4. El trébol del irlandés
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El trébol del irlandés.
Clover.
—Pensé que Maida no conseguiría encontrarte —dice Oscar haciendo que quite mi mirada de Callum.
—No sabía que tenían una fiesta afuera de la fiesta —comento.
—No lo planeamos, pero el ambiente aquí está mejor y podemos escucharnos hablar.
—Pero adentro hay bebida —Señalo y no es que sea una gran bebedora, pero simplemente quiero replicar.
—Aquí también —dice Maida apareciendo con dos vasos llenos de un licor color ámbar—. Toma.
—No beberé algo que no vi que sirvieron ¿Qué pasa si tiene droga?
—Pero te lo he servido yo —dice desconcertada.
—Ya, pero es que cualquiera de los presentes pudo echarle algo ¡Que beba uno de ellos primero! —pido—. Uno que no sea ni Oscar ni Kevin.
Mi petición no es recibida con agrado para quienes me escuchan y otros me ignoran. No creo que sea una exagerada, Valentina – mi madrasta – me ha dicho millones de veces sobre cómo debo cuidar de mi bebida desde que fui a mi primera fiesta.
Saliendo del auto, Callum capta mi atención. Él da la última calada a su cigarrillo y luego se estira cómo un gran gato perezoso, sigo con la mirada el cómo se pasa las manos por el cabello rojizo antes de que camine hacia Maida y tome uno de los vasos para luego dar un gran trago. Al bajar el vaso se lame los labios y luego me lo extiende.
—Ahora o caemos ambos o sobrevivimos al trago —Hace una pausa—. Si caemos será mejor que corra el causante, porque odio demasiado a los pervertidos aprovechados.
—Yo hice el trago con una botella de ron cerrada y una lata de Coca-Cola —dice Maida ofendida—. ¡No le echado ninguna droga! No era necesario que le babosearas la bebida.
— ¿Quieres una nueva bebida, Clover? —Me pregunta.
—No, esa está bien. No creo que tenga mucha baba —digo extendiendo mi mano para tomar el vaso.
—Sí, supongo que es cómo besarnos indirectamente —establece rozando mis dedos antes de liberar el vaso en mi mano.
Retengo la respiración de manera breve y luego con lentitud la dejo ir. Eso realmente pasó.
—Un beso breve —respondo—, porque uno largo y de lengua ameritaría más que un trago —Me aplaudo mentalmente, él sonríe.
—En eso tal vez tengas razón, Clover.
—Dime algo que no sepa —presumo alzando la barbilla y su sonrisa crece.
—Algo que no sepas —finge pensarlo—. Dame un par de horas y te doy respuesta.
— ¡Callum! —Lo llama una pelirroja sexy vestida de cuero que hasta a mí me hace desearla—. Ven aquí, te necesito.
—Algo que no sepas —repite Callum haciéndome saber que no lo olvida—... Volveré con ello.
—Bien —digo a su espalda cuando comienza a alejarse porque siempre quiero tener la última palabra, un molesto defecto que ni siquiera me molesto en corregir.
Cuando Callum está una distancia significativa, respiro hondo y me llevo una mano al pecho, luego me recargo de la espalda de Oscar, quien tiene intenciones de moverse para liberarse de mí, pero lo abrazo para que no pueda hacerlo.
— ¿Qué fue todo eso? —pregunto contra su espalda.
—Un coqueteo —responde Kevin con una sonrisa—. Hoy finalmente intercambiaron más que palabras cordiales y casuales, escríbelo en tu diario.
—Y se besaron por medio de una bebida —Agrega Maida moviéndose de un pie a otro—. Bueno, aun no porque no has bebido.
Sin pensarlo doy un largo trago para hacer un punto y ella ríe. Por la manera inquieta en la que mueve un pie y el otro pensarías que quiere ir al baño o tiene algo urgente que decir, pero solo es ella en una fiesta llena de demasiada energía.
Recargando mi mejilla de la espalda de Oscar, volteo a ver a Callum, está sonriendo a lo que la pelirroja le dice. Ella tiene la mano sobre el pecho de él y sus labios gruesos se mueven con entusiasmo al hablar. Dos pelirrojos juntos, se ven bien.
Tal parece que Callum no leyó mi nota, tal vez sí las bota porque de haberla leído él lo hubiese comentado o eso supongo. No estoy en peligro, mi susto fue por nada, estoy a salvo. Me relajo y doy otro sorbo a mi bebida.
Repentinamente el rostro de Callum gira y desplaza con lentitud la mirada hasta llevarla a mí, sus ojos verdes se encuentran con los míos cafés y esboza una sonrisa que no le conocía: una pequeña, secreta y misteriosa que me hace apretar mi vaso con fuerza.
—Siempre he pensado que es el destino —escucho a Maida hablar, pero no rompo la conexión visual con Callum— que ella se llame Clover y él sea irlandés.
—O tal vez ella solo quería hacerse la graciosilla y fue y puso sus ojos en un irlandés para que coincidiera con su nombre —escucho ahora Oscar y casi quiero rodar los ojos.
—O tal vez no se llama Clover y solo lo inventó para que coincidiera con él —finaliza Kevin.
Rompo la conexión con Callum, me aparto de Oscar y enfrento a mis tres amigos con el ceño fruncido.
— ¡Por supuesto que me llamo Clover!
—Lo que digas —Le resta importancia Oscar antes de dirigirse a Kevin—. ¿Me acompañas?
—Siempre —Es su respuesta deslizándose por el capó hasta estar de pie al lado de Oscar y tomar su mano— ¿A dónde me llevas?
—A dónde más te gusta —Le responde Oscar con una sonrisa ladeada.
Maida y yo solo los vemos caminar muy adentro de los árboles, escucho a mi amiga murmurar un "van a follar o se la va a chupar" y no la contradigo porque cuando vamos a una fiesta con esos dos, ese es un escenario real.
— ¡Oh! Mira, mira, Johnny vino —Suena emocionada—. Iré a hablar con él ¿Cómo me veo?
—Preciosa cómo siempre —Con la mano que no sostengo la bebida, la tomo de un hombro—. Maida ere hermosa, genial y divertida, no tienes que subestimarte.
—Lo sé, por eso siempre me desenamoró, porque nunca me conformaré con menos de lo que merezco —Me guiña un ojo y le sonrío dejándola ir con Johnny.
Él le sonríe cuando ella llega hasta él y me pregunto si habrá alguna posibilidad de que algo real pase ahí, ojalá porque estoy agotada de ver a Maida ilusionarse con todos y estoy muy molesta de que algunos al final solo terminen usándola aunque hay que admitir que ella se pone en esas situaciones cuando se lanza al vacío, siempre me preocupo por ella y su enamoradizo corazón y la forma en la que lo entrega.
Siento mi teléfono vibrar en mi pequeño bolso diagonal y lo saco leyendo un mensaje de Edna diciendo que irá a pasar el rato a la fraternidad a la que pertenece James, una manera de decir que irá a tener sexo. Le hago saber que estaré bien, que se divierta y que no olvidé la protección. Guardando de nuevo el teléfono me planteo si debo intentar sentarme en el capó pese a tener este vestido ajustado, pero es que estoy cansadísima de estar de pie, no me siento desde antes de llegar a esta fiesta.
Decidiendo que vale la pena intentarlo, me tomo lo que resta de mi trago y dejo el vaso vacío sobre el lugar en dónde pretendo sentarme, doy una mirada alrededor del grupo y nadie parece estarme dando atención. Por favor, que no se me vea mi candente ropa interior.
Aplanando las manos sobre la superficie para apoyarme, trato de tomar impulso y presiono una rodilla, pero le vestido sube una pulgada y me entra el pánico por lo que retrocedo. Veo de nuevo alrededor, nadie me mira. Aquí vamos de nuevo.
Esta vez llego un poco más lejos, pero necesito impulso porque si lo hago por mí misma es muy seguro que termine con el culo al aire y ahí sí que todos mirarían. Mascullo un par de maldiciones y estoy por rendirme una vez más cuando una voz detrás de mí habla:
— ¿Pueden mis manos tocarte para ayudarte?
Trago, no hay manera en la que no reconozca la voz de Callum, ese acento irlandés es todo lo que necesito escuchar para volverme un caos en mi interior.
Recordando mi precaria posición y que se me cansa el cuerpo con la postura, pero también queriendo experimentar lo que se siente su toque en algo más que un roce de manos, termino por asentir, pero imaginando que tal vez no puede verme, susurro un "sí".
—Muy bien, aquí vamos, Clover.
Espero a la expectativa y cuando creo que solo está bromeando, siento sus manos debajo de mi trasero, en ese tramo de piel que une el muslo con la curvatura del culo, trago, lo siento en todas partes y mi mente se desvía a terrenos inmorales.
— ¿Clover? Creo que este es el momento en el que subes.
Creo que este es el momento en el que me doy cuenta de que su toque está haciendo cosas locas con los largos meses de sequía en los que he estado. Una situación de lo más sencilla la termino convirtiendo en algo grande porque un simple toque me enloqueció.
¿Y qué es lo que hago? Hacer que lo que podría ser sencillo, se vuelva complicado.
No subo, retrocedo para bajar haciendo que Callum se tambalee hacia atrás, que uno de mis pies lo pise y que mi espalda se presione contra su pecho de una manera brusca en la que mi codo se clava en su costado, creo que lo escucho exhalar un "joder" y rápidamente me alejo.
—Lo siento, lo siento. Solo pensé que no era tan buena idea...Es decir, todo lo que quiero es sentarme. Lo siento, Callum —balbuceo.
Me ve con fijeza, cuando giro, durante largos segundos con esos hipnóticos ojos verdes y noto de manera tardía, pero segura, que una de sus manos está en mi cadera. Lentamente una sonrisa se expande en su rostro y un mechón rojizo le cae sobre la frente cuando inclina el rostro hacia mí para decir sus próximas palabras:
—Todo lo que quieres es sentarte —repite mis palabras cómo si las saboreara— ¿No importa dónde lo hagas?
— ¿El qué?
—Sentarte —despliega una lenta sonrisa.
Sus palabras son tan insinuantes y candentes que hacen que una chica cómo yo, que bromea con sus amigos sobre sexo e insinuaciones, se encuentre acalorada y con un rubor que gracias a mi piel acanelada y la poca luz, no se debe de notar demasiado.
Gracias al cielo rápidamente vuelvo en mí mientras me recuerdo que no soy una colegiala enamorada y que más allá de mis notas para Callum, no estoy perdidamente enamorada de él ni me volveré una idiota por su presencia, así que sonrío y le sostengo la mirada cuando respondo:
—Quiero sentarme, no importa el lugar.
—Palabras peligrosas, Clover —Ríe de forma baja—. Tengo un lugar perfecto en dónde puedes dejar caer tu culo.
— ¿Qué lugar sería ese?
Hay unos segundos de silencio que si bien son cortos se sienten infinitos y cuando él se muerde el labio inferior para después sacudir la cabeza, dejo ir una lenta respiración que ni siquiera sabía que estaba conteniendo.
—Mi auto —responde haciendo ademan de su posesión justo frente a nosotros, pero debido a la sonrisa que lo acompaña intuyo que sabe que durante pocos minutos estuvimos jugando a las insinuaciones.
—No se diga más, dejaré caer el culo en tu auto.
Rodeo el auto y sin esperar algún tipo de autorización o caballerosidad, subo al puesto de piloto cerrando la puerta detrás de mí y hay este breve momento en donde me digo: "¡Oh, mi jodido cielo! Estoy en el auto de Callum." Una cosa es intercambiar breves conversaciones, miradas y sonrisas, saludos ocasionales, encuentros inesperados, pero esta noche me parece que la vibra es diferente.
Mientras escucho la puerta de copiloto cerrarse cuando él sube, no puedo evitar pensar que durante poco más de tres años he estado escribiendo notas para Callum con una sensación de atracción y una emoción platónica, no esperaba que saliéramos o nos enrolláramos, tampoco soñaba con que nos enamoraríamos ni mucho menos con ser una pareja, pero he de admitir que todo esto me tiene con una emoción en la boca del estómago más grande de lo que esperaba.
¿Podría ser que de hecho si deseaba muchas cosas y me entrené para pensar que no? Tal vez me negaba a alimentar fantasías absurdas o en un movimiento muy típico de mí me cerré a cualquier posibilidad por algún miedo oculto de un posible rechazo, dolor o desilusión. Siempre me estoy saboteando la vida y lamentablemente no sé por qué. Mi madrastra Valentina tiende a decir que debido a la muerte de mi madre, al darme a luz, a una edad muy joven me condiciona a creer que no puedo tener más allá de la felicidad o logros que ella obtuvo, eso me parece que suena bastante jodido y debido a que ella no es una psicóloga o terapeuta, me gusta creer que está equivocada, amo a Valentina, pero nadie quiere tener un diagnostico cómo ese.
—Cuánto silencio —Comenta Callum.
Me remuevo buscando mi comodidad mientras lo veo abrir la guantera del auto y sacar lo que reconozco cómo "materiales" para armarse un porro. No debería fascinarme la manera en la que sus dedos largos y pálidos trabajan casi de manera automática sobre ello, es metódico e hipnotizante y cuando alzo la vista me doy cuenta de que ni siquiera mira mientras lo arma, su vista está enfocada en mí con una sutil sonrisa y cuando está listo tantea en busca de un encendedor en el bolsillo de su pantalón ajustado que no tarda en encontrar.
Sigo el movimiento de sus labios cuando inhala una calada, reteniéndolo unos pocos segundos antes de dejarlo ir lentamente, de inmediato ese olor peculiar y que no me resulta desagradable impregna el auto.
— ¿Quieres?
—Solo lo he fumado cuando estoy muy estresada y necesito dormir, tiene un efecto adormecedor en mí y en este momento no me apetece dormirme.
—Ah, eres de las dormilonas.
— ¿De qué tipo eres tú?
—La verdad es que más allá de una leve sensación de tranquilidad, no me hace nada. Supongo que soy un fumador social, pocas veces me la fumo y no sufro grandes efectos. Aunque...
— ¿Aunque?
—Tal vez necesitamos otro tipo de incentivo para encontrarlo más interesante y menos dormilón —Su vista se queda clavada en el porro entre sus dedos— ¿Has inhalado de otra persona?
—Un exnovio —respondo sin tardar demasiado y sonríe sin verme.
— ¡Vaya, Clover! Te las traes, así que haces cosas muy pícaras.
—No sé qué idea te haces de mí, pero creo que de hecho no me conoces —comento a la ligera deslizando mis manos por el volante—. Me gusta divertirme y algunas picardías.
— ¿Compartimos una calada? —Hay una chispa de travesura en su mirada cuando voltea a verme.
Esta noche no deja de sorprenderme. Vine a una fiesta coaccionada por Jagger Castleraigh insinuando que sabía mi secreto, debería estar estudiando para mi practica de mañana, se supone solo le daba una compañía temporal a Edna que debe de estar follando y en su lugar en un giro inesperado estoy en un auto que ahora huele a marihuana con el hombre que me ha resultado intrigante y que me gusta, invitándome a compartir una calada a través de nuestras bocas ¿Cómo podría yo rechazar esta oferta? Ya lo he dicho, no soy un ángel mucho menos una santa, la petición me sorprende porque es inesperada, no porque me escandalice y de hecho puedo sentir el regusto de la emoción invadiéndome. Quiero hacer esto.
—Compartamos una calada —acepto.
No sé qué esperaba, pero me sorprende cuando con una sonrisa se estira para hacer que el asiento del conductor en donde me encuentro sentada, ceda lo suficiente hasta reclinarme y hacer más espacio entre mi cuerpo y el volante. De alguna manera imaginé que nos inclinaríamos el uno hacia el otro, ni siquiera se me pasó por la cabeza ir hasta su asiento y subir sobre él, pero lo que sucede a continuación es mucho más que eso.
Él pasa sobre la palanca de cambios, viene hacia mí y con cuidado de no quemarme con la punta encendida del porro, deja sus manos sobre el respaldar de mi asiento y sus rodillas se ubican a cada lado de mis caderas, en cierta manera está a horcajadas sobre mi cuerpo sin dejar caer su peso sobre mí.
Pese al olor persistente de la marihuana, percibo el olor embriagador que desprende de lo que debe ser algún perfume caro más el toque del licor que ha estado bebiendo. No sé muy bien en dónde dejar mis manos y al final cuando las dejo sobre sus rodillas, él no comenta al respecto. Trato de relajarme, de fingir que alguna vez imaginé este escenario ardiente y emocionante con Callum.
Si bien hice lo de aceptar de la boca de mi ex la calada que hacía de un porro, no fue nada cómo esto. Fue más algo que nos pareció divertido y por lo que reímos cómo dos idiotas en una nube de hierba, esto en cambio me tiene – debo admitirlo – excitada y a la expectativa, aun no sucede y ya estoy enloqueciendo.
—Feliz San Valentín, Clover —susurra y su aliento me acaricia el rostro.
Mis ojos se encuentran con los suyos, descubriendo que así de cerca sus ojos verdes pálidos tienen de hecho pequeñas motas doradas y que de hecho tiene unas pocas pecas en la nariz solo que son muy claras. Veo cómo se pasa la lengua por el labio inferior y luego me parece casi obscena la manera en la que se lleva el porro a los labios y lo humedece al inhalar.
Me da un leve asentimiento cuando lo ha retenido durante segundos y el corazón me late de prisa cuando abro lo suficiente mis labios y lo veo acercarse, ladea la cabeza y su boca está a una nula distancia de la mía, sus ojos fijos en los míos cuando con lentitud exhala y el humo escapando de sus labios se cuela entre los míos. Mis manos se aprietan sobre sus rodillas mientras absorbo lo que me da y noto su mirada de sorpresa, pero también una sonrisa encantadora cuando el humo sale por mi nariz.
—Estás llena de sorpresas, Clover —Me extiende el porro—. Tu turno.
Retirando la mano de una de sus piernas, tomo lo que me ofrece y cuando lo llevo a mis labios siento la humedad que dejaron los suyos, me resulta erótico. Él me observa dar una calada profunda y luego sus ojos están en mis labios mientras retengo el humo en mi garganta sintiendo la familiar sensación de cosquilleo y leve piquiña – siempre lo experimento – y cuando parece que mi cuerpo lo ha retenido el tiempo suficiente para darme algún efecto, acerco mi rostro al suyo y él acorta la distancia.
Veo esos labios tentadores y con una llenura destacable abrirse para mí y cuando dejo ir el humo, lo inhala llevando en el proceso sus manos a la parte baja de mi nuca y debido a que tengo el cabello recogido en una cola alta, siento leves rasguños de sus uñas en mi cuero cabelludo que me hacen querer apretar las piernas. Estoy demasiado encendida con todo esto, estoy tan caliente que me encuentro genuinamente sorprendida por la reacción de mi cuerpo.
Veo la manera en la que su garganta trabaja cuando alza el rostro y expulsa el humo hacia el techo. No tengo palabras para este momento que se repite una y otra vez, una calada para él y una para mí, exhalamos el humo de uno al otro hasta que el porro se consume y solo queda una colilla que desecha en una botella de agua. Tengo la última calada en mi interior a instantes de ir a sus labios cuando habla:
—Te diré algo que no sepas —dice recordándome que lo pinché con eso hace un buen rato—. Creo que esta noche eres mi trébol de buena suerte.
Y luego abre sus labios tomando el humo que expulso y lo deja ir poco después por los orificios de su nariz. Me sonríe y sus pulgares acarician mi barbilla, su mirada me mantiene cautiva y luego simplemente sucede: su lengua humedece mi labio inferior y mide mi reacción que se deduce a una exhalación temblorosa. Sus labios cerrados se presionan sobre la mitad de mi labio inferior y luego se aleja unos pocos centímetros simplemente viéndome, es una tortura, una que no puedo aguantar por mucho más.
— ¿Eres el trébol de éste irlandés?
Tal vez si estuviera más concentrada en sus palabras podría notar la connotación en lo que dijo y la forma en la que lo dijo, pero estoy ida, deseosa, ansiosa, a la expectativa de algo con lo que no me permití ni siquiera soñar.
—Soy tu trébol —susurro.
Sonríe y luego sus labios se encuentran sobre los míos. Está sucediendo una fantasía que siempre traté de ignorar: Callum Byrne me está besando.
Oigaaaan, para aclarar: lógicamente no tengo intenciones de promover drogas, lo digo para que nadie se ofenda, por eso al principio hay advertencias sobre la historia. Los amo ❤
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