34. Momentos perdidos
Momentos perdidos.
Clover.
Inmovilizada bajo el cuerpo de Bryce grito con todas las fuerzas que reúno, sintiendo el ardor en mi garganta, pero sin importarme porque no quiero vivir esta pesadilla. No quiero perder mi voz, no quiero ser silencio, no esta vez. Nunca más.
Sin embargo, mi grito es interrumpido porque soy girada, siendo dejada sobre mi espalda en el frío suelo y con el repentino peso de su cuerpo sobre mí cuando se sienta a horcajadas y me retiene las manos por sobre la cabeza.
Sus ojos se encuentran con los míos y ellos se ven tan locos cómo abismales y aterradores. Es una mirada perturbadora que me habla de la clase de terrores que quiere hacerme vivir.
No me doy cuenta de que estoy hablando hasta que el sisea que me calle, entonces descubro que he estado murmurando una y otra vez: no.
—¿Quién mierda me va a decir que no puedo tenerte? Yo decido a quien me follo y no todas tienen el privilegio de tenerme —Su mirada me recorre el rostro y luego se enfoca en mis pechos antes de volver a mis ojos.
»Todo lo que deseo es mío y sé que me desean —dice con la mirada desenfocada—.Si voy a irme, te tendré, al menos una vez.
Sus pupilas están muy grandes y la manera en la que las venas se le marcan en la piel no es normal. Se ve frenético, inquieto, enloquecido y el pánico me invade porque está sobre mí, estamos solos y su fuerza es considerable, pero me digo que no puedo paralizarme porque si lo hago eso será todo para mí y no puedo caer sin luchar.
No puedo quedarme paralizada cómo otras tantas veces. Por favor muévete, Clover, por favor hazlo. Me imploro a mí misma una y otra vez mientras una de sus manos sostiene las mías por encima de mi cabeza y la otra tantea en mis costados, entre mis pechos y no registro los susurros lascivos que deja caer.
Casi vomito cuando su palma conecta con uno de mis pechos, su palma conectando y sobando mi pezón. Siento las lágrimas caer desde el costados de mis ojos antes de que sus dedos pellizquen de manera dolorosa.
Por favor muévete, Clover, por favor hazlo.
Por favor, haz algo, no lo dejes hacerte esto.
Lucha, por favor hazlo.
—Tienes que ser buena si él hizo tanto por protegerte...El irlandés ni siquiera era un problema, tú no lo eras, pero ustedes hicieron que todo se volviera divertido —Su mirada cae en sus dedos ultrajándome, en su palma masajeando mi pecho y dedos errantes tirando de la cima.
»Ustedes ni siquiera son el problema, no eres quien está poniendo en peligro mi mierda, pero ¡Diablos! Parece que me seducías adrede ¿Y ese maldito irlandés? Solo me estaba retando a robarle a su chica —Sus ojos vuelven a conectar con los míos y sonríe—. ¿Lo estás disfrutando, verdad? Apuesto a que estás muy húmeda, de una manera para la que no lo has estado con nadie más.
Veo con horror cómo saca una navaja y el filo brilla cuando la alza. Lágrimas no dejan de caer por mi rostro cuando el suyo baja y presiona la mejilla contra la mía, deslizando la navaja por mi brazo sin ocasionarme daño, pero haciéndome sentir la frialdad y el peligro del tacto.
—Ni siquiera tengo que drogarte, te gusta tanto que te quedas dócil y tranquila, hambrienta de estar a mi merced y esperando que te dé el mejor momento de tu vida ¿No es cierto?
»Por eso no peleas, no hablas, no gritas —Su aliento me enferma y las pequeñas gotas de saliva que escapan al hablar—. Lo estabas esperando, lo quieres tanto cómo yo ¿Por delante o por detrás? No importa, yo decido y capaz tenemos tiempo para ambos paseos.
Nunca pensé que serían sus palabras grotescas las que me harían despertar, pero cuando se incorpora sonriéndome de manera maniática, sosteniendo mis manos sobre mi cabeza y con claras intenciones de cortar mi ropa o incluso mi piel, reacciono.
No lo pienso demasiado, pero al mismo tiempo siento que cada clase que Oscar me dio viene a mí cómo un instinto. Impulso la cabeza hacia arriba y golpeo contra su frente aturdiéndome en el proceso y consiguiendo un fuerte dolor, pero logrando que me suelte las manos, lo que me brinda la oportunidad de empujarlo fuera de mi cuerpo.
Estoy desorientada con el dolor sordo en la cabeza, pero adolorida logro incorporarme, pero no llego muy lejos porque su mano rodea con fuerza mi tobillo y en medio de mi desesperación y terror, consigo patearle la mandíbula, sin embargo, no me libera, su agarre se mantiene con firmeza. La desesperación comienza agobiarme y hago lo primero que recuerdo: presionar el pie con fuerza entre sus piernas, en su miembro endurecido junto a las pelotas, piso con tantas fuerzas cómo puedo.
Sus gritos de dolor resuenan por el lugar solitario y finalmente su mano libera mi tobillo porque el dolor lo inmoviliza y bloquea. Grita una y otra vez de dolor, pierdo el equilibro y caigo, pero presiono una vez más mi pie entre sus piernas alargando su agonía y posiblemente haciendo algún daño incluso si es solo temporal. Una parte de mí, esa pequeña que no tiene tanto miedo cómo la gran parte de mi ser, quiere ocasionarle aún más daño.
Y estoy dispuesta a apretar lo suficiente para que su basura nunca más lastime a otra persona y podría lograrlo, pero alguien tira de mi cabello desde atrás, haciéndome experimentar el tipo de dolor en el que crees que el cuero cabelludo te está haciendo arrancado, con un dolor significativo y atroz. Grito y forcejo, mis manos buscando la manera de alejar sus manos, arañando a mi paso e intentando dar cabezazos hacia atrás.
—¿Qué pretendes, zorra? —Me dice la mujer que me atrajo a esta trampa—¿Crees que es así de fácil? Que puta tan estúpida.
Frenética llevo mi mano hacia atrás arañando a mi paso, no quiero rendirme, no puedo rendirme.
Frente a mí Bryce logra arrodillarse y vomita seguramente cómo un producto de su entre las piernas, pero aun así me da una sonrisa.
—Solo haces que te desee más, ya quiero poner mi boca entre tus piernas porque sé que estás excitada.
—Van a matarte, van a matarte —advierto a ambos en un desesperado intento de intimidarlos.
—Desnúdala para mí —Le ordena a la mujer.
Con mi codo logro golpear a la cómplice de esta horrible pesadilla en cuanto siento que quiere arrancarme la ropa y ella gruñe antes de arrojarme contra una pared y estoy tan aturdida que no sé qué hacer cuando me gira con la cara contra la pared, maltratándome la mejilla y el pómulo, sintiendo cómo un cuchillo se presiona en mi espalda baja.
—¿Bryce, qué quieres que haga? —Le pregunta con sorna, con burla.
No hay respuesta y no sé cómo, quizá es algo que nunca entenderé, tal vez es el miedo o valentía dándome adrenalina, pero consigo meter la mano en el bolsillo de mi pantalón de forma automática, ni siquiera sé qué estoy buscando. No sé de dónde viene el pensamiento o a idea, pero lo próximo que sé es que estoy girando y ella grita de dolor mientras el filo de la llave de mi residencia perfora la piel de su rostro cuando hundo la punta con fuerza y no me detengo. No registro lo que hago, solo perforo su piel desde la ceja a su boca mientras la sangre abunda por su rostro dejando ver algo de su carne y una mano ensangrentándose de inmediato intenta acunarse el rostro, retrocede y yo estoy jadeando con sangre sobre mi mano y en mis llaves.
Tengo que irme, tengo que huir.
—¡Voy a matarte! —grita la mujer con dolor, furia y veneno.
Y sé que posiblemente lo haga mientras sostiene el cuchillo en una posición defensiva que me hace consciente de que podría estar a instantes de ser apuñalada hasta la muerte. No dejo de ver la sangre volviendo siniestro el rostro que antes fue bonito, una herida que dejará una horrible cicatriz mientras mi mano tiembla.
—Déjala —ordena Bryce haciendo que detenga su avanzar hacia mí—. Déjala ir. El imbécil ha actuado.
Volteo a verlo, un teléfono se encuentra en una de sus manos mientras la otra se acuna entre las piernas en sus múltiples intentos de ponerse de pie. Estoy jadeando con la espalda contra el edificio ni siquiera sé cuándo caí de culo al suelo, ya no soy capaz de registrar completamente el dolor.
—Es el momento de irnos, pensé que habría más tiempo, que podría hacerlo —dice Bryce consiguiendo ponerse de pie—. Es una lástima que no te tuve, Clover, al menos no tu cuerpo.
Camina hacia mí con lentitud y una evidente cojera; aprieta los labios con fuerza cuando se agacha frente a mí, luce pálido por el dolor. Su índice se presiona contra mi frente y luego baja, haciéndome quejarme con terror cuando sus manos en mis rodillas me abren las piernas y su palma conecta entre ellas en un manoseo enfermizo.
Intento cerrar las piernas y patearlo, pero mi energía es mínima y mis emociones son un caos mientras su palma se mueve contra mí de una manera invasiva y asquerosa que me hace querer prenderme en fuego para no sentir su sucio toque.
—Tal vez no te tuve en cuerpo, pero siempre tendré un lugar en tu mente y con eso me es suficiente. Gané, te quebré —Sonríe de forma maniaca pellizcando entre mis piernas y luego alejando su mano—. No eres mi enemiga y tengo que decir que el irlandés tampoco. De hecho, si él no fuese sido un imbécil me habría sido útil porque hay que admitir que tiene pelotas y malicia y en mi mundo eso sirve, funciona —Ahora sus dedos se deslizan por mi cuello—. Ya jugué lo suficiente contigo.
»Me metí en tu cabeza y por mucho que desee quebrarte también en cuerpo, no quiero joder con la mafia irlandesa e iniciar una guerra por una mujer, porque no lo vales y al imbécil de mi padre no le gustaría —suspira cómo si sintiera pesar—, pero ¿Sabes qué tampoco le gustará a mi papá? Que sus planes con nuestra droga se jodieran y odio que mi padre me traté cómo un inútil y se cabreará por su culpa, por culpa del imbécil jugando al salvador y metiéndose en donde nadie lo llama. Lo haré pagar...Pobre imbécil.
»Jagger no lo sabe, pero voy a cazarlo cómo a un pobre ratón —Se ríe cómo si disfrutara de su declaración—. Haré de su vida un infierno, es mi nuevo enemigo, mi juguete. Todo será tan lentamente que solo se dará cuenta cuando yo lo quiera, cuando esté tan envuelto que no tenga salida. Lo voy a destruir.
»Lo volveré tan loco que deseará estar muerto y le cumpliré el deseo, pero solo cuando lo haya vuelto nada, cuando no quede rastros de su culo arrogante que creyó que ser un soplón sobre mis drogas y poner en peligro la operación lo convertiría en un salvador —Sacude la cabeza en negación—. Si solo me hubiese odiado en silencio, pero tuvo que decir más. Metió las narices en donde no debía ¿Interrumpir el negocio de drogas? ¿Intentar entregarme a las autoridades? Pobre mocoso, no sabe cómo funciona realmente un negocio y yo voy a enseñarle.
—No...No... —susurro con voz temblorosa—. Déjalo en paz...Déjalo.
—Fue bueno conocerte, Clover, siempre estaré aquí —golpea con fuerza su dedo mi frente— y ese es el mejor regalo y legado que me das. Viviré en ti incluso cuando no tuve mi polla o mis dedos dentro de ti.
—¿La dejaremos viva? —Grita la mujer presa de la histeria—¡Me ha desfigurado!
—Nunca fuiste guapa —dice él con desprecio—. Ahora vete, tengo que ir a dar la cara para mi salida triunfal.
»Estaré con ustedes en cuanto pueda. No le digas a nadie de Austria cómo han sucedido las cosas, manejaré esta salida de una forma "normal" cómo ellos quieren, cómo lo habían planeado cuando el maldito Lorcan lo consiguió —Le dice a la mujer cuyo rostro se encuentra repleto de sangre.
Bryce se incorpora y no deja de sonreír mientras lo hace. De pie, generando sombras sobre mi cuerpo y con un aire de superioridad que me hace sentir humillada, dice sus próximas palabras:
—Hasta nunca, Clover. Viviré en tus recuerdos, gracias por el legado. Ah y no importa si le dices a Jagger, igual jugaré.
Y solo así él se aleja y ella también lo hace.
Me quedo sola, en el suelo, ultrajada y rebajada a la experiencia más horrible de mi vida. Parpadeo mientras mi cuerpo tiembla sin creerme nada de lo que acaba de suceder. Permanezco ahí, en el suelo, temblorosa y con las llaves sangrientas apretadas entre mis dedos; con un corazón de latidos desbocados y una frialdad que poco a poco se extiende por mi cuerpo cómo un veneno.
Él es peor de lo que imaginé. Quería jugar con mi mente. Todo este tiempo se trató de ello, de mortificarnos, enloquecernos y quebrarnos.
Pero no te rompió, Clover; me dice una vocecita en mi interior.
—No te daré poder, no te daré un legado —susurro con voz temblorosa—. No viviré con tu recuerdo. No vivirás a través de mi mente.
Si conseguí que no tuviera mi cuerpo, no hay manera en la que le deje mi mente. No puedo permitirlo.
Tomo un profundo respiro y luego me arrodillo mientras la primera arcada aparece y comienzo a vomitar todo el licor de anoche junto a la bilis cuando no tengo más para dar. Mi cuerpo tiene espasmos y sudo frío mientras proceso todo lo que ha ocurrido y las arcadas no se detienen haciendo que sienta cómo si mi estómago pudiese dividirse en dos.
—Te defendiste, Clover, lo hiciste —susurro—. Se ha ido y no tendrá tu mente. Estarás bien. No le des tu mente.
Permanezco sentada con la espalda contra la pared por muchísimo tiempo, tal vez demasiado, sintiendo mis labios agrietarse, mi garganta aclamar por agua y el cuerpo acalambrado. No sé si se trata de estar en shock, pero no me muevo y tampoco revivo lo que ha sucedido, de hecho, me doy cuenta de que los recuerdos comienzan a hacerse borrosos porque comienzo a bloquearlos. Es cómo una habitación en mi mente de la que no tengo control mientras se cierra esa puerta y pronto solo soy esta persona en el suelo, con recuerdos difusos sobre cómo conseguí tener llaves ensangrentadas en mi mano y qué exactamente pasó para que terminara así.
No hay recuerdos, no hay vivencia, solo hay un enorme vacío sobre estar trotando, tener dolor y luego estar aquí, en este lugar. No...No sé qué pasó.
Tiempo después hay gritos con mi nombre y cuando intento hablar no tengo mucha fuerza, mis cuerdas vocales arden, además creo estar deshidratada y descompensada.
—¿Clover? —pregunta una voz masculina y veo borroso su sombra—. ¡Clover!
De inmediato alguien está frente a mí hablando y palmeándome la mejilla porque mis ojos débiles quieren cerrarse. Agua cubre mis labios, pero cierro los ojos suspirando cómo si finalmente pudiese descansar.
—¡La encontré! ¡Maida, di que la encontré!
»Clover ¡Clover! Abre los ojos, por favor. ¡Dios! ¿Qué carajos pasó?
—No le di mi mente —susurro con los ojos cerrados antes de suspirar y perder la consciencia.
***
Fui encontrada detrás de los edificios deshabitados de una antigua residencia. Presentaba deshidratación, estado de shock y contusiones en mi cuerpo que no pude explicar.
Intenté recordar lo sucedido, pero todo lo que tenía en mi cabeza era el trote siguiendo a una mujer y luego estar sentada en ese lugar en el que fui encontrada viendo a la nada. Me queda claro que para todos fue muy frustrante escuchar que no tenía información que aportar o detalles para compartir incluso si el doctor que me atendió dejó en claro que eso podría ser secuela de algún evento traumático y que los recuerdos podían volver en algún momento o no hacerlo nunca.
Debido a mi falta de recuerdos, fui sometida a un examen exhaustivo e invasivo con medicina legal entre mis piernas en donde se confirmó y alivió a todos saber que no presentaba ninguna evidencia de penetración forzosa o abuso sexual. Eso me trajo alivio porque estuve verdaderamente aterrada de haber sido violada.
No entiendo qué me pasó, me angustia tener recuerdos perdidos y que estos hayan sido tan fuertes cómo para bloquearlos.
Estuve desaparecida por casi siete horas y medias luego de que continuara trotando asegurándole a Edna que la vería en la cafetería; cuando mi amiga vio que no llegaba asumió que estaba con otros de nuestros amigos o me había encontrado con Callum, pero cuando Callum la llamó diciendo que no se comunicaba conmigo porque había dejado el teléfono en el apartamento y confirmaron que no estaba con ninguno de nuestros amigos, las alarmas sonaron porque él sabía que algo podría haberme sucedido, se sintió dentro de una pesadilla.
Todo empeoró cuando los rumores comenzaron a extenderse: Bryce iba a ser expulsado debido a tráfico de drogas y se rumoreaba que se presentarían cargos contra él. Nadie sabía quién lo había acusado, pero la noticia se esparcía cómo pólvora.
Con miedo me buscaron durante horas y fue Stephan junto a Maida quien me encontró, trayéndome de inmediato al hospital en donde estuve hasta el día siguiente tan desorientada y pérdida: Sin recuerdos, con incertidumbre sobre si mi cuerpo había sido forzado y con dolores que no podía entender ni explicar, y con el eco de una cortina de recuerdos que intentaba alcanzar, pero que se escapaba de mí.
No sé de dónde vinieron las contusiones y aunque sospecho que Bryce pudo ocasionarlas, nunca tendré certeza porque no sabemos durante qué hora fui atacada, lo que hace que no haya conocimiento si fue cuando él estaba con las autoridades y Concejo universitario o antes. Son horas de mi vida que no sé si algún día podré recuperar, horas que pueden contener información clave o muy traumática que no sé si algún día sabré.
Callum estuvo conmigo y fue más atento, de lo que ya era, los días que le siguieron a mi desaparición. Me mantenía al día sobre la expulsión de Bryce, quien parece haber llegado a un acuerdo monetario de alguna manera y ha salido del país según los rumores, y fue confirmado por el tío Callum, Lorcan.
Ahora Bryce se encuentra en Austria, fuera de nuestras vidas y su salida aun genera conmoción y rumores por el Campus. Nadie supo de las horas que estuve desaparecida, no hubo cámaras que lo registraran y así, poco a poco los días comenzaron a pasar.
Las primeras semanas para mí fueron ansiosas porque pensaba demasiado en esos recuerdos perdidos y me conmocionaba la salida definitiva de Bryce de nuestras vidas. Todos murmuraban sobre quién podría ser el soplón e incluso Jagger, quien se suponía todo lo sabía, especulaba sobre ello. Pero con el pasar de esas semanas, todo comenzó a asentarse, comencé a aceptar que mis recuerdos estaban perdidos y estuve agradecida de que todo quedara en moretones y no un daño más significativo.
Fui a clases y pasé tiempo con Callum y mis amigos, de alguna manera el ambiente comenzó a ser ligero. Ya no tenía que caminar con miedo o angustiarme sobre tener a Bryce respirando detrás de mí, además, Lorcan nos hizo la promesa de alertarnos si alguna vez Bryce hiciese presencia en el país. Con esa escoria fuera de nuestras vidas, hubo oportunidad de que Callum y yo comenzáramos a salir más, todo empezó a envolverse en ese aire de un principio cuando nuestro dilema era que yo aceptara que era el trébol de las notas.
Ahora teníamos pequeñas discusiones tontas que terminaban con un besuqueo o una molestia de un par de horas. Así que un mes y medio pronto pasó y ahora nos encontramos sentados al aire libre en una de esas mesas de picnic que hay en el Campus.
—No creo que sea así —Me dice Callum y ruedo los ojos.
—Es así —insisto continuando con mi guía de estudio.
—No lo sé...Hazle caso al número uno de la clase, Clover.
—Idiota —Me rio arrojándole una papa—. Deja de ser un presumido sobre ello.
—Solo estás celosa de que de nuevo soy el número uno y que así seguiré cuando terminemos el semestre.
—Deja de actuar cómo un sabelotodo y rellena tu guía de estudio cómo quieras, luego verás que yo tengo la razón cuando tu calificación sea más baja que la mía.
—¿Le preguntamos a Oscar para confirmar quién tiene la razón en esta pregunta? Después de todo, si estoy equivocado, quiero saberlo antes de comenzar a estudiar con esto sobre el examen final.
— ¡Bien! Vamos a preguntar y verás que yo gano.
—¡Apostemos! —dice con una sonrisa entusiasta—. ¿Qué quieres si ganas?
Entrecierro mis ojos hacia él, consciente de que apostar con Callum es tanto un peligro cómo un extraño juego previo.
—Si yo gano cumpliremos una de mis fantasías.
—No necesitas apostar sobre ello, con gusto lo hacemos —Me guiña un ojo—. Ahora, si esto va a ser sobre sexo, si yo gano consigo follarte en un lugar inesperado que yo elija.
—Trato —extiendo mi mano.
—Trato.
Por cómo suena, saldré bien tanto si pierda cómo si gano.
Mientras él saca su teléfono y comienza a escribirle a Oscar y también a Kevin, el mío vibra y sonrío viendo que se trata de Valentina.
—¡Hola! —digo con entusiasmo.
—Cariño, si quieres estar para el nacimiento de tu hermanito, será mejor que te pongas en marcha, las contracciones empezaron y aunque son muy leves, podría estar naciendo en horas y creo que estoy odiando esto.
—¡Finalmente! —digo recogiendo con una mano todos mis apuntes sobre la mesa—. Estaré ahí, lo prometo. Ya mismo me pongo en marcha. Te amo, puedes con esto y más.
—No tengas bebés, Clover —dice con un pequeño gemido lastimero y sonrío—. Aquí te espero.
La llamada finaliza y con emoción comienzo a recoger todo mientras Callum pregunta qué sucede.
—Necesito tu auto o no sé, mi hermanito va a nacer y tengo que estar ahí —Cierro la mochila—. Tengo que estar en Londres hoy.
—Es un viaje de cuatro horas, creo. Puedo llevarte —recoge sus propias cosas.
—Es jueves, te perderías tu clase de mañana.
—No he faltado antes y Kevin puede darme los apuntes. Vamos, mi trébol, te llevaré a conocer a tu hermanito.
Sonriendo voy hacía él y le doy un beso en la boca antes de abrazarlo.
—Gracias, gracias, estoy emocionada.
Conseguimos ser rápidos reuniendo una mochila con unas cuántas prendas de ropa, combustible para estar bien durante las primeras horas y bocadillos para el largo camino. Con emoción le escribo a todos mis amigos haciéndole saber del acontecimiento y cuando nuestro viaje por carretera comienza, Callum detiene el auto.
—¿Qué sucede? —pregunto alarmada.
—¡Duendes! Conoceré a tu papá —dice con los ojos muy abiertos.
—Oh.
—Sí "Oh".
Fin.
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