En la antigüedad...

Diez de los elfos reencarnados se encontraban en la cima de la mazmorra flotante

Los elfos entregaron a los humanos un espacio mágico que separa este mundo del otro, era el Palacio de las Sombras...

Listos para realizar la última fase de su plan

Los únicos capaces de abrirlo son los diez elfos, quienes recibieron la revelación divina de la Liga de Sefirá

La Liga de Sefirá, conformada por diez elfos elegidos: Licht, Rhya, Vetto, Fana, Drowa, Lira, Reve, Ronne, Patry y Selene.

La cima de la mazmorra resplandeció. Una aura oscura rodeo al palacio. En medio de esa noche...se abrió un portal...

Si consiguen colocar la ultima joya mágica en el pedestal...El pacto de la reencarnación de los elfos se completará

La puerta al Castillo de las Sombras estaba abierta.

Pero los Toros Negros llegaron a unirse a la batalla. Venían a interferir de nuevo...aunque serían detenidos por Reve, ella, que no usaba magia desde hace mucho, despertó para detenerlos.

— No hay duda de que el resto de humanos vendrán tarde o temprano — habló Selene antes de ingresar al portal — No debemos subestimarlos, puede que sean criaturas detestables, pero son capaces de alcanzar poderes increíbles

— Haga lo que crea que sea necesario, Lady Selene — dijo Patry — Nosotros nos adelantaremos, todo estará listo apenas venga con nosotros

Selene se puso a observar el panorama, Deve se había llevado a los Toros Negros. Drowa y Ecra luchaban contra los Toros Negros restantes y algunos otros humanos se encontraban observando sin poder unirse al combate.

Una sonrisa se formó en el rostro de la elfa. Su grimorio empezó a cambiar de página hasta detenerse en un hechizo en específico. Quería tener de regreso a todos sus amigos, a su querido hermano y toda esa gente que la vio crecer desde pequeña.

— Zona de Maná: Magia Lunar: Cuarto Menguante, Reubicación

Selene extendió su maná por todo el Reino del Trébol. Zona de maná, talvez era una clase de hechizo usada por los del Reino del Trébol, pero a ella se lo habían ensañado en su vida pasada, algo que le agradecía a Lemiel.

Los elfos se encontraban luchando contra los humanos, era fácil derrotarlos, no eran rivales para los seres que fueron bendecidos por el maná. Todos aquellos pudieron presenciar como en el cielo aparecían lunas en fase luna llena. Recordaban ese hechizo. La querida hermana menor de Licht, Lady Selene...sin dudarlo se acercaron a ellas y fueron absorbidos por el hechizo.

Los Toros Negros habían derrotado a Deve y con la espada de Asta liberaron a la elfa en su interior. Fueron sorprendidos por la repentina aparición de dos elfos que fueron derrotados con facilidad por los mayores de la Familia Vermillion. Pero eso no sería suficiente para poder abrirse paso al Castillo de las Sombras.

Los elfos absorbidos por las lunas reaparecieron frente a Selene, todos ellos felices y contentos de poder verla de nuevo después de tantos años.

— Los...reunió a todos...— dijo Fuegoleón viendo a los reencarnados

— Sabía que esa mocosa causaría problemas — habló ahora Mereoleona, pero la sonrisa no desapareció de su rostro — Será un placer castigarla — ella chocó sus puños entre sí, una buena batalla siempre la entusiasmaba

Los elfos que acaban de aparecer se posicionaron frente a la princesa esperando ordenes.

— Son más débiles que nosotros pero han demostrado tener algo de habilidad...si intentan pasar, mátenlos — dio la orden sin titubear — Puedo sentirlo...dentro de poco los demás humanos llegarán, ese chico de la magia de viento tiene manía de líder

— ¡A sus órdenes Lady Selene! — respondieron al unísono

Y como dijo, a los pocos segundos, siendo trasladados por la magia de uno solo, aparecieron los caballeros mágicos. Yuno, miembro de Amanecer Dorado, había logrado reunirlos.

En la espalda del dragón, frente a todos los caballeros mágicos poseídos, la pudo ver.

— Shamyra — susurró viendo a la chica

Yuno recordó como la había perdido...la magia espacial si que era molesta cuando la usaban tus enemigos.

Uno de los elfos que habitaba en el cuerpo de un niño se acercó a Selene. Un pequeño de cabello negro, y un ojo de color rojo y el otro de negro.

— Ese humano es hábil, logró reunir a todos los demás humanos que estaban dispersos

— No le des tantos méritos, aunque vengan cientos de ellos no son rivales para nosotros. Se los encargo

— Iré contigo — dijo el elfo con heterocromía

— Si sabes que justo ahora estas en el cuerpo de un niño ¿Verdad?

— Y los dos sabemos que por dentro soy aún mayor que tú

— Has lo que desees Raphael — fue lo último que dijo para adentrarse en el portal siendo seguida por el elfo que poseía el cuerpo del pequeño Rapha

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— ¿Cómo llegaste aquí? — preguntó Yuno esquivando uno de los ataques de los elfos

— Fue gracias a Sir William — respondió Erika usando su magia espacial para desviar un ataque — En medio de la pelea llegó un mago de Amanecer Dorado con un mensaje del capitán, dijo que Shamyra me necesitaba...no podía quedarme en casa mientras que mi amiga esta en problemas

— Ustedes vayan — dijo Magma lanzando un ataque — Nosotros nos encargaremos de la situación aquí

Yuno y Erika ingresaron gracias al collar del chico que abrió un portal temporal. Pensaron que al ingresar estarían juntos pero Erika se encontraba sola, un poco asustada pues eran pocas las veces que ella se metía en peleas, las pocas ocasiones que lo hizo fue en el territorio de su familia y solo para detener a uno o dos ladrones. Erika siguió por el pasillo, sentía el maná de otros elfos y caballeros luchando.

— ¿Shamy? — la llamó al ver a una chica de cabello blanco sentada de espaldas en el lomo de un dragón . Selene se giró a mirarle con lentitud, Erika pudo apreciar los fríos ojos verdes de la chica — No... tú no eres mi amiga — se preparó para dar pelea, dejó fluir su maná y lo centró al rededor de su cuerpo

— Parece que Rhya tenía razón, alguien podría venir por este camino e interrumpir el hechizo. Dime, ¿Cómo quieres morir niña?

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La pelea era bastante sencilla para Selene, esa chiquilla humana no era la suficientemente fuerte como para atacarle aunque si tenía una buena defensa. Cubría su cuerpo con su magia espacial y los ataques de Selene eran devueltos a ella por su espalda.

Pero a pesar de eso Erika ya tenía varias heridas en el cuerpo. Algunas de gravedad media que necesitarían ser tratadas

— ¿Por qué insistes en seguir de pie? — Selene reunió una esfera de poder mágico en una de sus manos — Tu dolor y sufrimiento acabarían si te dejaras matar de una vez

— Jamás...— su respiración era entrecortada y jadeante — No dejaré...que me mates...No moriré a manos de mi amiga

— Si sabes que ella no esta presente ¿Verdad? Y si realmente quisieras salvarle en estos momentos estarías impidiendo que mis compañeros coloquen la última joya en el pedestal y el alma de esta niña desaparezca para siempre

— Se que no pueden hacer el hechizo — Selene la miró confundida — No sin ti, sin tu sangre...el pedestal no podrá...recibir la joya

Selene se sorprendió de escuchar eso. ¿Cómo es que una humana podría saber eso? Solo los elfos miembros de la Liga de Sefirá conocían ese dato.

El pedestal del Palacio de las Sombras, a diferencia de las joyas mágicas que podían ser usadas por cualquiera al que la persona elegida le diera autorización, el pedestal y la última joya solo podían ser usadas por ella, solo serían activadas al entrar en contacto con la sangre del elegido.

— Sir William...me encargó detenerte

— Ya veo — la hermana del líder se sentó sobre Tyson con una mano apoyada en la barbilla — Con que ese humano te dijo lo del pedestal, pues te tengo malas noticias

Lentamente, Erika se volvió a parar, su grimorio brillaba a su lado. Sin importar lo que sucediera debía detener a quien poseía el cuerpo de su amiga. Debía retenerla para que Yuno pudiera derrotar al líder. Y así salvar a todos los que fueron poseídos. Su única misión era ganar algo de tiempo para que Selene no fuera al pedestal.

Selene sacó un pequeño frasco de cristal, tenía algo en su interior, algo rojo.

— Rhya se llevó uno idéntico con mi sangre, así que no me necesitan para sellar el hechizo de reencarnación, solo deben incrustar la joya y echar unas cuantas gotas de mi sangre en ella.

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— Ya me aburrí de jugar, Tyson es toda tuya

Mientras Selene se dirigía al pasillo que la llevaría a la sala donde se encontraba el pedestal Tyson se acercaba peligrosamente a Erika. Pero de repente, el dragón rugió adolorido.

Selene detuvo su andar cuando una barrera le acortó el paso. Una esfera celeste rodeaba toda la sala donde se encontraba.

— Lo siento, no dejaré que sigas haciendo lo que quieras con el cuerpo de Shamyra. Si no te ataque todo este tiempo no fue porque no quisiera, sino por que me estaba preparando.

Selene sintió maná yendo directo hacia ella. Se quitó de inmediato de la trayectoria y un rayo cayó donde se encontraba antes. Era raro, pues la humana frente a ella no usaba magia de rayo, aunque para ser preciso... ese rayo no parecía ser creado con maná.

— Magia espacial: Pradēśa

Por primera vez, parecía que Selene se hallaba sorprendida. La elfa reconocía ese hechizo. Lo vio en una ocasión en el antiguo Reino del Trébol.

— Lean... — susurró. Por un segundo, pudo verlo reflejado en la imagen de esa humana — Ya veo, eres un miembro de su familia... supongo que es uno de tus antepasados — Selene sonrió cogiendo al pequeño dragón en brazos, Tyson fue haciéndose transparente pues el estaba fusionándose con Selene, su cuerpo se iluminó y ahora tenía un par de cuernos como Tyson y una armadura hecha de piel de dragón plateado y de su espalda, brotaban un par de alas. Su maná se había hecho más fuerte — Parece que esto se pondrá interesante

Continuará

Algo así se vería, pero con un color plateado y sin espada.

Extra

— Estas enamorado de Shamyra, lo sé

— ¿Es así? — Asta se dejó caer en el sofá donde se hallaba sentado — Soy un idiota ¿No es así? Se que Shamy esta enamorada de Yuno y aún así yo...me niego a aceptarlo...en el fondo...aún tengo la esperanza de que ella me corresponda

— Asta...— a Erika no le gustaba ver deprimido al Toro Negro pero tampoco sabía que hacer, no podía hacer que él dejará de amar a Shamyra de un momento a otro, tampoco que Shamyra cambié lo que siente

El toc toc de la puerta desvió su atención.

— Adelante — ordenó la noble

— Disculpe que los interrumpa señorita Erika — se disculpó la sirvienta — Lord Vangeance pide tener una audiencia con usted, dice que es urgente

— ¿El capitán Vangeance? — le pareció extraño. William nunca había ido a los territorios de la Familia Sārige más que para recoger a Shamyra cuando iba de visita — Preparen un poco de té, iré a recibirlo

La empleada se marchó para cumplir con las ordenes de la heredera de la familia.

— Lo siento enano, pero debo irme

— Esta bien, regresaré a la base, llevó todo el día aquí y está por anochecer, gracias por escucharme Erika

— Te dejaré lo más cerca posible de la Base de los Toros Negros — dijo abriendo uno de sus portales. Asta se acercó y puso un pie en el portal — Asta...esa chica tiene razón...deberías confesarte. Sentirás una gran libertad cuando lo hagas, yo lo hice y mi corazón se sintió...liberado

Asta miró a su amiga con algo de tristeza. Erika gustaba del primo de Shamyra, Alexander Calmerich. Pero él no gustaba de ella, sino de una de las miembros menores de la Casa Vermillion.

— No eres el único que tiene un amor no correspondido ¿Sabes?

— Lo siento...¡Ay! ¡¿Por qué me golpeas?! — se quejó después de recibir un fuerte golpe en la cabeza por parte de la chica

— No hay que perder la costumbre, PequiAsta — dijo alegre para luego reírse, Asta también soltó una risa — Adiós

— Nos vemos Erika

Una vez se despidió a Asta, Erika se dirigió a la sala donde se encontró con William bebiendo elegantemente una taza de té.

— ¿A que se debe el honor de tenerlo aquí, Sir William?

— Lady Erika, hay algo que debo pedirle...se trata sobre la princesa Shamyra+