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4. Sucesos Inesperados


Sucesos inesperados.

Callum.

Estamos reunidos en la sala, ellos sentados en el sofá de tres plazas y yo en el individual. Esta podría ser una situación incómoda, pero debido a que pocas cosas me perturban solo me dedico a darles miradas acusatorias.

Para aclarar no creo que el sofá sea solo de uso exclusivo para mí y las cosas sucias que hago, pero una advertencia de con quién te enrollas no estaría mal y Stephan falló en ello.

Un día tienes a tu amigo el regalado follando con todas y al siguiente lo encuentras lamiendo entre las piernas de la amiga de tu novia, tendría que haberme dado una carta que dijera: "eres el mejor amigo, Callum y que bueno que tengas novia, pss pss se la meto a la amiga."

Se lo habría agradecido, así mi entrada no se hubiese visto tan dramática y me hubiese ahorrado la imagen caliente de cómo se comía a la amiga de mi novia. No me pueden culpar por haber encontrado la escena excitante, en serio lo era.

Me pongo aún más cómodo en el sofá y veo del uno al otro. Stephan parece muy relajado incluso me sonríe y ella solo está fastidiada cómo si yo le hiciera perder el tiempo, lo que me parece algo ofensivo si me lo preguntas.

—¿Desde cuándo intercambian fluidos corporales? —rompo el silencio.

Me gusta hacer show de este tipo, pero tengo que ponerme al día con la guía de una de mis clases y no tengo tiempo para extenderme, sin embargo tampoco se las puedo poner muy fácil.

—¿Un mes? Algo así —responde Stephan sin perder la sonrisa—. Aunque intercambiamos saliva desde hace un poco más, como un mes y medio.

Veo hacia su cómplice que ahora parece ocupada en su teléfono o tal vez intenta ignorarme, cosa que no funcionará. Estiro el pie lo suficiente para patearle el suyo y alza la vista para verme frunciendo el ceño ante el asentimiento que le doy, instándola a hablar, pero primero hace un eterno suspiro que no sé cómo le queda aire en los pulmones.

—Ya lo escuchaste ¿Quieres la fecha de la primera vez que me la metió o de cuando se la chupé? —Me desafía, cómo si esas palabras me espantaran.

—Cualquiera de las dos respuestas me sirve, Edna —respondo con suficiencia.

La razón por la que me siento timado es porque yo vigilaba a Stephan en sus encuentros con Maida, siempre preocupado, pero ansioso de que algo pasara y resulta que tenía los ojos puestos en la amiga equivocada y que ¡Tienen un mes empotrándose contra todo! Pero no entiendo nada ¿No tenía química con Maida? ¿Cuándo comenzó a hablar realmente con Edna? Nunca los he visto solos, nunca han compartido miradas de complicidad y ¡Joder! Nunca pillé que se la trajera a casa.

¿Clover lo sabría? Porque es que si no follaban aquí o en su depa, dudo que se lanzaran billetes en camas de hoteles o que vivieran de rapiditos en lugares públicos. Son preguntas que no me dejarán dormir incluso si ese no es mi asunto.

Aunque, espera, espera, retrocede.

El último mes escuché gemidos unas cuántas veces incluso una vez un golpeteo contra la puerta de su baño, asumí que cómo cada follada de mi imbécil se trataba de cosas casuales ¿Todas esas veces era Edna? ¿Son exclusivos? ¿Una relación abierta? ¿Cómo afecta esto a nuestro círculo de amigos? ¿Y si se pelean y odian y Clover y yo tenemos que tomar un bando? Podría armarse un mierdero.

Edna se pone de pie, ajena de mi creciente angustia, toma su bolso y me da una mirada antes de fijar su atención en Stephan.

—Lidia con él, te dije que no tenía tanto tiempo libre y lo hemos perdido por culpa de Callum.

—Eres más que un poco cínica —digo viéndola alejarse y luego salir de la casa.

Nos quedamos en silencio y no tardo en volver la atención a Stephan que ahora bosteza y asiente hacia mí.

—Me bloqueaste la polla.

—Me bloqueaste la mente —respondo.

—¿Cómo estuvo el viaje? Vi la foto del bebé, es enorme y es lindo.

—No, no, aquí primero hablamos de tu lío sexual con Edna ¿Qué está pasando?

—Pues ya lo has dicho, es un lío sexual caliente.

—¿Son exclusivos?

—No, no lo quisimos.

—¿Piensan seguir follando?

—No está establecido cómo una regla, pero seguimos haciéndolo porque nos encanta —Sonríe.

—¿Clover lo sabe?

—No, pero supongo que le irás con el chisme o seguramente Edna se lo dice antes de que lo hagas tú.

—¿Y Maida?

—¿Qué pasa con Maida? —parece genuinamente confundido.

Ahora me siento confundido.

Estoy seguro de que le gusta a Maida y pensé que a él le gustaba, pero resulta que está súper perdido sin captar la vibra... ¿Y todas esas tardes sentadas en este sofá hablando de sexo o tonterías? ¿Las risas y sonrisas complices? ¡Duendes! ¿En que momento me cambiaron la trama de la vida de mi imbécil? Ahora estoy asustado ¿Y se arma un show caótico en donde todos nos terminamos odiando?

—¿Maida sabe que estás follando con Edna? —Tanteo.

—Eh, no ¿Por qué tendría que decírselo? Edna y yo nos estamos divirtiendo y no tenemos que hacer un anuncio por ello —Se encoge de hombros— ¿Por qué actúas tan raro?

—Si esto explota ¿Qué bando debo elegir? —pregunto con preocupación.

Stephan rompe a reír, pero lo veo y rueda los ojos, poniéndose de pie y haciendo su camino a la cocina, por supuesto que lo sigo.

—Stephan mi preocupación es real.

—Si esto explotara es mi asunto con Edna, de nadie más —Se sirve jugo—. Así que háblame de tu viaje y quédate tranquilo.

Asiento confiando en su criterio, que claramente es un error de mi parte y procedo a hablarle del viaje siendo un poco mentiroso cuando exagero la estima que me tiene Ehsan Mousavi, pero disfrutando cada detalle que doy sobre Frankie.

—Lo destrozaste —Me palmea el hombro—. Se tuvo que querer morir cuando vio a Clover con mi guapo machote.

—Fue increíble, lo odié. Quería hablar sobre el pasado, no se callaba, en el pasado está él.

—¿Seguro? —Se burla—. Algunos pasados se vuelven presentes.

—El presente soy yo y me iré a los golpes si es necesario para ser el futuro.

—Agresivo mi machote —Se ríe.

Continuamos hablando, dejando atrás su aventura sexual y al estúpido de Frankie para ponerme al día con cosas aburridas que sucedieron en el Campus.

—Ah y Jagger te está buscando —concluye antes de encerrarse en su habitación.

¿Y ahora que quiere ese pequeño misterioso?

***

Tengo que admitir que siento que mi cerebro por poco se freía durante la larga clase que acabo de presenciar. Soy un alumno increíble, el mejor de mi clase, pero no hace daño sincerarme para admitir que mis cursos son difíciles y que en serio a veces quiero salir corriendo y gritando para dedicarme a algo más práctico y que ya tengo asegurado cómo lo son los bares de mis padres, pero la sangre, el misterio, investigación y violencia me llama para ser de los mejores criminalistas.

Decidí que quería estudiar criminología cuando a los diez años mamá y papá se distrajeron siendo cursis, Moira pasó los canales de la televisión y terminamos viendo un programa de criminales que a ella le asustó y que a mí me hizo sonreír. Mamá pegó un grito cuando dibuje en una hoja la silueta típica que se hace de un cadáver y de inmediato me llevó a un psicólogo que tras tres largos meses le aseguró que no tenía a un psicópata o sociópata en potencia.

Al crecer también quise ser doctor, pero no para salvar vidas, se trataba de querer abrir el cuerpo humano y estudiarlo, de saber las miles de maneras en las que una vida podía perderse y luego fui lo suficiente mayor para saber en qué consistía el trabajo de mi tío Lorcan y estaba tan tentado a preguntarle cómo asesinaba o descifrarlo con base a los programas televisivos que veía que no sabía cómo disimularlo.

Después quise ser abogado, pero seguía queriendo ser criminalista. Durante un tiempo pensé en ciencias forenses, pero pese a que me gusta (de hecho lo amo jajaja) estudiar un cuerpo bien muerto, también me gusta el desafío de dar cierres, de investigar, calcular y pensar cómo un criminal para entender cómo sucedieron los eventos, completar los acertijos y atar cabos... Y no es que lo diga en voz alta, pero me encanta cuando son eventos violentos que ameritan más esfuerzo lo que es una gran tristeza para la víctima, pero adrenalina para mí. A los dieciséis años le comenté eso último a mamá y de nuevo fui enviado a un psicólogo. Esa vez el psicólogo dudó un poco con mi diagnóstico, pero solo concluyó en que era más que un poco entusiasta sobre el tema.

Obviamente mi familia esperaba que cambiara de opinión y claro que esperaban que no lo hiciera, pero eso no impidió que mamá gritara cuando le dije a los diecisiete años que esto era lo que quería y cómo un gran astuto armé los argumentos correctos para que lo entendiera sin mandarme de nuevo al psicólogo, pero entonces le dije que quería estudiar en Inglaterra y dudó, pero papá me respaldó y cómo los padres increíbles que son, lo hicieron posible.

Es que el programa de criminología de esta escuela básicamente casi hasta me excitaba de lo bueno que se veía y grandes criminalistas han salido de esta universidad. Soy demasiado minucioso con mis estudios y admito que siempre quiero ser el mejor. Conmigo o lo hago bien o mejor no hacerlo, lo que puede ser una actitud un poco mierda, pero así soy.

Y ahora que estoy a dos semanas de terminar mi tercer año e iniciar el último ¡Duendes! Casi quiero hacer un baile irlandés de la emoción.

—¿Terminaste de sonreír de manera rara o debo esperar otro poco más para hablarte? —Me pregunta la voz de Jagger.

—¡Jagger! —digo sonriendo y él me devuelve el gesto.

—Te he estado buscando, necesito algo de ti.

—¿Tú? ¿Algo de mí? Eso sí que es interesante.

Salimos de la escuela, atravesando el Campus lado a lado y molestamente comienzo a darme cuenta que de hecho me estoy dejando llevar por él. Bastardo engreído.

—Una vez más necesito a Kyra, bueno, Maddie lo hace.

Me cuesta unos segundos ubicarme del por qué necesita de mi hermana, pero entonces recuerdo que hace meses la ayudó con su clase de francés.

No sé cómo esté Kyra de trabajo y sé que odia que la comprometa sin avisar, pero también sé que me perdonará porque me ama y que Jagger pocas veces pide favores.

—Vale —respondo dándome cuenta que nos acercamos a uno de los estacionamientos.

—¿Así de fácil? ¿Sin pedirme algo a cambio?

—No necesito nada y a veces simplemente hacemos favores por los amigos.

—Amigos —repite.

—No siempre se hace todo por una recompensa, pequeño mafioso.

—No soy un mafioso —Rueda los ojos.

Se tensa cuando nos detenemos frente a su auto y veo cómo toma una nota dejada en su parabrisas. No creo que sea una nota loca, cómo las que Clover me enviaba, con base a la manera en la que frunce el ceño y ve alrededor con cautela.

—¿Todo bien? —cuestiono.

Da otro repaso visual por el lugar antes de darme su atención y hacer una bola la nota para arrojarla dentro del auto.

—Nada importante, alguien haciendo una bromita o molesto intentando intimidarme —Saca un cigarrillo y luego lo enciende—. He estado recibiendo notas tontas con errores ortográficos y acertijos mal hechos, comienza a hacerse un poco molesto, pero me haré cargo de ello.

—Bueno, si necesitas ayuda al respecto no dudes en decirme —Le palmeo de manera exagerada el hombro—. Hablaré con Kyra y te haré saber cuándo esté disponible.

—De acuerdo, te estaré agradecido.

—Por cierto ¿Cómo está Lindsay? El otro día vi una publicación de la escuela de derecho felicitándola por un artículo. Tienes una novia muy inteligente.

—Lindsay está... Bien —dice esto último con cautela y enarco una ceja—. Y sí, mi novia es muy inteligente, estoy seguro de que la publicarán mil veces más con todo lo bueno que hará.

—Que así sea, dale mis saludos. Ahora te dejo, tengo otra clase en media hora y necesito repasar el texto para mi examen final. ¿Te veo más tarde en la fiesta afuera del Campus?

—Creo que iremos a la de una fraternidad —Responde antes de dar otra calada al cigarrillo.

—Pues te veo luego —Me despido con un gesto de la mano y giro para continuar un día que no está marchando nada mal.

Solo este examen y puedo declararme oficialmente cómo un estudiante que pasó todas sus clases y que cada vez está más cerca de su primer objetivo académico.

Esta noche se celebra por todo lo alto, puede que falten dos semanas para cerrar oficialmente, pero todos ya están bastantes conscientes de cómo pintan sus resultados finales y ya sea celebrando o consolándose, hoy quieren festejar.

Lo único extraño es que pese a que mi cuerpo ansía fiesta, mi sangre irlandesa no siente la vibra y no quiero decir que eso sea mala suerte, pero sí, es bastante raro.

***

Me pregunto si alguna vez Clover y yo llegaremos juntos (de manera dramática, sexi y romántica) a una fiesta, porque cómo lo veo ella siempre llega primero y yo soy el pobre bastardo que comienza a buscarla. Sí, esto está sucediendo. Sin embargo, no es malo, mientras la busco saludo a muchas personas e incluso hago conversaciones breves con varios de ellos, alzando la mano en saludo cuando visualizo a Jagger y sacudiendo la cabeza en diversión cuando recuerdo que había dicho que celebraría en el Campus, pero aquí está, en la misma fiesta que yo.

De hecho decido acercarme a él que se encuentra con sus brazos alrededor de Lindsay. Son una pareja adorable y atractiva, no es que me relacione mucho con Lindsay más allá de lo cordial porque por lo general me reúno simplemente con Jagger o con la compañía de James.

—Hola a la ardiente pareja —Saludo con una sonrisa—. ¿Qué pasó con la fiesta en la fraternidad?

—Cambios de planes —responde Jagger dándome una sonrisa—, pero qué raro es verte aquí y no corriendo hacia tu trébol.

—Oh, sabía que tú sabrías decirme en dónde está.

—Cercana a la piscina, se está divirtiendo.

—Apuesto que sí —Le guiño un ojo y luego vuelvo mi atención a la silenciosa Lindsay— ¿Qué tal te fue en tu primer año de leyes, Lindsay?

—Bastante bien —responde—, sobreviví.

—Emocionante —digo con exagerado entusiasmo y eso la hace sonreír.

»Me iré a buscar a mi trébol, los veo después y si no lo hago, diviértanse cómo la pareja ardiente que son.

No espero respuesta, en lugar de ello bailo atravesando la pista de baile, comenzando a transpirar con el vapor que emana de los cuerpos y casi manoseado por la alta tensión sexual vibrando, pero milagrosamente consigo salir por el costado de la enorme casa de tres plantas en donde se hace la fiesta, visualizando a lo lejos las luce de colores que desprende la enorme piscina.

Es una casa bastante extravagante y te hace cuestionarte quién gastaría tanto dinero al alquilarla para una fiesta, pero de alguna manera es una inversión teniendo en cuenta que cobraron doce libras la entrada y hasta el momento creo que hay más que unas ochenta personas.

—¡Callum! —grita un chico y casi me voy corriendo cuando identifico que me enrollé con él y que de hecho al final fue todo muy incómodo cuando se robó mi camisa y me etiquetó en una foto de gatitos enamorados abrazados.

En serio las personas a veces pueden ponerse muy raras.

Le doy un saludo breve y me muevo rápido para que no lo tome cómo una invitación de acercarse, pero no es el único saludándome cuando he tenido una vida tan social desde que puse un pie en la universidad, pero ¡Wow! Me sorprende un poco encontrar que me enrollé con varias personas de estas fiestas y que de hecho parezco inolvidable en tanto me saludan.

—Mira lo que tengo aquí —dice Stephan saliendo de la nada y comenzando a caminar a mi lado.

Un rápido vistazo a sus manos me muestra una bolsa con unos cuantos gramos de hierba que me enseña de manera triunfal.

—¿Y a ti quién te regaló hierba? —pregunto, localizando finalmente a Clover con la mirada.

Vestido negro súper ajustado y corto con tenis blancos, cabello suelto abundante y pese a que estamos a una distancia considerable apuesto a que trae uno de esos maquillajes dignos de vídeos de internet.

—Hice un trueque.

—¿Sexo por drogas? —Me burlo.

—No, no me prostituyo. Tengo sexo por placer.

Me encojo de hombros y finalmente llego hasta Clover que se encuentra con Oscar, Kevin y Maida. Al estar de espaldas, no se da cuenta de mi presencia hasta que mis manos se posan sobre sus caderas tirando de su espalda contra mi pecho. Dejo un beso en su oreja y se estremece.

—Siento las tiras de unas bragas muy pequeñas —susurro y casi pierdo la respiración cuando ladea el rostro para responderme.

Ojos muy delineados con negro, tanto que hace que sus ojos se vean más rasgados y las pupilas de alguna manera más grandes junto a labios en un color "nude" o así creo que lo llama mi hermana Arlene.

Engancho un dedo, por encima de la tela del vestido, a la delgada tira de su ropa interior a la altura de su cintura cuando bajo el rostro para que pueda hablarme al oído.

—Atrás la tira es tan delgada que parece una T —susurra y exhalo con lentitud—, puedes comprobarlo.

Y cómo siempre estoy abierto a invitaciones así de agradables, una de mis manos se traslada a la mejilla de su culo sintiéndola desnuda y luego subiendo hasta sentir unas endebles tiras en un tanga atrevido. ¿Se lo voy a quitar en cualquier momento? Pero por supuesto, preferiblemente con los dientes.

Sus dientes tiran de mi labio inferior y luego lo lame antes de atraparlo entre sus labios e iniciar un beso lento que incluye mucha lengua y en donde mantengo una mano en su cintura y otra descaradamente extendida justo en medio de la hendidura de su culo, encantador y cursi en mi máxima expresión. Despegando la mano de ese culo que tanto me fascina la movilizo al frente para deslizarme entre sus pechos y terminar rodeándole el cuello con mis dedos y tal cómo lo esperaba, hay un cambio sutil en su cuerpo, se vuelve más dócil y su beso más hambriento.

—No sé si esto es incómodo o caliente —dice la voz de Maida.

Sonrío contra los labios de Clover y luego deslizo mis labios dejando un beso en una de sus sienes, le doy otro apretón a su garganta y la libero, quedándome detrás de ella y aceptando que me da lo que resta de su trago.

—¿De qué me he perdido? —pregunto.

—Un par de vomitadas, un par de tipos viniendo a coquetear con Maida, otros con Clover, unos cuantos con ambas —dice Oscar con tranquilidad—. Una propuesta de trío para Kevin y para mí. El rechazo de comprar éxtasis, un ofrecimiento amigable de coca y la reproducción de buenas canciones.

—Muy buenas canciones —asegura Kevin que se encuentra encendiendo un cigarrillo y sonriéndome—. Lo bueno es que la noche es joven y mucho no te has perdido.

—En resumen, típica fiesta —Concluye Clover recargando su espalda de mi torso.

—¿Qué tienes ahí? —pregunta Maida a Stephan y él se acerca para susurrarle algo en respuesta.

Los veo atento cuando se ríen y ella asiente. Dando un rápido vistazo al grupo de amigos me pregunto si tienen alguna idea de que Stephan y Edna andan follando con desenfreno, es que hasta me creo que ella no se lo haya dicho a Clover aun.

—Hazme uno —pido a Stephan, asintiendo hacia la bolsamientras desplazo la mirada por el lugar.

Ver la enorme y bonita piscina me trae recuerdos de aquella fiesta en dónde le di un buen baño a Bryce, el pobre lo necesitaba, pero a diferencia de aquella noche de Terminator Malvado, hoy soy un tipo tranquilo, fumón, pero tranquilo. De hecho podría usar la piscina cómo una línea de amenaza si alguien no me agrada, ejemplo: te metiste conmigo, ven, necesitas un baño en la piscina versión terminator malvado.

Rio ante mis pensamientos lo que tiene a todos volteando a verme, pero lo desestimo con una mano y me sorprendo gratamente ante la discreción de Stephan cuando mete algo en el bolsillo delantero de mi pantalón y cuando lo veo me guiña un ojo.

—Ven conmigo —Le pido a Clover, extendiéndole la mano y me encanta la manera en la que no lo duda.

Atravesamos de nuevo toda la fiesta y luego la hago caminar una cuadra abajo para llegar hasta mi auto. Su única reacción es enarcar una ceja cuando abro la puerta trasera del auto para ella y luego subo cerrando la puerta detrás de mí.

—¿Recuerdas la fiesta del amor? —pregunto, inclinándome entre los asientos hacia adelante para sacar de la guantera mi encendedor.

—Por supuesto, salí corriendo.

—Cierto —Rio por lo bajo antes de volver al asiento y sacarme el porro que Stephan dejó en mi bolsillo—, pero antes inhalamos el mismo humo y eso fue tan ardiente. ¿Quieres hacerlo de nuevo?

Se muerde el labio inferior para no sonreír y asiente antes de susurrar un "sí" que suena bastante sexy.

Me llevo el porro entre los labios y lo enciendo dándole una leve calada para en tanto con los dedos le hago señas de que se acerque, tomando una calada más grande y ladeando el rostro para que el humo se cuele entre sus labios.

—Hagámoslo mejor que la última vez —susurro, dejando la palma de mi mano sobre su muslo.

—Me gusta esa idea —responde, arrodillándose en el asiento a mi lado y abriendo las piernas, dándome espacio para deslizar mi mano con lentitud mientras ella toma una calada y luego la expulsa en mi boca.

Hay varios factores que hace este encuentro muy diferente al de hace unos meses. Para empezar son nuestras posiciones, mientras yo estoy con las piernas extendidas frente a mí y la espalda apoyada al asiento, ella está de rodillas a mi lado; ya no solo inhalamos y compartimos el humo, también nos besamos lo que lo hace más ardiente y mientras consumimos lentamente el porro, mi mano sube hasta llegar entre sus piernas por debajo del vestido y haciendo círculos por encima de sus bragas. Se humedece y gime contra mis labios, inhalando el humo que exhalo en su boca y moviéndose contra mis dedos que ahora se cuelan debajo de su ropa interior.

En tanto los minutos transcurren y consumimos la hierba, que tendré que admitir es de muy buena calidad, le meto dos dedos y ella sube y baja sobre ellos, usando mi mano cómo quiere mientras nos besamos y compartimos la respiración. Para cuando el porro se termina, trae los ojos ligeramente caídos, los labios hinchados y la respiración agitada.

—Tengo hambre, Clover, hambre de ti —Le digo moviendo mis dedos dentro de ella—. ¿Qué tal si me montas aquí y ahora?

No tengo que decirlo dos veces, ella me desabotona con una sonrisa el pantalón, me baja la cremallera y luego está a horcajadas sobre mí, tomando el condón que le extiendo y que tenía muy bien guardado en el bolsillo trasero (he aprendido que con Clover los condones nunca están demás). Me toca haciéndome cerrar los ojos al tiempo que me mordisquea la barbilla, luego me cubre con el látex y lo próximo que sé es me guía dentro de su cuerpo haciéndonos gemir.

Pienso que debido al leve atontamiento de la hierba todo podría ser lento, pero al parecer la estuve torturando porque se muele contra mí antes de comenzar a rebotar.

—Sí, toma lo que quieras y cómo lo quieras, mi trébol.

—Tócame —Me pide y por supuesto que lo hago.

Reúno su cabello en una mano tirando de su cabeza hacia atrás para poder mordisquearle el cuello y mi otra mano se desliza hacia su boca para que me chupe dos dedos, dejándolos lo suficiente lubricados cuando lo arrastro por su espalda y luego entre las mejillas de su culo. Como siempre, se tensa ante el primer rodeo de mis dedos, pero luego disminuye la velocidad de sus movimientos, haciendo pequeños círculos a la espera de que haga más. Muerdo con fuerza su cuello cuando mi primer dedo se presiona en lo que de manera divertida llamamos su puerta trasera y ¡Carajo! La manera en la que aprieta, gime y empuja hacia atrás para que le dé más, me enamora. Estoy seguro de que en cualquier momento se cansará y dejará caer la frase: "ya basta, solo métemela por el culo."

Y yo diré: por supuesto, querida.

La follo con un dedo lentamente mientras ella me folla la polla, somos un buen equipo y cuando el segundo dedo consigue atravesarla, le tiro con fuerza el cabello antes de liberárselo y envolverle los dedos alrededor de la garganta.

—Más fuerte —Me pide.

—Lo preciosa que estás con mis dedos en tu culo y mi polla dentro de ti. Acercarte y déjame ponerte la lengua también en la boca.

Aturdida se le dilatan las pupilas y hace falta que le apriete la garganta para que venga por un beso descoordinado, con demasiada lengua, pero excitante que combina con la manera en la que sus caderas se mueven de nuevo con rapidez y mis dedos se doblan dentro de su cuerpo. Hay un desesperado canto de "sí, sí, joder" contra mi boca mientras yo aprieto los dientes y lucho contra el orgasmo al sentir cómo me aprieta los dedos y el miembro al correrse. Me dejo ir, me corro con fuerza y considero que le daré una buena reseña a los fabricantes de este condón que consigue retener toda mi maldita esperma.

Nos reímos cuando sale de mí y me quita el condón anudándolo, seguramente es el efecto droga, pero nos parece medio divertido mientras se arregla el tanga y yo me abrocho el pantalón.

—¿Cómo es que tu maquillaje sigue intacto? —pregunto, arrojando el condón a la bolsa de basura que mantengo en el auto.

—Fijador —responde tocándose el cuello—. Me arde.

—Sí, es que tienes una gran mordida y chupetón —Le hago saber—, la pasión se me fue de las manos.

»Ahora mi auto huele a marihuana y sexo, parecemos todos unos rockstars —digo y veo por las ventanas que tienen los vidrios oscuros, pero no tan oscuros.

Seguramente las pocas personas cercanas nos percibieron de manera borrosa, pero cómo no hubo desnudos no hay gran daño, era obvio que estábamos follando por la manera en la que seguro se movió el auto y por cómo Clover se movía sobre mí, pero me parece evidente que no nacerá un vídeo sexual y que lo que pudimos ocasionar fue excitarlos con la insinuación de lo que hacíamos, se deben de sentir agradecidos.

Bajo del auto y Clover me sigue dejando la puerta abierta para que ventile el olor con el que lo impregnamos, en tanto hacemos tiempo conversando en voz baja.

A mí me encanta la manera en la que podemos fumarnos, follar y luego tener una conversación divertida cómo dos viejos amigos. Nunca termino de entender esta química entre nosotros, es adictiva.

—¿Edna no viene? —pregunto con la apertura perfecta cuando la menciona.

—No, fue a una fiesta en el Campus.

—Uhm... Ya veo ¿Y ella no te cuenta sobre sus amoríos?

—Me cuenta con muchos detalles.

—Ya veo —repito.

—¿Por qué la pregunta?

—Curiosidad —respondo, peinándole con los dedos el abundante cabello—. No sé qué tiene tu cabello que me fascina tanto.

—¿Ahora te pondrás romántico?

—Podría —Le sonrío, atrayéndola para recargar su cuerpo del auto y encerrarla contra el mío.

—¿Me crees si te digo que te voy a extrañar? —susurra.

—Te creo porque me siento exactamente igual.

Nos besamos y conversamos por un buen tiempo, al final creo que ni siquiera estamos disfrutando de la fiesta por perdernos en nosotros mismos. Supongo que a veces ese tipo de cosas pasa, que te diviertes fuera de la fiesta con la persona correcta. Nuestro viaje de hierba también nos hace hablar de tonterías sobre qué Kardashian consideramos más importante y cómo Simon Cowell nos da mala espina; también hablamos de cosas súper profundas cómo la creación del mundo y la evolución del hombre, terminando en una explicativa suposición de un caso de asesinato que buscamos en internet y del que hacemos deducciones del asesino antes de llegar al final del episodio y chocar las palmas al ver que teníamos razón.

Supongo que pasan un par de horas y luego el hambre comienza a aparecer por lo que propongo asaltar la cocina o ver si mágicamente alguien pensó en alimentar a los invitados ¡Qué pagamos doce libras! Con la esperanza de que mi auto no huela más a sexo, pero sin duda aun oliendo a marihuana, cierro la puerta, activo la alarma y tomados de la mano volvemos a adentrarnos a la fiesta que parece en pleno apogeo. Hay demasiadas personas adentro, cómo si todas repentinamente hubiesen decidido entrar.

Sin soltar la mano de Clover intento guiarnos hacia la salida lateral para llegar a la piscina, tropezando con muchas personas, pero casi perdiendo el equilibro cuando tropiezo con un tipo vestido de negro que baja de inmediato la cabeza y se aleja, pero algo rueda en el suelo y cuando bajo la vista es eso... ¿Una jeringa? Unos pies la patean lejos y la pierdo de vista mientras vuelvo a avanzar.

Cuando conseguimos llegar al destino, encuentro que en la grama se encuentran acostados, cabeza con cabeza y viéndose fijamente mientras ríen, Maida y Stephan que obviamente se encuentran en un viaje de hierba. Hay un par de borrachos en un rincón e incluso alguien está vomitando.

—Hay mucha gente adentro —Se queja Clover—. Vamos a quedarnos aquí.

Asiento en acuerdo limpiándome con el borde de la camisa el sudor del rostro y liberándole la mano durante unos instantes.

—Callum... —dice Clover tirando de mi mano—. Alguien está flotando en la piscina.

—Alguien está... ¿Qué? —digo viendo al frente y en efecto parece que alguien flota en la piscina.

No creo que sea una broma.

Me saco los zapatos mientras corro y ni siquiera lo pienso demasiado cuando me arrojo al agua que me quema la piel ante el impacto y nado hacia el cuerpo flotante en medio de ella. Consigo alcanzar el cuerpo, descubriendo por su vestimenta que al parecer es una mujer y bloqueado por la simple idea de querer sacarla del agua mientras le grito a Clover que consiga llame a emergencias, no me enfoco en identificarla.

Un par de personas aparecen y no registro que me ayudan a sacar el cuerpo de la piscina y a salir a mí mismo. Entonces, cuando despejo el cabello del rostro pálido con labios alarmantemente azules, golpeado y magullado, descubro que es Lindsay.

Lindsay con la ropa desgarrada y una respiración tan lenta que parece inexistente.

¡Mierda, mierda, mierda!¿Qué acaba de suceder?

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