo sucio.

—Podría usar este dedo en lugares interesantes, Clover.

— ¿Cuáles?

Ya veo, así que huyó de mí, pretendió excusar nuestro momento de ayer diciendo que fue el porro y luego adrede eludía la conversación, pero cuando se trata de su sexualidad saca a su diosa interior. Conclusión de todo esto: ¡Maldición! Me encanta.

Su "¿Cuáles?" lo interpreto cómo una atmosfera caliente en la que me permite tocarla, ella también puede tocarme si gusta, pero para confirma mi suposición llevo el dedo a su cuello y exhala. Sus manos se apoyan en sus lados y se remueve buscando comodidad sobre la dura superficie que en la que está sentada – y aquí no hablamos de mi polla porque hay que recordar que no se sentó sobre ella – y aprovecha para abrir de manera sutil las piernas dándome espacio entre ellas. Confirmadísimo: mi trébol quiere que la toque y por supuesto que quiero tocarla.

—Podría usar este dedo aquí —trazo su cuello y bajo hacia la clavícula izquierda cubierta por su camisa—, aquí también, pero ¿Sabes en dónde también me chuparía el dedo para tocarte?

—N-no.

—Uhmm, supongo que es mi deber decirte —Bajo lentamente el dedo hasta la hinchazón de sus pechos.

He leído libros perversos sobre follar con trama o sin trama (es que mi mamá está un poco chiflada y me inscribió a un club de lectura erótica con ella hace unos cuánto años y luego me quedé con la lectura por mi cuenta) y siempre parece que el súper protagonista machote se sabe solo con mirar las copas de sostén de las mujeres, sabe exactamente la talla, pero si me lo preguntas ni puta idea de las tallas, lo que sí sé es que las tetas de Clover son más grandes que mis manos y no necesito ser un matemático para confirmarlo, así que cuando mi dedo toca la hinchazón de una de ellas estoy algo así cómo emocionado y ella también por la manera en la que su boca se abre.

Aprovechando que esos labios tentadores están abiertos le ofrezco una vez más mi dedo y ella chupa con lentitud, siento el barrido de su lengua y me es imposible preguntarme si así se sentiría hacia el sur.

—Te tocaría aquí con el dedo húmedo —Llego hasta su pezón, sintiendo cómo se endurece debajo de las capas de tela—. Tal vez primero unos roces ligeros, luego de lado a lado —Hago los movimientos mientras los recito—, arriba y abajo, pero también presionaría para sentir cómo crece todavía más bajo mi toque.

— ¿Qué hay sobre pellizcar? —pregunta sin aliento, siento la sonrisa ladeada dibujarse en mi rostro.

—Los pellizcos están dentro del paquete, no te preocupes, de eso también me encargaría —Le doy un suave pellizco, apenas una insinuación de lo que podría ser si estuviese desnuda—, pero ¿Sabes a dónde más llevaría mi dedo húmedo?

Sacude la cabeza en negación, por supuesto que lo sabe, más cuando mi dedo baja por su estómago, pero está metida en el rollo en dónde le suelto cosas que quiero hacerle, lo que me hace recordar que en una nota confesó que apostaría todo el dinero que tenía ahorrado a que mi voz durante "las actividades de diversión sin ropa" debía ser celestial y tan excitante cómo el acto en sí mismo, espero no estarla decepcionando.

—Me he equivocado, Clover —Alejo el dedo cuando va llegando al inicio de su entrepierna.

— ¿Con qué? —frunce el ceño.

Bajo su atenta mirada alzo el índice y dedo corazón chupándomelos hasta la mitad y luego bajo mi mano con rapidez presionando ambos dedos en la zona baja y central entre sus piernas, gime y es un sonido tan delicioso que se me erizan los vellos de la piel y mi pene me implora que por favor haga algo por ella.

—Me he equivocado porque para tocarte aquí abajo, más que un dedo húmedo, comenzaría chupándome dos — muevo mis dedos en una fricción arriba y abajo, circular, percibo su calor a través del pantalón de alguna tela fina que ni idea de cómo se llama—, pero supongo que no tendría que chupármelos tanto ¿Verdad?

Creo que tal vez quiere responderme, pero un gemido se le escapa y su respiración es pesada.

— ¿Sabes por qué? Porque te pondrías tan, pero tan mojada que la única razón por la que tendría necesidad de llevarme los dedos de nuevo a la boca sería para saborearte, para tener una probada de lo que podría encontrar directamente con mi lengua, con lo que mojarías mi barbilla... ¿Por qué estarías muy mojada, verdad?

Se estremece y mis caderas por inercia empujan hacia al frente queriendo desesperadamente encontrar algún tipo de fricción, pero no hay ningún alivio, sin embargo, el acariciar a Clover hace que valga la pena.

Sus manos toman un puñado de mi camisa e intenta atraerme, pero se encuentra tan descolocada por mis atenciones que no lo logra, voy a ella por mi cuenta y luego sus manos están en mi cabello guiando mi boca a la suya.

Me besa de una manera descuidada, húmeda y hambrienta que hace que un sonido venga desde el fondo de mi garganta mientras mis dedos se encuentran aún entre sus piernas, alternándose en el lugar que ha de estar ardiendo en humedad y el nudo de placer encima de ello.

Amo su boca y estoy fascinado por la manera en la que está guiando el beso. Estoy súper caliente, también estoy muy cautivado por la manera en la que sus caderas se mueven con la intención de aumentar la fricción de mis dedos por sobre la tela. Sus dedos son rudos en mi cabello, pero luego una mano baja por mi pecho y después de trazar mis abdominales su mano se cuela por la pretina de mi jean y aunque no se adentra dentro del bóxer, el simple toque de su mano por encima de la tela de algodón me hace estremecer.

— ¿Te gusta lo que sientes? ¿Es cómo lo imaginabas?

—Mejor —responde sobre mis labios apretando sobre el contorno de mi miembro y trazándolo desde la base a la punta—, mucho mejor.

Su lengua es descuidada contra la mía debido a nuestra desesperación y calentura, pero no me importa, lo disfruto demasiado, además, siempre he considerado que no existen los besos perfectos, cada uno tiene ese toque que los vuelve únicos y particulares dependiendo de la situación y este... ¡Por todos los duendes irlandeses! Esté se quedará en mi pelirroja cabeza para la eternidad, incluso cuando esté bien muerto y si me llegasen a hacer una autopsia, el forense diría algo cómo: "oh, mira, que tenemos por acá ¡Es el cerebro! Y me está diciendo que el difunto Callum aun en el más allá está recordando un beso en un cuartico de baño."

—Ah...Ah...Callum —gime sobre mis labios, una fantasía total.

— ¿Vas a correrte solo con esto, Clover? —pregunto antes de mordisquearle el dedo.

Sus ojos se encuentran a medio cerrar, su boca carnosa más hinchada y sudor le cubre la frente, ese cabello negro azabache le enmarca el rostro y es mejor que cualquier cosa que pude haber imaginado. Mi pulgar se une al juego así que mientras la acarició en donde se debe de encontrar humedecida, el pulgar traza círculos sobre el nudo un poco más arriba, a eso yo le llamo: coordinación y atención adecuada.

Es receptiva a mi toque y yo al suyo, es solo que a diferencia de ella yo sé que necesito más que un apretón de polla sobre el bóxer para venirme, pero no importa, me está estimulando y ya luego me encargaré yo de terminar mis asuntos, en este momento me importa que ella acabe, es mi prioridad.

Ahora, saber que no me correré porque me toque sobre el bóxer no quiere decir que ella no sepa tocarme, porque ¡Vamos! Denle un diploma, nada más de pensar cómo me tocaría sin nada entre nosotros, hace que me estremezca. Ojalá eso suceda en algún momento.

—Vamos, Clover, sé que quieres. Salta al vacío, vas a disfrutarlo —susurro contra su barbilla antes de volver a su boca.

Hay un toque en la puerta, recordándome que hay otros compañeros haciendo la práctica y haciendo que ella se tense.

—Mírame —Le pido y por suerte lo hace—. No saldremos de aquí hasta terminar esto. Déjate ir.

—Pero afuera...No puedo...

—Sí puedes —Le muerdo el labio luego se lo lamo—. ¿No te excita saber que tienes los segundos contados para correrte antes de que alguien abra la puerta?

Gime y luego se inclina hacia mi hombro mordiéndolo para amortiguar los sonidos y su mano se aprieta en mi miembro haciéndome sisear, es un poquito doloroso, pero es aún más placentero. Trabajo mi mano presionando un poco más y moviéndola un poco más rápido, pero intuyendo que debo darme prisa antes de que para quien toque la puerta se vuelva lo suficiente sospechoso y busque a algún conserje que la abra.

Así que lo siguiente que hago es enrollarle una mano en todo ese largo cabello, tirando con un poco de fuerza. Llego a pensar que se me ha ido la mano, pero entonces ella arquea su espalda, alza su rostro con la vista en el techo y sus labios se abren en un grito silencioso mientras su cuerpo se sacude. Se viene, se corre, alcanza el orgasmo, ve las estrellas o cómo quieras llamarlo, pero es la cosa más espectacular para ver.

Libero su cabello de mi agarre y con suavidad se lo peino con los dedos, parece aturdida, relajada y aun un poco ida. Me es inevitable no dejarle un beso en su espectacular boquita y luego en la mejilla.

—Clover, me debes una conversación. Ven a mi apartamento esta noche a cenar y hablemos.

— ¿Hablar? —repite aun sin aliento.

—A hablar. No quiero a imprudentes ni interrupciones cuando finalmente me lo digas todo ¿Puedes venir? ¿Quieres? —Dejo suaves besos en su barbilla.

Sé que soy un cabrón porque es evidente que está en un limbo postcoital, pero sé o algo me dice que si dejo que vuelva en sus sentidos, ella se irá corriendo con alguna boba excusa y resulta que no, que ya me impacienté y me gusta ésta chica y sé que le gusto, debemos sincerarnos y decidir qué procede entre nosotros. Además quiero saber mucho más de sus notas y la razón sobre por la que nunca dijo nada y si realmente pensaba dejar que nos graduáramos en algún momento sin decírmelo. Tengo muchas cosas que decir y también hay muchas cosas que quiero escuchar, respuestas que estoy muriendo por conocer.

— ¿Lo harás, Clover?

—Está bien.

La ayudo a bajar y luego recojo su cabello con la goma en mi muñeca, creo que comienza a volver en sí porque su expresión luce entre maravillada y escandalizada.

— ¿Lista para salir?

— ¿Eso pasó? —susurra con los ojos muy abiertos.

Sonriendo avanzo hacia la puerta y ella me sigue, cuando abro la puerta hay dos equipos con los ceños fruncidos que se sobresaltan al vernos.

— ¿Entonces crees que podría ser simplemente algo tan común como un ataque al corazón? —pregunto a Clover mientras camino y asiento en un saludo a los demás.

Ella se aclara la garganta y aunque no será la actriz del año, gracias al cielo no se dedica a ello, me responde en un intento de seguirme en nuestro descarado intento de fingir que hablábamos de la práctica. Cuando estamos lo suficiente alejados, me giro hacia ella.

—Te escribiré con la dirección, nos vemos en la noche —digo y ella se muerde el labio inferior mientras me ve.

Espero resistencia, que enloquezca o me diga que se arrepiente, pero da un asentimiento y el intento de una sonrisa antes de pasar a mi lado y adelantarse a la salida.

Sonrío pensando en cuán genial hubiese sido realmente tocarla sin ropa, después bajo la vista frunciendo el ceño a mi adolorida erección que me ruega que vaya a mi casa y me toque con libertad para terminar este trabajo. Y sonrío todavía más por los besos, el momento, la expectativa y me atrevería decir que ilusión de que aquí hay algo.

Polvos los he tenido incluso citas, aquí en la universidad ninguna relación seria y me enamoré en la secundaria así que sé que lo que quiero de Clover más allá de una follada. No estuve meses esperando que ella se armara de valor y me lo dijera para echar un polvo. Esperé porque tenía la sensación de que sería más, que sería algo y espero por todo el oro del mundo y la cerveza irlandesa, no estarme equivocando.


¡Ufs! Las cosas por aquí se pusieron calientes ¿O son solo alucinaciones mías?

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Espero les guste.

Un beso.

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