Al otro lado del muro de las mujeres, el capitán Yami habló sobre la mejor forma de disfrutar de los baños termales.

— ¡Espiando a todas las mujeres! — gritó el capitán causando en todos una reacción de miedo al pensar en lo que les harían si fueran atrapados — Dejen ya las quejas incompetentes. Un hombre siempre se juega la vida en cosas como estas. Todos los hombres pasan por esto, hasta el seriecito querrá verlas — dijo refiriéndose a Yuno

—...no, la verdad no quiero — respondió el pelinegro, pero su respuesta causó que el capitán se enojará y lo sujetara por la cabeza

— No te hagas el interesante, galán

— Y-yo no soy ese tipo de persona, así que detente — le pidió Yuno

— No creas que esa excusa funcionará con todos idiota, empezando conmigo. Se bien que quieres algo con la hija de Julius así que no digas que no te da ganas de verla en estos momentos ¿verdad?

Ahí fue donde Asta intervino explicándole al capitán que Yuno era así, pero eso poco le importo a él.

Por su lado Yuno dejó de escuchar todo a su alrededor cuando el capitán mencionó a Shamyra. No lo había pensado hasta ahora, pero recordó que Shamyra estaba del otro lado del muro, por más que él no era ese tipo de persona su mente y sus hormonas lo traicionaron y empezó a formar una imagen de la princesa en estos momentos...

Rodeada por el vapor del agua, imaginó a la albina en medio del líquido.

— Yuno...podrías — la chica quitó su cabello dejando al descubierto su espalda — ayudarme

Ella le hablaba provocadora, y tenía el jabón en la mano entregándose lo a él. La escena cambió, ahora la chica se encontraba fuera del agua con una pequeña toalla cubriendo su cuerpo...

— Yuno...hace demasiado frío porque...no nos damos calor el uno al otro — ella le extendía los brazos para abrazarlo

Yuno sacudió su cabeza en un intento de borrar esa imagen ¿Cómo podría estar imaginando semejante barbaridad? Su Shamyra no era ese tipo de chica.

Mientras Yuno estaba perdido en sus pensamientos el capitán Yami logró convencer a los Leones Carmesí.

— ¡Muy bien! ¡Vamos a espiarlas! ¡Demostremos la hombría! — grito Leopold y los demás lo apoyaron

Zohar, quién también se encontraba en ese lado, dejó por un momento su taza de té helado, no podía permitir tal acto, estuvo a punto de aumentar su tamaño y detener a todos pero el capitán Yami fue más rápido y lo atrapó con su magia de atadura de oscuridad.

— No te entrometas lagartija — dijo para luego alzar al dragón y con su increíble fuerza lo arrojó fuera del cráter del volcán

— Deténgalos joven Yunoooo — fue lo último que logró decir el reptil

Los Leones Carmesí habían empezado a trepar el muro, pero del otro lado Sol uso su magia y lo hizo aún más alto. No permitiría que vieran a su capitana.

A pesar de ello, los hombres no se detuvieron.

"No lo permitiré" pensó Yuno

El chico creó una fuerte corriente de aire que hizo que todos cayeran al agua de nuevo.

— ¡¡¿Por qué hiciste eso Yuno?!! — le gritó Leopold enojado, estaban por llegar a la cima y él acababa de arruinar su esfuerzo

— Esto no es correcto para los Caballeros Mágicos — respondió Yuno saliendo del agua y cubriéndose con una tolla, se había mojado lo suficiente. Se sentó sobre un roca para empezar a secarse con una toalla limpia

— Se más sincero y di que no quieres que nadie más que tú vea a tu princesa desnuda — dijo Yami en voz alta. Lo que llamó la atención de todos los demás.

El chico de ojos ámbar avergonzado agachó la cabeza y prefirió alejarse. Su actuar causó la gracia del capitán de los Toros Negros.

Mientras que del otro lado, Shamyra pudo escuchar claramente la última frase del capitán, pues se había acercado al muro al oír a Zohar gritar. Su cara al igual que la de Yuno se volvió un tomate maduro.

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Los baños habían terminado y era hora de volver. Pero se hizo tarde y lo mejor era pasar la noche en una pequeña posada que encontraron en el camino.

Yuno salió a tomar un poco de aire y encima del tejado pudo ver a Shamyra. Ya se estaba acostumbrado a encontrarla afuera todas las noches. Usando viento subió a su lado y se sentó con ella. Ambos se dirigieron una pequeña mirada y el silencio los acompañó por un largo tiempo.

— Lo que el capitán dijo en las aguas termales...no es cierto — Yuno la miró directo a los ojos — Yo jamás pensaría de esa manera hacia ti. No soy así...

— Lo sé, te conozco y se que no eres ese tipo de persona, simplemente olvídalo — la atención de la de ojos purpuras se dirigió al cuello de Yuno — Llevas puesto el...collar

Yuno tomó el collar en su cuello y lo miró. Ese era el contenido de la caja que le dio Shamyra, un collar idéntico al que él le había regalado.

— Así es — sonrió al recordar aquello — ¿Por qué...me diste uno igual?

— Ya te lo dije ¿No lo recuerdas? Cuando éramos niños — Yuno la miró confundido y ella se avergonzó aún más — Talvez las palabras de una niña que en ese entonces no sabía lo que significaba esa frase no signifiquen nada, por eso te las volveré a decir: Eres mi otra mitad Yuno...o al menos me gustaría que lo fueras...

Las mejillas del chico se tiñeron de un leve rojo. ¿Eso significaba lo que él quería?

— Shamy...

Pero antes de que pudiera responder, su cuerpo se congeló al sentir como Shamyra cogía su rostro con sus manos y dejaba un beso en sus labios.

El tiempo se había detenido para él, todo el paisaje había cambiado a un hermoso prado donde los pétalos de flores volaban a su alrededor.

Shamyra se separó lentamente, se puso de pie y creo una plataforma con su maná, que la mantenía flotando en el aire. De espaldas a él, volvió a hablar.

— Me gustas Yuno, me gustas demasiado

Yuno la miraba sin saber que responder. El momento que tanto había deseado, era realidad.

— Hasta mañana Yuno, descansa — dijo con calma mientras la plataforma descendía a la ventana de su habitación

— Descansa... — se despidió aún sin salir del trance por completo

Yuno se quedaría un rato más ahí. Observó las estrellas, pero sobre todo la luna. Antes la extrañaba, cuando entró a Amanecer Dorado se alegro de verla y ahora...la sentía más cerca que nunca.

«Eres mi otra mitad Yuno...o al menos me gustaría que lo fueras»

Su corazón latió como loco al escuchar esas palabras y más aún al recordar que Shamyra lo había besado. ¿Pero porque tuvo que quedarse inmovil?

Yo también quiero que seas la mía

Eso iba a decir si su cuerpo hubiera reaccionado.

Escuchó unos pasos detrás ¿Ella había regresado? ¿Era su oportunidad para decirlo? Yuno se giró emocionado en su sitio esperando ver a la princesa, pero no, no era la princesa sino el chico con el que vivió los últimos quince años, Asta.

— Vaya, ustedes dos si que no pierden el tiempo ¿Eh? Teniendo un encuentro nocturno — dijo mientras caminaba y se sentaba al lado de su rival

— Lo que sea que hagamos, no es tu incumbencia

Yuno se paró y bajó del techo usando su magia, pero las palabras de Asta lo detuvieron...

— Te tengo celos Yuno — Asta observaba el astro nocturno — tú puedes ver y acompañar a la luna todas las noches en cambio yo no. Me gustaría poder estar con ella...verla, tocarla, protegerla, que mi nombre sea lo primero en lo que piense cada mañana al despertar...pero eso es algo que solo una persona lograra...

— ...

Yuno comprendió las palabras de Asta. No se refería al cuerpo que iluminaba la noche. Sino a la chica que tenía poder sobre ella. Asta...estaba enamorado de Shamyra. Yuno elevó la mirada a la luna, pudo ver reflejada en ella el rostro sonriente de Shamyra y en su cabeza resonó su confesión.

— Igual que con el puesto de Rey Mago...yo seré el ganador...lo siento, pero no pienso perder, Asta

Y se fue, dejando a una Asta un poco deprimido.

— Eso ya lo se...— volvió a dirigir sus ojos verdes a la luna — Perdí mucho antes de empezar a correr

Asta sabia que ya tenia oportunidad, ni siquiera podía decir “Intentaré conquistarla”

Shamyra había dejado hablar a su corazón, y ese beso hizo perder todas las esperanzas al Toro Negro.

✤─── Continuara ───✤